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Odnoder, con Botero y Plensa, en la milla de oro de Madrid

Grandes escultores, como Botero o Plensa, van a exponer sus obras al aire libre en la milla de oro de Madrid (calle Ortega y Gasset).

Obra de Fernando Botero.

Obra de Jaume Plensa.

Pablo Redondo, Odnoder, mi colega de tallasmadera.com, con quien aprendí a tallar mi primer cuenco, al jubilarme en 20 minutos, es uno de esos grandes artistas elegidos.

«La danza del viento» de Odnoder, junto a otras obras de grandes escultores, en plena calle.

Permitidme que presuma de mi colega de talla, arquitecto reconvertido ya en maestro de la gubia. Hay motivo. Hace tiempo que salió del taller de nuestra maestra Sandra Krysiak y vuela solo… y muy alto. ¡Enhorabuena, querido Pablo!

Pablo Redondo, Pedro Sanz Labajos, Sandra Krysiak y un servidor, en la Escuela de Arte La Palma donde mi maestra da clases.

Presumiendo de mi pequeña obra «La idea», en el taller de Odnoder (a la izquierda). Debajo, nuestra maestra, Sandra Krysiak, con una de sus obras.

En la web de tallasmadera.com, nuestra maestra también presume de sus alumnos que triunfan como Pablo Redondo y otros.

Alumnos que triunfan…Pablo es uno de ellos. Una de sus obras en su Exposición en O lumen.

También yo puedo presumir (en minúscula), aunque vuele bajo, de algunas de mis modestas obras incluidas en la selección de tallasmadera.com.

«Paternidad» que tallé en palo rojo para mi hijo David cuando nació su hija Ana Isabel. Se la llevé a Santa Fe (NM). Mi nieta ya es más alta que la escultura.

 

 

 

Ayer dejé tuerto a un inquisidor… de madera

Ayer perdí la concentración necesaria para tallar los ojos de un inquisidor, quemador de libros, y le dejé tuerto. ¡Qué dolor! Le salté el ojo derecho.

Inquisidor, quemador de libros de herejes, con el ojo derecho recién pegado con cola blanca.

No tuve más remedio que pegarlo con cola blanca de carpintero y, cuando se seque, volveré a tallarlo con el pico de gorrión (la gubia en V). Por mi mala cabeza, me dio mucha rabia este pequeño accidente. Y seguramente me bajará la nota, y con razón, en tallasmadera.com.

Talla inacabada, en madera de cerezo español, inspirada en la obra de Juan de Juni sobre la «Quema de libros de un hereje» del Museo de León.

Desde que la vi, por primera vez, en «Las Edades del Hombre » en Salamanca, siempre tuve la intención de tallar una copia en miniatura. ¡Qué escena tan española! Doce inquisidores quemando alegremente los libros de un presunto hereje. Una orgía de ignorancia y salvajismo religioso. También, una bellísima obra de arte del gran Juan de Juni, autor del incomparable coro de San Marcos en León, en cuyas mazmorras estuvo preso Francisco de Quevedo.

Pasaron los años y, en cuanto me jubilé como director general del diario 20 minutos, me apunté a la clase de talla en madera de la maestra Sandra Krysiak, profesora de la Escuela de Arte La Palma. Aprobé el Primero de Cuenco y el Segundo de Relieve. Siendo yo cervantino de por vida, mi primera atrevida escultura fue, naturalmente, la cabeza de Cervantes. También le salté un ojo al autor del Quijote. Adelaida Gordillo, compañera de clase y amiga muy socarrona, me advirtió de que «Cervantes era manco y no tuerto».

Mi talla de Cervantes, con sus dos ojos, la dediqué a mis maestros Raimundo Lida y Juan Marichal que me enseñaron a amar El Quijote.

Le pegué un cacho de madera de cedro y rehice el ojo del manco de Lepanto. Creo que ni se nota.

Me inspiro en una foto reducida de la obra de Juan de Juni (de Google) cuyo original tiene casi dos metros.

