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Mi nieta y mi escultura, en el 90 Salón de Otoño

Hoy me toca presumir. Mi nieta Ana Isabel pudo, al fin, ver mi obra «Sol y sombra juvenil», seleccionada y expuesta en el 90 Salón de Otoño de la AEPE. Tuve suerte ya que la exposición (26 de octubre-26 de noviembre) fue clausurada ayer mismo en la Casa de Vacas del Retiro de Madrid. Mi nieta y sus padres han venido desde Santa Fe (New Mexico) para compartir el pavo de Thanksgiving con toda la familia. Gracias, David, por llevarla. Ana Isabel crecerá cerca de esa obra que tallé pensando en ella y en la coleta que le peina su madre, Chaz Gabriel.

Mi nieta Ana Isabel Martínez Gabriel con sus padres, Chaz y David, ayer, en el 90 Salón de Otoño de la AEPE.

El sábado no puede llevar a mi nieto Leo a la Expo ya que tuve que acompañarle a su clase de tenis, mientras su madre Andrea y sus tíos David y Erik preparaban la comilona de Thanksgiving. Ayer me tocó recoger y fregar.

Mis tres niños (David, Andrea y Erik)

Mi hijo David, chef en Santa Fe (N.M), preparó el pavo de Thanksgiving aplicando la base de su receta profesional: «Salt, Pepper and Love». La lleva tatuada. Cuando yo cocino, no la olvido.

Mi nieto Leo y su tío David preparan el pavo de Thanksgiving con «sal, pimienta y amor».

Hoy vuelvo a tallasmadera.com para resolver la primera prótesis de madera de sapeli (¡qué nervios!) que he colocado en la mano de un colega que sujeta su periódico para golpear a otro colega.

La prótesis de la mano que sujeta el periódico casi no se nota. Eso creo yo. La veta de sapeli es muy traicionera.  A ver qué me dice Sandra Krysiak, la maestra…

Prótesis de madera de sapeli injertada en la mano de un periodista.

En la foto, soy yo mismo sujetando El País y El Mundo en la plaza de Castilla de Madrid. En la talla me pondré más pelo.

Si tengo que copiar o inspirarme en alguien, prefiero hacerlo con los grandes. En esta ocasión, me inspiro nada menos que en «Duelo a garrotazos» de Francisco de Goya. ¡Ahí queda eso!

«Duelo a garrotazos» de Goya. ¡Qué penosa estampa tan española!

Leo y Ana Isabel. Escribo y tallo madera para ellos…

Desbaste de «Sol y sombra juvenil» en madera de ukola. Durante un mes (26 de octubre a 26 de noviembre) he presumido de mi talla en el 90 Salón de Otoño de la AEPE en la Casa de Vacas del Retiro. La obra de un becario codeándose con obras de los grandes escultores…  ¡Casi na!

Con la Zozobra se queman los pesares del año en Santa Fe

Varios miles de personas han celebrado en Santa Fe (NM) la quema 199 de Zozobra, un muñeco de 15 metros que lleva dentro mensajes con los pesares y problemas del año. Un espectáculo singular con raíces milenarias.

Levantando Zozobra antes del a quema

Zozobra tiene una mesa y una dirección online donde se depositan y recogen los pesares escritos de los ciudadanos para introducirlos en el muñeco. Zozobra acepta todo tipo de problemas: quejas, multas, hipotecas, divorcios, pleitos, enfermedades, desastres naturales, políticos, religiosos… Cualquier cosa que nos haya generado alguna zozobra o angustia o pesar tiene cabida dentro del muñeco.

Como había tanta gente en el parque, lo he vuelto a ver mejor en la tele.

Adiós a los viejos problemas… hasta la Zozobra del año que viene que celebrará su primer centenario.

Yo veo algunas raíces bíblicas de Zozobra en el chivo expiatorio (scape goat) que los hebreos echan al desierto llevando dentro todos los pecados del mundo. También puede ser cabeza de turco, que paga por los pecados de otros.

La Plaza de Santa Fe se llena de turistas

En Santa Fe es tiempo de fiesta. Estos días se llena de turistas de California y de Texas.

