Cesc Fábregas está cansado de no ganar nada en el Arsenal y quiere volver a su casa, el Barcelona, club del que salió rumbo a Londres en 2003 con 16 años. Éste es el arma que usarán Cesc y Laporta para convencer al imperturbable Arsene Wenger, entrenador de los gunners. El sentimentalismo.
El primer paso lo ha dado hoy el jugador, reuniéndose cara a cara con el técnico francés para pedirle que le deje marchar. No se sabe qué dirá Wenger, pero nunca aceptará la marcha de su capitán sin recibir muchas cosas a cambio.
Una de ellas será el dinero. El Barça intentará bajar el precio de Cesc de los 40 millones. Sin embargo, el Arsenal sólo empezará a hablar a partir de los 50. Así que ésta será otra dura batalla.
Para que el fichaje le cueste menos, los culés quieren incluir a Ibrahimovic o a Yayá Touré. Wenger vería con mejores ojos la llegada del delantero sueco porque su equipo juega muy bien, pero le falta remate.
Lo que está claro es que éste no va a ser un fichaje tan sencillo como el de David Villa.