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Tampoco Breton Woods es una marca de Whisky. Porque el periodismo internacional no es solo cosa de hombres, ocho mujeres ofrecen un punto de vista diferente sobre lo que pasa en el mundo.

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Siria: 5 años de incomprensión

Varias personas observan el humo causado por una explosión contra integrantes de Estado Islámico en la ciudad siria de Kobani. (EFE / Sedat Suna)

Varias personas observan el humo causado por una explosión contra integrantes de Estado Islámico en la ciudad siria de Kobani. (EFE / Sedat Suna)

Ayer Siria cumplía un aniversario: cinco años de conflicto. El peor desastre humano del siglo XXI empezaba hace un lustro a remolque de las primaveras árabes de Túnez, Egipto y Libia, con la misma llama de esperanza que había prendido en estos países. Sin embargo, la respuesta del régimen represivo y autoritario de Bashar Al Assad ante la primera manifestación pacífica de más libertades fue lo que que más adelante se convertiría en el pan de cada día: violencia.

Cinco años atrás la República Árabe de Siria ocupaba el lugar 119 en el mundo según el Índice de Desarrollo Humano de 2011, con un valor de 0,632 , y  la esperanza de vida se situaba en 75,9 años de edad. Sus valores situaban al país entre la categoría de países de Desarrollo Humano Medio. Hoy el valor según el IDH 2015 (con datos de 2014) es de 0,594 y retrocede hasta el puesto número 134, mientras que la esperanza de vida al nacer baja hasta los 69,6 años de media.

Sin embargo, el dato quizás más escalofriante, además de las entre 250.000 y 470.000 personas que han perdido la vida a causa del conflicto es que la mitad de la población del país ha huido de sus hogares. Actualmente unos 11 millones de personas, entre desplazados y refugiados, han abandonado sus casas o lo que quedaba de ellas y los que se han quedado en Siria viven en una situación de pobreza extrema.

Los niños que dejaron de ser niños

Los niños y niñas víctimas del conflicto han visto su infancia truncada y han tenido que aprender demasiado pronto, demasiado, lo que es una guerra. Según la Agencia de Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF, la violación de los derechos del menor y la situación humanitaria solo va a peor. «Los niños se encuentran entre la población más afectada por el conflicto. Más de la mitad de los desplazados son niños y cada dos minutos otro niño sirio se convierte en refugiado», alerta un informe. Según reza este documento, entre la violación de derechos que tiene un impacto muy fuerte está la separación forzada de la familia, no tener acceso a la educación, violencia sexual y física, reclutamiento militar, secuestros, acceso limitado a servicios como la salud, falta de certificados de nacimiento y el trastorno psicológico que deriva de todo esto.

Según datos de Save the Children, al menos 250.000 niños y niñas sirios vive bajo asedio, en cárceles al aire libre. Además, la situación de vulnerabilidad que sufren y la falta de escuelas crea un perfecto caldo de cultivo para los grupos extremistas. Un informe de la ONG publicado en marzo y titulado ‘Infancia bajo asedio’ constata que algunos grupos armados pagan hasta 150$ al mes, otros, 50$ o menos. “Tan pronto como cumplen 12 años, la presión para que tomen un arma y luchen está ahí”, recoge el testimonio de un trabajador social.

La pasividad internacional

Mientras el contador sube, Siria baja en la escalera de desarrollo humano, las ONG insisten para que la ayuda humanitaria llegue y la crisis de los refugiados toma dimensiones inimaginables, 3.770 personas murieron en el Mediterráneo en 2015, cerca de 4 millones se encuentran refugiados en Turquía, Líbano, Jordania o Iraq y más de 500.000 prueban de entrar en Europa por el mar, ya sea a través de Grecia o Italia. Ah, sí, se me olvidaba, y en Bruselas discuten cuál debe ser el modelo de respuesta Europeo y mientras lo hacen España, por citar un ejemplo, ha acogido 18 refugiados. Dieciocho. Y en la escala internacional, Estados Unidos se lo mira, sin saber muy bien cuál debe ser su acción respecto a Siria. Y Rusia se presenta ahora como un actor de paz.

