Algunas palabras sobre Montevideo de Enrique Vila-Matas (Seix Barral, 2022)

Lean y escuchen esta selección musical (mixtape plateada)

En París, un fragmento, algo que rompa la barrera. Ciudades, luego lo contaré, donde se alimenta de la literatura. Este libro de Vila-Matas es literatura sobre literatura, fantasía y ficción, una espera constante del giro que termine abrasando con las páginas. Es Cortázar y es el arte contemporáneo, el bloqueo y el viaje. La nueva ola y la vigilancia. Porque Vila-Matas nos vigila. Nos vigila a todos los que leemos el libro, nos recuerda que está detrás, leyendo lo que estamos leyendo, leyéndole a él, claro, a él que proclama que no puede escribir.

Mi mujer lee un libro sobre Herzog, mi madre me regala un single de Domenico Modugno cantando Volare. Una carta en tiempos digitales. Nombrar a Rimbaud puede provocar que el escritor quede atrapado en su casa, llena de otros libros, otros libros que siempre parecen mejores. Por eso el escritor de verdad huye y viaja, para evitar la tentación de usar su tiempo leyendo y copiando de otros maestros. Vila-Matas me vigila. Habla de Rodrigo Fresán, mejor, habla de Moby Dick y Melville, que es como hablarme de Rodrigo Fresán. Después, un poco después, hablará de Fresán. En un TGB, recuerdo cómo se mezcla el invierno de París con el de Lisboa, cómo enfrenta en la balanza a Emmanuel Carrère y Michel Houellebecq. Auden, viajando en tren, todos sus compañeros contemplando los bellos paisajes que se recorrían y él con los ojos fijos en su libro. “Queridas y querido a la llegada del invierno la llamo yo Baudelaire”.

El verdadero escritor está en París. El que escribe por las mañanas, el que escribe sin hijos y sin un empleo bien remunerado o por lo menos exigente en horario. Eso es una dimensión distinta. Algo de pobreza no estará mal, como acierta en el texto a señalar Vila-Matas en voz de Josep Pla: “No tenim diners. Som escriptores”. Luego volvemos a la Autopista del sur de Cortázar, que inspiró a Godard para Week-end y termina con algo del Ángel Exterminador de Luis Buñuel. Pero es que Godard no había muerto mientras leía esas páginas, Godard va a morir unas páginas/unos días más tarde.

No como Jean-Pierre Léaud, que aparece una y otra vez como un personaje alejado, en el panteón imposible, en la puerta de al lado, sentado en una mesa, en el bar… dicen que estuvieron dos años buscando la cabeza de Goya y recuerdo este verano en la playa de Peñíscola. Una sola tarde. Con mi hijo, con mi mujer. Y de pronto aparece Fresán, ahora sí. Retrata a Rodrigo Fresán con un cierto desprecio, habla de Descartes, de la parcial novela de un cerebro. Lo acusa de preocuparse más del lenguaje y de los ritmos que de la trama de los personajes y el ritmo de la historia. ¿Tiene razón? ¿Me estás vigilando, Enrique? Porque después de años buscando por fin he conseguido Trabajos manuales, uno de los primeros libros de Fresán, en una librería de Berlín, escapando de los precios prohibidos que pedían en España. Y me dices que La parte inventada es de lo mejor, y es justo uno de los cuatro libros de Fresán que no tengo. Pero sí guardo el deuvedé de a La notte bajo las películas de Truffaut y George A. Romero. ¿Despiertas y recuerdas que la noche anterior dijiste París? Y me doy cuenta de que no tengo aparatos para reproducir la mayor parte de las cosas que conservo, cintas de casete, películas en deuvedé o vhs, cedés de música. Pienso en buscar en aplicaciones de venta, en lugares de segunda mano… Vila-Matas escribiendo a mano ya es moderno por ser tan antiguo.

Montevideo reflexiona sobre las nuevas formas de la literatura. El escritor de antes es un ensayo de Fabián Casas. También Fabián me sigue. Lo leí y no me gustó. Quizá ha llamado a Vila-Matas. Pensé que sería como leer una canción de Calamaro, pero eso solo lo sabe hacer Fresán. No lo vuelvo a nombrar, lo prometo.

«Nuevas formas de literatura, como si estuviera avisando de lo que va suceder, algo, el formato dietario, la realidad que en un momento deja espacio para que salte la sorpresa, como un gol no esperado (una televisión para ver películas y partidos de fútbol, eremita, Vila-Matas) ¿no lees tebeos de Ramón de España?-un giro brusco, avanzar en la selva, la explosión, la trampa para cazar osos. Un lector como yo, pasado de peso y con barba, un oso».