En los soportales del Palacio del Gobernador se instalan los nativos para vender su artesanía. Abundan las turquesas de los navajos.

Hay un gran mercado del arte y grandes esculturas de madera por las calles y plazas (¡qué envidia!).

Para nosotros, mañana se acaba la fiesta. Regresamos a España y nos perdemos la carrera de cerdos (pig race) que celebran aquí cada año.

Hay una gran mezcla de culturas en Santa Fe (NM). El campeonato de cerdos lo han copiado seguramente de la Inglaterra profunda donde siguen celebrándolo. Y la quema de la Zozobra puede tener orígenes algo turbios en las hogueras de nuestra Inquisición. ¿Quién sabe?

En dos días volvemos a casa. ¡Como mi Egpaña no hay na!

 

La Justicia y la Prensa pierden a Bonifacio de la Cuadra. Y yo, a un amigo

Tan feliz ayer con mis nietos Leo y Ana Isabel, en Santa Fe (NM), y hoy tan triste porque se nos ha muerto Bonifacio de la Cuadra, nuestro querido y bondadoso Boni. He compartido muchos años con él en la redacción de El País. Sin embargo, en la hora de su muerte, lo que más recuerdo -no me lo puedo quitar de la cabeza- fue el día que lo conocí en el otoño 1969.

Con 22 años, recién casado en mayo de ese mismo año con Ana Westley, en mi último curso de Periodismo, y sin un duro, fui contratado por Manuel Martín Ferrand como auxiliar de redacción de nuevo diario Nivel, que debería salir muy pronto a los quioscos. Y allí me encontré por primera vez con Boni, siete años mayor que yo, y a quien consideré pronto como un maestro del buen periodismo, ese periodismo que existió y existe, aunque algunos, cínicos o ignorantes, no lo crean.

Nivel nació el 31 de diciembre de 1969. Ese mismo día, siguiendo las órdenes del dictador, el Gobierno cerró el periódico y la Policía requisó todos los ejemplares. El «diario nacional de la mañana» se convirtió, por orden de Franco, en el diario nacional de «una» mañana. Todos al paro.

En Nivel, hice una buena apuesta de amistad con Ismael López Muñoz, Vicente Verdú y Bonifacio de la Cuadra. Como diría el sabio Lazarillo de Tormes, «me acerqué a los buenos para ser uno de ellos». Pronto se me fueron los tres de este mundo y me quedé solo, pero con sus enseñanzas y los recuerdos entrañables que habíamos compartido en Nivel y seguimos compartiendo, durante años, en El País.

Boni era bueno, generoso y fiable. Y te reía hasta los chistes malos. Pocas veces dejó de sonreír y de animar y ayudar a los colegas. El mes pasado dimos sepultura a Ramón Lobo. En el cementerio, busqué a Boni y pregunté por él. «Ya está en paliativos», me dijo un amigo común. ¡Maldito cáncer! La buena Justicia y la buena Prensa (ambas existen) te debe mucho, querido Boni. Estoy en Santa Fe (NM), a 8.000 kms de Madrid, y no podré despedirte como quisiera. He leído, no sin emoción, el obituario que nuestra Sol Gallego te dedica en El País. Se queda corta. Descansa en paz, amigo.

Con tu recuerdo, he releído las páginas que dediqué a Nivel, nuestra hermosa aventura, en mis memorias «La prensa libre no fue un regalo». Las copio y pego a continuación.

alo,  Pag. 113 de «La prensa libre no fue un regalo»

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Cena con mis nietos Leo y Ana Isabel

Jugando con mis nietos en la Alameda de Santa Fe (NM)

Ya veis. Ayer, tan feliz, jugando con mis nietos en San Fe y hoy, tan triste, recordando a nuestro Boni. Descansa en paz, amigo.

