Desde que el COVID-19 llegó a nuestras vidas, una serie de medidas enfocadas a disminuir su contagio se han implementado en nuestras rutinas diarias, como el uso de mascarillas, el lavado frecuente de manos y la distancia de seguridad con personas ajenas a nuestra burbuja de convivencia. Además, la toma de temperatura se ha convertido en una práctica habitual cuando accedes a lugares públicos en un intento de detectar a personas con fiebre, uno de los síntomas frecuentes que presentan estos pacientes.
De esta forma, todos nos hemos acostumbrado a que a nuestros hijos les pasen la pistolita todas las mañanas por la frente antes de entrar en el colegio como parte del protocolo anti-COVID que se ha implementado en los centros escolares. Parece razonable que se usen este tipo de termómetros, los de pistola de infrarrojos, ya que esto permite la toma de temperatura de forma rápida sin tener que tocar al niño, cosa que sería imposible si se usara el típico, y quizá más fiable, termómetro digital de axila.
Pero, ¿no será esto peligroso para los niños? Al fin y al cabo su cerebro está en constante evolución y eso del termómetro de infrarrojos cada dos por tres haría saltar las alarmas de cualquiera.
Antes de ponerme a investigar para escribir este post me dije a mi mismo ‘Si los termómetros de infrarrojos están autorizados como material sanitario y no llevan consigo ninguna advertencia de que su uso repetitivo pueda ser peligroso, apostaría a que eso que se dice en muchos corrillos de padres a la puerta de muchos colegios sobre si cabe la posibilidad de que a los niños les estén friendo el cerebro cada vez que les toman la temperatura tiene que ser una leyenda urbana sin ninguna base científica’. Y con ese espíritu de cazabulos que en ocasiones nos posee a los sanitarios me puse a estudiar cómo funciona un termómetro de infrarrojos. Tengo que decir que la tarea ha sido bastante sencilla.
Resulta que todo objeto sobre la faz de la tierra emite energía. Lo hacen las plantas, las piedras, los columpios del parque, las manzanas que nos comemos de merienda, una central nuclear y hasta nosotros, las personas,emitimos energía. Uno de los factores que determina cuánta energía emitimos al ambiente es nuestra temperatura corporal, y gracias a nuestros amigos los ingenieros se ha establecido una correlación entre la energía que emitimos y como de calientes (o fríos) estamos. De esta forma, conociendo la energía emitida somos capaces de establecer la temperatura de un cuerpo. Y aquí es donde entran en juego los termómetro de infrarrojos.
Lo que hacen estos aparatitos es detectar la energía que emite un cuerpo en forma de radiación infrarroja y, a través de cálculos matemáticos validados en diferentes estudios clínicos y de laboratorio, obtenemos la temperatura del cuerpo que estamos midiendo. Por tanto, el termómetro de infrarrojos lo que hace es detectar una radiación, en ningún caso emite una onda de ningún tipo que rebota en la frente de nuestros hijos para medirles la fiebre y que les puede achicharrar las neuronas. Simplificando mucho, este tipo de termómetros sería como un micrófono, pero que en vez de registrar el sonido del ambiente, detecta la radiación infrarroja del cuerpo al que lo dirigimos para convertir esa medición en temperatura.
Espero que de ahora en adelante estéis tranquilos porque no hay ningún peligro en que midan la temperatura a vuestros hijos todos los días a la puerta del colegio. Si te ha gustado lo que has leído no dudes en compartirlo con tus amigos y familiares, entre todos podemos conseguir un mundo libre de bulos.
Os recordamos que en este blog hay varias entradas sobre termómetros que quizá os puedan interesar:
Nunca han tomado a mis hijos la temperatura en la frente, normalmente en el cuello o en la muñeca.
05 marzo 2021 | 6:20 pm
Hola Javier,
Los termómetros de infrarrojos están diseñados para medir la temperatura en la frente, ya que es donde se ha validado la correlación con la temperatura corporal. No es adecuado usarlos en otra zona del cuerpo. Esta practica (lo del cuello y la muñeca) se hace mucho ya que la cara se queda fría cuando esperan a la puerta del colegio y puede ‘falsear’ la temperatura real, por lo que no es lo más adecuado.
Un saludo
05 marzo 2021 | 6:47 pm