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Mi talla, por San Valentín, en el salón de mi casa

Este ha sido el mejor regalo de mi chica (awestley.com) para celebrar el Día de los Enamorados. Me ha concedido el honor de que mi última talla («Quema de libros por la Inquisición») se codee temporalmente con sus óleos, junto a la tele, en el salón de casa.  No es poca cosa. Aun con sus defectos (disimulados con la lija), estoy orgulloso de mi obra de jubilado inspirada en Juan de Juni.

Mil última talla, en el salón de mi casa. Nada menos. Las anteriores siguen en el sótano.

El óleo «Encrucijada» (sobre mi talla) fue catalogado en el Salón de Otoño de la AEPE.

La comencé en tallasmadera.com antes de la pandemia del Covid. Algunos colegas escultores pensaron, seguramente con razón, que estaba loco. Incluso mi gran maestra, Sandra Krysiak, tuvo dudas razonables de que pudiera acabarla algún día. No saben lo cabezón que soy cuando decido iniciar algún proyecto por loco que parezca. Basta con repasar mi libro de memorias («La prensa libre no fue un regalo») para conocer lo pertinaz que soy. No sabía que era… imposible. Varias veces perdí los dedos de algunos inquisidores y los pegué con cola blanca. Ni se nota. «Tengo mis huesos hechos…» al fracaso. A mi provecta, estoy bastante curado de espanto. Por eso, el curso pasado retomé la talla, inspirada en una que me impresionó, en un viaje inolvidable, en el Museo de León.

Lijando la «Quema de libros»

Un poco de tinte para disimular fallos…

Así dejé mi talla cuando me contagié del Covid.

Estoy muy agradecido a mi maestra por su enseñanzas… y por su paciencia conmigo. Gracias a su magisterio la AEPE seleccionó y catalogó la primera obra que presenté al Salón de Otoño del 2023. Y celebro haber elegido madera de cerezo, bastante noble, para la Quema de libros.

¿Vuelven los quemadores de libros? ¡Santo cielo!

Mi nieto Leo me ayudó ayer a lijar mi ultima talla («Quema de libros por la Inquisición»), inspirada en la de Juan de Juni (Siglo XVI, Museo de León). Leo me preguntó por qué quemaban los libros.

Mi nieto Leo me ayuda a lijar… y me hace preguntas difíciles.

Le respondí con una frase del poeta Heine: «Empiezan quemando libros y acaban quemando personas». «Nunca te fíes de quienes queman libros», le dije. «Franco, ese de las monedas que coleccionas, también quemaba libros». Y seguimos lijando.

Mi última talla en madera de cerezo español que me valió el aprobado en tallasmadera.com

Le mostré un dibujo del gran Forges que tengo pegado junto a mis libros.

Forges siempre celebró la Feria del Libro… a su aire.

Luego vi al líder de VOX en el debate de TVE y, otra vez, el miedo recorrió mi cuerpo.

Carteles de Abascal y de Franco. Tal para cual.

¿Podemos retroceder tanto después del 23-J? Como diría mi amigo Peridis: «Todo es empeorable». Ojalá que no. Ida a votar. Os lo ruego. La libertad de expresión y creación pueden estar, otra vez, en peligro. Y la prensa libre, ¡no digamos!

Mi libro «La prensa libre no fue un regalo». Ed.Marcial Pons

Esconderé mi talla para que no me la quemen. Por si acaso.

El Debate de anoche en TVE me ha dado una cierta esperanza. Algunos indecisos pueden haberse percatado del peligro que corre nuestra libertad si no votan correctamente. O sea, contra la restauración de la censura.

Mi entrevista preelectoral en 1993 con Aznar. Después de la de 1996, ganó y me despidió.

Le entrevista valiente y honesta de Silvia Inchaurrondo a Feijóo (convertido entonces en Fakejóo) dejó KO al líder (provisional) del PP.

¿Se ha ido ya Silvia?

Por el efecto en las redes sociales del ridículo que hizo al desmentir con más mentiras las correcciones oportunas de Silvia, veo un rayo de esperanza.

Su ausencia cobarde en el debate a tres de anoche en TVE también puede pasarle factura. No solo se ausentó para evitar la vergüenza de aparecer junto a Abascal (como dijo Sánchez) sino para que Yolanda Díaz no le preguntara por su amistad de tantos años con el famoso narco gallego Marcial Dorado.

Todos los gallegos, menos Feijóo, sabían que Dorado era un narco importante.

El narco, que le invitó a muchos viajes y vacaciones, declaró que su esposa le servía el desayuno a Feijóo.

¿Terminó ya el Debate?

