Cronolector de tebeos: Tom King, el hombre que devuelve la ilusión

En realidad todo empezó con una obra para Marvel, la serie limitada de La Visión que me recomendó mi amigo David Mayor, un lector voraz y con criterio. Si él dirige la luz de la lámpara, tú vas y abres el tebeo. Aquella revisión maravillosa, agridulce y exigente para el lector ganó un Eisner en el año 2017 y, además, contaba con el dibujo del español Gabriel H. Walta. Los que crecimos con la época de John Byrne en los Nuevos Vengadores de Fórum (traducción atrevida para West Coast Avengers) quedamos seducidos por los guiños a lo clásico mezclados con una porción de Leyes de la Robótica de Asimov y algo de los sueños con ovejas eléctricas de Philip K. Dick. Pero hoy, aquí, no estamos para escribir sobre La Visión, en esta habitación de Motel Margot vamos a poner sobre la cama una pila de tebeos publicados por ECC Comics, todos ambientados -muy a su manera-, en el Universo DC. Dejemos por un lado décadas de continuidad, versiones en cine o reinicios constantes. Nos quedamos con cuatro historias: Rorschach, Mr. Milagro, Strange Adventures y Omega Men. Síganme, por favor.

Rorschach
(Edición en grapa por ECC Comics, 2021)(12 números Edición DC 2021)

 

Para escribir sobre esta serie limitada no hay como ponerse de fondo el cedé de Outside de David Bowie. Uno de los discos más oscuros del Duque Blanco, una colaboración, algunos dicen que fallida, con Brian Eno en los noventa tras la trilogía berlinesa. Da igual, lo importante es el ambiente, decadente, de falsa bandera, vapor que sale de tuberías en habitaciones de motel. Outside aparece en 1995 y la primera aparición del personaje de Rorschach es, lógicamente, en el primer número de la serie original de Watchmen de Alan Moore y Dave Gibbons, a mediados de los ochenta. Me emociono y no he empezado todavía. La narrativa de Tom King escapa a cualquier análisis estándar. Por eso puede sorprender al lector veterano. Toma el personaje y lo hace desaparecer. Han pasado treinta y cinco años desde que el calamar gigante apareció en mitad de Nueva York. Estamos en 2021, la serie de Watchmen que pasaron por la plataforma televisiva había dejado pasar 34 años. 1986. Y allí eran supremacistas. Pero no estamos aquí para hablar de ese momento cumbre de la televisión reciente. Estamos aquí para investigar qué se esconde en la cabeza de King, en la mía y en la tuya, lector. Porque estamos atrapados en el mismo lugar y nadie esta seguro de tener la llave adecuada. La política estadounidense siempre ha estado amenazada por la cultura del magnicidio.

El detective que protagoniza la historia lleva patillas largas y gabardina. Es 2021 pero viste como uno de los personajes de las calles de Nueva York anteriores a la llegada de Giuliani. Coleccionismo, siempre coleccionismo, un mundo distópico en el que los piratas han sustituido a los superhéroes porque los superhéroes existen de verdad y el mundo quiere fantasía en las pantallas de televisión.

«Todos los candidatos están a la derecha. Kovacs tiene que haber muerto. Quizá él también esté atrapado con nosotros. Paramilitares, paranoia, calamares que se abren paso a través de canales mentales desconocidos. Dibujantes de tebeos. Enmascarados que van por las calles. Máscaras de Roschach de todo a cien. Sin movimiento en las manchas».

