De la estación fantasma a la estación del amor: mi vida siguiendo a Víctor Coyote (2ºparte)

Gracias a Jose y Santi. Y a David Giménez y sus discos de El Imperdible.

En el año 2006 Víctor Coyote edita en Visual Books “Cruce de perras y otros relatos de los 80”. Normalmente uno se acerca con precaución a los libros escritos por músicos (aún no he superado los de Julián Hernández y Antonio Luque, he de admitirlo). Pero este volumen es una maravilla. Ironía y distopía sobre la paternidad, maternidad y el futuro del rock latino entre Santiago Auserón y Coyote. Lujuria de hotel y aburrimiento en la época que Víctor fue guitarrista de Dinarama (a Carlos Berlanga le daba mucha pereza todo), una época en la que, según mi amigo Santi Rex, es la que mejor ha sonado la banda de Alaska. Alaska y Coyote, interpretando los chicos y las chicas de las revistas guarras.

Y sobre todo Poch. En realidad el libro es un libro sobre Poch, el genio de la playa de Gros. El que vino y se marchó. El que estará siempre en Jurelandia. Pinzas y aceite en conserva. Me obsesioné con Poch por el libro de Víctor Coyote, por ese cariño inmenso que lo alimentaba. Mi amigo David Giménez me había regalado sus vinilos de los Coyotes, los que tenía en su bar de Remolinos. Auténticas joyas, incluyendo el Maxi-Single de El Mono. David fue generoso conmigo y me cedió el disco homenaje a Poch que hicieron algunos de sus amigos para ayudarle en sus últimos años de vida. El chico más pálido de la playa de Gros. En una feria del disco me pidieron 80 euros por él. En vinilo, claro. Al final, David, gracias… Los Coyotes de Víctor Abundancia revisan El Club de herpesviríticos.

Volviendo a Huesca un segundo. Hay una leyenda urbana que circula entre la inteligencia oscense que asegura que el saxo que suena al principio de Jurelandia es de Justo Bagüeste, pero Justo nunca lo ha corroborado. Poch por Huesca, con libros y gabardina. Poch en la portad del libro de Mariví Ibarrola, “Yo dispare en los 80”. Y dentro una fotografía de Víctor Coyote y Alaska, explosivos, como solo puede suceder en los ochenta. Despierta escuela. Víctor exponiendo sus cuadros, Coyote con pinta de estar pensando en los arreglos para un disco del Tío Toni.

Al año siguiente un momento mágico. Vuelven Los Mestizos de Juanjo Javierre y compañía. Los veo en Zaragoza, en la Casa del Loco y hacemos con Pepa y Santi Rex un viaje relámpago a Huesca para verlos en directo. Los acompañan Los Coyotes. Encarnación original. Es el 10 de agosto de 2007. El cumpleaños de mi padre.Hace mucho calor. También están Gonzalo de la Figuera y, claro, Luis Lles.

Escribo una reseña en un medio del que me acaban echando unos pocos años más tarde (ya van dos en este artículo, no está mal): Uno no se podía perder una oportunidad como ésta. Dos de las más grandes bandas españolas de los últimos treinta años en un escenario, compartiendo espíritu, canciones y saber estar. Fue delicioso contemplar cómo los temas de los Mestizos seguían haciendo bailar a su público como si el tiempo no hubiera transcurrido lo más mínimo, Juanjo Javierre sobrado de voz y actitud resucitando el rock latino salido del garage que el grupo de Huesca inventó, con esa manera de tocar que es una mezcla de Salvajes, Clash y Grecas pasado por un filtro funkie hasta que destilas la bendita pócima del amor, Machuca muy efectivo en la guitarra y bajos negros, negros, con Otto-ex saxo, reconvertido en batería- perdiendo baquetas cada dos por tres. Ya es hora de regresar, Está en el aire, Por el día y por la Noche o Tirando p´lante, todas perfectas, todas tan sucias y pantanosas como tienen que sonar las canciones de los Mestizos -haciéndonos olvidar el malísimo sonido del último bolo en la Casa del Loco de Zaragoza de unos meses antes. – y las versiones, originales y complementarias, para comprobar la alta cultura musical de los seguidores de los oscenses, Bravos, Vince Taylor, Wilson Pickett y unas gotitas de Ramones. Todo eso y mucho más. Los Mestizos muy grandes.

