Sara Caballería: «Mucha gente quiere que un animal supla sus carencias emocionales, pero no debe ser así»

Este tormentoso (literal y figuradamente) arranque de 2021 ha alumbrado, casi simultáneamente, dos proyectos editoriales que creo sinceramente que son imprescindibles en la estantería de todo amante de los animales (o de las novelas gráficas, cómics o tebeos, como queráis llamarlos). Maravillosa coincidencia, obra ambos de dibujantes que son voluntarios en protectoras. Uno es Refugio de José Fonollosa, del que os hablaré largo y tendido en unos días. El otro, el que hoy nos ocupa es La galga: una perra en adopción, de Sara Caballería (editorial Grijalbo).

A lo largo de sus 112 páginas presenciamos cómo Mar se enamora por las redes sociales de una hermosa galga blanca, Bruma, y tras adoptarla se encuentra con muchos más retos de los que imaginaba. Ese proceso de adaptación inicial, del animal a la persona y de la persona al animal, que no siempre es fácil y con frecuencia requiere un importante esfuerzo e incluso renuncias, por satisfactorio que acabe resultando, es necesario que se conozca en estos tiempos de quererlo todo rápido y fácil, también nuestras relaciones con nuestros animales.

Sara Caballería (1988, Badalona), una ilustradora y diseñadora gráfica que ya había publicado una novela gráfica en 2019 sobre la dificultad para los jóvenes de encontrar una vivienda de alquiler en una gran ciudad, nos habla de La galga.

¿Por qué una galga como protagonista?
Cada 1 de febrero, día mundial del galgo, publico una viñeta denunciando lo que pasa con estos animales. Mi editora lo vio y me propuso hacer un libro sobre galgos y me pareció una posibilidad estupenda para hacer más difusión. Hablé con personas que tenían galgos, con asociaciones especializadas, y me pareció vital que se entendiera que son perros que pueden venir con muchos traumas. Quería saber qué sentían esos perros, cómo sus cuidadores lidiaban con ellos, qué había que hacer. Intenté plasmar ese conflicto, esa preocupación y esos problemas que surgen al adoptar un galgo. 

De hecho el libro ha salido en torno a ese día. ¿Ha sido intencionado?
Fue cosa de la editorial. El libro, en verdad, se acabó hace un año, pero la idea nació en febrero de hace dos y me pareció ideal que saliera por estas fechas.

¿Qué lector tenías en mente al dibujar la historia?
Pensaba en personas que hubieran adoptado y se sintieran identificadas, independientemente de si habían adoptado a un galgo o no. También en cualquier persona que hubiera compartido vida con un animal. Perros, gatos, conejos… da igual.

¿Qué mensaje querías transmitir con el libro?
Me parecía muy importante visibilizar lo que hay detrás de la caza con galgos. La caza mueve muchísimo dinero en España y no se controla lo que pasa con los perros. Y el otro mensaje, claro, es que adoptar un animal es una responsabilidad muy grande, hay que estar muy preparado, muy concienciado. La vida de ese animal depende de ti y hay que reflexionar sobre las complicaciones de la adopción, conocer las partes buenas y las partes malas.

Me gusta mucho que te centres en lo difícil que puede ser sumar un animal a una familia, que no es un camino de rosas ni mucho menos.
Vemos un animal que nos parece bonito, que nos da ternura, y nos decimos «vamos a salvarlo», como si fuéramos héroes, pero hay muchísimos factores que hay que tener en cuenta. En el libro Mar adopta porque se le pone entre ceja y ceja, pero no se plantea el trabajo de tantas horas que va a suponer, que no va a tener tiempo, que si viene con traumas tendrá que sacrificar mucho, que, de hecho, su relación acabará. Cuando se encuentra con toda esa tarea por delante y estando sola, la ayuda por supuesto el vínculo tan fuerte que forja con la galga, pero adoptar así es una temeridad.

Su protagonista no se rinde, pero en muchos otros casos no es así.
Efectivamente, mucha gente habría devuelto a esa perra. En la protectora he visto como devolvían animales como churros, a veces por chorradas como que soltaban mucho pelo o vomitaban en el coche… No son objetos que puedas amoldar a tu gusto, son seres vivos únicos de los que hay que responsabilizarse, que a veces traen conflictos.

Pero los tratamos con demasiada frecuencia como objetos, y la prueba es que se suelen adoptar o comprar primando su aspecto. 
Sí, la gente se guía mucho por la estética. Igual el dálmata, que es muy nervioso, o el border collie, que necesita mucha actividad, aunque te parezcan preciosos no son los perros ideales para ti y necesitas uno más tranquilo. La gente no hace ese recorrido de pensamiento; dicen «quiero esto que me gusta y lo consigo». Y eso es lo que hace la protagonista con la galga.

