El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Nuevo libro: «Consume y calla»

Consume y callaSi visitas de tiempo en tiempo este blog te habrás dado cuenta que los asuntos relativos a la publicidad de alimentos diversos, las alegaciones de salud que incorporan, el márquetin con el que se rodean, su etiquetado y demás “celofán” con el que se envuelven, son un tema recurrente. Como digo, a pesar de poder encontrar estos temas con cierta frecuencia, el blog no está dedicado en cuerpo y alma a estas cuestiones. Y conste que bien podría habida cuenta de lo machaconas y surrealistas que son las circunstancias que en este sentido nos han tocado vivir.

Afortunadamente y para poner un contrapunto de sensatez entre tanta vorágine consumista (aunque en ella se ponga de excusa un mal entendido concepto de salud) de vez en cuando ven la luz obras como la que hoy os traigo y que acaba de ser publicada. Se trata del libro que tiene como título “Consume y calla. Alimentos y cosméticos que enriquecen a la industria y no mejoran nuestra salud” (357 pags.) de Ana Isabel Gutiérrez Salegui (@Fasmida) y que está editado por Ediciones Akal, SA. Hacía falta.

En verdad lo que haría falta es que más personas accedieran a esta perspectiva que del mercado de salud (a través de alimentos y cosméticos) tienen en realidad muchas de las empresas que, en principio y en apariencia, se preocupan por nuestra salud. Muchos de los escándalos vinculados a la industria alimentaria y que se han dado a conocer en estos últimos años, así como la farragosa forma de “informar” a los consumidores dan muestra de esa “preocupación” que tienen muchas de esas multinacionales a las que la autora dedica su obra nada más empezar:

A Bimbo, Nestlé, Unilever, L’Oreal, Puleva y tantos otros… sin ellos no habría sido posible este libro […]

Tristemente. Sin ellos, tristemente, no habría sido posible este libro; apuntaría yo con el permiso de la autora.

El libro no te va a dejar indiferente. Empezando por la perspectiva de Ana Isabel Gutiérrez que no es la de una publicitaria, ni de una nutricionista, ni una médico, se trata, muy en resumen, de una psicóloga que afronta desde su especialidad las causas y circunstancias que como consumidores nos han llevado a terminar a merced de una industria con, aparentemente, escasos escrúpulos. Con su permiso transcribiré un fragmento significativamente elocuente:

[…] Si la generación que vivió la posguerra, levantara la cabeza y viera en que trabajamos, ahorramos y pedimos prestamos bancarios para que nos corten trozos de carne en un quirófano, nos metan bolsas de silicona en el pecho o en los glúteos, pagamos para que, a voz en grito, nos hagan sudar y sufrir, pasamos hambre voluntariamente o nos alimentamos de polvos disueltos en agua pagados a precio de oro (pudiendo hacerlo con comida de verdad) para poder entrar en fajas compresoras que reducen, elevan y oprimen, pensarían que nos hemos vuelto rematadamente locos. Y tendrían razón.

Este libro está cuajado de ejemplos, vergonzosos (a la par que legales muchos de ellos), en los que se pone de manifiesto que tanto en buena parte de la industria de cosmética como en la de la alimentación hay una serie de señores como poco interés en cualquier cosa que no sea aquel de lucrarse hasta extremos insospechados.

Así pues si en cierta medida te gusta este blog por aquellos casos en los que se “denuncian” ciertas malas prácticas por parte de la industria te recomiendo este libro. Una obra que además está cuajada de citas y de referencias para seguir el hilo de lo que en él se cuenta. Entre esas citas, he de reconocer con agradecimiento, sale este blog citado con frecuencia… así como el de tantos otros que son una referencia para uno mismo tales como Jose Manuel López Nicolás y su Scientia; Ben Goldacre (Mala ciencia); el GREP-AEDN; Naukas; José Miguel Mulet… y tantos otros.

Te dejo con el índice del libro y un vídeo en el que Ana Isabel Gutiérrez es entrevistada en el canal 24 horas de TVE a colación del mismo:

1. Introducción
2. El cambio de una sociedad a través de sus estereotipos
3. Diccionario básico para detectar engaños
4. ¿Qué dice la Ley al respecto?
5. De paseo por el súper
6. La salud y la belleza en la publicidad
7. Picaresca y publicidad cosmética, ¿viejas amigas? Del bálsamo de Fierabrás a las nanoesferas
8. Manual del publiescéptico
9. Ranking de los mejores asteriscos
10. Quién es quién
11. Fuentes y recursos utilizados

La gastronomía como motor afrodisiaco… y déjate de «cachondinas»

Fresa y chocolateCachondina: este era el ingrediente estrella de los chistes verdes de mi adolescencia y juventud. Una supuesta sustancia imaginaria, líquida o en pastillas, que consumida por no importa quién aportaba unas ganas irresistibles de trincarse cualquier cosa que se moviera. Daba igual el género, hombre o mujer; daba igual también el grado de puritanismo inicial… si te ponían cachondina en la comida o en la bebida ya se podía dar por jodido cualquier cosa, animal o persona que se te cruzara en el camino. En los chistes daba mucho juego, lo aseguro. Pero solo en los chistes.

Junto al superpoder de la invisibilidad, el de volar o el de ser indestructible, muchos hemos fantaseado con la posibilidad de tener un bote de cachondina para ponérselo en el plato a nuestro tesoro sexual más reacio. La ciencia también se ha puesto a ello, es decir, se ha puesto a trabajar para buscar esa codiciada sustancia que tantos compradores tendría de existir… pero no la ha encontrado. Ya te lo contaba un día tal como el de hoy de hace un par de años: los alimentos afrodisíacos no existen.

Sin embargo, en el terreno de las pseudociencias hay cachondina para parar un tren, mucha ciencia milenaria, mucha ciencia natural y tradicional que, al final, no sirve para nada salvo para abusar del bolsillo de los crédulos y que no ha podido demostrar su eficacia.