En un artículo publicado hace dos años (¡dos!) en este blog, titulado Siria, eras, eres escribía lo siguiente: «Hoy Siria no es miedo, es horror. Y lo que más duele: ya no es esperanza». Tristemente, no puedo, no podemos, decir que haya esperanza ninguna. Solo incomprensión. Cinco años de incomprensión.

Diario de una refugiada kurda iraquí: cómo sufre en Serbia las consecuencias del acuerdo entre Turquía y la UE

Refugiados en el lado griego de la frontera con Macedonia / EFE

Refugiados en el lado griego de la frontera con Macedonia / EFE

La semana pasada os hablé por primera vez de Hanasay, una refugiada kurda iraquí que vive atrapada en Serbia desde hace 22 días. Su familia fue rechazada por Croacia, que no les dejó continuar el viaje hasta Alemania porque tienen en el pasaporte un sello de Turquía. Las autoridades que los registraron tenían la orden de rechazar a quien hubiera pasado un mes en ese país porque se considera un lugar seguro desde el que deberían pedir asilo. Pero Turquía, lejos de ser un país donde estar a salvo, lo es aún menos para los kurdos.

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Diario de una refugiada kurda iraquí: atrapada en Serbia

Refugiados caminando hacia la frontera serbia con Croacia en Sid / Zoltan Balogh (EFE)

Refugiados caminando hacia la frontera serbia con Croacia en Sid / Zoltan Balogh (EFE)

Como muchos ya sabéis, la Unión Europea ha decidido encargarle a Turquía la humana tarea de dar aliento y asilo a los refugiados que quieren llegar a Europa. A cambio de 3.000 millones de euros más, claro. Además de suponer una decisión denigrante que cava aún más honda la tumba de la UE, olvida un problema fundamental: qué pasa ahora con los refugiados que ya están en la ruta de los Balcanes. Entre ellos está Hanasay Sard, una joven kurda de la parte iraquí.

Su familia está atrapada en el campo de refugiados de Sid, en Serbia, junto a la frontera con Croacia, desde hace 17 días. En su situación hay 1.100 personas más, según Médicos Sin Fronteras. La primera vez que rechazaron su entrada a Croacia, fue porque en sus pasaportes tenían el sello de haber pasado un mes en Turquía. Hace dos semanas, la ley era así. Quien hubiera pasado un mes en Turquía no podía continuar el viaje porque las autoridades croatas estaban considerando que Turquía era ya un país seguro y en él deberían estar pidiendo asilo los refugiados. Lee el resto de la entrada »

Refugiados: un negocio xenófobo

Dos militares vigilan una valla cortante en la frontera entre Grecia y Macedonia / Nake Batev - EFE

Dos militares vigilan una valla cortante en la frontera entre Grecia y Macedonia / Nake Batev – EFE

Primero fue Marruecos, luego Grecia y Turquía y ahora también Macedonia. Los Estados tapón se han convertido en la barrera de contención de la inmigración que intenta establecerse en Europa. Esto es, fronteras donde el paso de los inmigrantes se topa con un “hasta aquí habéis llegado”, a pesar del frío, el hambre y la imposibilidad de dar media vuelta. Lo de siempre, al fin y al cabo, excepto por el hecho de que el grueso migratorio que llama a las puertas de Europa son refugiados con todo el derecho a recibir asilo. Y porque la represión que están recibiendo en las vallas fronterizas con gas lacrimógeno -los niños también- no permite un atisbo de piedad. Aún así, todos esos sirios, afganos, iraquíes, palestinos, eritreos y un largo etcétera de nacionalidades víctimas del horror que se agolpan en las vallas europeas saben que no es peor el remedio que la enfermedad de la guerra. O, al menos, tienen claro que no han llegado hasta donde han llegado para dar media vuelta.

