Por Alejandra Brea Romero
El perder la alcaldía de Madrid por parte de quienes nunca han sido demócratas, y el estar a punto de perder también el gobierno de España por culpa de un Rajoy que apesta y a quien no quieren ya ni la mitad de sus mismos votantes, ha hecho que la ultraderecha culpe a Carmena hasta de la muerte de Manolete.
¿Hay algo más ridículo que creer que ella decidió o incluso tenía que estar enterada de dónde se iba a colocar una pequeña exposición educativa respecto a los mitos sobre la vagina en un barrio de Madrid? ¿O que fuera ella la responsable de que a última hora, antes de que empezara la función, se avisara de que un teatrillo no era para niños y donde el ‘Gora Alka-ETA’ era una pancarta que un policía títere plantaba a un manifestante?
La lista de sus falsas acusaciones es tan larga como vergonzosa, si tuvieran vergüenza. El que achaquen también a la cabalgata de Carmena el que los niños no crean ya en los Reyes Magos muestra que se imaginan que sus hijos son tan ilusos como ellos. Y un día de estos es probable que culpen a la alcaldesa de que los niños no crean ya tampoco en el ratoncito Pérez, después de los recientes escándalos de empresas odontológicas.
Solo la mala fe de esos ultraderechistas y su dominio ilegal sobre medios de difusión públicos, para no hablar de los privados, han podido crear esos falsos escándalos para intentar tapar los reales y enormes de corrupción de su partido, el PP, cuya parte más sana ya repudia abiertamente.