La peor lectura para el Real Madrid del clásico de la derrota este sábado (1-3) ante el Barça no es el resultado, sino la sensación de que, hagan lo que hagan, los blancos no pueden con el equipo de Guardiola. No saben cómo jugarle y menos cómo ganarle.
Eso se percibió en las caras y en las declaraciones de los jugadores blancos al final del encuentro. Nadie buscó excusas y se esforzaron en recalcar que eran solo tres puntos, cuando, unos días antes, todos daban por hecho que si lograban el triunfo la Liga estaría sentenciada. Casillas y Sergio Ramos apostaron por seguir trabajando. Mientras, su entrenador, Mourinho, que no tuvo reflejos para cambiar tácticamente la situación, buscó una explicación menos científica: la suerte. Se acordaba del segundo gol del Barça, pero se le olvidó que el tanto merengue llegó tras dos rebotes.
La muestra más clara de la impotencia madridista es Cristiano Ronaldo, quien pretende disputarle a Messi el trono del fútbol mundial. El portugués estuvo egoísta y desacertado y acabó siendo pitado por un sector del Bernabéu. Excepto el año pasado cuando marcó el tanto de la victoria blanca en la Copa, Cristiano siempre dimite en los clásicos. Se bloquea.
Este domingo, la Cope ha desvelado que la herida anímica en el vestuario blanco es profunda. Según pesos pesados de la plantilla, no se creen que puedan ganar al Barça:
«Nos puede la tensión y la ansiedad. Tras el 1-1, nos vinimos abajo»
Como reconocieron muchos aficionados al salir del Bernabéu, el Madrid está empezando a sufrir el mismo complejo de inferioridad con el Barça que el que sufre el Atlético con ellos. Unas veces será por el árbitro, otras por la mala suerte y otras porque el Barça les da «un baño», como afirmó ayer el presidente blaugrana, Rosell, pero el caso es que no ven la forma de meterle mano al equipo de Pep Guardiola.