El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

Entradas etiquetadas como ‘vegetales’

Escarolas y endivias, dos primas hermanas en ensalada y más

Escarola

Fiel a mi costumbre de traer hasta este rincón alimentos de temporada que pueden pasar desapercibidos en cierta medida, les ha tocado hoy el turno a la escarola y la endibia. Productos genuinamente otoñales cuando no invernales, dotados de unas características gastronómicas absolutamente genuinas. Desde un punto de vista estrictamente botánico, ambas pertenecen a la misma familia que la lechuga, Asteraceae (Asteráceas o compuestas) pero no comparten su género, es más, habrá a quien le sorprenda, pero escarolas y endibias tienen un parentesco mucho más relacionado entre sí que con la lechuga como tal.

El nombre científico de ambas, variedades aparte, fomenta el error a la hora de distinguirlas ya que el nombre de la escarola es Cichorium endivia, y el de la endibia Cichorium intybus, como te habrás dado cuenta el nombre científico de la primera alude al nombre común de la segunda. Así que conviene no liarse como por ejemplo sí hace el autor de la correspondiente entrada en la propia Wikipedia.

Nombres aparte estamos ante dos productos que reúnen unas características comunes muy destacadas, entre ellas, quizá la principal en cuanto a sus posibilidades gastronómicas, es su ligero amargor que dotan a las preparaciones en las que se presentan de una marcada originalidad que, también es cierto, no siempre es del agrado de todo el mundo. A mí sí, me encanta.

Las originalidades de la endibia

endivia

En lo que respecta a sus particularidades y curiosidades el llamativo su característico color blanco obtenido de forma “artificial” ya que de otro modo las hojas de ambos productos serían tan verdes como las de una lechuga. En el caso de las endibias la cosa tiene también su anécdota ya que su origen es el fruto de una casualidad acontecida en Bélgica a principios de siglo XIX. Se cuenta que un granjero se dejó olvidadas y totalmente cubiertas una serie de raíces de achicoria durante el invierno en una especie de granero y que al descubrirlas en la primavera el granjero se percató que de ellas había brotado un cogollo, propiamente llamado chicón, de hojas blancas que es lo que sucede cuando sobre las hojas no incide la luz solar y se produce el pigmento clorofila indispensable en la fotosíntesis. Así, a la endibia se le llamó y se le sigue llamando en aquel país achicoria witloof o witlof que las define en flamenco y holandés como de “hoja blanca”. Poco se tardó en contrastar las posibilidades comerciales de esta hortaliza y su producción que consiste, salvo pequeñas variantes, en privar de luz a las raíces de achicoria (bien enterrando completamente esta en turba o produciendo los chicones en cámaras en absoluta oscuridad).

Y la escarola también

En cuanto a su prima hermana, la escarola, también es el color blanco el característico en todo ejemplar que se precie (cuando presente hojas verdes –normalmente las más externas- suelen ser estas duras y ásperas en demasía). Para ello, el control de la luz también es primordial y hay que preservar a toda costa la entrada de esta al menos en el interior del cogollo. Para ello, los métodos más habituales consisten en, o bien atar y “apretar” el ramillete (el interior queda blanco o amarillento y el exterior verde); o bien se cubre su cultivo con una especie de caperuza obteniendo ejemplares más homogéneamente blancos o amarillentos en todas sus hojas.

En la mesa

Ensalada de escarola (480x640)

Como decía cualquiera de estas hortalizas son exquisitas si se saben preparar de forma adecuada. Para ello además de lavarlas convenientemente, es importante proveerlas de los compañeros y aliños adecuados. Cada cual es cada cual y además de las combinaciones clásicas del estilo granada, queso azul, mostazas, ajo, frutos secos, etcétera (espectaculares) en mi opinión estos productos casan a las mil maravillas con conservas de pescado tipo anchoas en salmuera, salmón, bacalao, arenque o embutidos ahumados… (o cualquier otro producto ahumado), también con rábanos, pimiento rojo crudo en tiras, frutas de cualquier tipo, pero en especial los cítricos, olivas negras más que las verdes, tomatitos cherri a poder ser aquellos más ácidos que dulces… En cuanto a los aliños, como siempre un buen aceite de oliva virgen extra es preceptivo (en mi opinión más los afrutados que los amargos), y si se decide uno por los vinagres yo soy más de usar un genuino vinagre de Jerez que los hoy sobrevalorados y mal denominados vinagres de Módena (a no ser que se cuente con uno de estos, de los de verdad, en cuyo caso, su uso dependerá del resto de ingredientes); en el marco de las especias la pimienta negra les suele ir de maravilla.

Pero más allá de ensaladas con estos productos en solitario o con más ingredientes, tanto la escarola como las endibias (más en especial esta última) son protagonistas en otros platos, bien como acompañantes, bien como protagonistas de la receta. Así, las endivias horneadas (tras un somero escaldado) con un chorrito de aceite de oliva y pimienta son un complemento ideal para platos de carne también al horno. Por no hablar de la receta clásica de endivias envueltas en jamón cocido (ahumado o no) gratinadas con queso y bechamel… entre otras. Abre las puertas a la temporalidad de estos productos y que tu imaginación haga el resto.

