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Mi nieta y mi escultura, en el 90 Salón de Otoño

Hoy me toca presumir. Mi nieta Ana Isabel pudo, al fin, ver mi obra «Sol y sombra juvenil», seleccionada y expuesta en el 90 Salón de Otoño de la AEPE. Tuve suerte ya que la exposición (26 de octubre-26 de noviembre) fue clausurada ayer mismo en la Casa de Vacas del Retiro de Madrid. Mi nieta y sus padres han venido desde Santa Fe (New Mexico) para compartir el pavo de Thanksgiving con toda la familia. Gracias, David, por llevarla. Ana Isabel crecerá cerca de esa obra que tallé pensando en ella y en la coleta que le peina su madre, Chaz Gabriel.

Mi nieta Ana Isabel Martínez Gabriel con sus padres, Chaz y David, ayer, en el 90 Salón de Otoño de la AEPE.

El sábado no puede llevar a mi nieto Leo a la Expo ya que tuve que acompañarle a su clase de tenis, mientras su madre Andrea y sus tíos David y Erik preparaban la comilona de Thanksgiving. Ayer me tocó recoger y fregar.

Mis tres niños (David, Andrea y Erik)

Mi hijo David, chef en Santa Fe (N.M), preparó el pavo de Thanksgiving aplicando la base de su receta profesional: «Salt, Pepper and Love». La lleva tatuada. Cuando yo cocino, no la olvido.

Mi nieto Leo y su tío David preparan el pavo de Thanksgiving con «sal, pimienta y amor».

Hoy vuelvo a tallasmadera.com para resolver la primera prótesis de madera de sapeli (¡qué nervios!) que he colocado en la mano de un colega que sujeta su periódico para golpear a otro colega.

La prótesis de la mano que sujeta el periódico casi no se nota. Eso creo yo. La veta de sapeli es muy traicionera.  A ver qué me dice Sandra Krysiak, la maestra…

Prótesis de madera de sapeli injertada en la mano de un periodista.

En la foto, soy yo mismo sujetando El País y El Mundo en la plaza de Castilla de Madrid. En la talla me pondré más pelo.

Si tengo que copiar o inspirarme en alguien, prefiero hacerlo con los grandes. En esta ocasión, me inspiro nada menos que en «Duelo a garrotazos» de Francisco de Goya. ¡Ahí queda eso!

«Duelo a garrotazos» de Goya. ¡Qué penosa estampa tan española!

Leo y Ana Isabel. Escribo y tallo madera para ellos…

Desbaste de «Sol y sombra juvenil» en madera de ukola. Durante un mes (26 de octubre a 26 de noviembre) he presumido de mi talla en el 90 Salón de Otoño de la AEPE en la Casa de Vacas del Retiro. La obra de un becario codeándose con obras de los grandes escultores…  ¡Casi na!

Nuestra nieta cumple 3 años en EE.UU y cumplirá 4 en España

Alguien pensará que no es noticia para el blog de un abuelo: Mi nieta se mudará a España en 2024.  ¡Que paren las máquinas!. Hoy terminó la semana emocionante del tercer cumpleaños de Ana Isabel Martínez Gabriel en Santa Fe (NM). Sus padres, Chaz y David, se mudan con ella a España en 2024. ¿Qué más puedo pedir? Estamos muy felices al poder reunir a toda la familia, tan desperdigada, por fin, en España. Gracias, hijos.

Antes de solpar la vela

La sonrisa del día

Con su padre David, chef del pavo

 

Mi hijo David es chef y pintor. Cada plato, un cuadro.

David celebró el cumple con sus vecinos con un pavo anticipado de Thanksgiving. En noviembre lo repetiremos en Madrid

La siesta del pastor, antes de comer.

Un día completo. Mejor, imposible. Feliz cumpleaños, Ana Isabel.

 

Visto desde fuera, no estamos tan mal

Salir de Madrid y de España, por primera vez en año y medio de pandemia, es un alivio. Pasar 10 días en Santa Fe (N.M.) con mi nieta de 9 meses, a quien no conocía, es “la felicidad”.

Mi nieta Ana Isabel duerme en mis brazos: La felicidad.