¿Por qué Estados tapón?
Son denominados tapón aquellos Estados que, por su situación geográfica, sirven para retener a las personas migrantes de toda condición, una retención que puede alargarse meses o incluso varios años. «España es el laboratorio político de lo que se está haciendo en Grecia y Macedonia», señaló la doctora en sociología Antía Pérez Caramés el pasado viernes en un acto en A Coruña. En España, explicó, el tiempo medio de tramitación de una demanda de asilo ronda los 3 años y sólo en 2014 se recibieron alrededor de 6.000. Ese año se concedieron tan sólo 384 estatutos de refugiado y más de 900 peticiones fueron desestimadas. Actualmente hay más de 10.000 demandas pendientes de tramitación. Las posibilidades burocráticas que tienen los refugiados son muy limitadas, ya que no pueden solicitar asilo en embajadas y consulados, lo que evitaría gran parte del colapso, y no disponen de programas efectivos y coordinados de reasentamiento.

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Sergi Cámara: «En Lesbos cada día llegaban unas 15 o 20 barcas de refugiados»

Chalecos salvavidas flotando en la playa de Skala Sikaminias (Lesbos). Más de 3.000 muertos en el mar en 2015 / SERGI CÁMARA

Chalecos salvavidas flotando en la playa de Skala Sikaminias (Lesbos). Más de 3.000 muertos en el mar en 2015 / SERGI CÁMARA

Sergi Cámara (Vic, 1970) es un documentalista independiente que ha fotografiado las migraciones en múltiples ocasiones y desde distintos países. En los últimos años y desde 2004 ha seguido de cerca el paso de los inmigrantes que intentan llegar a España por Melilla. En 2015 estuvo en Lesbos y en Kos, dos de las islas griegas que se han convertido en el punto de entrada a Europa de miles de refugiados sirios, y documentó gráficamente la ruta que siguen la mayoría por los Balcanes para seguir hacia el corazón de Europa: Alemania. Ahora algunas de estas imágenes se pueden ver en la exposición «Refugiados, la odisea hacia Europa», en el Palau Robert de Barcelona. Cámara asegura que a los refugiados se les “quita su dignidad” cuando son obligados a cruzar fronteras como ilegales, cuando son maltratados por la policía o cuando deben quedarse a la intemperie a muy bajas temperaturas.

¿Cuál es el motivo que te llevó a ir a Grecia?
Al principio fue por un tema personal. Desde 2004 trabajo en el tema de Melilla y vi que había refugiados sirios que también llegaban a través de Melilla. Son los que no quieren cruzar por mar. A partir de ahí me empecé a interesar por los refugiados sirios y decidí ir a la isla de Kos, en Junio de 2015, para seguir mi trabajo personal. Al llegar ahí me empecé a dar cuenta de cuál era la ruta que seguían así que al cabo de unos meses volví y pude seguir su ruta por Macedonia, Serbia y Hungría.

¿También estuviste en Lesbos verdad?
Sí, ese fue el último viaje, en Noviembre.

Muchos periodistas que han estado en la primera línea señalan que choca mucho ver las dimensiones del drama, el número de refugiados que llegan a diario.
Sí, por ejemplo en la exposición hay una foto en la que se ven cuatro barcas viniendo. Cada día llegaban unas 15 o 20 barcas y el problema es que aunque algunos llegan bien otros llegan destrozados, algunos son víctimas de mafias durante su viaje y cuando tocan tierra se deshacen. Desde fotógrafos hasta voluntarios, todo el mundo intenta ayudar. Hay momentos que dejas la cámara para ayudar.

¿Cuánto puede durar el viaje?
Desde Lesbos se ve la costa turca, son unos nueve kilómetros, como de Tarifa a Tánger. A no ser que les estropee el motor y queden a la deriva, son unas tres horas. Una de las reclamaciones que hago es el pasaje seguro para los refugiados, que van por mar porque no pueden llegar por tierra puesto que hay un muro que les impide el paso terrestre.

