Las cada vez más improbables elecciones al Real Madrid están resultando esperpénticas.
De los cuatro candidatos que en principio iban a presentarse-véase Eugenio Martínez Bravo, Juan Onieva, Eduardo García y Florentino Pérez– sólo quedan dos. Mejor dicho, uno y medio.
La comprensible retirada de Martínez Bravo y el insólito abandono de Onieva han dejado el asunto en un mano a mano entre García y Pérez.
Una lucha extremadamente desigual que, si llega a producirse, mediría a un transatlántico contra un barquito de papel.
Porque el tal Eduardo García se ha reído de todo el madridismo y ahora ha demandado al club blanco ante un juzgado de Talavera con la intención de eliminar la presentación del aval como requisito para presentarse a las elecciones.
Como reza el refranero popular: se coge antes a un mentiroso que a un cojo. Y es que Eduardo García, infórmatico de profesión y friki por vocación, habia mantenido siempre que contaba con el aval, algo más de 57 millones de euros, y ahora solicita que no sea necesario.
¿Ha estado Eduardo García todos estos meses mintiendo a todo el mundo para salir en los medios y dar publicidad a su avalista (la OID)? ¿Qué pretende este personaje salido de la nada?
No digo que no haya que modificar ese punto de los estatutos del club, tremendamente injusto y elitista, pero debe hacerse una vez haya nuevo presidente y no ahora con un equipo que pide a gritos un cambio de modelo con urgencia.