Archivo de enero, 2022

Entrevista a César Prieto: fanzines y papeles subterráneos (Libros Walden,2021)

César Prieto, uno de los críticos musicales y literarios más importantes de nuestro país, ha publicado “Papeles subterráneos”, una obra enciclopédica que, editada por Libros Walden, que revisa la historia de los fanzines musicales en España de las últimas décadas, en especial los años noventa. Su lectura provocó una sensación extraña y conocida entre algunos veteranos de la grapa y la fotocopia en blanco y negro zaragozanos. Quizá sea un buen momento para la vuelta a lo analógico. Mientras tanto abrimos a César una habitación en el Motel Margot y que, además, tendrá siempre reservada a su nombre. Lee el resto de la entrada »

No me judas Satanás Vol 2 de César Martín (Popular 1 Books, 2021)

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La segunda entrega de las biografías de los mitos más tóxicos del panteón pop no defrauda en absoluto. César Martín salta de década en década, de expresión artística (cine, música, asesinatos rituales…) y de opciones personales con una solución de continuidad basada en el excentricismo. Documentado y subjetivo, cada texto es sugerente y nutritivo. Películas de serie Z animadas por cartón piedra, afición por la piel humana, la manera en la que Axl Rose y sus cuatreros devolvieron la actitud conquistando el barco de los piratas neorrománticos en los noventa, Dean Martin el egoísta que plantó cara a Sinatra, vodka y zumo de naranja mediante, el viejo Dino, hastiado de odiseas hepáticas busca entre las páginas la manera de superar a Steve McQueen sin tener que ponerse una chupa.

Evasión o derrota para los que intentan enfrentarse a Godzilla y sus mutaciones, al metraje reciclado, al canalillo de Elvira, al demerol y la bencedrina, a Duane soñando con su propia muerte mientras dedica un ejemplar de Performance Rockin’ the Fillmore a un fan de Humple Pie. Pienso en las figuras de acción del Planeta de los Simios, la primera vez que les puse a mis alumnos el final con la estatua enterrada en la playa y cómo se estremecieron con el beso de Charlon Heston y Ari, pienso en todos los restos de uranio enriquecido con el que desinfectaba el instrumental Egas Moriz para convertir a Frances Farmer en Becky.

La papela de Tallulah Bankhead, la de Martin Scorsese y la cualquier que pasara por las filas de Thin Lizzy. Garras escondidas bajo la ropa, Jessica Lange cantando Gods&Monster de Lana del Rey en un búnker privado donde sobreviven los últimos restos de la República de Weimar.

En ebay se venden la orina de Howard Hughes como si fuera del Señor Burns. Si te das prisa podrás pillar algún resto de uña o pelo. Una peluca de Verónica Lake para John Waters y Slash preguntando al camarero del hotel en qué lugar del mundo es mediodía para empezar con el Jack Danields.

Sigue vendiendo entradas para el concierto de la banda tributo a Jim Morrison y yo mismo sacaré a Burt Lancaster de la piscina donde flota el cuerpo de Hannah Montana.

Abecedario privado de la Movida Madrileña (tercera parte)

Aquí se puede leer la primera y la segunda parte

Tercera y última mixtape de la Movida y sus esquinas más recónditas

Tango: resultaría complicado encontrar una referencia más folklórica y barrial en la Movida que el tango. Una versión castiza, más cerca de la Verbena de la Paloma que del lunfardo porteño, el tango en los ochenta tiene nombre y apellidos: Antonio Bartrina. Su proyecto Malevaje resumía lo más macarra de la época en unas canciones, primero revisiones a su manera – Malevaje, Mano a mano, Margot o Confesión-, en aquellos dos discos, que yo compré en un cedé recopilatorio, Malevaje de 1985 y Margot en 1986, que además aparecen bajo el auspicio de un sello mítico como es Tres cipreses, y luego la evolución posterior, con temas propios e incluyendo en los textos giros propios del hablar de la capital.

En las primeras alineaciones estaban, además de Bartrina, representados otros grupos como Gabinete CaligariEdi Clavo en la batería- o Los Coyotes –Ramón Godes en la guitarra y Fernando Gilabert en el contrabajo-. Una estética que mezclaba el tupé rocker con la brillantina al modo Gardel y compinches como Víctor Coyote o Alberto García-Alix que, con su cámara, atrapó la eternidad del tango en un instante.

Umbral, Franciso: En Motel Margot siempre hay una habitación para el maestro Umbral y sus admiradoras. Se pide la llave en la entrada y el escocés, la bencedrina y el tóner de la Olivetti corren de cuenta de la casa. Umbral pudo haberse enterado o no de qué iba eso de la Movida Madrileña. Pero, creo que, realmente, le pilló algo mayor.