Cuando visité con mis hijos el Museo del Holocausto en Washington, en la graduación de Erik, el mayor de los tres, se me quedó para siempre en la memoria una frase del poeta alemán Heine, grabada en la entrada en aquella exposición de horrores nazis contra los judíos: «Empiezan quemando libros, acaban quemando personas». Cuando termine mi talla grabaré esa frase con el pirógrafo en el borde o en el marco.

Recordé entonces la quema de libros del dictador Francisco Franco al terminar la guerra civil, que él inició con el golpe de Estado de 1936. Hubo hogueras de libros por toda España, como en tiempos de la Inquisición española y de la barbarie nazi. A continuación, hubo asesinatos de miles de vencidos, cuyos cuerpos siguen abandonados en las cunetas y que ahora recibirán digna sepultura gracias a la nueva Ley de Memoria Democrática que yo llamo de Justicia Democrática.  También recordé la quema de libros de unos parientes en Tabernas (Almería), el pueblo de mi padre. Con tantos recuerdos en torno al amor a los libros, debo concentrarme mejor en la talla de mi pequeña obra. Por eso, me dolió tanto mi despiste por el que ayer dejé tuerto al inquisidor.

Detalle, en bruto, de tres inquisidores

Detalle, en bruto, del inquisidor principal.

 

 

 

Berna en el país de los garrotazos

Hoy me toca presumir de Berna González Harbour, subdirectora de El País, porque yo la vi primero hace 32 años, en 1990, (una profesional muy joven) y la contraté como redactora y cofundadora del diario El Sol.

Cubierta de "Goya en el país de los garrotazos" y solapa sobra Berna, su autora.

Cubierta de «Goya en el país de los garrotazos» y solapa sobre Berna, su autora.

Por eso, no me ha sorprendido la excelencia literaria e investigadora y la honestidad profesional, descarnada a veces, que muestra en su obra «Goya en el país de los garrotazos».

Contra cubierta de Goya en el pais de los garrotazos

Contra cubierta de Goya en el país de los garrotazos

La recomiendo vivamente para quien quiera hurgar en los males y disfrutar las bellezas de España. La obra es un viaje fantástico, de 200 años de continua ida y vuelta, a la Ilustración de finales del siglo XVIII y a la Transición del XX. Y viceversa. Nos lleva de la mano por la vida y la obra del pintor de la modernidad que anticipó nuestro presente. Pero es más que eso. Es una autobiografía deliciosa, casi desnuda, de la propia Berna, a través de su admiración, casi «embeleso y obsesión», por el genio de Goya. Y, como gran periodista, nos ofrece también una crónica agridulce del pasado en tiempos de Goya y del presente en tiempos de Berna. No te la pierdas.

Francisco de Goya sobrevivió al esplendor del reinado de Carlos III, a los desastres de la guerra, a la caída de Jose Bonaparte, a la Inquisición y represión del rey Felón, a la muerte prematura de su íntimo amigo de la infancia Martín Zapater, con quien mantuvo correspondencia ambigua que roza lo homosexual, a las delicias de la pradera de San Isidro y a las crueldades de los mamelucos, a la enfermedad, a la sordera, al exilio, pero siempre aprendiendo, mejorando, reviviendo.

Alegoría de la villa de Madrid. Oportunamente, el 2 de mayo sustituyó a la imagen del rey José Bonaparte en el medallón.

Como erudita de Goya, Berna ha leído para nosotros una amplia bibliografía y nos regala citas muy certeras, como esta de Jeannine Baticle, que se agradecen: «Pronto aprendió a disimular sus sentimientos, para después sacarlos a relucir con trazos vengadores, crueles e indelebles en el lienzo o en el papel». El disimulo es un arte muy español (al taqiyya para los árabes), altamente recomendado para supervivientes. Por eso, el medallón dedicado al rey José I en su obra  «Alegoría de la villa de Madrid» cambio su contenido !7 veces!

«Duelo a garrotazos». Ayer y hoy.

De las grandísimas obras de Goya, este «Duelo a garrotazos» preside mi sótano donde escribo ahora precisamente sobre el título de Berna inspirado por este cuadro.

Copia descolorida del «Duelo» y libro de Berna

Merecería presidir la sala de estar de todos los españoles con el título «Para no olvidar» o bien «Para no volver a las andadas». Con esta idea escribí y publiqué mi último libro sobre memorias personales y profesionales «La prensa libre no fue un regalo» (que aprovecho para recomendar aquí).