El PP puede no formar Gobierno con VOX después del 23-J.  Al tiempo. Sus mentiras le pueden pasar una gran factura. Eso le pasó al mentiroso José Maria Aznar cuando el 11-M de 2004 engañó a toda España con eso de ETA en el atentado yihadista de Atocha. El PP perdió, con razón, aquellas elecciones. Ojalá las vuelva a perder el 23-J. Mi talla y mis libros estarán a salvo.

Ya nos avisó Forges de lo que nos podría pasar si no espabilamos.

Goya entra en el Ateneo de Madrid

Con 200 años de retraso, Goya entró, por fin, en el Ateneo de Madrid con la firma de 40 ateneístas y la venia de nuestro presidente Luis Arroyo. Fue un acto apasionante, sin exceso de erudición y cargado de admiración y amor al genio aragonés y a su obra. Si digo la verdad, yo acudí esta semana al acto de presentación oficial de la Agrupación Francisco del Goya del Ateneo principalmente para aplaudir a Paco Forte, su presidente/fundador, que es un amigo y paisano almeriense a quien admiro. No me arrepentí. Valió la pena.

Francisco Forte (de Instinción, Almería), presidente fundador de la Agrupación Goya del Ateneo de Madrid, invidente desde los 10 años.

La pintora Mayte Pedraza presentó a los participantes (Luis Arroyo, Paco Forte, Francisco Castañón y Antonio Chazarra) y nos lanzó una pregunta: «¿Era Goya un genio porque estaba loco o se volvió loco porque era un genio?».

Francisco Castañón, Mayte Pedraza, Francisco Forte y Antonio Chazarra

El discurso inaugural de mi paisano, el economista Paco Forte, fue una biografía apasionada del pintor, cuya obra él no podía ver, y sobre los males y bellezas de España que Goya inmortalizó. Me impactó. De no ser por su bastón de la ONCE y sus gafas oscuras, nadie hubiera adivinado que el promotor de la Agrupación de Estudios Pictóricos y Sociales Francisco de Goya, es invidente desde los 10 años. También Goya, por sordo, hubiera sido, como él, un miembro ilustre de la ONCE.

Con Paco Forte y Emilia Mtz. Garrido, concejala de Madrid por el PSOE.

Forte nos describió a muchos Goyas: el de los cartones para tapices, murales y grabados, el de los desastres de la guerra, el de las fiestas populares y las pinturas negras, el pintor de Cámara, el académico, el amante (¿bisexual?), el crítico contra el fanatismo religioso y la Inquisición, el afrancesado, fiel a los ideales de la Ilustración, que alaba al rey José I, el patriota que, con el corazón roto, sufre y reacciona contra la invasión napoleónica, el sordo, que nunca perdió la curiosidad por aprender… A sus 80 años, sordo y exiliado en Burdeos, huyendo del rey felón, escribió «aún estoy aprendiendo».

El profesor Chazarra celebró la creación de esta agrupación en el Ateneo porque sobre Goya, pese a los cientos de libros publicados sobre él y su obra, no está todo dicho. Hay mucho por descubrir, «mucha tela que cortar», porque es un genio inabarcable, lleno de enigmas, que nos hace pensar.

El profesor Castañón nos dio una visión del genio poliédrico y de su época, cargada de erudición, ciencia y arte: la razón frente a la superstición, la Ilustración frente a la intolerancia y la intransigencia, el progreso frente al oscurantismo, las luces frente a las sombras, el reformismo frente a la revolución, el liberalismo frente al absolutismo, la libertad frente a la cadenas del rey felón, la búsqueda de la felicidad, el amor a la patria, el conocimiento frente a la ignorancia… En verdad, los temas de Goya son los de hoy. Nos afectan, nos muerden.

El libro de Berna con el «Duelo a garrotazos» de fondo (y descolorido) en mi mesa de trabajo.

En todas las intervenciones sobrevoló la última obra recién publicada («Goya en el país de los garrotazos) por mi colega Berna González Harbour (de El País y ex redactora de El Sol) que os recomiendo vivamente. Berna excusó su asistencia por estar fuera.

Todas las intervenciones alabaron las excelencias del genio aragonés, pero Goya no era tan perfecto como lo pintan. ¿Quién lo es?La sordera le aisló y agrió su carácter. Nadie mencionó su corazón roto por la lucha interior entre sus ideales ilustrados de la revolución francesa (Libertad, Igualdad y Fraternidad) y la rebelión popular del 2 de mayo de 1808 contra los franceses. Nadie, salvo Berna en su libro, sugiere la homosexualidad (o bisexualidad) de Goya descubierta en su correspondencia con su más que amigo Martín Zapater.

Goya fue también el gran reportero de su época que, con sus luces y sombras, retrató de maravilla. Al concluir el acto, me quedé con la voracidad del genio por aprender… y con el valor intelectual de mi amigo Paco Forte quien, pese a su ceguera física, nos iluminó a todos. Gracias, Paco, por tu iniciativa.