Además, comprobar que David, mi hijo pequeño, se ha convertido en un padre ejemplar es un orgullo.

¿Es un Zurbarán o un Caravaggio? Es mi hijo David compartiendo la siesta con su hija en brazos

Ya sé que estas cuestiones personales menores no son asuntos dignos de un blog. Sin embargo, también me gustaría dejar constancia de algunos cambios significativos que he notado al visitar el Imperio. Mi conclusión es que, visto todo desde fuera, en España no estamos tan mal. Decía San Agustín: «Cuando me considero, soy un pecador; cuando me comparo, soy un santo». Pues algo así me ha pasado a mí al comparar Estados Unidos con España. No estamos tan mal como pensaba. Claro que «mal de muchos, consuelo de tontos». Pero ya es algo.

Mi nieta, vestida de fiesta, entre su madrina y su madre.

Después de haber pasado por el dulce lavado de cerebro de Harvard (1976/77) y haber sido corresponsal en Estados Unidos por dos veces (grupo PRISA 1987/88 y RTVE 1995/96) llegué a pensar – ¡pobre de mí- que conocía bien este país salvaje y maravilloso. Estados Unidos, después del huracán antidemocrático de Trump, ya no es lo mismo. ¡Qué peligro para la democracia más antigua del mundo! Las heridas, aún sin cicatrizar, están a flor de piel. Me recuerdan las de los años 60 y 70 durante la guerra del Vietnam. Tampoco yo soy la misma persona. Con ojos de abuelo jubilado, sin necesidad de contrastar la noticias antes de publicarlas, se ven las cosas de otra manera. Claro que no sé si sabré comunicarlo como si fuera un periodista en activo. No lo soy.

Espléndida tertulia y cena con Carolence y Jo, los padrinos de mi nieta.

Por mis conversaciones con amigos y vecinos, por las noticias de distintas emisoras y periódicos, Estados Unidos tardará en sanar las heridas abiertas por el nacionalismo exacerbado, las noticias falsas y las teorías de las conspiraciones inventadas de los seguidores de Donald Trump. A medida que los negros y los hispanos, también los asiáticos, se abrían paso en la clase media norteamericana, los blancos ignorantes y empobrecidos por la gran crisis de 2008 se sentían amenazados. Los primeros inmigrantes blancos, que desplazaron, casi aniquilaron con su «destino manifiesto» de pueblo elegido, a los nativos americanos, temen ahora convertirse en una minoría. A favor de la guerra de Vietnam, muchos obreros blancos (los cascos duros) se pasaron a la derecha nacionalista y racista. Y ahí siguen. La llegada de Barak Obama a la Casa Blanca destapó la caja de los truenos en esa derecha blanca nacionalista. La victoria de Trump fue, entre otras cosas, una revancha con notable carga racista contra el primer presidente negro. También fue una revuelta contra las élites políticas de Washington alejadas de la sociedad real. No debemos olvidar que Hillary Clinton les llamó «deplorables».  Y perdió.

Escultura que tallé en palo rojo para mi nieta.

He visto a la sociedad norteamericana tan dividida y enfrentada como cuando la conocí, por primera vez, hace 50 años. También la he visto más mezclada, con abundantes mestizos, mulatos, afroasiáticos y toda clase de combinaciones raciales que la enriquecen. Estados Unidos anticipa cómo será la Humanidad en un futuro no muy lejano. Mi nieta, sin ir más lejos, es fruto de Chaz, una madre de las islas Palao, antigua colonia española en medio del Pacífico, con mezcla de Filipinas y Japón, y de David, un padre nacido en New Jersey con raíces en Noruega y en España. Si observáis la mano derecha de mi nieta, veréis en su piel la marca asiática de Gengis Khan. ¡Qué maravilla!

Ana Isabel Martínez Gabriel.

 

La mezcla racial y cultural mejora al ser humano. Hace que la cooperación supere a la confrontación. Nos aleja de la guerra. Además, es imparable. El racismo que todos sufrimos bajo nuestra piel es superable. Ojalá los racistas y nacionalistas extremos norteamericanos lo admitan algún día. Hasta entonces no habrá paz en Estados Unidos. La tensión es palpable. He visto las heridas del racismo a flor de piel. Lástima.