Volviendo a lo más o menos serio, en cierta medida se hace complicado encontrar artículos científicos que traten en concreto de la posible existencia de estimulantes sexuales entre los alimentos, en vez de problemas particulares relacionados con el sexo de uno y otro género (lo más típico la disfunción eréctil en el caso de los hombres o la frigidez en el caso de las mujeres). Además de los artículos citados en la entrada de hace dos años, he encontrado esta revisión que supuestamente explora los remedios afrodisíacos vegetales que se supone están probados científicamente. El artículo, al final se centra en la mención de cerca de 17 remedios Phytoafrodisiacos, que luego no lo son. En la mayor parte de los casos las plantas mencionadas tienen un efecto sobre disfunciones sexuales más o menos frecuentes (impotencia, cantidad de espermatozoides, etc) más que en el efecto de aumentar la libido, que es en esencia de lo que se trata cuando lo que queremos encontrar es la tan ansiada cachondina. O bien, que esa es otra, menciona plantas que al parecer tienen ese ansiado efecto… en estudios realizados en ratas. Es decir, casi nada de nada.

Comida en compañía

Así pues, si lo que nos interesa es… lo que nos interesa, lo que nos queda a título práctico es lo de siempre, a currárselo, ya lo siento. Pero esta realidad no ha de ser motivo de desaliento, más al contrario. Tal y como recogía Manuel Vazquez Montalbán en su libro “Recetas Inmorales”…

No se trata de buscarle tres pies al gato de una supuesta cocina afrodisiaca, sino de concebir el comer en compañía como una situación afrodisiaca en sí misma, sobre todo si la química de los alimentos se corresponde con la de los comensales.

Se trataría por tanto de convertir o de prolongar el acto de comer en un acto de amor. Para ello la gastronomía puede convertirse en un aliado conveniente si se sabe rodear de una cierta distinción, de misterio… y todo ello aliñado con sugerentes insinuaciones. Al final, pocas verdades más ciertas en este sentido como aquella que sostiene Isabel Allende al afirmar que el primer afrodisiaco es el amor.

Además de esta entrada quizá te interese consultar esta otra: ¿Te “alegras de verme” o acaso tomas fitoterapia adulterada?

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Imagen: luigi diamanti y Ambro vía freedigitalphotos.net

Suplementos y complementos dietéticos con sorpresa (y no precisamente agradable)

nuchylee vía freedigitalphotos.net

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En diversas ocasiones he aportado en este blog mi opinión sobre los complementos y suplementos dietéticos. En general, creo que son innecesarios o una pérdida de dinero. En la mayoría de las ocasiones las dos cosas a la vez. Pero además pueden ser peligrosos. Y no me refiero al peligro intrínseco que supondría el exceder la ingesta máxima tolerable de las distintas sustancias que suelen aportar estos productos, algo que no hay que perder de vista cuando se suplementa a la ligera y que entra dentro de lo probable.

Me refiero al peligro de que no lleven lo que dicen que llevan y que, además, incluyan sustancias, fármacos, no declarados. Pensarás que me ha dado un siroco conspiranoico. Pero no, o no al menos si nos ceñimos a lo que recientemente se ha puesto de relieve en Estados Unidos a raíz de una investigación del diario USA Today.

Según esta reveladora investigación se estima que existe una amplia gama de este tipo de productos que: 1º incluyen sustancias de acción farmacológica no declaradas y; 2º no pocos de los directivos de estos “laboratorios”, además de contar con importantes antecedentes penales (muchas veces relacionados con la posesión de drogas y medicamentos de manera ilegal) están inmersos en procesos legales fruto de las irregularidades halladas en los productos que comercializan las empresas para las que trabajan.

A mí, que queréis que os diga, me llama poderosamente la atención que aquellos productos que habitualmente se comercializan bajo la etiqueta de “natural” contengan sustancias que han de estar sometidas a una estrecha vigilancia farmacológica. La posible razón, y esto es un suponer, es que ya que por lo visto esas sustancias “naturales” no hacen nada o tienen el mismo efecto que untarse las orejas con vino, es decir, nulo, sus fabricantes “aderezan” esos productos con aquellas drogas de acción farmacológica que sí han demostrado el efecto perseguido. ¿Quieres ejemplos? Vamos allá.

Sin ir más lejos, uno de estos suplementos nutricionales (las píldoras de la tranquilidad del Dr. Larry) que se vendían para conciliar el sueño de forma “natural” a base de incluir raíz de escrofularia y regaliz, resulta que además incluía dos potentes fármacos, un antipsicótico (Clorpromacina), y un antidepresivo (doxepina). ¿Asustado? No te culpo; pero espera aun hay más.

Por ejemplo, en algunas pastillas también “naturales” para favorecer la actividad sexual se encontraron cantidades significativas de tadalafilo el principio activo de Cialis, un fármaco para tratar la disfunción eréctil y que es un análogo del sildenafilo (presente en Viagra). Igual merece la pena que leas esta entrada ¿Te “alegras de verme” o acaso tomas fitoterapia adulterada?. Eso en el caso de los suplementos para los hombres, en el caso de las pastillas “para las mujeres” también estaban contaminadas

Victor Habbick vía freedigitalphotos.net

Victor Habbick vía freedigitalphotos.net

Los escándalos siguen y no son precisamente una anécdota en este mundillo de los suplementos y los complementos: suplementos deportivos con esteroides, suplementos vitamínicos con análogos del sildenafilo (otra vez), complementos dietéticos supuestamente para perder peso que contienen fármacos diuréticos, no declarados, de venta exclusiva con receta, etcétera. La Food and Drug Administration, la FDA, que es el organismo de la administración norteamericana que ha de velar por la seguridad (y en su caso por la efectividad) de alimentos y fármacos cuenta en la actualidad con un listado de 123 empresas que comercializan cuatro centenares largos de productos (suplementos y complementos) que se distribuyen adulterados o contaminados. Lo más “gracioso” es que el tema viene de largo. Sin ir más lejos, en enero de 2009 la misma FDA amplió un listado inicial de complementos dietéticos que se vendían con la presunta finalidad de ser útiles en la pérdida de peso. En ese listado aparecían nada más y nada menos que 69 productos adulterados con diversos fármacos (tienes el listado en este enlace).