Motasin, de 8 años, y su hermano Mutaz, de 11, corren tras pasar la frontera de Serbia con Hungría “ilegalmente”, junto con su madre Lama, en su camino hacia Alemania. / SERGI CÁMARA

Motasin, de 8 años, y su hermano Mutaz, de 11, corren tras pasar la frontera de Serbia con Hungría “ilegalmente”, junto con su madre Lama, en su camino hacia Alemania. / SERGI CÁMARA

¿Cuál fue tu experiencia con las ONGs sobre el terreno?
Al principio las organizaciones internacionales no estaban, no existían, a parte de Médicos Sin Fronteras, algunos de ACNUR pero que hacían más trabajo de control que de ayuda. Muchas veces ayudaba más la gente del pueblo de Lesbos y los voluntarios que las grandes organizaciones. Ahora sí que se han puesto más las pilas pero cuando yo estuve ahí, por ejemplo, tuve que llevar gente que bajaba de las barcas y que al llegar tenían que caminar siete u ocho kilómetros para ir al campo donde les registraban. Y claro había gente muy mayor que casi no podía ni andar y niños pequeños. También había voluntarios de distintas organizaciones, de Holanda, Noruega, Suecia… Mucha solidaridad. Ahora sí que han puesto autobuses y está más bien organizado.

Cuando decides hacer la ruta dejas Grecia y sigues el camino hacia los Balcanes. ¿Lo sigues con algún grupo concreto?
A menudo me quedaba en zonas fronterizas para hacer algunos trabajos pero sí que había grupos que ya había conocido y con los que me encontré más tarde en otro sitio. Por ejemplo en la exposición se ve un grupo con el que estuve: un matrimonio que esperaba un hijo, una madre con dos hijos y unos amigos, que cuando llegaron a la frontera de Serbia con Hungría tuvieron que cruzar ilegalmente la valla que Hungría había puesto con concertinas. También seguí un grupo al que otro grupo había señalado la ruta a seguir a través de Google Maps, señalando un punto en el que la valla estaba chafada y por lo tanto cruzar era seguro. Así consiguieron cruzar la frontera sin que la policía no les viera, pasando por este punto y por campos de maíz, escondiéndose para que nadie los viera. Una vez en Hungría la policía detuvo a todo el grupo y al cabo de dos días ya estaban yendo a Budapest.

¿Con los que tú pudiste hablar, tenían un destino claro?
Sí, la mayoría van a Alemania. Algunos porque tienen familia allí, otros no, pero casi todos van a Alemania. También hay algunos que van más al norte: a Dinamarca o a Suecia.

Mohamed y Raffa con sus hijos e hijas Masoud, Silva, Selma, Inois y Haula, son de la ciudad de Hasakah se dirigen hacia Alemania. / SERGI CÁMARA

En la línea de desmontar mitos, ¿Cuál es la visión de la gente de Lesbos, por ejemplo, sobre los refugiados?
La mayoría de la gente salía con sus barcas a rescatar a los refugiados, se tiraba al agua. Al final es el pueblo quien salva al pueblo. Un mito que intento desmontar con las fotografías es el de que solo llegan hombres solos que nos invadirán, que son terroristas, etc, decidí fotografiar algunas familias enteras al llegar a la isla. Sí que es verdad que al principio, en Agosto, hubo una primera ola de hombres jóvenes solos pero también es cierto que muchos huyen del servicio militar y desertan porque no quieren luchar.

¿De todos los momentos que recuerdas, con cuál te quedas?
Lo que más me chocó fue Lesbos. El agradecimiento de la gente. Recuerdo por ejemplo el abrazo de una mujer de unos ochenta años cuando les ayudé y les llevé hasta el campo de refugiados. Sin embargo también quiero enviar un mensaje: a esta gente se le roba la dignidad por el camino, cuando la dignidad está en la Carta de derechos fundamentales de la Unión Europea. Se le quita cuando son obligados a cruzar fronteras como ilegales, cuando son maltratados por la policía, cuando son obligados a aguantar a la intemperie a muy bajas temperaturas.