Ya que estamos en otoño igual te interesa consultar estas otras entradas al respecto de la temporalidad:

———————————————

Imágenes: David Monniaux vía wikimediacommons y juan@revenga

 

¿Es saludable aprovechar el caldo de cocción de las verduras?

Zumo de espinacasDepende. Por un lado existen infinidad de recomendaciones en blogs de gastronomía, de alimentación y de salud en los que se alienta esta práctica alegando que es precisamente en ésa agua de cocción en donde se acumula una cantidad importante de vitaminas, minerales y otras sustancias fitonutritivas que no hemos de desaprovechar bien por la salud, bien desde un punto de vista gastronómico. Y un servidor coincide en cierta medida con esta opinión. Pero por otro lado…

Al mismo tiempo que en esa agua de cocción se acumulan esas interesantes sustancias es preciso considerar la posibilidad de que también se acumulen otros elementos que no tengan un perfil tan beneficioso. Tal y como quedo bastante claro al respecto de cómo lavar las frutas, verduras y hortalizas en sendos post la semana pasada (aquí y aquí) además del preceptivo lavado en no importa que circunstancia de los vegetales que consumamos (incluso aunque se pelen), el proceso de cocinado sirven también para higienizar dichos productos en relación a los posibles fertilizantes o pesticidas presentes en el alimento. Es preciso aclarar por tanto que el cocinado de los vegetales sirve, además del lavado previo, para “limpiarlos” de estos productos teniendo en cuenta además que esas sustancias, tras el proceso de cocinado, no desaparecen de esta realidad pasando por ejemplo a la cuarta dimensión, no. Esas sustancias químicas quedan en cierta medida en el agua de cocción. Así pues, y dependiendo de las condiciones particulares de cada caso (origen del producto, lavado previo, etcétera) resultaría bastante contradictorio que nos bebiéramos o usáramos posteriormente para cualquier otra preparación culinaria un caldo o agua de cocción de vegetales que además de posibles vitaminas y minerales tuviera una carga significativa de esos posibles contaminantes que se supone pretendemos evitar.

En definitiva, la respuesta a si se debe o no reutilizar el agua en el que se hayan cocido una serie de hortalizas o verduras dependerá de lo escrupulosos que hayamos sido en su lavado previo. De no haberlo sido, desde luego que un servidor ni se lo bebería ni lo reutilizaría para nada por muchas vitaminas que se supone pudiera contener.

————————————-

Imagen:  phasinphoto vía freedigitalphotos.net

Cómo limpiar la fruta, la verdura y las hortalizas (2): En detalle

Lavar ensalada

Tal y como se vio en el capítulo anterior hay una serie de ideas previas, unas generalidades, a tener en cuenta a la hora de limpiar los productos vegetales que vamos a terminar ingiriendo bien sea para reducir o eliminar la cantidad de pesticidas presentes en ellos, bien su posible carga microbiana. Es momento ahora de entrar más en detalle y también de responder a la pregunta de si lavar solo con agua (la del grifo) es verdaderamente eficaz en algún sentido ya que no pocas personas sostienen que no sirve para nada.

Manos a la obra (en detalle)

  • Vegetales de hoja: lava separadamente y de forma individual las hojas de lechuga y otras verduras bajo el chorro de agua corriente. Desecha las hojas exteriores si están feas y pochas. La inmersión previa de las hojas durante unos minutos en un recipiente con agua fría puede facilitar el ablandamiento de tierra y suciedad si están presentes. Seca con papel de cocina o usa un “centrifugador de verduras” para eliminar el exceso de humedad. No recuerdo a quién oí decir una vez que el agua en una ensalada es el peor de los asesinos para la misma (desde el punto de vista de los sentidos, claro, además de que con agua presente será verdaderamente difícil aliñar en condiciones una ensalada)
  • Raíces y tubérculos (patatas, zanahorias, rábanos…): enjuagarlos en agua, pelarlos (si procede), lavarlos concienzudamente bajo el agua corriente y luego secar.
  • Vegetales con “recovecos” y frágiles al mismo tiempo (coliflor, brócoli…): Sumergir en agua durante 1 a 2 minutos, enjuagar bajo el chorro de agua corriente y secar
  • Manzanas, pepinos, peras y otros vegetales de consistencia firme: lavarlos directamente bajo el agua (se vayan a pelar posteriormente o no, ver post anterior), frotar con un cepillo suave si fuera necesario y secar.
  • Melones y sandías: aunque está claro que no nos vamos a comer la piel, son productos que crecen en contacto con la tierra, con lo cual conviene lavar y frotar su superficie (antes de abrirlos) con agua y luego secar. A la hora de cortarlos utilizar un cuchillo diferente para separar la pulpa de las “tajadas” de aquel que se ha utilizado para obtenerlas del fruto.
  • Frutas más o menos blandas (uvas, cerezas, ciruelas, moras…): no lavar hasta el momento de su consumo, antes de guardarlas revisar y desechar aquellos granos o ejemplares mohosos o en mal estado (podrían afectar al resto). Momentos antes de consumirlos sumergir en agua y posteriormente enjuagar en agua corriente.
  • Setas: limpiar con un cepillo suave o papel de cocina húmedo… en algunos casos, hay que reconocerlo es una tarea tediosa donde las haya.