Portada del libro de JAMS

(Perdón por el corte publicitario).

Ahora me toca también presumir de uno de mis hobbies de jubilado: la escultura en madera, que aprendo en tallasmadera,com. En madera semi noble de sapelly, tengo a medio tallar mi particular «Duelo» pero, en lugar de garrotes, los personajes enfrentados se golpean con sus respectivos periódicos enrollados y cargados de «fake news» o, al menos, de noticias sesgadas según su «cultura corporativa» o sus practicas de «trabuco» o «pesebre» con los anunciantes o los poderosos.

Talla en madera de sapelly (inacabada) de mi versión moderna del «Duelo a garrotazos» de Goya, pero entre dos periodistas con sus respectivos diarios enrollados. Al fondo, Las Torres KIO.

Que cada uno ponga el título que prefiera a los diarios enfrentados. Yo estoy dudando… Lo decidiré cuando vuelva a clase en octubre.

Nada más acabar de leer la obra de Berna (en dos tardes de sofá frente al ventilador) escribí hoy esta nota en mi agenda:

«URGENTE. Volver a visitar el Museo del Prado, aunque su temperatura esté a 27 grados».

Goya y Berna lo merecen.

Gracias, colega. ¡Y enhorabuena!

Querida Berna: ¡Qué buen ojo tuve al contratarte».

Berna González Harbour

 

 

 

 

Lavapies: Del teatro a la plaza

Nuestro amigo Matthew I. Feinberg acaba de publicar un estudio innovador y sorprendente. «From the Theater to the Plaza». (Espectáculo, protesta y espacio urbano en el Madrid del siglo XXI). A partir del teatro y el espacio físico de Lavapies ha investigado, desde casi todos los ángulos posibles, las relaciones entre el arte y su entorno. Nos describe y explica cómo Lavapies -«diverso, multicultural y uno de los barrios más icónicos de Madrid- ha emergido como un lugar de movimientos de resistencia y de florecimiento cultural».

Cubierta del libro de Matthew Feinberg. «Del teatro a la plaza»

Durante varios cursos he asistido a mis clases de tallasmadera.com en el corazón de Lavapies, un sótano mágico de la calle de la Primavera, 9, que va desde la Calle de la Esperanza hasta la calle de la Fe. Imposible encontrar nombres tan profundos y socorridos para las calles de un barrio multicultural y mestizo como Lavapies. El taller del escultor Pablo Redondo (Odnoder), que nos cobijaba, está detrás de la plaza que tantas veces me recordaba barrios de Manhattan, la capital del mundo, cuando yo era corresponsal de RTVE  en Estados Unidos.

Taller de tallasmadera.com en el corazón de Lavapies

Allí empecé a conocer, saborear y amar Lavapies. He recorrido sus calles con mi amigo Matt, subyugado por la riqueza cultural, artística, gastronómica y racial del barrio. No pude imaginar que sus observaciones, siempre agudas e innovadoras, dieran como fruto esta obra tan singular y tan necesaria para comprender lo que está pasando en las ciudades contemporáneas super gentrificadas, ante nuestras propias narices.

Contra cubierta del libro de Matt Feinberg

Para quienes quieran entender los cambios operados en nuestras ciudades en las ultimas décadas, desde la crisis económica del 2008 y los movimientos de protesta anti austeridad del 15-M-2011, este libro («From the Theater to the Plaza») puede iluminarles zonas oscuras de gran valor (arte, creatividad, convivencia multicultural,  mezcla racial, espacio físico, poderes locales, gastronomía local y global, espectáculo, etc) que apenas notamos a nuestro alrededor y que afectan a nuestra vida cotidiana.

Enhorabuena, Matt. Y gracias por fijar tu lupa académica y tu amor a España en un barrio como Lavapies. Abres un camino muy rico para los investigadores que han de seguir tus pasos.

Con Matt Feinberg (derecha) y Christopher Magnus de sobremesa en mi casa.