Cuando la historia se repite

Una fotografía que se puede ver en la exposición de los nazis, encabezados por Adolph Hitler, en la París ocupada / Núria Segura Insa

Una fotografía que se puede ver en la exposición de los nazis, encabezados por Adolph Hitler, en la París ocupada / Núria Segura Insa

Estos días, y hasta el 5 de marzo, El Masnou acoge en el museo de la Náutica la exposición Huyendo del Holocausto, Cataluña y los refugiados judíos de la Segunda Guerra Mundial, cooproducida por el Museo de História de Cataluña y la Oficina de Patrimonio Cultural de la Diputación de Barcelona. En ella, a través de la historia de siete familias de judíos, se relata la suerte que corrieron estas personas que cruzaban los Pirineos por tren, pero también a pie para no penetrar por las fronteras oficiales.

Esta exposición es una de las actividades realizadas por estas entidades para conmemorar el setenta aniversario del cierre de los campos de concentración y exterminio nazis. El 27 de enero, precisamente, hizo 71 años que se liberó a miles de presos Auschwitz, uno de los principales campos de exterminio. Se calcula que por las grises paredes de este campo pasaron 1,3 millones de personas, de los cuales 1,1 fueron asesinados.

A finales de enero, se celebró otra efeméride. Hace setenta años, el 28 y 29 de 1946, Francesc Boix presentó en el proceso de Nurember sus fotografías que captaron el horror más inhumano que se vivió en el campo de Mauthasen. Boix, el único testimonio español en el juicio contra los dirigentes nazis, luchó en el ejército republicano y acabó de reo en el campo de Mathausen, donde trabajó en el departamento fotográfico de la policía nazi. Una vez en libertad, sus fotografías sirvieron para detectar a los líderes del nazismo.

Adentrándome en la exposición, no puede evitar hacer paralelismo con la situación actual de los refugiados sirios, afganos o iraquíes u otras nacionalidades. Como en ese entonces los judíos, ambos huyen de la barbarie y de la crueldad humana: de la máquina del terror nazi a las brutalidades del Estado Islámico o de interminables guerras.

Los judíos se jugaron la vida para cruzar buena parte de una Europa rendida a los pies del nazismo, desde Polonia a Francia. En su travesía, se debían de esconder y hacer caminos no oficiales, peligrosos, entre las montañas y el frío para buscar un sitio donde poder vivir en paz. Hoy en día, los refugiados ponen su vida en riesgo para cruzar el mar, sortear el conflicto para llegar a Europa.

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A Pegida no le importa la violencia sexual

Las agresiones sexuales en Alemania son habituales en aglomeraciones como la Oktoberfest de Munich / JOHN SOLARO - Flickr

Las agresiones sexuales en Alemania son habituales en aglomeraciones como la Oktoberfest de Munich / JOHN SOLARO – Flickr

Los refugiados vuelven a estar en el punto de mira de Europa por las al menos 379 denuncias por agresión sexual presentadas por mujeres en la ciudad alemana de Colonia, pero también en Hamburgo, Stuttgart y Fráncfort, desde Nochevieja. Son denuncias cuya veracidad no debe ser puesta en duda bajo ningún concepto, como tampoco puede negarse que una parte de los agresores, tal como indica la policía germana, proceden de países árabes e islámicos. Pero, a pesar de la rapidez de grupos neonazis, como el célebre Pegida, partidos políticos y medios de comunicación en señalar al colectivo de los refugiados como autor principal de los ataques sexuales, la investigación avanza y sólo confirma que fueron actuaciones coordinadas aprovechando una aglomeración, algo similar a lo que ocurre cada año durante la celebración del Oktoberfest en Munich o el Carnaval en distintas zonas del país.