 ¿Da igual lavar que no lavar, los pesticidas van a seguir ahí? No

Algunos estudios han observado la cuestión relativa a la efectividad de lavar (con agua) los vegetales antes de su consumo con el fin de contrastar la eficacia de esta práctica a fin de reducir el contenido original de pesticidas, y han hallado que, en contra de lo que algunos sostienen, es una medida muy recomendable.

Eso con el lavado sin más… si además tenemos en cuenta otros procesos culinarios que con frecuencia se aplican a este tipo de productos (aquellos que no se coman crudos) como el escaldado, hervido, salteado, horneado…, amén del pelado previo; la reducción en la presencia de pesticidas es más que significativa. Esto es lo que se desprende del artículo Effects of food processing on pesticide residues in fruits and vegetables: a meta-analysis approach (Consecuencias del procesado de frutas y verduras en la cantidad de pesticidas: una aproximación mediante meta-análisis).

El beneficio de lavar los vegetales para reducir la carga de pesticidas (aunque esta esté dentro de los niveles seguros) lo podemos contrastar en otros estudios, como este de aquí. En otros casos, sin hacer de menos a la práctica de lavar los vegetales sencillamente con agua de grifo, como en este otro estudio, se propone obtener un mejor resultado utilizando bien agua salada o bien agua con algún tipo de detergente. A este respecto, habrá que considerar los usos que posteriormente se le van a dar a esos alimentos y el riesgo de que al mismo tiempo queden residuos de ese detergente en el alimento. Por lo tanto, en lo que a mí respecta, y teniendo en cuenta que las escasas recomendaciones de organismos públicos en este sentido apuntan hacia el no uso de productos específicos más allá del agua corriente para limpiar los alimentos vegetales, mi consejo es que se mantenga en cuarentena la recomendación de este último estudio mencionado. Al menos hasta que exista una evidencia clara del balance entre el riesgo y beneficio de su uso.

—————————————

Nota: Quiero agradecer a Pablo Zumaquero (@pzjarana) sus aportaciones para este post, así como a un lector que me trasladó sus dudas para confeccionarlo.

Imagen:  winnond vía freedigitalphotos.net

Cómo limpiar la fruta, la verdura y las hortalizas (I): Generalidades

Limpiar ensalada 2Inicié la semana pasada poniendo de relieve el sinsentido que a mi juicio supone traer hasta nuestros supermercados (o tiendas especializadas) productos con el sello de ecológicos y que al mismo tiempo fueran “made in muy lejos”, es decir, con una producción muy alejada del punto de venta.

Una de entre las muchas razones por las que alguien puede decantarse por el consumo de alimentos ecológicos es la de evitar los pesticidas “de síntesis” presentes en los productos de la agricultura convencional (que por otra parte están dentro de los márgenes permitidos en su más amplia mayoría). Sin entrar a valorar las decisiones de cada cual, creo que sería conveniente el saber que un adecuado lavado, así como la aplicación de diversas tecnologías culinarias reduce, cuando no elimina, la posible carga de los famosos pesticidas (ya estén presentes en los productos ecológicos o en los convencionales). Unas prácticas, las del lavado y demás, que por otra parte se han realizado toda la santa vida con independencia del origen del producto vegetal. Es decir, lavar, pelar y cocinar en su caso son estrategias que sirven de forma eficaz para librarse o minimizar todos aquellos elementos contaminantes presentes en los alimentos vegetales. Veamos cómo debe de realizarse.

Consejos previos

  • Compra productos de cercanía: Reducir el tiempo de transporte y la distancia puede ayudar a limitar las posibilidades tanto de contaminación como de proliferación bacteriana.
  • Adquiere cantidades de alimentos acordes con tú capacidad, y la de los tuyos, para consumirlos sin que estos se pongan pochos. Los productos vegetales frescos suelen tener una vida media bastante limitada si los comparamos con otros productos procesados.
  • Si no vas a consumir los alimentos de forma inmediata y antes de guardarlos, es mejor que les apliques una limpieza superficial en seco, quitando los posibles restos de tierra, frotándolos, etcétera que lavarlos con agua. La humedad y por ende el agua facilita el crecimiento bacteriano y puede acelerar el deterioro de este tipo de alimentos. Es mejor por tanto lavarlos de forma inmediata al momento de su consumo. No obstante, si te decides a lavarlos con agua antes de guardarlos preocúpate también de que antes queden bien secos.
  • También antes de guardarlos, conviene revisar la existencia de hojas más deterioradas o pochas, y retirarlas en su caso, en productos como la lechuga, el apio, la col de hoja (berza), la acelga, la borraja… en general en cualquier tipo de verdura u hortaliza de hoja.