Vila-Matas como si nos estuviera engañando todo el rato y lo que parece una simple sucesión de fantasiosas anécdotas vitales de un escritor, un escritor de verdad, sea el camino al que te llevan con los ojos ligeramente vendados. Y mientras leo a Vila-Matas muere su padre y en la otra novela que estoy leyendo a la vez también muere un padre. Y en la novela de Vila-Matas aparece una araña y en la otra novela también aparece una araña.

La vida de Vila-Matas es un relato corto que no se detiene un momento, porque saltamos a Montevideo y allí es Julio Cortázar él toma el control del universo. La puerta de al lado, las habitaciones fantasmas, los hoteles… a las personas normales lo máximo que te puede suceder en un hotel es que se desmagnetice la tarjeta, que puedas tener sexo con tu pareja, que tu hijo disfrute del desayuno, que puedas usar todas las toallas limpias que quieras sin preocuparte de que el agua llene el suelo del baño después de ducharte. Vivir esperando la siguiente canción, que te puede cambiar un poco, si no es la vida, sí la mañana.

Un hotel es algo sencillo, es algo a lo que podemos aspirar todos los escritores. Pero los escritores de verdad hablan del acto de escribir o del de no escribir y de los congresos de escritores y tienen como público potencia o lectores potenciales a los espectadores mediocres que, como yo, soñarían con estar en esos congresos formidables donde transcurren cuentos y novelas de escritores de verdad. Y habitaciones de hotel y saber que te queda poco para que la vida se rompa y la cuarta pared se venga abajo y en la novela hay una descripción de un cuento de Cortázar tan larga que podría ser un cuento en sí, no de Cortázar, de Vila-Matas, porque, al final, las buenas historias tienen una estructura arquitectónica parecida. Y Adolfo Bioy Casares que escribe a la vez que Cortázar y Vila-Matas escribe sobre el momento parejo de los dos. Porque en la cabeza de Vila-Matas hay escritores y literatura, sustituyendo la vida por la palabra escrita, exprimida hasta el límite, hasta que la confusión es total.

«Escritor es un trabajo de hoteles y viajes, escritores de verdad, escritores que han tenido que acumular vida real previamente porque ahora no tienen tiempo de vivirla. Uno no tiene tiempo para ser escritor y vivir a la vez. Así que tiene que escribir sobre fantasía o sobre lo que le sucede cada día. Uno no tiene tiempo para ser escritor, acudir a congresos, redactar novelas, sacarse algún pico con artículos de prensa o charlas remuneradas… y además vivir y que esas vivencias sean alimento de tu literatura. Entonces te queda el pasado o las vidas de otros escritores para que de sus anécdotas sacar material para tu literatura. Espero que hayas vivido mucho antes de tener éxito porque después no te quedará tiempo. Una media mentira es una mentira entera».

Conforme avanzo en el libro me adentro más en el carácter ficticio de nuestra propia existencia. Romper el dique, que, de pronto todo sea mentira. Como la cita del párrafo anterior. Busco en las páginas de la novela migas de pan
, huevos de pascua… no sé si la novela es un dietario o un concienzudo juego literario escrito con rigor de oficinista. ¿Nos engaña Vila-Matas y todos los lugares que visita son, en realidad, extrapolaciones que ha obtenido de los informes que su secretaria le obtiene de wikipedia y otras fuentes? Un H.P Lovecraft, un Emilio Salgari… una historia, dice, no puede ser contada de forma completa y hay que dejar hueco a la imaginación del lector. En estos tiempos donde escribo los relatos de Apeadero me siento identificado.

«Pero de nuevo noto que me estoy dejando vigilar y que hablar de mis cuentos en una reseña de Vila-Matas es de un mal gusto increíble, pero si has llegado hasta aquí estoy seguro que me tienes el suficiente cariño como para perdonármelo. Enrique me sigue vigilando, lee en la noche uno de los libros favoritos de mi amigo Sergio, El diccionario de símbolos de Juan Eduardo Cirlot».

Reykjavik es un beso de dos líneas. Una guía de viaje. Vila-Matas se acercará a alguna librería especializada en guías de viaje en Barcelona o quizá envíe a su secretaria a que haga la compra. Porque en el capítulo de Bogotá no es Bogotá, es la puerta de Cirlot, une las dos ciudades y seguimos en Montevideo. Y sigo con las coincidencias, porque mientras ve en la televisión una película basada en un libro de Simenón, yo, que no conocía muy bien al autor de Maigret, hace un par de semanas terminé un libro de Lucy Sante que le dedicaba al autor belga todo un capítulo y al poco me ha llegado de la editorial Acantilado un ejemplar de La muerte de Belle de Simenón y ahora mismo no sé muy bien si estoy sentado escribiendo una reseña del último libro de Enrique Vila-Matas o soy un secundario de la continuación de Montevideo, un crítico literario digital que se emociona pensando que algún día sus libros serán tan leídos como los de Vila-Matas.