La pareja de Mar, al comienzo del libro, le dice algo que es para enmarcar «¿Otra vez cansada de tu vida? Un perro no es un juguete, no es una solución, es una responsabilidad».
El confinamiento impulsó a muchas personas a adoptar. En la soledad reclamamos alguien que nos llene, y es puro egoísmo al fin y al cabo. Quieren que ese animal supla sus carencias, pero yo no creo que deba ser así. 

También hay mucho bueno en compartir vida con un perro. Por ejemplo, esas amistades de parque que entabla Mar.
Es maravilloso tener relaciones nuevas con gente que tiene valores similares a los tuyos, desconectar de la rutina, aprender a bajar el ritmo; aparte de la conexión con el animal, que es una maravilla. Y no solo eso, Mar acaba cuestionándose su vida, su alimentación… A mí me pasó eso con mi perra.

¿Cuánto hay tuyo en la historia que nos cuentas, en la protagonista del libro, que tras adoptar deja de consumir carne, cambia de trabajo…?
Hay mucho con el tema de la alimentación. En cuanto al trabajo, la verdad es que nunca tuve uno como el suyo, pero sí que es autobiográfico el darte cuenta de que crecemos con una idea sobre el camino a seguir y que es bueno cambiar tu mentalidad sobre lo establecido, reinventarse.

¿Cómo fue el proceso de creación, desde un plano artístico?
Hablando con la editora busqué colores colores muy dulces, que contrastan muy bien con el blanco de la galga, que está inspirada en la galga de una amiga que ya murió, Betty, y con las escenas que muestran el maltrato a los galgos. A mi perra pequeña, que tiene un morro muy alargado, ya la dibujaba un poco como un galgo, aunque no lo es. Un galgo me parece de lo más satisfactorio de puedes dibujar. 

(Foto: Ángel Ruiz Cobarro)

He visto que tienes perros, pero no precisamente una galga. ¿Puedes hablarme un poco de ellos?
Tengo dos perras mestizas, las dos adoptadas. A la grande, la mía, la adoptamos en el monte, donde estaba con sus hermanos y su madre. La pequeña, que es de mi pareja, viene de la perrera de Pamplona. 

¿Cuál es tu relación con la protección animal?
Ya hace muchos años que comencé a hacer voluntariado, paseando perros, en la protectora de Barcelona. También he colaborado en ProVeg una asociación por la difusión del veganismo. Siempre he querido aportar a través de lo que sé hacer mejor, que es dibujar. Hace unos dos años, junto con una amiga bióloga que estuvo trabajando en Zambia, dónde hay rabia y cuando hay sobrepoblación de perros, sacrifican directamente, hice una campaña de esterilización con una tirada de camisetas y pudimos esterilizar y evitar el sacrificio de 117 perros. A partir de ahí abrimos la tienda Empatíaplease.com para seguir ayudando a las asociaciones que lo necesitan, durante este mes de febrero a apoyamos a Galgos 112. Cuesta mucho a veces lograr donaciones directas, a mucha gente le gusta más hacer una compra y una donación indirecta. 

La empatía, además de ser el nombre de la tienda, es una palabra que repite mucho en sus redes sociales.
Hace unos años me dijeron que era una persona altamente sensible, muy empática, y a partir de ahí empecé a usar mucho la palabra porque me sentía muy representada por ella y porque creo que es necesario recordar que hay que ponerla en práctica. La empatía es como un músculo que, cuanto más se ejercita, más se siente. 

Tienes otra novela gráfica sobre la dificultad de encontrar piso de alquiler. Pues con animales es aún más difícil.
Es verdad que en ese libro no hay animales, pero sí hablo de las dificultades de ser joven e independizarse, de encontrar pisos decentes. Es una odisea y también una crítica. 

¿Algún otro proyecto editorial en marcha?
Estoy planeando un libro con unos amigos, pero acabamos de idearlo y está muy verde. No tiene que ver con animales, pero sí con concienciación. 

 

2 comentarios

  1. Dice ser martin

    Hola por lo general las personas eligen las mascotas por que las aman, aunque en otros casos muchas personas lo hacen por que se sienten solos y una mascota ya sea un perro, gato, loro o cualquier otro animal sería un buen acompañante.

    08 febrero 2021 | 23:21

  2. Dice ser SaludEducativa

    la salud pscologica es de vital importancia en estas epocas, pero que mejor pasarla con nuestros compañeros que aveces pueden llenar esos huecos emocionales que uno encuentra a travez del tiempo, buena reseña.
    saludeducativa.com

    03 marzo 2021 | 21:28

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