Un perro que sufrió grave maltrato ayuda a las víctimas de violencia de género en la Audiencia Provincial de Tarragona

No es la primera iniciativa de un perro acudiendo a un juzgado para aliviar la tensión y el sufrimiento de una situación dura, dolorosa, que requiere ser aligerada. Los casos que yo conozco, tanto en España como en el extranjero, implican a los niños.

Para los menores que han sufrido malos tratos, abusos, el ambiente frío y adulto de un juzgado al que además van a revivir todo aquello no es plato de gusto. Ser recibidos por un perro, jugar tranquilos con él mientras esperan su momento, declarar acariciándolo, hace la experiencia menos traumática, incluso llevable sin demasiados problemas, además mejora las declaraciones de los niños.

Obviamente no vale con todos los niños, aquellos con miedo a los animales o poca afinidad con ellos no pueden beneficiarse de estas iniciativas, pero son los menos.

Ahora es noticia que la Fundación Affinity y el Departament de Justícia la Generalitat de Catalunya en colaboración con la Universidad Autónoma de Barcelona que tiene una cátedra llamada Animales y Dalud, han llevado a cabo un programa pionero en nuestro país con víctimas de violencia de género y / o delitos contra la libertad sexual.

La prueba piloto se ha desarrollado en la Audiencia Provincial de Tarragona con la participación de 20 mujeres voluntarias, 10 han sido acompañadas por el perro y las otras 10 formaban parte del grupo de control.

El Perro de Asistencia Judicial es un programa en el que perros, adiestrados específicamente para esta tarea, se incorporan al servicio judicial para ayudar a las mujeres durante el proceso de declaración. El objetivo de la prueba piloto era comprobar si la presencia del animal ayuda a reducir la ansiedad y el estrés de la víctima antes de entrar en la sala de juicios donde, probablemente, se encontrará con su presunto agresor.

Los primeros resultados, basados en los test Escala analógica visual de ansiedad y Escala Hamilton de medida de ansiedad (Harsin), han demostrado que los niveles de ansiedad son más bajos en las mujeres que han tenido la compañía del perro, y más altos en el resto de mujeres del grupo de control.

Las intervenciones han consistido en la incorporación del perro, un golden retriever llamado Bob, en el momento en que la víctima accedía a los juzgados y hasta que empezaba a declarar. La mujer podía interactuar con el animal durante unos 30 minutos en la sala de espera, siempre acompañado por el psicólogo de la Oficina de Atención a la Víctima del Delito. A la salida, el perro la acompañaba también hasta la calle.

Maribel Vila, encargada del área de Terapias Asistidas con Animales de Compañía de la Fundación Affinity, afirma que «lo que hace que los perros sean ideales para llevar a cabo este tipo de intervención es que no juzgan, que aceptan a la persona tal como es y sobretodo que ofrecen a la víctima confort a nivel emocional, la tranquilizan y le dan seguridad”.

Esta iniciativa loable, porque todo lo que sea facilitar las cosas a las víctimas es buena idea, tiene otro aspecto especial. El perro de asistencia judicial que ha participado, un Golden Retriever llamado Bob, fue recogido por la protectora de Tarragona.

Bob presentaba síntomas de maltrato grave, tenía perdigones en la cabeza y mostraba fobia y rechazo por las figuras masculinas.

Pese a esos antecedentes de maltrato, ahora «es un perro totalmente recuperado, especializado en las intervenciones con colectivos vulnerables como personas mayores con enfermedades neurodegenerativas, niños y adultos con enfermedades de desarrollo y víctimas de violencia de género. Por estos colectivos muestra una gran sensibilidad».

Gracias por seguir confiando en nosotros Bob. Ojalá transmitas a las personas que acompañas que merece la pena volver a empezar de nuevo.

(JORGE PARÍS)

Para terminar, os dejo un fragmento de un reportaje sobre perros de asistencia judicial elaborado por mi compañera Verónica Vicente que cuenta los inicios de estas prácticas.