Manos a la obra (en general)

  • Limpia comenzando limpio. Para manipular cualquier alimento es muy recomendable, por no decir obligatorio, que lo hagas con las manos bien limpias, además de utilizar una superficie de trabajo y menaje también limpios.
  • Lava incluso si vas a pelar el producto (pepino, fruta, etcétera). Esto ha de hacerse así ya que el cuchillo o la hoja del pelador al llevar a cabo esta acción entra en contacto con la piel “contaminada” y puede dejar restos de esa contaminación (química o bacteriana) en la pulpa ya pelada. La única excepción que se me ocurre, más o menos lógica es la del plátano.
  • Lavar de forma adecuada bajo el chorro de agua corriente no “esteriliza” los alimentos (no garantiza la completa eliminación de todos los micoorganismos) pero si ha demostrado ser una medida eficaz para reducir de forma importante su presencia así como para reducir también los posibles pesticidas.
  • No dejes que el jabón ni los detergentes entren en contacto con los alimentos. El lavado de estos productos se debe realizar con agua, de forma concienzuda si fuera necesario, lo que incluye, si es el caso, el frotarlos con un cepillo suave o trapo limpio.

Sobre el uso (no recomendado) de productos específicos «higienizadores» o «limpiadores»

No hay un consenso sobre el uso de productos especialmente diseñados para lavar los vegetales (normalmente a base de hipoclorito sódico –lejía- de uso alimentario). Es más, en este sentido la única recomendación “no comercial” que he encontrado de un organismo sanitario, en este caso la FDA, recomienda no hacer uso de este tipo de productos ya que la seguridad de sus residuos no ha sido evaluada y su eficacia tampoco ha sido probada ni estandarizada de forma independiente.


En el próximo capítulo se abordarán cuestiones concretas en virtud de las características particulares de los distintos alimentos de origen vegetal. Al mismo tiempo se dará respuesta a la pregunta si verdaderamente hay pruebas que demuestren la utilidad del agua (u otros elementos) en la eliminación de pesticidas. Continuará…

——————————————-

Imagen: Dino De Luca vía freedigitalphotos.net

Productos ecológicos con más kilómetros que la maleta de la Piquer

manzana ecológica 2Este debate no es novedad, lo sé, pero cada vez que la realidad me pone frente a él me llevan los demonios. Se trata como te puedes imaginar de poder adquirir diversos productos con el sello de “ecológico” cuando su origen o lugar de producción está a cientos cuando no a miles o decenas de miles de kilómetros de distancia. Esto es lo que me pasó el otro día al entrar en mi “súper de conveniencia” (el más próximo a mi domicilio) y contrastar la existencia de unas manzanas ecológicas (con todos los diplomas pertinentes) provenientes de Italia. La distancia, tristemente, ya no es novedad, otros productos de ese supermercado también lucen su lugar de origen y se remonta a países tan exóticos como Sudáfrica, Perú, Marruecos, Chile, pero en estos otros casos o no eran un producto perecedero (estoy recordando una soja ecológica de Chile) o no eran ecológicos (por ejemplo, el caso de las hortalizas y frutas americanas y africanas es habitual, por mucho que en España estemos en plena temporada de esos mismos productos). Pero esto es radicalmente nuevo en mi supermercado: producto ecológico, perecedero y lejano. Una contradicción. Un sinsentido. Una pena. Y las tres, legales.

¿Cómo se supone que han llegado esas manzanas ecológicas producidas en lejanas tierras a instalarse en nuestro supermercado o tienda ecológica? Ya sabemos que esos productos, en pro del “ecologismo” (uso de comillas obligado), han sido producidos sin utilizar “químicos” o determinados fertilizantes o plaguicidas (en el reglamento pone sin que sean “de síntesis”, pero con una boca más ancha que la del metro) pero… ¿acaso hemos de suponer que los camiones que las trasportan funcionan con besos y abrazos? (la irónica propuesta no es mía, es de Antonio Foncubierta, pero tiene más razón que un santo)

Esos camiones, barcos, aviones o lo que sea que las trajo hasta nuestros supermercados para contentar a un consumidor (pijo donde los haya o sin el menor asomo de verdadera conciencia ecológica) sabes muy bien con qué funcionan. Al así hacerlo deja aquello que se conoce como huella ecológica y que en estos casos se mide, entre otras variables, por la cantidad de combustible fósil y de agua que ha sido preciso consumir para hacer llegar ese producto hasta el consumidor final.

¿No sería más ecológico además de más lógico a secas el consumir en este caso manzanas producidas en el entorno próximo? Recordemos que además, en las fechas que corren, las manzanas en nuestra zona están de rabiosa actualidad, perdón… de temporada. De hecho algunos productores de productos ecológicos (Francisco José Acedo entre ellos, @Errolbabash) están que trinan con esta perversión legal de lo “ecológico”.

