José Ángel Esteban. Señales de los rincones de la cultura. Y, por supuesto, hechos reales.

Pie a tierra

Preparando unas notas para aun trabajo sobre realidad y ficción y nuevas formas en el documental cinematográfico, en la narración audiovisual, me encuentro con un nombre, Toni Serra, que acaba de recibir en Colonia, Alemania, el premio Nam June Pake, un reconocimiento fundamental en el mundo del vídeo arte. Serra ha hecho decenas de vídeos en Barcelona, en Nueva York y en Marruecos, donde vive buena parte del año. En El País había el domingo un interesante retrato de él y de su trabajo con referencias a sus historias, a sus formas de trabajar, «de hundirse en micro realidades o de crearlas», de transmitir las experiencias.

Muchos de las obras de Serra tienen que ver con el mundo de las fronteras o, mejor dicho con los lados de las fronteras, de los países, de las ciudades, de los barrios, de las, de las culturas, civilizaciones. Es uno de los coordinadores, además, el Observatorio de Vídeo No identificado, una convocatoria para películas fuera de la norma y que este último verano se dedicó en Barcelona a rastrear restos del mundo colonial y del colonialismo. Buena parte de su obra se puede ver en la mediateca online de la Fundación La Caixa. Hay mucho material, y hace falta detenerse un tiempo para recorrer toda la oferta, pero vale la pena. Los vídeos de Serra no son sólo para ver, se pueden leer, estudiar y hasta escuchar: más que un espectáculo.

Uno de ellos, que quiero utilizar para las notas se llama, Migra: son nueve minutos y en su mayor parte esta hecho a partir de largos y urgentes planos secuencia de la cámara recorriendo -puede entenderse que pisando- la tierra, el desierto, que hay que cruzar, para llegar al otro lado. Ese plano, y lo que supone de elaboración de una emoción, de contarla, de transmitirla, me ha llevado a otro de los nombres de mis notas: Chantal Ackerman, una cineasta belga, heredera de buena parte de los planteamientos de la nouvelle vague, que hace seis años realizó una película, Sud, en los territorios sureños de los Estados Unidos donde todavía el racismo más visceral está presente. Ella rastreaba el paisaje y el precio de llegar o de querer hacerlo…

“También tengo ganas de ir a ver allí cuál es el precio del milagro americano, sobre la espalda de quién se carga en este mismo momento la acumulación de riquezas más importante que se haya visto nunca pero también, y sobre todo, si este paisaje conserva los rastros o el recuerdo de alguna otra cosa que no sea su propia belleza.Filmar la naturaleza, naturaleza que esconde sangre y osario. Ese reflejo del sol sobre una ciénaga barrosa.”

.. pero, además, se encontró con otros precios: mientras ella rodaba en la zona, militantes del Ku Klux Klan secuestraron a un hombre negro: lo ataron, vivo, a una cuerda y arrastraron su cuerpo durante seis kilómetros hasta que, literalmente, se pulverizó. El plano final de Sud es precisamente el que Ackerman filmó a pie de tierra: la cámara rastrea el suelo y recorre el mismo sendero de la tortura, para sentirla sin ser vista.

Mucho más que un espectáculo.

3 comentarios

  1. Dice ser anca

    Vi hace poco un documental sobre la fuerza que está recobrando el ku kus klan. Terrorífico

    07 noviembre 2006 | 17:58

  2. Dice ser llmi

    Un genio toni serra

    07 noviembre 2006 | 18:28

  3. Dice ser MujerMadrid

    No me perderé a Toni Serra. Quiero sentir esas imágenes sin ser vistas…desde luego, algo más que un espectáculo.

    08 noviembre 2006 | 9:43

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