Seguimos sin saber con exactitud cuántos ni quiénes participaron en la oleada de agresiones sexuales de fin de año, entre las que figuran al menos dos denuncias por violación, pero sí sabemos que no es, ni de lejos, la primera vez que ocurre. Y, sin embargo, las reacciones se suceden más que nunca: la canciller alemana, Angela Merkel, que en un primer momento se mostró prudente ante las peticiones de deportación por parte de grupos de extrema derecha, parece haber cedido a las presiones. Su partido, la Unión Cristianodemócrata, estudia la posibilidad de que los refugiados puedan perder su derecho de asilo en caso de ser condenados a prisión o libertad condicional así como de agilizar las deportaciones en casos de delincuencia. La única crítica clara desde la esfera política la protagonizaron los Verdes, que calificaron estas reacciones de «precipitadas e hipócritas» al entender que «contribuyen a alimentar los prejuicios y el odio contra los refugiados».

Se echa en falta en los medios de comunicación un contexto más amplio sobre el nivel de agresiones sexuales en Alemania, al menos, para contrastar los hechos de los últimos diez días. Según un estudio a petición del Ministerio Federal de Asuntos de la Familia -citado en este artículo por las autoras Silke Stöckle y Marion Wegscheider-, 1 de cada 7 mujeres en Alemania sufre o ha sufrido violencia sexual, y destaca que entre los agresores, mayoritariamente hombres, no hay diferencias significativas en cuanto a la religión, nivel educativo o estatus social. Otras encuestas menos recientes, de hace 3 o 4 años, señalan que el germano es el octavo país del mundo con más denuncias presentadas por violación y, junto con Suecia y Finlandia, el país europeo con mayor porcentaje de víctimas por violencia de género. En el caso de las aglomeraciones mezcladas con el consumo de alcohol, las agresiones sexuales, desde tocamientos hasta violaciones, son comunes en la celebración de la famosa Oktoberfest de Munich o el Carnaval en ciudades como, precisamente, Colonia. En la línea, dicho sea de paso, de lo que ocurre en ciertas fiestas populares de otros países europeos, como España durante los festejos de San Fermín en Pamplona.

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El horror de ser refugiado afgano en esta Europa

Freedom not Frontex, uno de los carteles en el CSM / Foto propia

Freedom not Frontex, uno de los carteles en el CSM / Foto propia

Es un lunes cualquiera de septiembre en Atenas. Se levantan, casi al unísono, de un lado los turistas y del otro, la crisis. Hace bastante calor. En el centro, se mezclan quienes van a trabajar, quienes buscan empleo y quienes desesperan, con una bonita marea de turistas calcada a la que vemos cada día en Barcelona, en París o en Praga.

Al norte de la Acrópolis, en el barrio de Exarchia, se despierta también Nassim, un afgano que lleva 14 años en la ciudad y trabaja en la secretaría del Centro Social de Migrantes (CSM). Es una entidad anarquista en un barrio anarquista y la primera en reaccionar a la llegada masiva de sirios, eritreos, iraquíes y afganos de este verano.

“Eran 2.000 personas por día”, cuenta Nassim, para añadir después que el primer campo de refugiados que se organizó en uno de los parques de la ciudad “lo hizo la gente, no el gobierno”. El tránsito de refugiados pasaba de largo por la capital helena: del puerto del Pireo, donde empezaron a llegar los ferries de islas como Lesbos o Kos cuando éstas no pudieron más, a la estación central de tren, desde donde proseguían el viaje. Pero entonces sucedió el corralito, el control de capitales al que el gobierno griego se vio obligado después de que los acreedores se negaran ampliar el programa del segundo rescate. Y la limitación de retirar un máximo de 60€ en efectivo de los cajeros por día obligó a los migrantes a parar más tiempo en Atenas.