La realidad que sale a tu encuentro. El recuerdo de Jorge Luis Borges, de Carlos Gardel y, otra vez, de Rodrigo Fresán. Y Vila-Matas escapando de la Barcelona del “procés” para acabar en el París de los exiliados del franquismo y encontrarse atrapado en un juego de muñecas rusas ideado por Adolfo Bioy Casares con ayuda de Julio Cortázar para divertir a un grupo de escritores argentinos, cabalistas varios y circuncidados bebedores de fernet. Uno de ellos, Mario Levrero, me tuvo retenido un tiempo en el su libro La ciudad, en la edición de Plaza&Janés, con esa portada que recuerda arquitecturas fractales, imposibles, como los dibujos de William Hogarth, M.C. Escher o de Oscar Reutersvärd. Pasé tanto tiempo encerrado en aquel libro que lo guardé en el local de abajo, que es arriba, porque la memoria no es importante, como no lo son los lugares geográficos, así que lo escondí entre otros libros, como si fuera la Biblioteca de Buenos Aires y un ejemplar de El libro de arena.

No acaba aquí la vigilancia. Marianne Faithfull canta una canción de Bessie Smith, ahora mismo leo su biografía. Como he leído a Ramón de España o sé que Madeleine Moore persigue a Nabokov y si le llama desde la Perspectiva Nevski pienso en Franco Battiato. Remontando el síndrome de Rimbaud como si fuera un encargo. Construir la historia a base de casualidades. Lovecraft en la estación de Barcelona. Un hombre, un colectivo, deseando desprestigiar preferiría no hacerlo, terraplanistas vs defensores de la esfericidad relativa de la Tierra. Volvemos a literatura como alimento de literatura. Todo lo que rodea al Río de la Plata, de Buenos Aires a Montevideo, está lleno de grupos mesiánicos, de colectividades secretas con propósitos concretos… después de leer los primeros números de El departamento de la verdad de James Tynion IV y Martin Simmonds, uno comienza a creer en la posibilidad de que el pensamiento de la sociedad, el Inconsciente colectivo que cantaba Charly García, sea capaz de materializar creaciones literarias y leyendas urbanas…

Historia con migalas de Julio Cortázar. Cortázar entre París y Montevideo. Las arañas, pútridas, pero reinas. El miedo atávico, como el fantasma y la oscuridad. “Casa tomada”, lo Otro, como en la literatura de Marina Enríquez o de Fresán. El realismo mágico ha mutado en realismo del terror. No es casualidad que aparezca un tema de Roy Orbison, músico fetiche de David Lynch, porque la narrativa de Vila-Matas se acerca peligrosamente al planteamiento de personajes absurdos, de magnetismo pánico, que en sus veleidades propias de fábulas se les permite aparecer y desaparecer sin pedir permiso a las leyes de la física. ¿Enrique, me está vigilando usted? En estos días que escribo y leo, sobre y su texto, ha muerto Jean Luc Godard. Usted vuelve a él, como si las olas no terminaran. Week-end de Godard, maoísmo y canibalismo. Ahora los gusanos se alimentan del francés como lo hicieron las polillas con los viejos ejemplares de Cahiers du Cinéma. La autopista del sur de Cortázar. Antología personal de Vila-Matas. Cementerios, un lugar para el peregrinaje, un lugar para desenterrar la inspiración.

París, el París de Vila-Matas queda destrozado en un puñado de páginas. Es un detalle que no es menor. Aunque reducido en extensión, la mitología se evapora. Es como un asesino de dioses, el dios que asesina la belleza no es grande, es pequeño, minúsculo. El final es París, como podría haber sido el comienzo. Montevideo es la excusa, el único superviviente es París. Allí siguen los fantasmas, allí la realidad se impone, allí la habitación que ha desaparecido resulta que no han existido jamás.

«¿Cuántos detalles más demanda la historia? ¿Cuántos lugares comunes son suficientes? ¿Podéis confirmarme el resto de los lectores que os ha sucedido lo mismo o mis casualidades son generalizadas? ¿Cada ejemplar de Montevideo está redactado de manera personalizada para cada uno de los compradores o, incluso, de los potenciales lectores? ¿ha realizado ese esfuerzo Seix Barral?»

Responda, Don Enrique.

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