Y lo que parecía ser el aperitivo terminó siendo el plato principal. Hace dos o tres años subí a la edición del Periferias, una dedicada a los ochenta, para ver a Aviador Dro y Víctor Coyote. El Abundancia me deslumbró con sus gafas de pasta, su rollo psicobilly pasado de bachata y todo ese repertorio mezcla de años gloriosos y nuevas propuestas solistas. Así que un concierto Los Coyotes 1984, cómo rezaba la publicidad, se suponía lo máximo. Um… pues tampoco tanto, la verdad. El rollo surfer inicial, dos destellos con Las Chicas de Las Revistas Guarras, quizá Fiesta Salvaje, con Javierre en el acordeón y poquito más. Sí que la gente bailó con el rollo seudopachanguero de Cien Guitarras, Esta noche me voy a bailar o 300 kilos. Pero si lo que más me agradó fueron los speechs de entre temas es que algo le falló al Coyote. Y no fue el señor contrabajista Fernando Gilabert ni el orondo Ramón Godes. Fue no tocar la Estación del Amor. Sin duda. Como con Auserón en Pirineos Sur, Víctor Coyote es tan grande que siempre hay que pedirle lo máximo. O que el mono lo haga, claro.Pero claro, con una despedida sonando el Who do you love? de Bo Diddley, A quién quieres tú? Javierre y Víctor Coyote a dos voces… merece la pena, larga vida, chicos, por el día y por la noche.

José Vizcaíno, una vez más, se encarga de las fotos. Y yo escribo el comienzo de un cuento, “La estación del amor” que nunca fue a ningún sitio: “Vamos al concierto de Los Coyotes en la Jai Alai mientras sorteamos a la gente sentada en la vereda de las calles, tocan esta noche y yo soy un cavernícola cansado con ganas de bailar, un troglodita con olor de banda de garaje en las venas y anfetaminas retumbando en las sienes.Te hubiera gustado Octavio, éramos todos como monstruos salidos de la ciénaga, auténticos devotos de las vírgenes del pantano, irreverentes y destructores, fieles. Escribíamos en fanzines que hablaban de lado oscuro de casi todo. Fue durante cuatro o cinco días de gloria, ahora ya sólo nos queda silbar”.

Enero de 2008. Víctor Coyote edita su libro “Servilleta de bar”. Unos amigos me lo regalan, dedicado. Coyote ofrece en Logroño, durante el Actual, una exposición-intervención llamada “Trabajos por aspersión”. El año anterior había estado en Logroño, en el Actual, aprovechando que me dejaba una mujer y, de paso, ver a los New York Dolls y Los Coronas. También a una banda llamada Les Lupas que me encantaron. No sé nada de ellos desde hace años.

Una recopilación de Munster Records en Rockdelux en septiembre de 2008 llamada “Munster A Go Go. 25th Anniversary” incluye una versión instrumental de Space Oddity de The Neanderthals (que pincho muchas noches para abrir las sesiones en el Bacharach) y “El rey del billar” de los Coyotes. En la revista avisan de que se viene la reedición de todos los sencillos, Eps´y grabaciones varias de los Coyotes en su primera época, la más salvaje punkabilly. Editada por Electro Harmonix (siempre mierda de la buena) es un 10” con toda la sangre, las lonjas de pescado, el contrabajo y demás parafernalia de la primera época de Coyote y sus amigos. Complete Recordings from the Punkabilly Era 80/85.

Lo escucho una y otra vez. Recuerdo al marido de mi prima. A su ex-marido más bien, que tenía el single original de “Extraño Corte De Pelo”. Recuerdo que me lo dejó después de repasar conmigo el dibujo lineal de primero de carrera y que escuché aquellas tres canciones mil millones de veces. Ahora lo tenía ahí, en mis propios surcos de vinilo. Entre la estación del amor y la estación fantasma hay otro mil millón de corazones rotos. Mi coleccionismo se ve alimentado por mi amigo Santi Rex que aparece un día por mi casa con la edición de “Joven de cuello vuelto”. Un cd-single, serigrafía, edición numerada… la definición de obra de arte. Desde aquel día va pasando por todas mis casas, las de soltero, las de festejar con mi mujer, las de Zaragoza, Ateca… siempre presidiendo las mejores estanterías.

Gracias, Santi

“Vuelve después de mucho tiempo, demasiado para sus fans, Víctor Coyote a Zaragoza. El próximo jueves subirá al escenario de la Lata de Bombillas para presentar su nuevo LP. Un servidor sólo ha podido disfrutar de su directo dos veces y, curiosamente, ambas en la capital oscense, en el año 2004 en Periferias y posteriormente, junto a los Mestizos y acompañado de la formación de los Coyotes 1984 en la sala Jai Alai y tiene ganas de volver a bailar y disfrutar de los temas del señor Abundancia. Para ir calentando motores, una entrevista con uno de los artistas más originales que hemos podido disfrutar en este país, Víctor Coyote”. No recuerdo quién me ofrece entrevistar a Víctor Coyote para su concierto de 2011 en la Lata de Bombillas. Tengo mi blog, hago mi colaboración en la radio y sigo siendo mitómano. Las preguntas trataban de ser cordiales, las respuestas eran inteligentes y siempre con un punto pasivo/agresivo. Supongo que lo tenía bien merecido.