Al final, qué quieres que te diga, podría dar igual que los directivos de estas empresas tengan o no antecedentes por delitos violentos, evasión de impuestos… pero cuando la cosa trasciende a la posesión de drogas o de fármacos y a su distribución ilegal el tema cambia bastante.

No sé cómo de fino andará este mundillo en España, lo que queda claro es que de vez en cuando también saltan algunas alarmas con los mismos o similares problemas. El verdadero problema es que tanto en USA como en Europa este tipo de productos cuenta con una legislación demasiado laxa. Una legislación que, relativa a los complementos alimenticios, no exige demostrar su efectividad cuando se hace una determinada alegación relativa a la mejora de la salud o de una determinada condición. Aunque, bien mirado, son precisamente esas alegaciones las que no pueden hacerse cuando están circunscritas a los productos con una pretendida finalidad sanitaria (te sugiero que leas la entrada Cómo saltarse a la torera una normativa: la publicidad de productos, servicios… con pretendida finalidad sanitaria)

Que no te engañen, los productos a los que me refiero se suelen etiquetar como “suplementos dietéticosy su venta es frecuente en Internet, pero también en herboristerías e incluso en farmacias. La mayoría de ellos se declaran con ingredientes o componentes “naturales”, muchas veces a base de “plantas”.

Lo más sangrante de todo este asunto es precisamente que la venta de estos productos suele estar circunscrita a su “naturalidad”, y no con poca frecuencia son las personas que quieren huir de los fármacos tradicionales (vaya usted a saber por qué razón) las que terminan siendo sus principales compradores… vaya ironía.

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Las mal llamadas “leches de crecimiento”: innecesarias y caras

Niño leche

La semana pasada un buen amigo de la comunidad virtual, José Manuel López Nicolás (@ScientiaJMLN) se marcó de nuevo un buen tanto al publicar un post con su opinión y sus razones documentadas al respecto de la utilidad de las incorrectamente llamadas “leches de crecimiento”. Me refiero esos briks similares a los de leche que bien en el supermercado o bien en la farmacia (no pienses que por encontrarlos en farmacias van a ser mejores que los de súper… de hecho son los mismos) y a través de su publicidad, nos pueden hacer llegar a pensar que nuestro hijo de corta edad necesita de ellos para crecer con salud, desarrollar plenamente su intelecto o ser feliz. Y a mí, mira por dónde, me apetece comentar estas cuestiones y subrayar algunas cosas que creo se merecen una especial atención.

 Ni “leches”, ni “de crecimiento”

La primera de ellas, es resaltar el mal uso que frecuentemente se hace de la terminología para referirse a estos productos. A ver si nos queda claro, comercialmente con la legislación en la mano, no se pueden denominar “leche”. En estos casos estamos ante una serie de productos lácteos o ante derivados lácteos en los que la adición de tanta martingala (vitaminas, minerales y ácidos grasos) más que la eliminación de algunos elementos característicos de la leche (en especial sus grasas típicas) impiden que legalmente se le pueda llamar “leche” a este tipo de productos. Y este es un aspecto que me parece importante ya que soy de la opinión que de modo subliminal todo aquello etiquetado como “leche” es mejor aceptado o acogido por la población general. La leche figurará como ingrediente del producto, pero nunca el producto deberá ser nombrado como “leche”.

Además, está la otra cuestión: la del “crecimiento”, que tampoco. Estos productos como cualquier otro alimento funcional no pueden, legalmente, dar a entender al consumidor que el efecto buscado (el crecimiento) depende únicamente del consumo de su producto o que de su falta de consumo se puedan derivar consecuencias negativas.

El post de Scientia partía de la base de comentar el reciente posicionamiento de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria sobre el estado de salud de los bebés y niños europeos de hasta 3 años; de lo bien o mal nutridos que están, de sus posibles carencias y también de sus posibles excesos. Ese posicionamiento lo puedes leer aquí Scientific Opinion on nutrient requirements and dietary intakes of infants and young children in the European Union. Para ello, el panel de expertos hacía estas aclaraciones previas en la línea de lo que estoy comentando:

Las “leches de crecimiento” o las “leches específicas para niños” son fórmulas basadas en la leche o no, inicialmente destinadas a los niños pequeños. […]. El panel de expertos propone no utilizar el término “leche de crecimiento” porque su uso implicaría un efecto particular sobre el crecimiento [cuando no tiene por qué ser así]. […] Este panel propone referirse a este tipo de productos como “Fórmula para niños pequeños” […] a los que se les debería aplicar la norma para las fórmulas de continuación [lácteas o no] CODEX STAN 156-1987.

Veamos ahora el hecho de su necesidad

En el informe se mencionan cuatro posibles déficits nutricionales (ácidos grasos de la familia omega tres, vitamina D, hierro y yodo) en la población en estudio y un exceso (el calórico) que pueden suponer una situación de riesgo para esta población. Así, en el informe se puede leer claramente que:

Los expertos consideran que tanto los déficits como el exceso se deben afrontar siguiendo las Guías Alimentarias Basadas en Alimentos […] a partir de una alimentación saludable. Estas guías ofrecen educación nutricional y consejos tanto para los individuos concretos como para el público en general con el fin de alcanzar los objetivos nutricionales y de ayudarles a seleccionar una dieta que satisfaga sus necesidades. Estas recomendaciones incluyen la adecuada elección de alimentos que son fuente de aquellos nutrientes clave para la salud pública […]

Tal y como reza el REGLAMENTO 1924/2006 relativo a las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos en su artículo 3, apartado d:

“La utilización de declaraciones nutricionales y de propiedades saludables no deberá: […] afirmar, sugerir o dar a entender que una dieta equilibrada y variada no puede proporcionar cantidades adecuadas de nutrientes en general”

De todo ello se desprende que no hacen la menor falta alimentos enriquecidos si las cosas se hicieran bien. Así pues, mejores alimentos y menos alimentos funcionales. Porque además, el comer mejor termina resultando, mucho más rico y además mucho más económico que el recurrir a la dexcontualización del nutriente a base de sacarlo de su “alimento de origen” para terminar poniéndolo no importa donde. En este caso en una supuesta “leche”.