El CSM empezó desde ese momento a organizarse para montar un campo de refugiados ante la pasiva mirada del gobierno de Syriza. “No han supuesto un gran cambio”, sentencia Nassim, visiblemente frustrado. Un mes después habían conseguido, con la ayuda de los vecinos, montar un campo digno de los mejores tiempos de la ONU. Tiendas, pasillos organizados, aseos y hasta cocina in situ 3 veces al día. El gobierno por fin despertó e inició el trámite para acoger a las personas que llegaban al Pireo con destino Alemania. Pero sorpresa: el campo era sólo para sirios. Ni afganos ni iraquíes podían entrar. La Unión Europea y el gobierno de Grecia no los consideran víctimas de países en guerra, a tenor de su inexistente mención en el reparto de cuotas. Lee el resto de la entrada »

El Fórum de las Culturas cobra sentido

Alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, en rueda de prensa / ACN

Alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, en rueda de prensa / ACN

Después de once años de su construcción, ahora el recinto del Fórum, que recibe este nombre porque albergó  el Fórum de las Culturas de Barcelona en 2004, este año coja un significado real. Recientemente, la alcaldesa de la ciudad, Ada Colau, anunció que será una de las piezas claves para atender los refugiados sirios, afganos y eritreos que lleguen a la capital catalana.

Para quien nunca haya estado en el Fórum cabe destacar que es un enorme complejo de cemento de 16 hectáreas situado enfrente del mar, lo que lo convierte en la segunda plaza más grande del mundo tras Tiananmen en Pekín. A su alrededor se construyeron hoteles y pisos de lujo, así como un centro comercial, Diagonal Mar, que abrió sus puertas un poco antes, en el 2001.

Tras el éxito urbanístico de los Juegos Olímpicos de 1992, a finales de los noventa se ideó este nuevo proyecto que comprendía desde la plaza de las Glorias hasta la desembocadura del río Besos, que se ha materializado en el 22@ y  en el recinto del Fórum, y que tenía con una clara misión: “recuperar” las zonas degradadas de los barrios de Poblenou y de la Mina.

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Vender armas, cerrar fronteras

Patrulla española en la capital de Bagdis (Qala i Nau) / Flickr Commons

Patrulla española en la capital de la provincia afgana de Badghis, Qala i Naw / Flickr Commons

Vender armas a países en conflicto y mostrarse reacio a acoger refugiados ha convertido a los gobiernos europeos en una injusta contradicción. La explicación es fácil: les dan motivos para querer huir, y luego les dicen que aquí no pueden entrar. «No es nuestro problema», piensan algunos en Hungría o Reino Unido. Pero los datos oficiales demuestran que sí lo es. En España, las organizaciones Amnistía Internacional, Oxfam Intermón, Greenpeace y FundiPau acaban de denunciar que las exportaciones de armas han aumentado un 50,50%, y las autorizaciones de las mismas un 36,78%, durante lo que va de legislatura (2011-2014), en relación con la anterior (de 2008 a 2011). Así se refleja en su informe Armas «Marca España»: más vale prevenir que matar, donde analizan los datos oficiales sobre venta de armamento a países extranjeros como Yemen, Irak, Colombia o Ucrania.

En términos absolutos, en 2014 las autorizaciones de exportación de armas del Gobierno español ascendieron a 16.824,6 millones de euros, y el volumen de las exportaciones realizadas rebasó los 9.702,81 millones. Entre 2008 y 2011, sin embargo, éstas habían sido de 12.300,29 y 6.446,87 millones, respectivamente. Las organizaciones no dejan de recordar que esta cifra se ha multiplicado por 10 en los últimos años y que la venta de armas desde España no para de crecer.

¿A dónde se destinó el armamento?

Entre otros objetivos, las armas enviadas por España a Arabia Saudí podrían haber ido a parar a manos de la coalición de este país que comenzó a bombardear a los rebeldes de Yemen hace unos meses. Pero existe una gran incerteza, por lo que las organizaciones denuncian que los datos gubernamentales no revelan si el armamento ha sido utilizado en esos ataques aéreos contra los rebeldes yemeníes. De ser así, España habría armado a un país del golfo pérsico de tendencia suní para poner freno a una rebelión chií que, cabe recordar, está siendo duramente masacrada por Estado Islámico en todo el mundo musulmán.

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