El racismo anti inmigrante de Vox en España (la pus salida del viejo PP) y de los supremacistas separatistas catalanes es poca cosa si lo comparamos con lo que he visto en mi viaje a Santa Fe pasando por Dallas. Ojalá el presidente Biden alivie esa herida reabierta por los supremacistas de Trump. Repito: visto desde lejos, en España no estamos tan mal como yo pensaba antes de conocer a mi nieta. Las comparaciones no son siempre odiosas.

Tres culturas, casi mezcladas, en Santa Fe.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Santa fe

Babyfirst

Sin noticias de España. Un paréntesis. Ayuso, Rey, indultos

Cece y Michael pre contact no prehistoricos

Jo y Carol

Van  Nabocov

Tesuqui y David

Español como en casa

Nieta española de Palao.

Serafina.

 

 

Fotos

Nieta dormida

Comida

Tesuqui

De gitana con padrinos

Para entrar solo vacuna

 

 

El primer abrazo de mi nieta de 9 meses

A muchos os parecerá poca cosa, una nimiedad, un abuso de autobombo en un blog público de 20 minutos. Para mí, en cambio, después del largo confinamiento, de 23 horas de viaje y de un montón de documentos sanitarios y legales, el primer abrazo de mi nieta de 9 meses ha marcado un hito en mi jubilación. Disculpadme si me paso siete pueblos. Ha sido emocionante. Y me gustaría compartirlo con todos los abuelos del mundo.

Primer abrazo de mi nieta Ana Isabel al llegar a su casa en Santa Fe, NM.

No ha sido fácil. Pero ha valido la pena. Mi nieta Ana Isabel Martínez Gabriel nació en Santa Fe, el 3 de septiembre de 2020, en plena pandemia. Todas las fronteras del mundo estaban cerradas por temor a la segunda ola de contagios del Covid y aún no había vacunas disponibles. Afortunadamente, en enero, justo después de Filomena, superé la neumonía bilateral producida por el coronavirus sin necesidad de ingresar en la UCI. La doctora me mandó a casa, con medicación de Urbason, Eparina, etc., porque tenía bastante oxigeno en las arterias. Cuando le dije que jugaba al tenis 3 ó 4 veces por semana añadió al informe del Covid positivo la palabra «deportista». Imaginaos: ¡La primera vez en mi vida que alguien me llama deportista!.

En mayo recibí mi segunda dosis de Pfizer y entonces me preparé para viajar a EE.UU. y conocer, por fin, a mi nieta. Documentos de vacunación completa, de haber pasado el Covid hacía más de 90 días, el PCR negativo dentro de las últimas 72 horas, mi libro de familia y el pasaporte de mi esposa yanqui notarizados y con la Estampilla de La Haya, el visado ESTA vigente y, lo más importante, la foto de mi nieta en la pantalla de mi móvil.

Ana Isabel en mi móvil

Facturé mi maleta con la escultura que tallé en palo rojo para mi nieta. En un ataque de inmodestia, la acompañé de fotos mías realizando la talla. Quería poder demostrar a la policía de frontera de EE.UU. que yo era el abuelo autor de la talla para su nieta y que no la había robado de ningún museo. Con los de Aduanas, en cuestiones de arte, nunca se sabe.

Abuelo en plena faena en tallasmadera.com

Enseñar la foto de mi nieta al policía de frontera fue mano de santo. Más que los documentos. Se derritió y me dejó pasar con todo mi equipaje.

A mi nieta le encantó mi escultura (un padre con su hija en brazos) de inspiración africana o picassiana.

Y sus padres, David y Chaz, tan contentos.

Mi hijo David con su esposa, su hija y mi obra de fin de curso.

Aproveché el viaje para llevar a David su regalo de Papá Noel: uno de los tres ejemplares que encuaderné de mis memorias (sin recortar) para mis tres hijos, dedicado también a su hija Ana Isabel.

Dedicatoria de «Y seguimos vivos. Recuerdos de un periodista que sobrevivió a la Dictadura».