 

Con Sandra Krysiak pensamos con las manos

Ayer estuvimos de Exposición de fin de curso en el taller de tallasmadera.com (Tupatio, Eduardo Marquina, 7). Para quienes no hagan cosas con sus manos, esta entrada en mi blog les parecerá una tontería, una insignificancia. Sin embargo, para los alumnos de la maestra Sandra Krysiak (licenciada en Bellas Artes y maestra de La Escuela de Arte La Palma) el encuentro de los artistas con su obra y la de sus compañeros fue algo muy especial digno de ser compartido por quienes tengan el gusanillo de hacer algo con sus manos. «Pensar con las manos», dice Pedro Sanz Labajos, director de La Palma. Eso, y grandes dosis de humildad, es lo que aprendemos con Sandra. Al jubilarme en el diario 20 minutos, cambie la pluma por la gubia. Y  he disfrutado mucho con el cambio.

Alumnos de Sandra Krysiak en Tupatio. La flecha señala al pobre Pablo Guerreiro, con obras seleccionadas para el Premio Reina Sofía. El mejor bailaor sin castañuelas.

Con Raúl y Angel, tres abuelos a la sombra.

Mi Cervantes teme al dragón de Ismael Mesa, un número 1 de la talla.

Con Sandra Krysiak, Adelaida Gordillo y Miguel Aranguren. Miguel es escultor, pintor, escritor y casi torero.

En el Epílogo de mi ultimo libro La prensa libre no fue un regalo») no pude evitar presumir un poco de mi nueva afición artística. Aunque me siento un becario entre tan buenos tallistas me tratan como si fuera uno de ellos. Copio y pego aquí los tres párrafos dedicados a la talla en mi libro:

«En las clases de talla en madera, progreso adecuadamente. Nunca me creí capaz de crear esculturas con un pedazo de madera. Darle vida a un tronco. Quitar lo que sobra para que emerja la imagen que hay escondida dentro de un cacho de madera o de piedra. El mazo, la gubia y el formón son medicinales. Y la convivencia con mis compañeros de taller, cada uno ideológicamente de su padre y de su madre, me ha sorprendido muy agradablemente. Comparto las clases de la maestra Sandra Krysiak con personas de muy distintas edades y convicciones. Me llevo bien con ellos. Nos reímos. Sin la talla nunca los hubiera conocido, y me habría perdido una parte importante de la humanidad que ellos encierran.

El periodismo me hizo vivir en un gremio con información privilegiada, en el buen sentido de la palabra, y no fiarme de todas las fuentes de información que, interesadamente, pretendían colarme su versión de los hechos. Como vemos diariamente, muchas noticias no son tales, sino bulos alimentados por charcos putrefactos y no por fuentes limpias y contrastables. Por eso, pasé media vida profesional en posición de alerta. En ocasiones, esta desconfianza, casi crónica, resultaba agotadora.

En cambio, hablar con mis compañeros de talla y, sobre todo, escucharlos, con naturalidad, en confianza, es mi terapia actual. Tenemos momentos de tensión y concentración máxima, con los ojos fijos en la punta afilada de la gubia cuando atacamos un nudo o una veta traicionera del duramen o de la albura del tronco. La madera te habla. El nudo te grita. Cuando pasa el peligro de astillar la madera por donde no queremos, oímos suspiros de alivio y aplausos de la maestra. Respiramos.»

Tres párrafos sobre la talla en mi Epílogo.

Con Lurdes, Sandra, Rafa, Sergio y Pablo, con nota alta. Toño, al fondo, chupando cámara.

Con Pablo Redondo (Odnoder), Adelaida y la dedicatoria de mi troll para mi nieto Leo. Odnoder es un compañero que ya vuela solo por las alturas de la fama.

Una tarde espléndida con grandes obras de arte solo superadas por la grandeza de mis compañeros de mucha talla.

 

 

Emoción máxima en la Feria del Libro

Este libro («La prensa libre no fue un regalo»), que presenté ayer en la caseta 67 de Marcial Pons en la Feria del Libro de Madrid, lo escribí pensando en mis tres hijos y mis dos nietos. Con todo mi amor, a ellos lo dedico. Los cinco nacieron y están creciendo en libertad. Afortunadamente, no saben lo que es vivir bajo una dictadura tan cruel como la del general Franco, el amigo de Hitler y Mussolini, que sufrimos sus padres y abuelos.