La labor en el lápiz de Jorge Fornés es majestuosa, en realidad las próximas historias de Tom King nos ahogarán brevemente por lo brumoso y retorcido del dibujo de los que lo acompañan- de El detective persigue fantasmas o los fantasmas lo persiguen a él para darle las pistas. De ahí que la narrativa se despegue como un cromo adhesivo de los noventa, camino del álbum. Cuando tengamos el último podremos leer la historia desde el principio. Una serie en la que Roschach es una excusa. En la que el estado americano de Vietnam es una excusa, en la que los guiños al Comediante y al Doctor Manhattan un estimulante, la chapa del Vigilante, el tabaco que fuma el candidato presidencial a escondidas, todo es una excusa. La sociedad no avanza o la sociedad se ha convertido en una utopía bajo la lluvia al quedarse sus engranajes atrapados en el barro. El ciudadano vs Poncio Pilato. La aparición de Frank Miller en un mundo en el que nunca llegó a idear El regreso del caballero oscuro o Año uno pero se hizo rico con otras historias. Gente que contacta con los calamares interdimensionales a través de psicofonías registradas en citas magnéticas de bobina abierta.

«El detective pierde la cordura o la va recomponiendo conforme descubre que su vida es una prisión. Todos los personajes que escribe Tom King en la serie están atrapados en un mundo que se desmorona: su Dios creador, Alan Moore, reniega de ellos, circulan un puñado de historias/anteriores que son de calidad ínfima, no sabemos si hay continuidad o las líneas temporales se han disparado entre la serie de televisión y estos tebeos… y, sobre todo, ¿Quién les dirá que su universo ha sido absorbido por uno primigenio donde los héroes vuelan con la ropa interior por fuera de los pantalones?»

Así que, mejor, seguid con la historia. El número ocho y el número nueve de la serie son merecedores por sí solos de un Eisner. Colores y tiempos, la deducción convertida en demonios que te hablan, los dinner´s de Warren Ellis y, claro, Edward Hopper, como lugares chamánicos. No nos emocionemos, en España a duras penas se puede tomar un pincho de tortilla decente en la estación de servicio de Esteras de Medinaceli. ¿Es importante el final? Solo si te importa quién es el culpable cuando todo el mundo es culpable. Con esta serie comienza el homenaje a Tom King. El hombre que nos ha devuelto la ilusión. Porque no está todavía todo dicho o todavía se puede decir de manera que sorprenda.

Mister Miracle (Mister Milagro)

De nuevo una docena de tebeos. Un año en la vida del escapista definitivo. De nuevo Tom King (con Mitch Gerards en lápices y tinta) inicia una revuelta sin elegir lado. Toma un personaje de Jack Kirby. Es como tomar la creación de un ser celestial y darle forma con tus propias manos, erosionando el barro original hasta que sea imposible distinguir el brillo original. Es, además, agarrar un dios y humanizarlo. A él y a todos sus compañeros, padres, hermanos e hijos.

«Hablamos de literatura y de tebeos. Hablamos de historias de amor filial, desencuentros de sangre, huérfanos disfuncionales. Mis figuras de Darkseid o de Orión recién llegadas de China. La tregua entre Apokolips y Nueva Génesis es un bucle temporal sobre el que pivota la historia de los Nuevos Dioses, pero Míster Milagro, el Premio Eisner 2019, va más allá, no más lejos, porque la historia, en realidad, es tan cercana que asusta».

Dos espacios, dos canales, dos burbujas. Los malvados tienen brotes de cariño hacia los que ven como hijos, los ungidos por la bondad celestial acaban siendo egoístas de su pureza. La serie de Míster Milagro es como una televisión desenfocada. Un aparato que mezcla canales. Sucederá algo parecido con Adam Strange. Aventura épica, aventura clásica, Edad de Oro, Edad de Plata, edades llenas de metales preciosos frente al pánico a la vida. Paranoia, comida vegana, ejecuciones sumarias. La misma disposición gráfica de la obra ofrece una perspectiva donde prima la lentitud, como si al protagonista y, por ende al lector, les costara pensar. Es una manera de introducir los grises en un tebeo colorista. El amor, el sexo, la paternidad. No querer ser como nuestros padres. Querer ser mejores que nuestros padres. Confiar en los que están más cerca, sin importar qué hayan hecho o que pueden llegar a hacer. Solo confiar en ellos porque nos quieren, porque están cerca. Ningún poder puede superar la fragilidad de un bebé. En dos dimensiones, en dos paralelos, sin intersecciones. Puertas que rompen las líneas de las viñetas, las fronteras se difuminan como si la tinta estuviera cerca y el protagonista no quisiera seguir en ellas. Es un modo de escapar. No hay guerra, solo hay muerte. Eso ya lo sabemos.