¿Acaso tienes un miedo cerval a la hora de consumir esas “peligrosas” sustancias químicas presentes en las manzanas de producción convencional? ¿Te asusta el menoscabo que sobre tú salud se puede originar al comerlas? Tres cosas te diré:

  • Puedes lavarlas antes de comértelas,
  • Si aun así no te fías, puedes pelarlas y, en cualquiera de los casos,
  • Has de saber que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria tras un exhaustivo análisis se ha pronunciado en un informe a cerca del peligro que supone la presunta presencia de plaguicidas, y el 98,1% de las muestras analizadas estaba está dentro de los límites permitidos. Es decir, a largo plazo y en el 99% de los casos, cualquier temor sobre este tema es infundado… y a corto plazo habría que comer cantidades ingentes de esos alimentos con niveles por encima como para que pudiera apreciarse. (A este respecto te sugiero que le eches un vistazo al análisis que hace Jose Manuel López Nicolás en su recomendable blog, Scientia)

Yo lo tengo claro y en la práctica me he autoimpuesto un par de normas antes de poner un alimento sobre mi mesa:

  • La primera: Ceñirme habitualmente a la producción nacional de la mayor parte de lo que consumo. Además, si un producto en particular puede tener dos o más posibles orígenes, elegir el más próximo haciendo un balance entre esta variable, el precio y su calidad.
  • La segunda: Adquirir solo aquellos productos que están de temporada.

Esta y no otra es, así por encima, mi conciencia ecológica sobre estos temas.

—————————————-

Imagen: @juan_revenga

Fitoestrógenos, menopausia y sofocos: escasa (o nula) evidencia de sus beneficios

Bebida de sojaLa menopausia es una época en la vida de una mujer adulta caracterizada por la falta de menstruaciones. En condiciones normales suele ocurrir naturalmente en torno a los 45 años y su causa es la falta de producción de hormonas (estrógeno y progesterona) en los ovarios. Se considera que una mujer ha alcanzado la menopausia cuando deja de tener menstruaciones durante un año seguido. Sin embargo, los síntomas característicos pueden empezar años antes e incluyen: cambios en las menstruaciones (más o menos duraderas, profusas y con más o menos tiempo entre ellas); calores y/o sudoración (sofocos, más habitualmente por la noche); dificultad para dormir y concentrarse; sequedad vaginal; cambios de humor sin otro motivo aparente; pérdida de cabello y, en sentido contrario, más vello facial.

El tratamiento de esta sintomatología, más en concreto la cuestión de los sofocos, tiene diversas vertientes terapéuticas. Una de ellas, y enmarcada en la denominada medicina complementaria, es el uso de los fitoestrógenos (compuestos de naturaleza vegetal y no esteroideos similares a algunas hormonas estrogénicas humanas) presentes es una amplia variedad de plantas y que se pueden consumir, bien como alimento tal cual o como suplemento. En particular y para los fines que se persiguen esos fitoestrógenos se suelen encontrar en la soja, la alfalfa y el denominado trébol rojo (una leguminosa con un especial uso forrajero).

Con este planteamiento muchas mujeres utilizan tratamientos que se perciben como «naturales» y seguros, pero sobre los que con frecuencia no se tiene una buena información acerca de la efectividad de sus supuestos beneficios, ni tampoco de los riesgos potenciales.

Afortunadamente de vez en cuando se publican revisiones de la literatura científica que nos sacan de dudas o que al menos nos ayudan a ello. Tal es el caso de este artículo Phytoestrogens for menopausal vasomotor symptoms (“Fitoestrógenos para los síntomas vasomotores de la menopausia”) que sin marear la perdiz, aborda la cuestión de la eficacia de esta medida y su seguridad. Sus conclusiones son bastante concretas:

«No existen pruebas concluyentes que muestren que la suplementación con fitoestrógenos reduzcan de forma eficaz los sofocos o la sudoración nocturna típicos de la menopausia».

Hasta aquí, supongo, las malas noticias. No obstante, queda camino por recorrer en este sentido. En el mismo estudio se hace un llamamiento a la necesidad de profundizar en la investigación de un compuesto concreto, la genisteína (un fitoestrógeno en particular) con el que aparecer se han obtenido resultados en cierta medida prometedores.

De todas formas, otra de las lecturas importantes de la revisión del estado de la cuestión menopausia-fitoestrógenos es la escasa calidad de los estudios con los que se termina llegando a estas conclusiones. Se comenta tanto en la publicación que he comentado…

“Muchos de los ensayos de esta revisión fueron pequeños, de corta duración y de calidad deficiente, y los tipos de fitoestrógenos utilizados variaron significativamente”

… Como en otros artículos, como por ejemplo Phytoestrogens and other botanicals: on the problems of evidence-based evaluation (“Fitoestrógenos y otras moléculas vegetales: problemas en la evaluación basada en la evidencia”) cuando se afirma que habida cuenta de la escasa calidad de los ensayos clínicos publicados…

“Se deben tener en consideración la calidad de las investigaciones en este terreno y las posibles influencias de la industria con el fin de definir criterios de inclusión de aquellos estudios en los que se vaya a hacer un meta-análisis o una revisión”.

Más allá de los fitoestrógenos

En un terreno más positivo, cabe destacar que aquellas mujeres en la menopausia y que sufren sofocos podrían obtener una reducción significativa de sus síntomas en la medida que conservan un peso adecuado. Así, un reciente estudio piloto pone de relieve que perder peso podría ayudar a aliviar los sofocos que con frecuencia acompañan a la menopausia (tienes una noticia sobre los resultados del estudio en cuestión en este enlace).

