No entiendo por qué cuando admiras a alguien tiendes también a querer saber acerca de su vida privada: Qué come, cuántas horas duerme, quién es su pareja, o sus excentricidades con el sexo, o si coquetea con las drogas. Si el sujeto a admirar es un artista, en cierto modo tiene su lógica que intentemos descifrar su engranaje interno uniendo las piezas de su vida y su pasado (traumas, fuentes de inspiración). ¿Pero a quién coño le importa, sin embargo, con quién folla Gerard Piqué, o las rayas de coca que se mete Kate Moss? ¿Acaso los gustos sexuales del primero influyen en su juego, o los hábitos de la modelo afectan a la firmeza de sus tetas?
Ayer tuve el honor de llevar en mi taxi a uno de mis escritores de referencia. Estuvimos más de la mitad del trayecto charlando de libros (me recomendó un par de ellos que anoté y nada más bajarse fui a comprarlos). Pero más allá de la charla o la evidente sabiduría que destilaban sus palabras, me fijé en sus ojos. De hecho, al principio del trayecto quise evitar decirle nada sólo por el placer de observarle observando en silencio.
¿En qué se fija un escritor cuando circula en taxi por la Gran Vía? Él, en este caso, centró la vista en un mendigo. También en una pared forrada con carteles de conciertos. Otros, la mayoría, se habrían fijado en el culo de alguna viandante o en el Ferrari que nos rebasó por la izquierda. Por otra parte se mostraba ensimismado, como si en lugar de observar al mendigo sin más, lo estuviera envolviendo en palabras, o tirando del hilo del mendigo imaginando escenas de su pasado, o la secuencia de escenas que le condujo a ese extremo. Y luego, cuando clavó su vista en aquella pared con carteles de conciertos, tal vez asociara ambos conceptos e imaginara una historia. La de la estrella de rock que acabó mendigando por las calles de Madrid.
Todo, en fin, está lleno de estímulos. Lo vi en sus ojos y en mis ojos clavados en sus ojos a través de un espejo que invertía su imagen. El taxista que escribe observando a un escritor que a su vez observa historias. Metaliteratura taxial en estado puro.
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Nota: Omito el nombre del escritor por motivos obvios. Me pidió que le llevara a un burdel discreto. Y creo recordar que está casado.