Aquí hay un extracto de aquel intercambio.

Víctor, un artista como tú, con una trayectoria donde el eclecticismo es la nota predominante, siempre termina sorprendiéndonos, tanto en sus discos en estudio, como en la propuesta en directo… ¿qué referencias has buscado en este nuevo disco, Dos años luz y cuarto? Mis referencias, como las de todo el mundo son las cosas que oigo. En este disco me he fijado un poco mas en sonidos folk, pero sin esa carga de trascendencia subrayada que emplean los estudiosos y los amantes de lo auténtico. Y por supuesto es un disco en el que lo dramático y el humor están muy presentes. Es inevitable que con un repertorio como el tuyo, la selección de temas para el directo sea difícil, ¿qué nos vamos a encontrar los que acudamos al concierto del próximo jueves en la Lata de Bombillas Pues un concierto acústico Javier Santos que toca guitarra, casiotone, ukelele, melódica y algunas cosas más y yo, cantando, a la guitarra y alguna cosa mas. La base del concierto será el nuevo disco. Pero tocaremos algunas cosas mas antiguas. La intención es presentar el nuevo disco y en ello nos centraremos. En verano tuvimos una excelente sorpresa, un cd-single de edición limitada, Joven de Cuello Vuelto, que incluía golosinas en forma de temas inéditos y una ilustración. El disco se presentó, curiosamente (o quizá no tanto) en la librería Arrebato de Madrid y con Charly Hernández de presentador. ¿Es una manera de volver a dar valor al disco como objeto en la época de lo digital? ¿Por qué una librería para presentar un disco? Bueno, la presentación en la librería fue la del disco este, no la del single. Incluír una serigrafía con un single es una manera de dar 2 por 1. De todos modos y hablando de era digital, lo del CD o el libro como objeto no es La Solución. Y a veces el objeto es sólo un tremendo y espantoso envoltorio.

Enganchando con la pregunta anterior, hace unos años editaste un libro de relatos, Cruce de perras y hace un poco menos Servilletas de bar, un curioso experimento en el que a partir de servilletas encontradas en restaurantes de carretera se creaba todo un repertorio de aforismos e ilustraciones. ¿Tienes pensado continuar con tu carrera literaria? ¿Algún proyecto próximo? ¿Qué opinas de los músicos que se meten a escritores? De los músicos que se meten a escritores opino lo mismo que de los abogados que se meten a jugadores de billar. No tengo nada a favor ni en contra. Yo, que soy gran amante del intrusismo artístico y que lo practico constantemente no tengo problemas de corporativismo. Ahora, que me guste lo que haga el músico, el escritor, el músico-escritor o que juegue bien al billar el abogado habrá que verlo. Siempre es interesante verlo. ¿Rumba, tecnopop o garage? Si hablamos de Peret, The Human League y The Trahsmen, pues los tres. ¿EP de cuatro temas, ipod de 6 GB o mixtape en cassette con olor a celofán? ¿Olían a celofán las cassettes? No, olían a cerveza rancia y colillas de coche. Ípod de 6megas Los Mestizos, Héroes del Silencio o Niños del Brasil Los Mestizos

El último disco que has dicho: Ya me gustaría sonar así: Be Brave de Strange Boys. Mira que yo he sonado carracho, pues ellos me ganan. El último tema (de la vida) sobre el que has pensado: tengo que escribir una canción (o que alguien debería escribirla, pero ya) No pienso en la Necesidad que tiene el Mundo de Oir hablar de un tema u otro. Sobra gente que se cree imprescindible. El mundo puede pasar sin mí y sin tantos otros. De todos modos hace poco pensé en hacer una canción sobre un par de críos ,hijos de cantante de rock, en un catering de backstage. Pero ya te digo que no creo en la imprescindibilidad de hacerla. La última persona que te queda por besar: No entiendo esa pregunta. ¿Que le tengo que dar un beso a alguien? ¿Que me tengo que despedir? ¿Qué es lo último, el beso o la persona? ¿Que se supone que voy por la vida besando a todos y me quedan aún 333333333333333333333333333333 personas? No sé.

