Las primeras películas de la era de los pioneros eran cortas (apenas uno o dos minutos) y escenas muy simples. Sin embargo pronto el público comenzó a demandar mayor variedad, surgiendo las primeras cintas cómicas, como El jardinero regado (Louis Lumière, 1895) y también filmaciones de sitios lejanos y exóticos. El cine permitía visionar desde una butaca a miles de kilómetros, la Ciudad Prohibida en China o lugares como Bombay, Jerusalén o Constantinopla.