 

 

 

 

 

 

Olga y Selma tocan el cielo de nuestro fútbol. Gracias

Hoy cumple años mi princesa, Andrea, (¡felicidades!), pero la tengo con su madre en Boston, a 6.000 kilómetros de mí. Pronto lo celebraré con ella en Santa Fe (N.M.). Ayer fue un día de éxito en el tenis (la gané a mi hijo Erik por 6-3 y 6-3) y de regusto por la alegría que nos han dado Olga y Selma (de dos minorías maravillosas) al meter a España en la final del mundial de fútbol femenino. Tuve, además, emociones adicionales. Me reencontré con el gran artista Jeff Espinoza (mi amigo y pareja de tenis durante muchos años). Escribo en mi sótano (con ventilador), voy a clase de tallasmadera.com y cuido el jardín y los gatos. ¡Ah! Y tenemos una mesa progresista con la socialista Francine Armengol al frente del Congreso. ¿Qué más puedo pedir?

Con sus dos goles, Olga y Selma entran en la historia del fútbol español y el domingo, ¡ojalá!, del fútbol mundial.

Texto de Pedro Rubio en Facebook.

¡Qué gran partido de tenis! Ayer gané a mi hijo Erik por 6-3 y 6-3. Para que no se fie ni de su padre…

Una foto para recordar la victoria de un abuelo en forma. Gracias por la camisa que me ha traído Erik de Hawai, antes del incendio fatal.

Ayer tuve el privilegio de escuchar los últimos ajustes del próximo álbum de Jeff Espinoza, en el estudio de grabación de Carlos Sartorius, otro gran músico y musicólogo.

Y Jeff y yo lo celebramos con un feliz almuerzo.

Entre tanto, desde Boston, me llega esta imagen feliz de mi chica saboreando los bogavantes de su tierra. ¡Guapa!

Y mi hija Andrea me envía esta foto emocionante de mi nieto Leo en el barco que le lleva al campamento de Bear Island, Laconia,(N.H:). Allí pasaron muchos veranos mis tres hijos cerca de sus abuelos maternos. Leo ya dice que es tradición.

Y por si acaso faltara algo para no olvidar su cumpleaños, Andrea me envía estas fotos desconocidas del archivo de su tío Brandon Westley. Las copio y pego aquí (con permiso de 20minutos.es) solo con la intención de presumir de cuando éramos jóvenes. Y para que no se pierdan en la nube.

JAMS con mucho pelo

Mi chica, Ana Westley, poco antes de conocerla. La misma sonrisa…

Soy yo, no el Ché

Esa estantería la hice yo solito en nuestra casa de Las Matas. Habíamos fundado Cambio 16 en 1971.

¡Feliz verano a todos! El lunes me voy lejos. Mi nieta Ana Isabel Martínez Gabriel (hija de Chaz Gabriel y David Martínez Westley) cumplirá 3 años el 3 de septiembre en Santa Fe (N.M.). Ese cumpleaños no me lo pierdo.

Mi nieta Ana Isabel, a punto de cumplir 3 años.

Odnoder, con Botero y Plensa, en la milla de oro de Madrid

Grandes escultores, como Botero o Plensa, van a exponer sus obras al aire libre en la milla de oro de Madrid (calle Ortega y Gasset).

Obra de Fernando Botero.

Obra de Jaume Plensa.

Pablo Redondo, Odnoder, mi colega de tallasmadera.com, con quien aprendí a tallar mi primer cuenco, al jubilarme en 20 minutos, es uno de esos grandes artistas elegidos.

«La danza del viento» de Odnoder, junto a otras obras de grandes escultores, en plena calle.

Permitidme que presuma de mi colega de talla, arquitecto reconvertido ya en maestro de la gubia. Hay motivo. Hace tiempo que salió del taller de nuestra maestra Sandra Krysiak y vuela solo… y muy alto. ¡Enhorabuena, querido Pablo!

Pablo Redondo, Pedro Sanz Labajos, Sandra Krysiak y un servidor, en la Escuela de Arte La Palma donde mi maestra da clases.

Presumiendo de mi pequeña obra «La idea», en el taller de Odnoder (a la izquierda). Debajo, nuestra maestra, Sandra Krysiak, con una de sus obras.

En la web de tallasmadera.com, nuestra maestra también presume de sus alumnos que triunfan como Pablo Redondo y otros.