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Imagen: imagerymajestic vía freedigitalphotos.net

“Coulis de licopeno” o ketchup, la salsa de la discordia

Bocata ketchupEntre aquellos alimentos que tienen que soportar una negra, y a mi modo de ver injustificada leyenda figura sin lugar a dudas el ketchup. Un producto al que, así a lo tonto, ya le vengo dedicando con este tres post seguidos.

Antes de meternos en materia déjame que te explique el título de hoy, cuya correcta  interpretación no tiene porqué ser inmediata. Por coulis, voz francesa admitida en el DRAE, se entiende en el ámbito culinario y gastronómico aquellas salsas concentradas de verduras o frutas, más espesas que ligeras, que se utilizan frecuente pero no exclusivamente en el marco de la repostería para napar tartas, pasteles, carnes, pescados o cualquier otra receta que se preste a ello. Así, son frecuentes los coulis de frutas como el de frambuesa, de fresa, de pera… y también de verduras u hortalizas como el coulis de tomate al que yo me he permitido la licencia de apijotarlo como coulis de licopeno para referirme al kétchup, por ser este, el licopeno, uno de sus componentes más característicos.

¿Cuál es el origen del kétchup?

Al parecer, y en contra de la creencia popular, el origen del ketchup tanto en su concepto como sobre todo su nombre se encuentra en una antigua receta china conocida como ke-tsiap. Este preparado servía más para conservar las carnes y los pescados que para acompañarlos en una época que aun queda por determinar y sin que evidentemente esta mezcla a base de vinagre y azúcar contara con el tomate entre sus ingredientes. Alcanzó una popularidad notable pero no fue hasta el S XVII cuando fue conocida por los marinos ingleses en su exploración del continente asiático. Tratándose como se trataba de un elemento para la conservación de los alimentos este “descubrimiento” fue felizmente acogido entre los marineros por razones obvias, aún sin tomate. Al final, la generalización en el uso del tomate para acompañar este preparado llegó de la mano de un empresario Henry John Heinz quien teniendo una floreciente empresa de conservas vegetales decide en 1876 poner a la venta una especie del comentado ke-tsaip en el que además se incorporaba el famoso tomate, denominado a su producto tal y como hoy lo conocemos: ketchup.

HenryJHeinz

El kétchup: pocas calorías, libre de grasas y rico en licopeno

A día de hoy, el ketchup es una salsa de tomate con vinagre, azúcar, sal y diversas especias que, en cada caso, le dan sus característicos matices a las distintas variedades y marcas. Entre su composición, por tanto, destaca el agua, resultando en un alimento relativamente poco calórico (unas 100 kcal/100g de producto) con poca cantidad de principios inmediatos. Entre ellos destacan los hidratos de carbono, participando en su presencia los que aporta el propio tomate y el azúcar de sus ingredientes; además de una escasa cantidad de proteínas y un prácticamente despreciable contenido en grasas.

Pero si algo hay que destacar positivamente del contenido nutricional del kétchup es su contenido en un antioxidante naturalmente presente en el tomate, el licopeno. No por casualidad el tomate responde al nombre científico de Solanum lycopersicum.

¿Qué es el licopeno?

Se trata de uno de los tantos pigmentos llamados carotenoides que en muchos vegetales contribuye a dotarles de su color rojo característico. El licopeno lo podemos encontrar en sandias, pomelos rosas, albaricoques… pero está especialmente presente en los tomates y los derivados alimenticios preparados con este fruto (salsas de tomate, el propio ketchup, etcétera). Una curiosidad relacionada con el título del post de hoy resulta de conocer que la aplicación de calor sobre el tomate (para la elaboración de sus múltiples derivados) resulta en un aumento de la biodisponibilidad del licopeno. Además de las fuentes naturales, el licopeno también está dentro de la lista de aditivos alimentarios autorizados siendo posible su utilización como colorante ya que tiene asignado el código E-160d dentro de la legislación alimentaria europea.

Pero tampoco nos volvamos locos con el licopeno ni con ninguna otra sustancia de carácter antioxidante cuando la descontextualizamos fuera de un consumo adecuado de alimentos. Y es que las frecuentes relaciones del licopeno con la salud parten de esta realidad antioxidante. Quizá por está razón su uso se ha vinculado con un posible efecto beneficioso a la hora de prevenir el cáncer y otras patologías (sobre todo desde las terapias alternativas, muchas veces exagerando y engrandeciendo unas propiedades no concluyentes).

No obstante y a pesar de las fundadas buenas perspectivas que pudieran haber recaído sobre el licopeno, las evidencias concretas que se conocen a ciencia cierta sobre su efecto en la salud son limitadas. Considerado como un suplemento, el licopeno, no sale muy bien parado (tampoco mal, eso es cierto) en La Base Exhaustiva de Datos de Medicamentos Naturales que clasifica la eficacia basada en evidencia científica de las distintas sustancias “naturales”, contiene la siguiente información referida al licopeno en base a su utilidad dentro de la siguiente escala: Eficaz; Probablemente eficaz, Posiblemente eficaz; Posiblemente ineficaz; Probablemente ineficaz; Ineficaz, e Insuficiente evidencia para hacer una determinación:

Probablemente eficaz para prevenir la deficiencia de licopeno [sinceramente desconozco en qué consiste o qué efectos pudiera acarrear]

Posiblemente ineficaz para prevenir la diabetes

Insuficiente evidencia para hacer una determinación en los casos de cáncer de próstata, de mama, de ovarios, pancreático, pulmón, colon y recto; manchas blancas precancerosas en la boca (leucoplasia oral); enfermedades cardiacas; enfermedades de los ojos (maculopatía relacionada con la edad); infección con el virus papiloma humano (VPH); arterioesclerosis; cataratas y otras afecciones… Para todas estas situaciones, no se dice que el licopeno no pueda ayudar sino que se necesita más y mejores estudios para poder atribuirle un efecto beneficioso en estos casos.