«La Transición le permitió avanzar en el camino que unía al maldito de provincias, seducido por la prosa disciplinada de Miguel Delibes y la experimentación de Camilo José Cela hacia el Enfant Terrible que comediaba en la televisión, dandy postmoderno y catódico, electroduende sin programar, rijoso entrenado con capacidad limitada, solo hasta las primeras horas de la madrugada. Pero la Transición se dejaba pintar por la pluma dotada del maestro, la Movida era efervescente, sin sustrato intelectual o, cuando lo tenía, mal digerido: futurismo, situacionismo y postmodernidad…. cuando tú le tienes que explicar a los modernos la base filosófica de su acción poca contracultura estarán enhebrando».

Umbral encontraba la magia del parnaso en el Madrid de finales de los cincuenta, treinta años más tarde su única rebeldía era llevar las patillas tan largas como los rockabillys que venían de Barcelona. Eligió a Ramoncín y Alaska porque eran de lomo abrigado y se dejaban acariciar. Los punks querían comprar en la Cuesta de Moyano y los poetas poner música de Lou Reed a sus sonetos. Cuentan en que la presentación de un libro de Francisco Umbral se pegaron Ramoncín y Eduardo Benavente. Esos dos sabían pegarse lo mismo que yo. Ahí estaba Umbral, en 1980, viendo a los Ramones, con una mirinda caliente, dándole o quitándole el titánlux a las muchachas que pasaban a su alrededor, perdido, aburrido, con ganas de irse a la cama. No se daba cuenta de que la historia no había hecho más que empezar. Lee el resto de la entrada »

Abecedario privado de la Movida Madrileña (segunda parte)

Seguimos con el repaso personal al abecedario de la Movida Madrileña con la inspiración del magnífico volumen de Javier Menéndez Flores Madrid sí fue una fiesta (Editorial Planeta, 2021)

Primera parte

Segunda mixtape para acompañar la lectura de este abecedario

Lovecraft H.P: el escritor de Providence fue una de las influencias literarias más importantes para los letristas de la onda fría, del siniestrismo español. La edición de sus primeras traducciones en 1970 de Alianza Editorial, bajo el mando de Rafael Llopis y Francisco Torres Oliver, alimenta las pesadillas de Bernardo Bonezzi, que hace aparecer el canto a sus primigenios en La Venganza De Tchulu de su primer LP, Extraños juegos, aunque fueron las letras de José Luis Fernández Abel con su banda Alphaville donde el autor de Nueva Inglaterra se hace hongo y musgo en la Movida: uno de sus temas más conocidos, De máscaras y enigmas mantiene la ambigüedad de la obra del autor americano y El Modelo De Pickman remite directamente a uno de sus relatos cortos, también los sonidos de temas como Stregocia o Nijinsky (El Loco) resultan ciertamente parecidas a las invocaciones de los seguidores de Dagón. No fueron los únicos, se lo aseguro.

Makoki: ¿Y los tebeos? Sin tebeos no hay movida, pero el único que se detiene y compone un tema a un icono del underground chungo español es Fernando Márquez ”El Zurdo” en una de las pocas grabaciones de Paraíso. Más allá del himno bucólico Para ti, “El Zurdo” escribe una oda punk, llena de descargas eléctricas, violencia policial y olor a tinta barata. Más cerca de Kaka de Luxe que de Paraíso, sin Makoki no hay futuro.

«Otros músicos de la época que hacían sus pinitos en las viñetas de los fanzines fueron Víctor Coyote, Sabino Méndez, Toni Marmota o el mismo Diego Vasallo de Duncan Dhu -les animo a buscar el número especial de DRO de Zona de Obras y encontrarán una de las historias más evocadoras de aquella época que he tenido el gusto de leer-. Capturamos algunos recortes para su posterior investigación».

Sabino Méndez el intocable

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Abecedario privado de la Movida Madrileña (primera parte)

La pregunta sería ¿hacía falta otro libro más sobre la Movida Madrileña? Sí. Respuesta contundente. Respuesta real y emocional. Porque en este volumen, Madrid sí fue una fiesta (Editorial Planeta, 2021) no se respeta nada, ni se evita la realidad. La Movida también eran Sabina y Bosé, Aute y Mecano. La Movida no solo era plástico y purpurina, también era jeringa y neón. Por eso este libro de Javier Menéndez Flores aporta una visión realista, amplia, total, de la efervescencia creativa que comienza a finales de los setenta y dura hasta el final de la Expo de Sevilla en 1992. En su honor, reduzco mi visión a un abecedario, provocador y subjetivo, hedonista y personal. Espero que os guste.

No podía faltar una mixtape con los recovecos más oscuros de la narrativa privada de la Movida Madrileña (primera parte)
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