Siempre ha sido así con los Nuevos Dioses, siempre ha sido así con Jack Kirby y su obsesión con los Eternos y los Desviantes, con los extraterrestres, con Erich von Däniken y las formas en los desiertos de Sudamérica. Pero ahora hay televisión y hay un niño pequeño y ganar la guerra a las tropas de Darkseid no parece tan importante, aunque provoque un genocidio… déjame pensar un segundo, por favor, me duele mucho la cabeza, estoy librando una batalla constante contra hordas salidas de avernos y no he podido dormir bien porque mi hijo lloraba. Hay un número en la serie limitada que transcurre en una sala donde se desarrollan las conversaciones de paz que es épico. Sin una sola espada ni un rayo de luz. No hace falta nada. Todos se conocen desde hace un siglo. Pero un siglo terrestre, un siglo de humanidad, no una medida temporal propia del Universo DC. Y repiten lo mismo en una rueda, la que he hablado al principio, una rueda que Tom King va a detener. Un segundo, doce números, un poco de sexo marital, qué hay menos superheroico que el sexo entre marido y mujer… Tom King lo hace. Deja las cosas abiertas. Hay hueco para interpretar, para perderse un poco, para saber que lo que uno está leyendo es importante. Para que Míster Milagro, de civil, lleve puesta una camiseta de Adam Strange en la última viñeta.

Strange adventures (una historia de Adam Strange)

 

Año 2020. En la última viñeta de Mr. Milagro había una camiseta con la imagen de Adam Strange. En la mente de Tom King estaba ya el personaje pulp por excelencia de DC, el remedo de Flash Gordon, un muñeco casi ridículo, con un casco, una pistola de rayos y una mochila voladora. Un Robinson Crusoe transgaláctico, con viajes que aceptan la mecánica cuántica y los agujeros de gusanos casi de manera contemporánea a los papers científicos de los cincuenta. Un mito escrito para el lector que se lo cree todo. El lector que busca en los héroes con mallas entretenimiento rápido. Unos centavos, unas pesetas, el kiosko, cambiar el de una semana por el siguiente. Adam Strange es plano, como la Tierra. Vuelve a los lápices Mitch Gerads, el aliado de Tom, rompiendo la narrativa clásica, dos líneas temporales o dos líneas espaciales. ¿Cómo hacer de una soap opera una serie de investigación? Con elegancia, sabiendo escribir, recortando las viñetas hasta hacer de ellas un incendiario embrujo en la mente del lector.

«Parece que todo está conectado en la mente de Tom King: sus investigadores, sin ser amorales, solo se preocupan de llegar a la verdad -como se lee en la serie de Roschard- y su continuidad literaria acaba siendo tan exigente que uno siempre duda si lo que lee es realidad o sueño psicótico del héroe. Sí, Tom King te hace pensar que el suelo, que el tebeo que agarras fuerte con las dos manos puede ser parte de su plan para desmoronar la realidad, al modo borgiano de media sonrisa y apariciones fantasmales».

Y un tercer elemento, las parejas de los héroes. Las tres, en especial la que protagonizan esta saga y la de Mr. Milagro, son protagonistas plenas, con un estatus de narradores casi externas, que reconocen la realidad, que están en posesión de la verdad con cuerpos esculturales, nicotina y orígenes difíciles. El planeta Rann se parece al Marte de Edgar Rice Burroughs, ahí todo es posible y eso hace que el contrapunto de la realidad terrícola sea todavía más impactante.