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria también deja bastante claro el tema de los posibles efectos del licopeno. En un informe de 2011, se afirma que por el momento no se puede establecer una relación causa y efecto entre la ingesta de licopeno (sea del origen que sea) y los beneficios sobre la salud prostática, cardiovascular, de la piel, sobre el daño en el DNA, sobre las propiedades antioxidantes, el estrés oxidativo o la salud visual.

Al final qué hacemos, ¿tomamos o no tomamos ketchup?

ketchupEn mi opinión el uso del ketchup se ha criminalizado por su frecuente asociación con la comida rápida. Una especie de “la comida rápida es poco conveniente-el ketchup se utiliza mucho en la comida rápida-luego el ketchup es malo”. Pero las cosas no funcionan así. El producto per se tiene unas características nutricionales bastante interesantes, con pocas calorías para lo que se suele creer, sin apenas grasas y con una fuente bastante potente de antioxidantes. Además su uso, normalmente se hace en cantidades relativamente reducidas. Así pues, no veo mayor problema para utilizarlo. Pero hacerlo cuando corresponde, no de forma indiscriminada o con el fin de que nuestros hijos terminen por comer lo que “se tienen que comer” tal como vimos en esta entrada. No porque sea “insano”, sino por que su uso terminará por amodorrar las ya bastante adormiladas papilas gustativas de los más pequeños y porque además, no sería esta una buena forma de educar haciendo que todo sepa a lo mismo. Precisamente por los motivos contrarios que en el fabricante de kétchup Heinz en su página web, en el apartado de “verdades y mentiras” responde lo siguiente a si es bueno que lo tomen los niños:

El ketchup es una salsa de tomate con un color y sabor muy atractivo para los niños. Por lo tanto es una forma de que tomen tomate. Además su utilización como acompañante de los platos puede ayudar a que coman otro tipo de alimentos, como por ejemplo las verduras. Se podría decir que es un aliado en la alimentación de los niños.

Pues no señores de Heinz, para mi gusto su producto es uno de los mejores (al menos desde un estricto punto de vista organoléptico y personal), pero su respuesta sobre esta cuestión deja bastante que desear… ¿ketchup con todo? No señores, no.

 

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Nota: Este post está dedicado con cariño a Miguel A. Sabadell (@cienciadetuvida), del que hace años fui vecino en la revista «Sabor de Aragón», su sección se llamaba tal que así, «Coulis de licopeno»

Imagen: m_bartosch y Grant Cochrane vía freedigitalphotos.net; Hephaestos vía Wikimedia Commons;

¿Te “alegras de verme” o acaso tomas fitoterapia adulterada?

El tema de la fitoterapia y los supuestos remedios herbales da para mucho. Una de sus facetas, quizá la principal en términos de beneficios, es el tema del adelgazamiento: que si mira este extracto de Capsicum ( más y menos que pimiento); que si fíjate que maravilla esto de la cinarina (flamante compuesto de la alcachofa) para “quemar grasas”; o lo flipas con esta cetona de frambuesa, mil veces que mejor que vuestras cinarinas y capsaicinas juntas, etcétera. Pero la fraudeterapia, digo, fitoterapia, va mucho más allá y saquea nuestros bolsillos mientras explota a partes iguales los filones de: a) nuestras más mundanas preocupaciones y obsesiones y; b) las tradicionales y milenarias medicinas china e hindú (o de cualquier otra región más o menos exótica).

Una de las últimas aplicaciones de la timoterapia, digo, fitoterapia de las que he tenido constancia es aquella que diversifica el negocio a partir de prometer y vender entre el público masculino un aumento de la capacidad, el vigor o la potencia sexual. Bien sea prometiendo pétreas erecciones o bien eternos encuentros amorosos con los que con una sola tranca y en una sola “tacada” se pueda dar gusto a un harem de viciosas ninfómanas lascivamente sedientas de lujuria.

Andro XL

Así, en el escaparate de un par de herboristerías pude ver el otro día estos dos productos: por un lado el ANDRO XL estarás a la altura, con una imagen de un sonriente varón examinando su “fondo de calzoncillo”; y por el otro FortiPlus no para los que no pueden, sino para los que quieren más con Nacho Vidal a la cabeza.

En ambos casos se trata de complementos alimenticios con una más que dudosa efectividad en todo aquello que alegan conseguir con su utilización. En cuanto a su publicidad, la de ANDRO XL es especialmente pobre, sobre todo si la comparamos con el despliegue de medios de FortiPlus. Este último producto ha invertido a base de bien, cuenta con la imagen de una persona más o menos conocida, ha hecho un vídeo promocional bastante elocuente (y divertido, para qué nos vamos a engañar) e incluso en su campaña promocional realizó una cámara oculta con Nacho Vidal jugando a ser un farmacéutico que detrás de un mostrador terminaba recomendando FortiPlus a cualquier cliente con cualquier problema.

La verdad detrás de los erecto-suplementos

Aunque el sexo va de buen rollo y todo lo demás, no conviene mezclar churras con merinas. Ninguno de los componentes de ANDRO XL ni de FortiPlus, han demostrado fehacientemente las cualidades que se le atribuyen en su promoción y venta.

