Las contrataciones del Kaká, Cristiano Ronaldo y Benzema por parte del Real Madrid han sido posibles, al margen de por la inagotable chequera de Florentino Pérez, y aunque parezca mentira, gracias a David Beckham.
La llegada del medio inglés a España en 2003 se acabó concretando gracias a una ley que vio la luz en la última legislatura de José María Aznar y a la que hace poco se intentó dar carpetazo en el Congreso sin éxito.
Fue la denominada Ley Beckham, que se concibió como para lograr que directivos y profesionales extranjeros de alta cualificación tuvieran un aliciente adicional para trabajar en España.
En la práctica, esto supuso que estos profesionales tributarían al 24% en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), el tipo que se aplica a las rentas más bajas con obligación de declarar.
Si no existiera este régimen, que tiene una duración máxima de seis años, los futbolistas de élite extranjeros que llegan a España tributarían al tipo máximo, situado en el 43%.
Esta situación de privilegio y exención fiscal para los futbolistas, considerados como profesionales extranjeros del alta cualificación, no tiene replica en el resto de Europa, donde los impuestos pueden llegar hasta el 50%.
Es decir, que Kaká o Cristiano Ronaldo, cobrando lo mismo que en el Milan o en el Manchester United, pueden ganar en España hasta un 25% más.
Lo que queda claro es que con este régimen especial de tributación se facilita la llegada a España de los grandes cracks del balompié mundial.