Portada de mi último libro, ya a la venta.

Debido al confinamiento por tan larga pandemia del Covid, he tenido la oportunidad de escribir esas memorias profesionales y, en parte, personales de un mundo que casi no existe. Hablo de una época de lucha por conquistar la libertad, arrebatada por un golpe de Estado en 1936, una guerra civil (1936-1939) y una larga postguerra de represión violenta por parte de a Dictadura franquista hasta que, muerto el tirano en 1975, recuperamos la libertad por la que habíamos luchado en la clandestinidad.

Así quedó mi cara quemada, tras el secuestro y las torturas que sufrí tras la muerte del dictador Francisco Franco

La prensa ayudó como pudo a esa transición a la Democracia. Lo cuento en estas páginas. Es un libro en el que pueden reconocerse muchos padres y abuelos para los que la libertad, como el oxígeno, se valora más cuando falta. Por eso, pienso también que podría ser un buen regalo para la lectura veraniega de hijos y nietos a los que nunca les faltó la libertad en España. Ayer tuve la suerte de que mi nieto Leo viniera a la Feria del Libro a darme un abrazo, cuando solo quedaban ya dos ejemplares por vender. Anuncié la presentación del libro hace unos días en las redes, pero nunca imaginé que sería algo tan emocionante.

Con mi nieto Leo y los dos últimos ejemplares del sábado 4, en la Feria del Libro

Poco antes, Miguel Iceta, ministro de Cultura, de quien soy fan, pasó a saludarnos por nuestra caseta de la Feria. Visita que agradezco. Aunque es mucho más joven que yo, el ministro aprobó y compartió conmigo el título del libro.

Con Miguel Iceta, ministro de Cultura, en la caseta 67 de Marcial Pons en la Feria del Libro y mi libro «La prensa libre no fue un regalo».

Tuve, además, la fortuna de compartir la caseta 67 con el gran Juan Eslava Galán, cuyas obras tanto he disfrutado. En la foto, con Pedro Pons, Juan Eslava y mi hijo Erik Martinez Westley, un trío de ases.

MIguel Iceta, ministro de Cultura y Deportes, se fue inmediatamente a Paris para acompañar al rey Felipe VI en la final gloriosa de Roland Garros que ganó -¡cómo no!- nuestro gran Rafa Nadal.

Hoy he disfrutado con la victoria de Nadal (14 copas de Roland Garros) y ayer, con las visitas inesperadas a la caseta de la Feria del Libro de amigos y colegas de Cambio 16, Doblón, El Pais, TVE, 20 minutos, etc, que no había visto en años, y de colegas de tallasmadera.com, mi actual audiencia cautiva favorita, con quienes, gubia en mano, he compartido muchas anécdotas que ahora verán en el libro que generosamente compraron. A todos ellos, muchas muchas gracias.

 

Los amantes de Burdeos, en madera de fresno

Aunque solo soy un aficionado, reconozco que, por muy malas que sean, me gusta presumir de mis tallas en madera. La primera vez que asistí al taller de tallasmadera.com en Bellas Artes Coronado fue al día siguiente de mi jubilación en el diario 20 minutos. Tenía ganas de hacer algo con mis manos. «Pensar con las manos», dice Pedro Sanz Labajos, director de la Escuela de Arte La Palma. Mis clases con la maestra Sandra Krysiak han resultado ser una buena terapia, una cura de autocontrol, paciencia… y humildad (que tanta falta me hacía, después del éxito de 20minutos).  Una terapia más barata que cualquier siquiatra. Lo recomiendo.

El taller de tallasmadera.com, en la prensa.

Si creas algo con tus manos, desde la nada, te sientes como dios. Mi última obra (inspirada en Los amantes de Burdeos, siglo III DC), que tallé en durísima madera de fresno, ya está en manos de sus destinatarios (El y Erik).

«Los amantes de Burdeos» ya están en manos de sus destinatarios.

Ayer celebraron su aniversario de boda. Ambos se habían comprometido bajo la sombra de un fresno gigantesco de El Escorial.