 

Duelo a «fake news», mi pequeño homenaje al «Duelo a garrotazos» de Goya, en madera de sapeli.

En cuanto acabe con la talla, en madera de cerezo, sobre de la «quema de libros por la Inquisición» (una escena negra tan española y tan goyesca), trataré de terminar la talla inacabada, en madera de sapeli, sobre el «duelo a fake news» entre dos periodistas.

Ya me falta poco para terminar de tallar esta «Quema de libros por la Inquisición», en madera de cerezo, inspirada en la obra monumental de Juan de Juni (Museo de León)

Ambas obras quedaron abandonadas en mi sótano desde el confinamiento por el Covid (que nos dejó sin las clases de tallasmadera.com) y por escribir mi libro de memorias «La prensa libre no fue un regalo» (Ed. Marcial Pons) que tanta paz y alegrías me ha dado.

El 19 de abril, a las 9.00h., #NewPaper28, en la Sala de Conferencias de la Facultad de Ciencias de las Información de la Universidad Complutense.

Después de la velada de esta semana sobre Goya en el Ateneo, prometo volver pronto al Museo del Prado. Me lo debo.

 

 

 

 

Ayer dejé tuerto a un inquisidor… de madera

Ayer perdí la concentración necesaria para tallar los ojos de un inquisidor, quemador de libros, y le dejé tuerto. ¡Qué dolor! Le salté el ojo derecho.

Inquisidor, quemador de libros de herejes, con el ojo derecho recién pegado con cola blanca.

No tuve más remedio que pegarlo con cola blanca de carpintero y, cuando se seque, volveré a tallarlo con el pico de gorrión (la gubia en V). Por mi mala cabeza, me dio mucha rabia este pequeño accidente. Y seguramente me bajará la nota, y con razón, en tallasmadera.com.

Talla inacabada, en madera de cerezo español, inspirada en la obra de Juan de Juni sobre la «Quema de libros de un hereje» del Museo de León.

Desde que la vi, por primera vez, en «Las Edades del Hombre » en Salamanca, siempre tuve la intención de tallar una copia en miniatura. ¡Qué escena tan española! Doce inquisidores quemando alegremente los libros de un presunto hereje. Una orgía de ignorancia y salvajismo religioso. También, una bellísima obra de arte del gran Juan de Juni, autor del incomparable coro de San Marcos en León, en cuyas mazmorras estuvo preso Francisco de Quevedo.

Pasaron los años y, en cuanto me jubilé como director general del diario 20 minutos, me apunté a la clase de talla en madera de la maestra Sandra Krysiak, profesora de la Escuela de Arte La Palma. Aprobé el Primero de Cuenco y el Segundo de Relieve. Siendo yo cervantino de por vida, mi primera atrevida escultura fue, naturalmente, la cabeza de Cervantes. También le salté un ojo al autor del Quijote. Adelaida Gordillo, compañera de clase y amiga muy socarrona, me advirtió de que «Cervantes era manco y no tuerto».

Mi talla de Cervantes, con sus dos ojos, la dediqué a mis maestros Raimundo Lida y Juan Marichal que me enseñaron a amar El Quijote.

Le pegué un cacho de madera de cedro y rehice el ojo del manco de Lepanto. Creo que ni se nota.

Me inspiro en una foto reducida de la obra de Juan de Juni (de Google) cuyo original tiene casi dos metros.

Cuando visité con mis hijos el Museo del Holocausto en Washington, en la graduación de Erik, el mayor de los tres, se me quedó para siempre en la memoria una frase del poeta alemán Heine, grabada en la entrada en aquella exposición de horrores nazis contra los judíos: «Empiezan quemando libros, acaban quemando personas». Cuando termine mi talla grabaré esa frase con el pirógrafo en el borde o en el marco.

Recordé entonces la quema de libros del dictador Francisco Franco al terminar la guerra civil, que él inició con el golpe de Estado de 1936. Hubo hogueras de libros por toda España, como en tiempos de la Inquisición española y de la barbarie nazi. A continuación, hubo asesinatos de miles de vencidos, cuyos cuerpos siguen abandonados en las cunetas y que ahora recibirán digna sepultura gracias a la nueva Ley de Memoria Democrática que yo llamo de Justicia Democrática.  También recordé la quema de libros de unos parientes en Tabernas (Almería), el pueblo de mi padre. Con tantos recuerdos en torno al amor a los libros, debo concentrarme mejor en la talla de mi pequeña obra. Por eso, me dolió tanto mi despiste por el que ayer dejé tuerto al inquisidor.

Detalle, en bruto, de tres inquisidores

Detalle, en bruto, del inquisidor principal.