«Situaciones absurdas, fauna sacada de la mente de un anfetamínico escritor de novelas baratas de los años cincuenta, desiertos infinitos y un rayo zeta que es como un deus ex machina que nos devuelve a los dibujos animados de nuestra infancia».

Pero lo importante, como siempre en los tebeos de Tom King (y aquí se podría incluir a La Vision para Marvel) es la familia: cómo los padres se relacionan con los hijos, las relaciones conyugales, la búsqueda de una vida normal en un mundo que, por definición, es tan anormal como podría serlo una historia de ciencia ficción (y de ciencia ficción no científica, todo vale, queridos lectores). Elementos de tragedia griega, sabores y especias shakesperiana, paranoia anticomunista, el enemigo invisible, la casuística emocional frente al dilema clásico del mal de pocos a cambio del bien de millones…

«Strange Adventures es un ovillo donde se mezclan acciones de falsa bandera, versos de la Biblia y amor, sobre todo amor por los demás. ¿Qué separa la cobardía del miedo? ¿la traición del amor puro? La respiración de un hijo que duerme tranquilo una noche de sábado es infinitamente más bella que el amanecer de dos soles en un mundo ignoto. Pero para eso hay que haber leído muchos tebeos de superhéroes con mallas primero».

 

Omega Men

Omega men de Tom King&Barnaby Bagenda: la última de las obras, la primera editada del listado (entre 2015 y 2016 en USA, mi edición en DC Pocket es de este mismo año). La más floja de todas. Quizá es porque lo anterior es excelente. Quizá porque exige un conocimiento mayor en la historia de las odiseas cósmicas de DC, desde el cuerpo de los Linternas Verdes a los tebeos originales de Zinco, con sus personajes coloristas, desconectados de las oscuras calles de Gotham en los complejos años ochenta de Frank Miller y Alan Moore. Una historia, la de los Omega Men, que encaja con patrones semejantes a los realizados por Tony Gilroy primero en la excelente Rogue One y ahora con la serie Andor, ambas dentro de la franquicia de la Guerra de las Galaxias: revueltas frente a malévolos imperios que mezclan personajes encarnando el bien pero plenos de claroscuros.

No hay héroes, como la canción de The Stranglers, hay asesinos que luchan por el mal menor o que utilizan la búsqueda de la libertad como excusa para la venganza. La continuidad oficial queda alterada pero no importa, hay elementos básicos como la destrucción del planeta Kripton (hogar natal de Superman, aunque si estás leyendo esto ya lo sabrás, espero que no te sientas insultado) y cómo el miedo a sufrir el mismo destino aterroriza al resto de los mundos, llevándolos a situaciones extremas que incluyen masacres encubiertas. En un juego de números, donde la cantidad hace que las personas como elementos individuales desaparezcan de la percepción del lector, de los gobernantes, de los habitantes del resto de los mundos, asustados por la posibilidad de su propia destrucción. ç

Los Omega Men funciona como grupo paramilitar al que se une Kyle Rayner, el linterna verde que sustituyo al héroe de la Edad de Olata, Hal Jordan, quizá el más conocido portador del anillo. Pero Kyle es un personaje curioso, devoto católico en un Universo en el que otros Dioses y personajes omnipotentes están presentes y son reales, y está en constante lucha entre la realidad y la fe. El final de la serie nos recuerda, y perdonen la comparación si es muy atrevida, pero su lectura me impresionó de adolescente, al de Tintín y los pícaros, donde la revolución termina donde empezó, con un simple intercambio de cartas, nuevos rostros para los mismos grilletes.

Un reto, el de Tom King, que ha ido desarrollando otras obras, como su estupenda época al frente de Batman o la novela gráfica El Sheriff de Babilonia. Un escritor que nos devuelve la fe en los tebeos, que supera los mismos esquemas de siempre.

Gracias a Borja Peinado y David Mayor por el apoyo logístico y las sugerencias.

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