Otras investigaciones recientes apuntan hacia posibles estilos de vida que podrían interferir en esos sofocos de la menopausia. Una posible manera de controlarlos en cierta medida podría radicar en la composición de la dieta. Esto significa que habría que observar cierta precaución con los alimentos picantes así como con el consumo de cafeína, alcohol y tabaco.

————————————

Imagen:  winnond vía freedigitalphotos.net

La necesaria rehabilitación de las frutas y verduras «feas» (no seas tiquismiquis y ahorra)

manzana mutante

Somos unos consumidores pijos, muy pijos. Con nuestro pijerío hemos incluso modificado las leyes de la oferta y la demanda de los alimentos, de forma que solo tenemos accesos a los alimentos “bonitos” y así, los feos, aunque buenos, se tiran. Es un despropósito… tirar comida, tiene narices.

Tiramos tanta comida a todo lo largo de la cadena y del proceso alimenticio y es un hecho tan flagrante que la Unión Europea propuso establecer 2014 como el año en contra del desperdicio de comida. Fruto de esta vergonzosa realidad (recuerda, la Comisión Europea estima que cada año se tira cerca de un tercio de toda la producción mundial de alimentos) algunos países y empresas han puesto su granito de arena para frenar esta lacra, y de ellas hablaremos en futuros post, empezando por este.

El caso es que con esta cuestión en la cabeza, una cadena de distribución de alimentos (de supermercados), la tercera en importancia en Francia, Intermarché, ha puesto en marcha una interesante campaña para no desaprovechar la ingente cantidad de frutas y verduras que habitualmente se desperdicia, que se tira directamente a la basura, por no reunir los cánones de belleza que los consumidores con el pijerío mencionado exigimos a este grupo de alimentos en cuales quiera que sean los puntos de venta (súper, mercado, vending…) a los que accedemos.


Y lo ha hecho con un notable éxito de ventas en su campaña ya que, entre otras cosas estos productos se venden un 30% más barato que los guapos ejemplares de referencia. Lo que sea con los fines de: A) que la población tenga más fácil acceso a consumir al menos 5 raciones al día entre frutas y verduras, un grupo de alimentos que muchas veces queda apartado por el precio de estos comestibles y B) que no se desperdicie tanta comida ¡que es vergonzoso!

A modo de ejemplo, baste decir que esta especie de manzana mutante que recogí hace un año de un manzano que cultivo, nos ofreció esta especie de manzana mutante (la de la foto del principio del post). Tras retratarla, la degustamos en familia y reconocimos que estaba tan estupenda y exquisita como todas las demás del árbol; sabiendo que, de estar a la venta, difícilmente hubiera tenido salida.

Si te ha gustado esta entrada quizá te interese consultar:

—————————————-

Nota: quiero agradecer a Alfonso Méndez, un fiel y agradecido seguidor de Twitter (@alfon_mendez) su aportación para esta entrada.

Es tiempo de solanáceas y por tanto temporada de pimientos

SolanaceasLa familia botánica Solanaceae aglutina una cantidad importante de especies que ofrecen un interés (y qué interés) alimentario. Aunque no te lo parezca, tanto tomates, como pimientos, patatas y berenjenas pertenecen a esta suculenta familia que en esta época del año nos ofrece sus mejores frutos. Y hablo de frutos porque en la mayor parte de las especies es precisamente este órgano el que termina en nuestro plato con la excepción hecha de la patata de la que nos comemos el tubérculo (no el fruto de la planta) es decir, el engrosamiento del tallo que se realiza por debajo de la superficie del suelo y que, resumiendo mucho, tiene la finalidad de almacenar nutrientes de reserva.

Sin hacer de menos, solo faltaría, las otras solanáceas me gustaría romper una docena de lanzas para hablar de los pimientos, en general de los verdes y más en concreto de las variedades más pequeñas que en esta época del año se nos presentan en su mejor momento y por los que, al menos en mi casa sentimos una especial debilidad. Me refiero a todos esos pimientos que acogidos de forma típica a una denominación de origen o a una indicación geográfica protegida (la mayor parte de ellas en Galicia salvo una en el País Vasco) nos ofrecen los típicos pimientos pequeñitos para consumirlos frescos, lo más habitual una vez fritos.

Aunque mucha gente los conoce y llama a todos por un igual, pimientos de Padrón, ya estén acogidos a una determinada Denominación de Origen o Indicación Geográfica Protegidas o a ninguna, es preciso aclarar que esta forma genérica de nombrarlos no es del todo correcta. En líneas generales por un lado están los pimientos de este tipo sin padre ni madre (sin DOP o IGP) que no es preciso hacerlos de menos (ni mucho menos); y por el otro están los que tienen un sello de calidad y que se comercializan solo en épocas concretas del año (como esta) y que creo merecen una especial atención. Me refiero en concreto a:

Pimientos de padrón

La mayor parte de ellos hacen destacar entre sus características su escasa cuando no nula pungencia o picor, fruto de una cuidada selección de aquellas variedades con el mencionado rasgo. De todas formas hay que mencionar que cuando más extremada es su recolección acercándose a su límite último, normalmente a finales del verano principio del otoño, más probable es encontrase con algún ejemplar “picoso”.