¡Ojalá mi hijo Erik le hubiera pedido matrimonio a mi nuera a la sombra de un tilo o un cedro, maderas semi nobles no tan duras como el fresno! Claro que hubiera sido más difícil tallar «Los amantes de Burdeos» en madera de encina que tanto abunda por estas dehesas de Villanueva de la Cañada. Ahí van algunas fotos del proceso de talla:

Primeros golpes de maza y gubia sobre madera de fresno.

Los amantes, en bruto

Los amantes… a medio tallar.

«Los amantes…» junto al óleo «Pandemia»

mmm

 

 

«Pensar con las manos»…. desde hace 150 años

El día que me jubilé en 20 minutos busqué en Internet «cómo aprender a tallar madera». Me salió la Escuela de Arte La Palma, Madrid, que pronto cumpliría 150 años y por dónde han pasado los grandes escultores españoles.  Conocí a su director, Pedro Sanz Labajos, quien me animó a matricularme allí.

Con Pedro Sanz, director de La Palma, en mi casa, presumiendo de mi relieve del «Arco de Averroes». Me regaló una maza de encina hecha por él mismo. Una joya.

Pero la escuela oficial exigía dedicación plena: toda una carrera de varios años. No ofrecían cursos ni seminarios especializados en talla y escultura en madera. Entonces opté por el taller (tallasmadera.com) por horas de una maestra particular: Sandra Krysiak, licenciada en Bellas Artes y ex profesora de La Escuela de Arte La Palma. Fue un acierto.

Con mi maestra de talla, Sandra Krysiak, y el espléndido corsé que ella talló para Maya Hansen.

Ahora se cumplen los 150 años de vida de la Escuela de Arte La Palma. Lo acabo de ver en ABC que publica una entrevista con Pedro Sanz Labajos. Por allí pasaron artistas como Juan Gris, Joan Miró, Antonio López, Isabel Quintanilla, Julio López o Ángel Carranz.  Es una pena que estos aniversarios tan gloriosos (un siglo y medio) pasen sin pena ni gloria por el escaso interés que las autoridades académicas de España y de la Comunidad de Madrid muestran por la creación artística.

Con Antonio López, ex alumno de La Palma, y mi maestra Sandra Krysiak, ex profesora de La Palma, en el taller de Bellas Artes Coronado.

Yo pongo aquí mi granito de arena porque estoy en deuda con mi maestra y con mis compañeros de tallasmadera.com. Si lo sé, me jubilo antes. La talla y el tenis (junto con mis nietos) han convertido mi jubilación en una fuente de júbilo.

Mi nieta Ana Isabel con mi talla «Paternidad» en Junio de 2021 en Santa Fe, NM.

¡Feliz cumpleaños para La Palma! Me refiero a la Escuela de Arte. No al volcán canario que tanto nos estremeció.

Mi nieta, con 13 meses, ya es más alta que mi talla en palo rojo.

Una de mis primeras tallas (en madera de castaño) fue dedicada a mi nieto Leo. Tiene el troll en su cuarto. Y yo en mi corazón.

Una de mis primera tallas fue este troll para mi nieto Leo.

 

El primer abrazo de mi nieta de 9 meses

A muchos os parecerá poca cosa, una nimiedad, un abuso de autobombo en un blog público de 20 minutos. Para mí, en cambio, después del largo confinamiento, de 23 horas de viaje y de un montón de documentos sanitarios y legales, el primer abrazo de mi nieta de 9 meses ha marcado un hito en mi jubilación. Disculpadme si me paso siete pueblos. Ha sido emocionante. Y me gustaría compartirlo con todos los abuelos del mundo.

Primer abrazo de mi nieta Ana Isabel al llegar a su casa en Santa Fe, NM.

No ha sido fácil. Pero ha valido la pena. Mi nieta Ana Isabel Martínez Gabriel nació en Santa Fe, el 3 de septiembre de 2020, en plena pandemia. Todas las fronteras del mundo estaban cerradas por temor a la segunda ola de contagios del Covid y aún no había vacunas disponibles. Afortunadamente, en enero, justo después de Filomena, superé la neumonía bilateral producida por el coronavirus sin necesidad de ingresar en la UCI. La doctora me mandó a casa, con medicación de Urbason, Eparina, etc., porque tenía bastante oxigeno en las arterias. Cuando le dije que jugaba al tenis 3 ó 4 veces por semana añadió al informe del Covid positivo la palabra «deportista». Imaginaos: ¡La primera vez en mi vida que alguien me llama deportista!.