En el caso del primero, ANDRO XL, encontramos cuatro ingredientes:

  • Arginina alfa cetoglutarato: Una sal formada por la combinación del aminoácido arginina y el glutarato, carece de toda evidencia en el sentido que se persigue en este producto.
  • Citrulina: Un metabolito intermediario en el ciclo de la urea. Unos pocos estudios han estudiado su acción en el caso de la disfunción eréctil en animales (principalmente ratas) con resultados prometedores. Sin embargo los estudios en humanos son escasísimos y aun no han encontrado esa efectividad que se le presupone.
  • Epimedium L: Este es el protagonista exótico de esta recua de prodigiosas sustancias. Empezamos mal en la nomenclatura ya que cuando se emplean nombres científicos en la denominación de una especie concreta, lo que se suele hacer si se utilizan abreviaturas, es abreviar el género, en este caso Epimedium y dejar el nombre de la especie concreta el completo. Aquí, no sé por qué razón se hace al revés, dejando al usuario sin saber en concreto qué especie de Epimedium se trata. Bueno, sabemos que empieza por “L”, así que el abanico se reduce a unas tres posibles especies E. latisepalum, E. leptorrhizum y E. lishihchenii. En cualquier caso todo el género Epimedium al completo se relaciona según la medicina tradicional china con efectos afrodisiacos a partir de su contenido en icariina hasta el punto que en inglés se conoce al Epimedium como la “hierba de la cabra cachonda”(sobre el origen de esta nomenclatura dejaré que seas tú quien se pierda en las divertidas leyendas). Sustancia que ha demostrado promover el priapismo en conejos… pero hasta la fecha nunca en machos de la especie Homo sapiens sapiens. Tal y como se pone de relieve en este estudio que revisa la efectividad y seguridad de los remedios fitoterápicos en el caso de la disfunción eréctil, incluido este que nos ocupa:

Los ensayos clínicos que avalúan la efectividad de los distintos remedios fitoterápicos en el caso de la disfunción eréctil no ofrecen datos concluyentes. Se precisan más estudios en humanos para concretar la potencial efectividad estos, así como sus potenciales riesgos.

  • Por último, la ornitina alfa cetoglutarato: Una sal similar a la primera mencionada, que no está relacionada, ni de lejos con la disfunción eréctil en la literatura científica.

Ni que decir tiene que la EFSA no ha autorizado hasta el momento ni una sola alegación sobre estas sustancias que, presentes en un complemento alimenticio, justifiquen su uso como favorecedores de la erección. De hecho, no hay admitida (ni tan siquiera a trámite) ni una sola solicitud, para cualquier sustancia (recuerda que hablamos solo de alimentos y de complementos) que tenga como fin este fláccido problema.

Por su parte, la composición de FortiPlus contiene (nota: sería muy conveniente que los responsables de estos “laboratorios”, así como los del anterior, hagan un curso exprés de cómo citar correctamente especies cuando su usa su nombre científico): Tribulus terrestris, Turnera diffusa, Lepidium meyenii, Astragalus membranaceus, Ginseg panax, y arginina. Dejando de lado el último compuesto, el aminoácido, el resto son especies vegetales que tienen una amplia tradición en su uso como afrodisiacos dentro de las medicinas tradicional china y ayurvédica, o que provienen de los Andes… o vete a saber qué razón se les habrá podido ocurrir para ponerla ahí. El caso es que, como ya te he comentado, a fecha de hoy no hay ni un solo compuesto de estos que haya demostrado claramente los efectos que publicitan. Sin embargo…

El fraude y el riesgo están a la orden del día en estos preparados

VarónAhora bien, habrá quien se los tome y diga “¡caramba, mi cipotón mola un montón!” con lo cual, qué más quiere el ciego (y la ciega) que ver… Las explicaciones para que así suceda (sin complemento flaccidez y con suplemento rigidez) son las que supongo ya conoces (y que hoy solo voy a mencionar): por un lado el efecto placebo y por el otro el de regresión a la media.

Pero hay una tercera explicación que quizá no te esperes. Entra muy de lo posible que en este tipo de complementos (y ahora no me refiero a las marcas concretas mencionadas), sabiendo sus diseñadores que no sirven para nada, salvo para sacarte los cuartos jugando con tus problemas, hayan decidido adulterarlos con sustancias farmacológicas que sí tienen una probada efectividad en el tratamiento de la disfunción eréctil. Estoy hablando de incorporarles ilegalmente sildenafilo o tadalafilo, principios activos de fármacos para esta patología presentes en Viagra y Cialis respectivamente. Así lo pone de manifiesto este estudio: Adulteration of purported herbal and natural sexual performance enhancement dietary supplements with synthetic phosphodiesterase type 5 inhibitors (Adulteración en suplementos dietéticos naturales y a base de hierbas con pretendida acción sobre la mejora sexual a partir de inhibidores sintéticos de la fosfodiesterasa tipo 5). Como no tiene desperdicio el estudio te hago un resumen:

Tras evaluar 91 de estas presentaciones comerciales (complementos alimenticios y hierbas “naturales” para la disfunción eréctil) ninguna de ellas hacía la alegación de contener sustancias sintéticas: Sin embargo el 81% contenían ingredientes farmacéuticos inhibidores de la fosfodiesterasa tipo 5, incluyendo tadalafilo y/o sildenafilo. De todos ellos, 18 productos contenían una dosis de esas sustancias en cantidad igual o superior al 110% de la dosis máxima aprobada para su uso farmacológico.

Así, concluía el estudio, los hombres con disfunción eréctil ponen en riesgo su salud cuando recurren a productos de herbodietética y/o naturales de venta libre que pretenden mejorar el rendimiento sexual debido al peligro que supone la adulteración con inhibidores sintéticos de la fosfodiesterasa tipo 5, a la ausencia de advertencias sobre su seguridad y a las patentes faltas de calidad de los mismos.

Aquí en España no me consta que haya un estudio de similares características (y hace falta). Sin embargo, en el terreno de las denuncias, la única nota discordante con los productos mencionados es la denuncia que han presentado contra FortiPlus ACICOM y AUC. Pero esta denuncia se centra tan solo en las cuestiones publicitarias del mismo antes que en su eficacia y seguridad. Tal y como sucede en cuestiones de sexo, una pena eso de quedarse a medias.

