Archivo de octubre, 2022

Cronolector de tebeos: Tom King, el hombre que devuelve la ilusión

En realidad todo empezó con una obra para Marvel, la serie limitada de La Visión que me recomendó mi amigo David Mayor, un lector voraz y con criterio. Si él dirige la luz de la lámpara, tú vas y abres el tebeo. Aquella revisión maravillosa, agridulce y exigente para el lector ganó un Eisner en el año 2017 y, además, contaba con el dibujo del español Gabriel H. Walta. Los que crecimos con la época de John Byrne en los Nuevos Vengadores de Fórum (traducción atrevida para West Coast Avengers) quedamos seducidos por los guiños a lo clásico mezclados con una porción de Leyes de la Robótica de Asimov y algo de los sueños con ovejas eléctricas de Philip K. Dick. Pero hoy, aquí, no estamos para escribir sobre La Visión, en esta habitación de Motel Margot vamos a poner sobre la cama una pila de tebeos publicados por ECC Comics, todos ambientados -muy a su manera-, en el Universo DC. Dejemos por un lado décadas de continuidad, versiones en cine o reinicios constantes. Nos quedamos con cuatro historias: Rorschach, Mr. Milagro, Strange Adventures y Omega Men. Síganme, por favor.

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La llama de Will Spector y los Fatus (Magic Mountain Rds y Magic in the Air Rds., 2022)

Vuelven, son cada vez más, siguen con hambre, pero sus apetitos han cambiado. El baile es más lento porque las sustancias van con receta. Ya no hay pandereta ni teclados sacados del pantano. Nueve temas de la mente conspiranoica de Guillermo Bruno. Programa. Canta. Añora Berlín y el popper. No me detengo en eso. Escucho las guitarras de Charly, la sección rítmica, los teclados. La voz de Guillermo. Abrimos «Blackout» con una caja de ritmos chusca, un baile secuenciado que avisa de que hay un reguero de saliva nutritiva camino entre el baño y la cama. Como yendo de la cama al living, la soledad del fumador de fondo, mirar arriba y pensar que la mancha de humedad del techo es más atractiva que tu última novia. Y esa guitarra macarra al borde de la psicosis. Pastillas que te mastican en vez de morderlas tú a ellas.

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La dama del Manzanares de Caligrama (Autoeditado, 2022)

Venía Gorka Roig de Motel#3 y yo lo conocí en una noche fría en Salem´s Lot. No había vampiros pero sí guitarras eléctricas y fantasmas de fuego que se empeñaban en caminar a tu lado. Presenta ahora su primer LP como Caligrama, La dama del Manzanares, título sugestivo que, además, da nombre al primer corte, con efluvios narcóticos de Spacemen 3 y desarrollos llenos de dolor y sangre. Un disco compuesto en plena distopía, con la imponente originalidad del que toma los elementos que lo rodean y le da autenticidad a lo básico. Elevamos sintetizadores en estos lunes de hierro y llenamos de alarmas los devotos de la procesión austral. Me gusta La canción de Marta Peirano porque hay psicobilly suicida y sintético, de bote, descongelado de mala manera para la ocasión. Como diría Leonard Cohen mientras componía en calzoncillos y armado con un casiotone en el garaje de su casa: <>. Aquel Javier Almendral que buscaba Vírgenes Adolescentes y en el desorden, la transpiración, como en Fuerza 15 cuando esperas un puñetazo en la boca para poder entonar igual que aquel que espía el juego de los niños. La compañía de María Schultz en Sígueme estoy perdido permite invocar el espíritu de Anita Lane, el caballo sigue sin domarse y no estamos muy seguros de qué cuerpo ha elegido la cantante para hacerse carne mortal. Es el azar del ángel al que prendieron fuego a sus alas. Un mundo que parece haber perdido para siempre las guitarras berlinesas es un mundo que merece ser convertido en ceniza. Ojalá pudieras haberte inventado alguna mentira, amigo venenos y después de una tormenta de tormento dejar la electricidad desbocada y a su ritmo.

Después de nunca aparece una bossa nova. Sí, Caligrama sabe que los caballitos de anís nos acercan a los cantábricos de emociones y esperando del cielo caigan botellitas en vez de querubines pide una vida extra y para ello roba una moneda de cinco duros. Bello ese Puñal de claveles. En la estación del amor hay un horario que solo conocen los espíritus y cuando la mar está más brava es hora del baño de los muertos: no tienen nada que perder. Fantasma en Cala Higuera tiene el verso del disco: <>. Llegamos a Girándula, donde está el terreno fronterizo, donde los amigos de Leone invitan al tequila y las tarántulas, ebrias de amapola blanca, se muerden entre ellas. Como un personaje de Rafa Berrio o de Barry Gifford, todos venimos del mismo árbol de especies vengativas. Plenitud, una muy acertada de Saturday de Yo la tengo, parte de una caja de ritmos afónica, un sonido quebrado de corazón enfermo, un acorde de órgano divino, humores de las entrañas que manchan la pared del bar. Tav Falco buscaba pareja en los baños de la no wave y por la mañana, con resaca y un korg desajustado componía algo de belleza. Películas del Padre Murphy, desconchado y caballeroso. Porque ser dipsómano no es excusa para evitar la elegancia, así Abro una botella más me permite saludar a Juan Luis Panero, me han dicho que está intentando que Kavafis aprenda a tocar la steel guitar.

Caligrama mezcla oscuridad y sentimientos, sigue adscrito a la línea brumosa de Baladamenti y se incorpora con gusto a la copla fronteriza que va del Calamaro más oscuro a la factoría Triquinoise haciendo discos tributo a Raphael. Se nota que el club de Compro oro y de Leone tiene cada vez más compañeros de fe, este mandaloriano no cree en más dios que Rowland S. Howard.

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Algunas palabras sobre Montevideo de Enrique Vila-Matas (Seix Barral, 2022)

Lean y escuchen esta selección musical (mixtape plateada)

En París, un fragmento, algo que rompa la barrera. Ciudades, luego lo contaré, donde se alimenta de la literatura. Este libro de Vila-Matas es literatura sobre literatura, fantasía y ficción, una espera constante del giro que termine abrasando con las páginas. Es Cortázar y es el arte contemporáneo, el bloqueo y el viaje. La nueva ola y la vigilancia. Porque Vila-Matas nos vigila. Nos vigila a todos los que leemos el libro, nos recuerda que está detrás, leyendo lo que estamos leyendo, leyéndole a él, claro, a él que proclama que no puede escribir.

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