En mayo recibí mi segunda dosis de Pfizer y entonces me preparé para viajar a EE.UU. y conocer, por fin, a mi nieta. Documentos de vacunación completa, de haber pasado el Covid hacía más de 90 días, el PCR negativo dentro de las últimas 72 horas, mi libro de familia y el pasaporte de mi esposa yanqui notarizados y con la Estampilla de La Haya, el visado ESTA vigente y, lo más importante, la foto de mi nieta en la pantalla de mi móvil.

Ana Isabel en mi móvil

Facturé mi maleta con la escultura que tallé en palo rojo para mi nieta. En un ataque de inmodestia, la acompañé de fotos mías realizando la talla. Quería poder demostrar a la policía de frontera de EE.UU. que yo era el abuelo autor de la talla para su nieta y que no la había robado de ningún museo. Con los de Aduanas, en cuestiones de arte, nunca se sabe.

Abuelo en plena faena en tallasmadera.com

Enseñar la foto de mi nieta al policía de frontera fue mano de santo. Más que los documentos. Se derritió y me dejó pasar con todo mi equipaje.

A mi nieta le encantó mi escultura (un padre con su hija en brazos) de inspiración africana o picassiana.

Y sus padres, David y Chaz, tan contentos.

Mi hijo David con su esposa, su hija y mi obra de fin de curso.

Aproveché el viaje para llevar a David su regalo de Papá Noel: uno de los tres ejemplares que encuaderné de mis memorias (sin recortar) para mis tres hijos, dedicado también a su hija Ana Isabel.

Dedicatoria de «Y seguimos vivos. Recuerdos de un periodista que sobrevivió a la Dictadura».

Ante el primer corsé de madera…del mundo

No soy crítico de arte. Desde que me jubilé como director general de 20 minutos, apenas soy un aficionado a la talla y escultura en madera. En tiempos de pandemia, y especialmente para salir con éxito de este largo confinamiento, os recomiendo que realicéis algo con las manos. Conmigo ha funcionado. Crear algo desde la nada (un cacho de madera, por ejemplo) os hará sentir como si fuerais dioses. O, por lo menos, os relajará bastante la tensión acumulada desde que nos atacó el coronavirus. O sea, contra pandemia, arteterapia. Y eso es lo que hacemos en tallasmadera.com o en la Escuela de Arte La Palma (Madrid) donde mi maestra, Sandra Krysiak, es profesora. Ayer celebramos públicamente con ella uno de sus éxitos que, sin que parezca autobombo, me gustaría compartir con vosotros.

La diseñadora Maya Hansen tuvo la idea de exhibir un corsé de madera en la pasarela de moda más importante de Madrid, la antigua Cibeles. Un sueño imposible (una locura) hasta que descubrió la web de mi maestra.  Como Napoleón, Sandra piensa que «lo difícil se hace, lo imposible se intenta».  Aceptó el reto a partir de un boceto de la gran diseñadora y talló el primer corsé de madera… del mundo.  Fue un éxito en España y en pasarelas de medio mundo. Ayer pudimos verlo de nuevo en la Galería Primavera, 9 (Lavapies, Madrid) y allí estará hasta el 17 de junio.

Mi maestra, Sandra Krysiak, ante el corsé que talló en madera para la diseñadora Maya Hansen.

La madera presenta muchas dificultades, casi nunca insalvables. En clase decimos que las vetas te hablan y el nudo te grita. Pero hay pocas cosas comparables a la satisfacción de la obra bien hecha. La felicidad suele ser proporcional a la dificultad del reto asumido.  Eso dice la maestra.

La modelo luce el corsé de madera en la pasarela de Madrid

Lo que parecía imposible, se hizo.

El desbaste a golpe de gubia y formón.

 

Y aquí estoy yo presumiendo ayer de mi maestra, por si me sube la nota.

Y, para presumir mas aún, aquí estoy con la gran diseñadora Maya Hansen en persona.