Y si no que se lo digan a mi hija Carolina de 5 años que una de sus descolocadoras expresiones cuando el otro día nos recreábamos con unos genuinos pimientos de Herbón y sentenció en voz alta:

Yo ya he probado la ira del pimiento… ¿y vosotros?” mientras acto seguido y tras un vaso de agua y un chusco de pan para refrescarse el gaznate, se aplicaba a coger uno más.

Extraña expresión en una niña de 5 años que, sinceramente, no sé de dónde habrá sacado y que pone de relieve su asombrosa imaginación para establecer típicas asociaciones, amén de su buen gusto en la mesa.

Si te ha gustado esta entrada quizá te interese consultar:

————————————————

Imágenes: Juan Revenga @juan_revenga

Las 10 tendencias de futuro más inmediatas en alimentación

No descubro nada si digo que la cuestión alimentaria se está volviendo especialmente sofisticada en nuestro entorno, los consumidores demandan cada vez más pijadas que tengan más de aquello o menos de eso otro y con todo ello articular una alimentación cada más tecnificada con una industria cada vez más encantada con este tipo de tendencias, y que no cesa de ofrecer nuevos productos. Sea como fuere algunas empresas de análisis de mercados (como Euromonitor) se han tomado la molestia de analizar las tendencias más punteras en materia de alimentación para un futuro próximo… implican a consumidores y a industria ¿quieres saber cuáles son?

Trending topic

1. Proteínas al poder

No podía ser de otra forma y es una tendencia que viene pegando fuerte desde hace una serie de años y que sin embargo no muestra de momento ningún signo de debilidad. Así, casi cualquier producto alimenticio manufacturado que se precie procura hacer algún tipo de alegación en este sentido en su envase o etiqueta: con proteínas de alto valor biológico, rico en proteínas, fuente de… etcétera.

2. “Natural” sigue en alza, pero además el alimento ha de ser funcional

Algo curioso a mi modo de ver ya que expresa cierta contradicción. Los analistas concluyen que la expresión “natural” es un potente reclamo y al mismo tiempo un importante argumento de compra para los consumidores. Pero ya no vale con eso, al mismo tiempo el alimento ha de expresar una funcionalidad: “naturalmente funcional” o algo así… aunque para ello haya que quitarle, por ejemplo, el gluten o la lactosa a algo que la contenga. ¿Leche “natural” sin lactosa? Como digo, me parece una tendencia (absurda) que puede sonar muy rara.

3. Reducción de productos cárnicos

Sí, ya sé que esta tendencia podría albergar una cierta contradicción con la primera, pero así es. En cualquier caso se trata de un auge de lo que se ha dado en llamar flexitarianismo, que se podría traducir como un omnivorismo de baja intensidad con los productos animales y de especial significación con los alimentos de origen vegetal… o como un vegetarianismo, pero flexible. Mi vecina de blog lo explicó fenomenal hace ya bastante tiempo en esta entrada. Pues hale, que sepas que está de moda. (He de reconocer que este tipo de planteamientos dietéticos me parecen bastante adecuados)

4. Más vegetales en la dieta, se imporne el flexitarianismo

Una tendencia en clara relación con la anterior. De hecho si adoptamos “flexitarianismo” como tendencia… la nº 3 y la nº 4 podrían estar perfectamente agrupadas en una sola. Esto como tendencia del consumidor, pero la industria, para darle “salida” a esa demanda de los consumidores parece que tiene ya previsto el lanzamiento de diversos productos que faciliten esa incorporación de más vegetales en la dieta cotidiana, por ejemplo, panes que con una ración incorporen también una ración de vegetales, “harina” de brócoli, yogures vegetales, etcétera.

5. Guerra abierta a los azúcares

Algo que ya conocemos pero que tiene un curioso matiz: se criminaliza su presencia en los alimentos sólidos, pero se observan con mucha mayor indulgencia en las bebidas carbonatadas o refrescos. En este sentido los edulcorantes que se han denominado falsamente como “naturales” (por ejemplo la estevia) son los preferidos por parte del consumidor (haciendo buena la tendencia nº 2, máxime cuando además de “natural” se le atribuyen ciertos beneficios). Y como esto lo sabe la industria… en breve veremos aún más productos en el mercado con este tipo de edulcorantes en vez de azúcares simples.

6. Mayor preocupación por el bienestar y la salud de los mercados emergentes

No podía de ser de otra forma, mientras en occidente la preocupación por la salud a través de los alimentos es superlativa (ya esté mal o bien encauzada, ese es otro debate) no lo era así en entornos más deprimidos que poco a poco van escalando peldaños en esa hipotética pirámide alimentaria de Maslow.