Alumnos que triunfan…Pablo es uno de ellos. Una de sus obras en su Exposición en O lumen.

También yo puedo presumir (en minúscula), aunque vuele bajo, de algunas de mis modestas obras incluidas en la selección de tallasmadera.com.

«Paternidad» que tallé en palo rojo para mi hijo David cuando nació su hija Ana Isabel. Se la llevé a Santa Fe (NM). Mi nieta ya es más alta que la escultura.

 

 

 

«Pensar con las manos»…. desde hace 150 años

El día que me jubilé en 20 minutos busqué en Internet «cómo aprender a tallar madera». Me salió la Escuela de Arte La Palma, Madrid, que pronto cumpliría 150 años y por dónde han pasado los grandes escultores españoles.  Conocí a su director, Pedro Sanz Labajos, quien me animó a matricularme allí.

Con Pedro Sanz, director de La Palma, en mi casa, presumiendo de mi relieve del «Arco de Averroes». Me regaló una maza de encina hecha por él mismo. Una joya.

Pero la escuela oficial exigía dedicación plena: toda una carrera de varios años. No ofrecían cursos ni seminarios especializados en talla y escultura en madera. Entonces opté por el taller (tallasmadera.com) por horas de una maestra particular: Sandra Krysiak, licenciada en Bellas Artes y ex profesora de La Escuela de Arte La Palma. Fue un acierto.

Con mi maestra de talla, Sandra Krysiak, y el espléndido corsé que ella talló para Maya Hansen.

Ahora se cumplen los 150 años de vida de la Escuela de Arte La Palma. Lo acabo de ver en ABC que publica una entrevista con Pedro Sanz Labajos. Por allí pasaron artistas como Juan Gris, Joan Miró, Antonio López, Isabel Quintanilla, Julio López o Ángel Carranz.  Es una pena que estos aniversarios tan gloriosos (un siglo y medio) pasen sin pena ni gloria por el escaso interés que las autoridades académicas de España y de la Comunidad de Madrid muestran por la creación artística.

Con Antonio López, ex alumno de La Palma, y mi maestra Sandra Krysiak, ex profesora de La Palma, en el taller de Bellas Artes Coronado.

Yo pongo aquí mi granito de arena porque estoy en deuda con mi maestra y con mis compañeros de tallasmadera.com. Si lo sé, me jubilo antes. La talla y el tenis (junto con mis nietos) han convertido mi jubilación en una fuente de júbilo.

Mi nieta Ana Isabel con mi talla «Paternidad» en Junio de 2021 en Santa Fe, NM.

¡Feliz cumpleaños para La Palma! Me refiero a la Escuela de Arte. No al volcán canario que tanto nos estremeció.

Mi nieta, con 13 meses, ya es más alta que mi talla en palo rojo.

Una de mis primeras tallas (en madera de castaño) fue dedicada a mi nieto Leo. Tiene el troll en su cuarto. Y yo en mi corazón.

Una de mis primera tallas fue este troll para mi nieto Leo.

 

Visto desde fuera, no estamos tan mal

Salir de Madrid y de España, por primera vez en año y medio de pandemia, es un alivio. Pasar 10 días en Santa Fe (N.M.) con mi nieta de 9 meses, a quien no conocía, es “la felicidad”.

Mi nieta Ana Isabel duerme en mis brazos: La felicidad.

Además, comprobar que David, mi hijo pequeño, se ha convertido en un padre ejemplar es un orgullo.

¿Es un Zurbarán o un Caravaggio? Es mi hijo David compartiendo la siesta con su hija en brazos

Ya sé que estas cuestiones personales menores no son asuntos dignos de un blog. Sin embargo, también me gustaría dejar constancia de algunos cambios significativos que he notado al visitar el Imperio. Mi conclusión es que, visto todo desde fuera, en España no estamos tan mal. Decía San Agustín: «Cuando me considero, soy un pecador; cuando me comparo, soy un santo». Pues algo así me ha pasado a mí al comparar Estados Unidos con España. No estamos tan mal como pensaba. Claro que «mal de muchos, consuelo de tontos». Pero ya es algo.