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Imagen: thaikrit vía freedigitalphotos.net

“Entrenar, comer y dormir” la divisa de Horner, un gladiador del deporte

Chris HornerSi es un sueño que no me despierten. Si en el futuro sale a la luz que iba enchufado hasta las orejas, que no me lo digan. No lo quiero saber. Prefiero vivir engañado con la imagen en mi retina de ese Chris Horner batiéndose el cobre de pie sobre la bici. Aun creo, y quiero creer, en la épica del deporte. Llamadme romántico. Y es que el dato me gusta: en 2013 un tipo con casi 42 tacos, con más escuela que manolito, se aupó por méritos propios hasta la gloria en la Vuelta a España. Horner, un tipo normal, o al menos eso parece. Y sin que nadie a priori apostara demasiado por él. Me gusta.

A mis 43 años ni me sé ni me creo en la circunstancia de leerle la cartilla deportivamente hablando a nadie medianamente entrenado; ni tan siquiera en aquellas disciplinas en los que yo mejor me desenvuelvo… Bueno, en mi descargo podría argumentar que jamás tuve la ocasión de dedicarme profesionalmente al deporte (con sinceridad creo que tampoco hubiera brillado demasiado). Sin embargo, desde al menos 8 años atrás (y lo recuerdo muy bien) vivo con especial atención los titulares de aquellos medios que hacen recalcar la “avanzada edad” de no importa quién cuando termina por alcanzar un hito deportivo. Sé que hay muchos, en cualquier caso el primero en mi cuenta particular, ya digo que lo tengo marcado a fuego en mi memoria, fue durante los mundiales de natación de 2005 en Canadá. En aquel entonces no pocos medios rotularon sus titulares del siguiente modo: “El abuelo Mark Wernecke campeón del mundo en los 50m braza a sus 35 años” (o algo así) Fue todo un palo: ¿abuelo, 35 años? Cachis en la mar, en aquel entonces yo también tenía 35, y estuve dudando entre pedir hora para que me pusieran una dentadura postiza o llamar, indignado como estaba, uno a uno a los periódicos que usaron este titular o semejante.

Volviendo a la actualidad, una de las cosas que más me molan es, por supuesto, el lema de Horner; el secreto según él mismo de su logro: “entrenar, comer y dormir”, algo de lo que muchos debieran aprender. Sí, digo aprender y releer, antes que ponerse a estudiar la forma y manera de burlar, enmascarar y trucar sus triunfos. A suplementar su dieta con nutrientes esenciales, aminoácidos ramificados o, vade retro, a limpiarse la sangre y demás trastadas. El fraude en el deporte me da asco y, por lo que hasta ahora se sabe, en esta victoria hay muy poco de aquel y en sentido contrario mucha modestia, pundonor y genuinidad. Que Horner no se subió a una bicicleta antes de ayer lo sabemos todos, al igual que el Sr. Wernecke tampoco aprendió a nadar precisamente dos años antes de ser campeón del mundo.

Con todo ello en el haber hay otro matiz importante en la hazaña de este titán de la bicicleta. Los medios recalcan el escaso efecto que ha tenido en su caso el adoctrinamiento dietético más esperable. Al parecer Horner no sigue la pauta dietética tipo y que para otros en su misma situación es ley de vida. Horner, según los medios, sortea gran parte de las recomendaciones nutricionales y gusta de “abusar” de hamburguesas, pizzas y cocacolas. ¿Cuánto hay de cierto en todo esto? De verdad que me gustaría saberlo y poder concretarlo de forma detallada. Los medios hacen creer que, haciendo una caricatura de sus contenidos, este hombre parece vivir sentado en el sofá mazándose a refrescos y comida basura. Yo, sinceramente lo dudo. No niego que posiblemente haga sus transgresiones, pero dudo mucho que estas sean la norma. No olvidemos que este tipo de leyendas, tanto en el contenido de las dietas como en su cantidad, teniendo un origen incierto, suelen ser magnificadas por los medios de comunicación hasta llegar a formar parte del acerbo popular. Recordemos por ejemplo los mitos sobre la dieta de Michael Phelps.

En el caso que nos ocupa de veras que me gustaría conocer de primera mano las características de la dieta de Chis Horner y que fuera él mismo el que la detalle. Mientras tanto, yo me quedo con su difícilmente mejorable consejo hacia el éxito deportivo: “Entrenar, comer y dormir”.

Orocronodietología y otros trabalenguas de mal agüero

EngranajesNunca aprenderé. Cada vez que tengo constancia de una novedosa y revolucionaria propuesta dietética similar a los más estrambóticos elixires milagrosos del lejano oeste, siempre digo lo mismo: esto es el no va más.

Bien, hoy no lo diré. Ya estoy aprendiendo y sé, tristemente, que detrás de cualquier moderno bálsamo de fierabrás vendrá otro. No sé si justificando su supuesto funcionamiento en adelantadísimas investigaciones científicas, como es el caso de hoy, o haciendo uso de poderes sobrenaturales como marca la leyenda del célebre bebedizo.

¿Qué es la orocronodietología?

Sinceramente no lo sé. Me he leído de arriba abajo el panfleto que se supone debiera definirla pero no he logrado sacar una conclusión clara. En cualquier caso los inventores, promotores, difusores y vendedores de este sistema basado en la ingesta de una serie de cápsulas (orocápsulas siendo estrictos) dan la siguiente definición más o menos vaga. Se trata de:

Una propuesta nueva y única 100% de origen natural, que es la fuente de nuestro bienestar natural, permite muy rápidamente reestablecer, mantener y estabilizar el equilibrio celular global para rencontrar una vida sana y feliz (happy).

Sí yo también me he fijado… siempre poniendo el acento en lo natural, vaya novedad.