7. Los zumos prensados en frío serán “lo más de lo más”

Ya lo estamos viviendo, serán “lo más de lo más”… chupisaludable, tecnobeneficioso, naturoguay y nutribeneficioso… cualquier cosa de estas antes que animarse de verdad a comer más vegetales como indica, sin embargo, la tendencia nº 4. te sugiero que visites este artículo de Mikel Iturriaga (@mikeliturriaga)

8. Los probióticos conquistarán el hemisferio sur

Colonizado con mayor o menor éxito «el norte» estaba claro que su territorio de expansión quedaba obligado a los otros países. Algo que no deja de estar en relación con la tendencia nº 6

9. Búsqueda de la “integralidad” real

Según este estudio de tendencias, los consumidores se van a preocupar y van a demandar más productos integrales reales que, sin engaños por parte del productor, estén elaborados con una cantidad importante de cereales integrales, más allá de que por tener un ingrediente integral en su composición (normalmente en pequeña cantidad) se le pueda atribuir a ese alimento la característica de “integral”.

10. Mayor preocupación por el fraude alimentario en especial cuando tenga implicaciones sobre la salud y el bienestar

Los más recientes escándalos alimentarios, bien de contaminación, bien de etiquetado… o de lo que sea, no ha dejado insensible a una importante masa de consumidores que cada día más va a mostrar su preocupación por estas cuestiones.

———————————–

Imagen:  patpitchaya vía freedigitalphotos.net

¡Es tiempo de cucurbitáceas!

Melón sandía

Hace ya días que no dedicaba un post a eso de alabar las virtudes de un alimento concreto o la de su familia. Y digo bien lo de su Familia, desde el punto de vista botánico (Cucurbitaceae), ya que esta acoge a un importante número de productos suculentos, sabrosos y turgentes que precisamente en este momento del año alcanzan su máximo esplendor.

En gran medida esta entrada está dedicada a la espectacular sandía de más de 5 kilos de la que la pasada semana dimos buena cuenta en familia… creo que sin lugar a dudas puedo decir que fue la mejor sandía que he probado nunca. Así que va por ella.

La familia bien, gracias

Son varias las especies de frutas y hortalizas que tienen un lugar destacado y habitual en nuestras mesas, o deberían tenerlo. Sin lugar a dudas entre las frutas destacan la sandía ya mencionada y el melón, y entre esas hortalizas, el calabacín, las calabazas (tanto de invierno como de verano) y el pepino. Cuando nos comemos cualquiera de estos alimentos, damos cuenta de sus frutos del tipo baya o “bayas modificadas” (o pepónide) que son más típicos en aquellas especies con interés alimentario.

Desde el punto de vista gastronómico se prestan a innumerables presentaciones. De todas formas y en el caso de las frutas, creo que ya conoces mi opinión, soy especialmente partidario de aprovecharlas directamente, “sin distracciones”, se trata de tener más o menos suerte en su elección (cuando están cerradas) y aplicarse a ellas, sin más. Sin tonterías. Ya te digo que es mi opinión. Sin embargo, hay que reconocer la existencia de un plato tradicional y sencillo donde los haya que es todo un clásico del verano, me refiero al melón con jamón. Tengo una conocida que a la hora de comer se alimenta todos los días de verano de melón con jamón, y no exagero ni un solo día. Yo sin embargo, soy más de… jamón por un lado y melón por otro, en especial cuando estos son especialmente famosos. Ahora, sobre gustos no hay nada escrito. Algunos recetarios más modernos incluyen cualquiera de estas frutas en entrantes y platos principales… en mi opinión y sobre el papel (sin haberlos probado) un poco a la fuerza. En este enlace tienes unas cuantas y además en el siempre recomendable blog “Directo al paladar” se pueden encontrar no poca inspiración con estas frutas como ingredientes.

En el caso de las hortalizas de esta familia el abanico culinario literalmente se desparrama. Desde preparaciones en caliente a modo de guarnición, en brocheta, al horno, salteados; en cremas, purés y púdines, tanto fríos como calientes… por no hablar de la posibilidad de preparar una de mis debilidades, la refrescante salsa tzatziki de origen griego, elaborada con yogur y pepino y perfecta alternativa a la sempiterna (y para mi cansina y empalagosa) salsa barbacoa cuando se preparan platos diversos a la brasa. Aquí tienes una receta de este agradable acompañamiento.

No sé a qué esperas, yo en tu lugar correría al mercado más cercano y me dispondría a disfrutar de este maravilloso bodegón de verano que nos ofrece la famila Cucurbitaceae. Los recetarios vienen bien de vez en cuando, pero tampoco son indispensables… máxime cuando el producto está tan en su punto como lo están ahora… ¿quién se puede resistir a un fresquito plato de pepino aliñado con un buen aceite de oliva virgen extra y una pizca de sal justo después de volver de darse una vuelta en bici, o de correr o simplemente después de un día caluroso?

De todas formas, si tienes alguna receta con estos alimentos y te gustaría compartirla, tienes los comentarios a tu entera disposición.

Si te ha gustado esta entrada igual te interesa consultar

——————————–

Imagen:  rakratchada torsap freedigitalphotos.net