Mi nieta, vestida de fiesta, entre su madrina y su madre.

Después de haber pasado por el dulce lavado de cerebro de Harvard (1976/77) y haber sido corresponsal en Estados Unidos por dos veces (grupo PRISA 1987/88 y RTVE 1995/96) llegué a pensar – ¡pobre de mí- que conocía bien este país salvaje y maravilloso. Estados Unidos, después del huracán antidemocrático de Trump, ya no es lo mismo. ¡Qué peligro para la democracia más antigua del mundo! Las heridas, aún sin cicatrizar, están a flor de piel. Me recuerdan las de los años 60 y 70 durante la guerra del Vietnam. Tampoco yo soy la misma persona. Con ojos de abuelo jubilado, sin necesidad de contrastar la noticias antes de publicarlas, se ven las cosas de otra manera. Claro que no sé si sabré comunicarlo como si fuera un periodista en activo. No lo soy.

Espléndida tertulia y cena con Carolence y Jo, los padrinos de mi nieta.

Por mis conversaciones con amigos y vecinos, por las noticias de distintas emisoras y periódicos, Estados Unidos tardará en sanar las heridas abiertas por el nacionalismo exacerbado, las noticias falsas y las teorías de las conspiraciones inventadas de los seguidores de Donald Trump. A medida que los negros y los hispanos, también los asiáticos, se abrían paso en la clase media norteamericana, los blancos ignorantes y empobrecidos por la gran crisis de 2008 se sentían amenazados. Los primeros inmigrantes blancos, que desplazaron, casi aniquilaron con su «destino manifiesto» de pueblo elegido, a los nativos americanos, temen ahora convertirse en una minoría. A favor de la guerra de Vietnam, muchos obreros blancos (los cascos duros) se pasaron a la derecha nacionalista y racista. Y ahí siguen. La llegada de Barak Obama a la Casa Blanca destapó la caja de los truenos en esa derecha blanca nacionalista. La victoria de Trump fue, entre otras cosas, una revancha con notable carga racista contra el primer presidente negro. También fue una revuelta contra las élites políticas de Washington alejadas de la sociedad real. No debemos olvidar que Hillary Clinton les llamó «deplorables».  Y perdió.

Escultura que tallé en palo rojo para mi nieta.

He visto a la sociedad norteamericana tan dividida y enfrentada como cuando la conocí, por primera vez, hace 50 años. También la he visto más mezclada, con abundantes mestizos, mulatos, afroasiáticos y toda clase de combinaciones raciales que la enriquecen. Estados Unidos anticipa cómo será la Humanidad en un futuro no muy lejano. Mi nieta, sin ir más lejos, es fruto de Chaz, una madre de las islas Palao, antigua colonia española en medio del Pacífico, con mezcla de Filipinas y Japón, y de David, un padre nacido en New Jersey con raíces en Noruega y en España. Si observáis la mano derecha de mi nieta, veréis en su piel la marca asiática de Gengis Khan. ¡Qué maravilla!

Ana Isabel Martínez Gabriel.

 

La mezcla racial y cultural mejora al ser humano. Hace que la cooperación supere a la confrontación. Nos aleja de la guerra. Además, es imparable. El racismo que todos sufrimos bajo nuestra piel es superable. Ojalá los racistas y nacionalistas extremos norteamericanos lo admitan algún día. Hasta entonces no habrá paz en Estados Unidos. La tensión es palpable. He visto las heridas del racismo a flor de piel. Lástima.

El racismo anti inmigrante de Vox en España (la pus salida del viejo PP) y de los supremacistas separatistas catalanes es poca cosa si lo comparamos con lo que he visto en mi viaje a Santa Fe pasando por Dallas. Ojalá el presidente Biden alivie esa herida reabierta por los supremacistas de Trump. Repito: visto desde lejos, en España no estamos tan mal como yo pensaba antes de conocer a mi nieta. Las comparaciones no son siempre odiosas.