Año 2003, Estados Unidos. Un niño bloqueado se niega a hablar con el fiscal sobre los abusos que ha sufrido a manos de su madre. Dos gemelas de siete años aguardan aterrorizadas ante la idea de testificar contra su padre frente a un juez en un caso de abuso sexual. Por los pasillos de las oficinas de la fiscalía del Condado de King (Seattle) corretea Jeeter, un precioso labrador rubio y sociable. Entonces un fiscal algo frustrado y atascado ante el silencio de los menores tiene una idea: presentar al perro a los traumatizados pequeños y dejarles pasar un tiempo con él.

Los menores juegan con Jeeter media hora en una sala. Mimos, risas, amistad. El experimento surte efecto, el estrés remite. Junto al animal, las víctimas se abren, hablan y proporcionan al fiscal suficiente información para presentar cargos contra los acusados.

Durante el testimonio de los niños, Jeeter no hace más que estar presente, les acompaña en su declaración, se sienta junto a ellos y a veces pone la cabeza en su regazo mientras los pequeños le acarician. El uso de perros en el sistema penal ocurría por primera vez de manera no oficial.

¿Qué hacía el labrador allí? Jeeter era el perro de asistencia de Sean, el hijo mayor de Ellen O’Neill-Stephens, que fue diagnosticado al nacer con parálisis cerebral. Es incapaz de caminar, usar las manos o hablar, pero Jeeter, un profesional entrenado para asistir a personas con discapacidad, cambió su vida. Una vez a la semana, Ellen se llevaba al perro al trabajo mientras su hijo permanecía con un cuidador social. Por aquel entonces ella era la fiscal del Tribunal de Drogas Juvenil del Condado de King.

Ellen no tardó en darse cuenta de las capacidades de aquel labrador (neutralidad y energía positiva) para reducir la tensión en la atmósfera hostil de un tribunal, y enseguida sintió la necesidad de poner el concepto en marcha de forma organizada.

En 2008 la ex fiscal de Seattle se asoció con la veterinaria Celeste Walsen y juntas crearon la Courthouse Dogs Foundation. Desde entonces esta organización sin ánimo de lucro capacita a todo tipo de profesionales inmersos en el sistema legal acerca de cómo los perros de asistencia judicial (courthouse dogs) pueden ayudarles en la investigación y enjuiciamiento de delitos u otros procesos legales, acompañando a los menores durante el complejo trago de testificar ante un juez.

La fundadora de Courthouse Dogs Foundation aporta cifras que avalan el éxito de su programa en el primer país que lo puso en marcha. «En Estados Unidos ya tenemos un total de 114 perros de asistencia judicial que trabajan en 33 estados ayudando a miles de personas. Hasta la fecha, cuatro estados del país han aprobado incluso leyes propias que apoyan el uso de estos animales profesionales para asistir a menores que deben testificar contra sus presuntos agresores».

4 comentarios

  1. Dice ser CFM

    Cada vez amo más a los animales!!!!!!!!

    25 octubre 2017 | 13:24

  2. Dice ser Asocial

    SI EL PERRO ES CATALÁN NO VALE. LOS BICHOS DE AHÍ ARRIBA NACEN ENSEÑADOS.

    25 octubre 2017 | 14:19

  3. Dice ser I love perros

    La verdad que nunca dejaran de sorprendernos estos angelitos terrestres que estan con nosotros y nos cuidan. Increible lo que hacen los perros por nosotros los humanos

    26 octubre 2017 | 0:18

  4. Dice ser Sonia

    Son ángeles en la tierra, con facultades maravillosas que Dios les otorgo. Con plenitud d entrega y lealtad hacía l@s seres humanos q l@s traten con el mismo respeto y amor q cada un@ d ell@s puede entregar en cada encuentro. L@s canes, sean d raza o mestizos, son extraordinarias criaturas, porque la única diferencia q hay entre un@ y el otr@, es el dinero q pagas para q t de el mismo amor. Sí el mundo entendiera d una vez por todas, cuan valios@s son, podríamos recuperar ese toque humano que perdemos cada día con tanta crueldad cometida y permitida, en silencio cómplice ante tanto abuso. Dignifiquemos su existencia!

    26 octubre 2017 | 1:50

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