¿Aquí termina todo, Octavio? No, ni de casualidad. Sigo siendo fiel al Coyote. Atento a su obra. Así, en general. Lo meto en la mixtapes que grabo, suelo elegir la Estación del amor, Azcona 15 o las Chicas de las revistas guarras. A mi mujer le parece una música horrorosa. No le hago ni caso. En 2014 publica un disco llamado “De pueblo y de río”. Las tiendas de discos han desaparecido y yo estoy más preocupado de estudiar los temas de las oposiciones. En abril de 2015 me llama Santi Rex. ¿te vienes a ver al Coyote? Ya estaba saliendo por la puerta. Javi Benito lo había parado camino de Logroño. Era 18 de abril. A las 13h. Supongo que sería sábado o domingo, da igual. Javi Benito no falla. Puedes decir que lo que le gusta a él no te gusta a ti, pero si dices eso de Javi es que no te gusta la música, porque a Javi le gusto todo siempre que sea bueno. Y ese día el concierto que dio Víctor Coyote fue monumental Con Ricardo Moreno en las percusiones (Los Ronaldos, La Marabunta) y Coyote en la voz y los instrumentos de cuerda, el repertorio fue del folk al psicobilly, incluyendo “Extraño corte de pelo” y “La estación del amor”. Todavía me cuesta mantener la boca cerrada cuando lo recuerdo. Al acabar Santi Rex y Víctor Coyote se fundieron en un abrazo. Historia de nuestra música. Ahí, justo ahí. Y corriendo a Logroño. Que, como los grandes de la música, esa noche tocaba doblar sesión, matutina, vespertina y nocturna.

Me hice con el disco, claro. Una maravilla. Lo escuché varias veces en casa. Incluso intenté colárselo a mi mujer en el coche con muy poco éxito. Llevaba una época muy metido en Pedro Abrunhosa, en la cumbia psicodélica, en Mäo Morta… me doy cuenta de que lo tengo de Víctor Coyote no son discos, no son libros, son joyas. Pequeños tesoros de creador superlativo con el que me he cruzado más veces que con la mayoría de las personas a las que admiro. Y que siempre ha sido borde y distante. Incluyendo, no lo olviden, la noche de Periferias que estuvo a punto de darme un abrigo de hostias por recordarle que había hecho una cosa en el pasado… amigo de mis queridos Gonzalo de la Figuera, de mi Santi Rex, de mi Juanjo Javierre… tres de las personas a las que más admiro en Aragón. Pero esto no es un artículo para llorar porque Víctor Coyote no me quiere, es un artículo para recordar encuentros y obra, para recorrer tres décadas (si contamos el Golfo, son más de tres décadas, en realidad) de admiración profunda.

Ahora sí que termino. Mi penúltimo intento de llamar la atención de Víctor Coyote con erudición y pleitesía fue cuando me enteré de que mis colegas de Autsider cómics (con los que había contactado para escribir sobre otro ilustrador y músico genial, más ilustrador que músico, también introducido en mi joven imaginario por el maléfico Scaramuzzino, el Dr Alderete, con su obra Olot) habían editado una recopilación de viñetas e historias de Coyote sobre Madrid con el título de “Entresijos”.

Antes, no se lo pierdan, estuve a punto de dejar familia e hijo, agarrar el coche y volver de noche para escuchar la charla que dio Gonzalo de la Figuera con Víctor Coyote sobre la música de Angelo Badalamenti durante la celebración del Festival Retina en Zaragoza (que ya no es mi ciudad, claro). Sí, que más me cuesta en el mundo, conducir. Conducir solo y de noche. Lo curioso es que me enteré del acto porque me tocó escribir la nota para Zona de Obras. ¿No os lo había contado? Veinticinco años después de comprar mi primera revista de Zona de Obras he acabado colaborando con ellos. Rubén me pidió que redactara la noticia y así me enteré. Bueno, qué se le va hacer. Los Autsider me mandaron el tebeo. Me lo leí con cuidado, sin prisa, tomé notas a mano, tomé seis o siete folios de notas a mano y este fue el resultado: Algunas palabras sobre Entresijos de Víctor Coyote.

No le dio a me gusta en redes sociales. Ni saludó, claro. No reblo, ya os digo, no reblo. Y si para demostrar lo que valgo tengo que volver a la noche o al día o a la pelea… quizá lo haga. O quizá monte otro fanzine. O quizá esta sea la última vez que hablo sobre Víctor Coyote en mi vida. Lo importante, en realidad, es que tengo su obra unida a mis vivencias con Rubén, con Santi o con José, también con David, con Juanjo y Luis Lles. O los conciertos en la antigua Lata de Bombillas. Con eso me conformo.

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