Tres culturas, casi mezcladas, en Santa Fe.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Santa fe

Babyfirst

Sin noticias de España. Un paréntesis. Ayuso, Rey, indultos

Cece y Michael pre contact no prehistoricos

Jo y Carol

Van  Nabocov

Tesuqui y David

Español como en casa

Nieta española de Palao.

Serafina.

 

 

Fotos

Nieta dormida

Comida

Tesuqui

De gitana con padrinos

Para entrar solo vacuna

 

 

Juan Marsé, él solo, redime a Cataluña

El 18 de julio (¡menuda fecha!) se cumplirá un año de la muerte del escritor catalán más universal desde los años sesenta del siglo pasado. La vida y la obra de Juan Marsé basta para redimir a toda Cataluña de los desastres morales y políticos del nacionalismo supremacista. Y me quedo corto. Lo supe cuando leí algunas de sus obras (desde «Últimas tardes con Teresa» hasta «Esa puta tan distinguida»).

Un vuelo de Madrid a Santa Fe, N.M., bien aprovechado, da para mucho.

Lo he confirmado al leer de un tirón, en vuelo transatlántico, «Notas para unas memorias que nunca escribiré», su diario intimo publicado por Lumen hace tres meses. Desde que descubrí, en los años sesenta, al Pijoaparte, «el charnego irreductible», siempre quise saber más de Juan Marsé. Sobre todo, después de haber sido yo mismo un charnego feliz en Barcelona. Con su obra póstuma lo he conseguido. ¡Qué personaje! Aquí tienes a un hombre, Diógenes, No busques más.

Contraportada de su último libro.

Hace 11 años, estaba a punto de entrar en un parking subterráneo cuando Marsé comenzó su discurso como Premio Cervantes. Quedé tan enganchado a su prosa que, para no perder la conexión con Radio 5, me quedé todo el rato aparcado en la calle en doble fila. Su discurso bien valía una multa de tráfico. Ese mismo sentimiento he tenido ahora al leer estas notas que Ignacio Echevarría define como «el más íntegro y despiadado autorretrato del  escritor».  Marsé no se muerde la lengua y aquí mezcla joyas literarias, hasta filosóficas, con barbaridades e insultos a diestra y siniestra. Se muestra desnudo, crítico y fiero, sobre todo con él. «Un día prácticamente sin lectura. ¿Seré imbécil!». «¡Qué agudo a veces, qué intenso el sentimiento de haber malgastado mi vida».

Dos páginas de su agenda íntima.

Apenas deja algunos títeres con cabeza, pero sus críticas tienen sentido. También resuma ternura, «en la antesala del olvido», cuando recuerda a su amigo Jaime Gil de Biedma o juega con su nieto Guille o huele el limonero de Calafell bajo «el sol de la infancia» machadiano: «La infancia -escribe- es el campo nutricional de los escritores de ficción que más aprecio».

Nació un 8 de enero, como yo, pero en los años 30, y, también como yo, creció marcado por la postguerra de los vencidos. «Por la mañana, cuando me afeito, veo asomar en el espejo el frío y el hambre del niño que fui en la postguerra». Su cumpleaños quedó marcado por la muerte, ese mismo día, de su amigo Gil de Biedma: «El día 8, mi cumpleaños, hará quince años de la muerte de Jaime. Nunca pensé sobrevivir quince años a Jaime. Mi terco cumpleaños y su muerte unidos extrañamente».

Portada de su último libro.

Es despiadado con el ex presidente Aznar , con las «plumas más babosas del país», con el periodismo basura y con el nacionalismo en todas las direcciones. «Me he cagado en todos ellos y me seguiré cagando en público y en privado» (2017). «Sigue apestando la mierda del PP con Aznar despidiéndose de lo que él cree un legado político imperecedero». «Armas de destrucción masiva,I, y el rostro de Urdaci, el lacayo de Aznar. ¿Qué vergonzosa entrevista hoy en TVE» (19 de enero de 2004). «Aznar («marrullero y mediocre, siniestro, sin escrúpulos, de talante realmente miserable») vivirá su descrédito hasta el fin de sus días». «Ese ‘eje del mal’ del que tanto habla Bush se le ha metido a Aznar en el culo y se ve que le da gusto».

