Vuelven, son cada vez más, siguen con hambre, pero sus apetitos han cambiado. El baile es más lento porque las sustancias van con receta. Ya no hay pandereta ni teclados sacados del pantano. Nueve temas de la mente conspiranoica de Guillermo Bruno. Programa. Canta. Añora Berlín y el popper. No me detengo en eso. Escucho las guitarras de Charly, la sección rítmica, los teclados. La voz de Guillermo. Abrimos «Blackout» con una caja de ritmos chusca, un baile secuenciado que avisa de que hay un reguero de saliva nutritiva camino entre el baño y la cama. Como yendo de la cama al living, la soledad del fumador de fondo, mirar arriba y pensar que la mancha de humedad del techo es más atractiva que tu última novia. Y esa guitarra macarra al borde de la psicosis. Pastillas que te mastican en vez de morderlas tú a ellas.
Unos nihilistas de la vieja escuela asustando a la muerte, los Will Spector dan vaselina a sus arreglos, disparan secuencias, hacen ráfagas de sintetizadores, «Fondo de muerte» es como el retiro espiritual de un suicida. Perturbador comienzo para «Eternidad», como unos Japan puestos a tono, un tema que sabe a ochenta bien llevados. Una letra minimalista que es lo que necesitamos, palmadas mediante, para entender la dirección de las escaleras. La trepidación se terminó, hemos vuelto a las guitarristas que se miran la punta de sus zapatillas sucias. Un poco de vieja escuela fatu, «Miénteme otra vez», una voz de coro angelical y una batería a lo Moe Tucker, disparos de película de bajo presupuesto. El aire es propiedad de The Apples in Stereo y si volaran hasta Buenos Aires los compararían con Banda de turistas. En la hoja de promoción alguien escribe sobre música disco oscura, como si Décima Víctima hubieran pedido a Nellee Hooper una remezcla con aire berlinés.
Yo pedí a Joe una última oportunidad antes de partir hacia «El volcán», pero solo encontré voces en mi cabeza que me decían que todo había terminado. La instrumentación de «La llama» es sobresaliente. No satura, es nutritiva y los juegos vocales tienen una ligera especia de épica que le da el toque perfecto. Supongo que no habrás olvidado al reverendo que te ponía la uva negra en la boca, Guillermo. Yo no estaba allí, me lo contaron…
«Montamos sobre montañas de latas de cerveza el refugio nuclear que nos permitirá la última rave antes de terminar. Lanzaremos secuencias de «El Junco» mezcladas con samples de Dj. Shadow y todo será psicodelia de verdad. Dame un sitar y un profesor de química interino en un pueblo de Los Monegros y yo haré el resto».
¿Qué puedo decir de «Champagne»? Después de un documental y las primeras maquetas, la vida en el Universo Fatu, lo que dejamos sobre la mesa, la que vende bollería se ha hecho mayor y comprar medio pollo no tiene sentido si no lleva patatas. Recuerda cómo bailaban en el Bacharach cuando pinchaban «Las chicas guapas» y luego «Step on». Las minas de oro ya no tienen más pepitas, pero los teclados, las guitarras y las letras está ahí. Canciones dentro de canciones y algo de electricidad. El cierre con «Marchar» es una balada sacada de los sueños de David Lynch, Roy Orbison teniendo pesadillas con su propia muerte, silbando para que acuda Lux Interior y enchufarse juntos a una batería en la frontera de México. ¿Quién aguantará más? Ustedes dirán.