Sus notas de abuelo de Guille no tienen desperdicio: «Debería enfadarme conmigo mismo por esa indolencia, por dejar que mi nieto me ocupe tantas horas. Pero me gusta estar con él, me divierte y me descansa. Sé que debería trabajar más, pero en fin bueno, y además qué importa, que el arte es largo y la vida es corta…» » Lo malo del día: no ha venido Guille. A ver mañana».

¡Cómo le comprendo! Por cierto, ¿que hago yo regodeándome aquí con su ultimo libro cuando descubro que se ha despertado mi nieta? Siguiendo lo que aprendí es las notas del maestro, cierro el portátil ahora mismo y vuelvo a jugar con Ana Isabel, de 9 meses. Por la pandemia, la conocí (vacunado) hace seis días en su casa de Santa Fe, N.M. Su sonrisa alegra mi vida, por corta o larga que sea. Adiós.

El lunes pasado pude dar el primer abrazo a mi nieta Ana Isabel. Ya me reconoce.

 

 

 

El primer abrazo de mi nieta de 9 meses

A muchos os parecerá poca cosa, una nimiedad, un abuso de autobombo en un blog público de 20 minutos. Para mí, en cambio, después del largo confinamiento, de 23 horas de viaje y de un montón de documentos sanitarios y legales, el primer abrazo de mi nieta de 9 meses ha marcado un hito en mi jubilación. Disculpadme si me paso siete pueblos. Ha sido emocionante. Y me gustaría compartirlo con todos los abuelos del mundo.

Primer abrazo de mi nieta Ana Isabel al llegar a su casa en Santa Fe, NM.

No ha sido fácil. Pero ha valido la pena. Mi nieta Ana Isabel Martínez Gabriel nació en Santa Fe, el 3 de septiembre de 2020, en plena pandemia. Todas las fronteras del mundo estaban cerradas por temor a la segunda ola de contagios del Covid y aún no había vacunas disponibles. Afortunadamente, en enero, justo después de Filomena, superé la neumonía bilateral producida por el coronavirus sin necesidad de ingresar en la UCI. La doctora me mandó a casa, con medicación de Urbason, Eparina, etc., porque tenía bastante oxigeno en las arterias. Cuando le dije que jugaba al tenis 3 ó 4 veces por semana añadió al informe del Covid positivo la palabra «deportista». Imaginaos: ¡La primera vez en mi vida que alguien me llama deportista!.

En mayo recibí mi segunda dosis de Pfizer y entonces me preparé para viajar a EE.UU. y conocer, por fin, a mi nieta. Documentos de vacunación completa, de haber pasado el Covid hacía más de 90 días, el PCR negativo dentro de las últimas 72 horas, mi libro de familia y el pasaporte de mi esposa yanqui notarizados y con la Estampilla de La Haya, el visado ESTA vigente y, lo más importante, la foto de mi nieta en la pantalla de mi móvil.

Ana Isabel en mi móvil

Facturé mi maleta con la escultura que tallé en palo rojo para mi nieta. En un ataque de inmodestia, la acompañé de fotos mías realizando la talla. Quería poder demostrar a la policía de frontera de EE.UU. que yo era el abuelo autor de la talla para su nieta y que no la había robado de ningún museo. Con los de Aduanas, en cuestiones de arte, nunca se sabe.

Abuelo en plena faena en tallasmadera.com

Enseñar la foto de mi nieta al policía de frontera fue mano de santo. Más que los documentos. Se derritió y me dejó pasar con todo mi equipaje.

A mi nieta le encantó mi escultura (un padre con su hija en brazos) de inspiración africana o picassiana.

Y sus padres, David y Chaz, tan contentos.

Mi hijo David con su esposa, su hija y mi obra de fin de curso.

Aproveché el viaje para llevar a David su regalo de Papá Noel: uno de los tres ejemplares que encuaderné de mis memorias (sin recortar) para mis tres hijos, dedicado también a su hija Ana Isabel.

Dedicatoria de «Y seguimos vivos. Recuerdos de un periodista que sobrevivió a la Dictadura».