Sus principios (creo que carecen de principios). El punto de partida que justifica la posterior intervención orocronodietética es ya de entrada erróneo:

La alimentación de nuestros días no es capaz de suministrar en tiempo y hora los nutrimentos que nuestro organismo necesita tanto en su aspecto como en sus contenidos

Y claro, aportan cero datos que sostengan esta afirmación. (A estas alturas quizá te interese consultar esta entrada sobre los errores más típicos que nos conducen a tomar suplementos dietéticos)

Bueno, el caso es que una vez engañado convencido el usuario de que a día de hoy los alimentos son incapaces de aportarnos todo lo que necesitamos, este sistema se auto atribuye la revolucionaria solución a partir del consumo diario de sus preparados. Estos consisten en las famosas orocápsulas que contienen un complejo de principios activos naturales de la medicina herbaria, la aromaterapia y de la micronutrición (sic).

Caramba, resulta que al final no se trata más que de una forma más o menos novedosa de vendernos supuestos remedios fitoterápicos y aromaterápicos poniendo tecnicismos aquí y allá para hacer incomprensible el mensaje. ¡Vaya! te has quedado chafado, ¿no? Bueno, se trata de eso y de meter por medio los términos micronutrición y cronodieta que siempre quedan resultones en un folleto de estas características, dotándole así de mucho más empaque (donde va a parar)

Y digo bien al decir “se auto atribuye” porque a pesar de lo que la propuesta orocronodietética dice de sí misma:

Este método revolucionario ha sido realizado gracias a OroChronoDietologia® (OroChronoDietology) – una nueva ciencia revolucionaria reconocida por la Comunidad Científica Internacional que está cambiando la fisonomía de la salud natural. Este exclusivo descubrimiento patentado es el resultado de veinte años de trabajo por parte de los equipos de investigación y desarrollo del Dr. Gaetano Zannini en colaboración con los Centros Universitarios Internacionales

Preguntas

La verdad es que por OroChronoDietology (o cualquier cosa que se le parezca) no hay ni una sola referencia en los buscadores al uso de literatura científica. Sin embargo, quizá te llamen la atención tanto gráfico y referencia que aparecen en el folleto promocional. Para entender por qué están todos esos gráficos y tablas que en apariencia, solo en ella, justifican esta propuesta solo hay que contrastar que son datos presentados en simposios sin una mayor trascendencia a la hora de demostrar nada. Es decir, la comunidad científica no ha tenido la oportunidad de contrastar sus proposiciones. A pesar de ello, tras las rimbombantes y vacías palabras de autobombo (“ciencia revolucionaria”, “reconocimiento de la comunidad científica internacional”, “centros de universitarios internacionales…) ahí está una empresa, un laboratorio y un “Hombre”, un médico, Gaetano Zannini, para poner a nuestro alcance las orocápsulas y con ellas la fuente natural de nuestro bienestar.

Las distintas líneas de productos ya te las puedes imaginar, son cinco: renew (supuestamente para renovar de forma literal el cuerpo a nivel celular, para que pueda defenderse mejor de los efectos del envejecimiento, el sol, el tabaco y la contaminación), flex (pretende proteger, defender y reforzar las articulaciones debilitadas y doloridas), relax (se supone que para mejorar el ánimo y el descanso nocturno), energy (supuestamente para mejorar la vitalidad física e intelectual, aumentar la resistencia a la fatiga, reducir el tiempo de recuperación, controlar la gestión del estrés y favorecer un descanso) y no podía faltar Slim (todo un lujo para reeducar el cuerpo hacia el correcto equilibrio entre peso y figura actuando en el reloj metabólico celular que, una vez se ha visto afectado por los hábitos alimenticios inadecuados y/o la falta de actividad)

Sobre el Hombre en cuestión (utilizo la misma forma para referirme al descubridor del sistema que la que ellos mismos utilizan en su folleto) he descubierto en Internet lo que no se puede considerar más que una tomadura de pelo o simplemente una broma histriónica: alguien ha realizado una petición con su recogida de firmas en la plataforma change.org, solicitando al Karolinska Institutet que Gaetano Zaninni y su equipo sean reconocidos con el premio nobel de medicina.

Tomando en consideración Hombre y sistema, creo que es hora de despedirme y para ello traer a colación algunas de las claves para desenmascarar a un científico chiflado tal y como nos las hizo llegar en su día Luis Alfonso Gámez en su estupendo blog Magonia. La megalomanía es la primera de esas claves, se consideran a sí mismos como genios… y la última es la tendencia que tienen a escribir en una jerga compleja, en muchos casos usando términos y expresiones que él mismo ha acuñado. Pues eso, orocronodietología. Entre ambas claves unas cuantas más que te invito a que contrastes directamente en el blog.

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Nota: La proposición de esta entrada se la debo a @manolo_elmas y @ernie_aka vía Twitter, ¡gracias!

Imagen: jscreationzs y Stuart Miles vía freedigitalphotos.net

Cetona de frambuesa, otra tontería quemagrasa más, embotellada o en cápsulas

Milagros_ Stuart Miles

Hace un par de meses un lector agradecido me puso en antecedentes sobre un producto “para adelgazar” que al parecer está pegando fuerte en Alemania, se trataba de la “cetona de frambuesa” de la que no había oído hablar hasta ese momento.

Todo apunta a que se trata de la enésima filfa milagrosa que se anuncia con el fin de ayudar a sus consumidores a adelgazar a partir de un reclamo tan antiguo como absurdo e inexistente: su supuesto efecto quema-grasa.

Bien, con independencia de que existan algunas moléculas que sean indispensables para la obtención de energía a partir de los ácidos grasos, ya se comentó en esta entrada que aportarla en una mayor cantidad no tiene por qué tener un efecto beneficioso o sinérgico, más al contrario, puede ser incluso perjudicial. La L-carnitina es una de esas moléculas mencionadas en el citado post, sin embargo no está probado y tampoco tendría demasiada lógica que aportar más L-carnitina que aquella que podamos nosotros mismos sintetizar y/o aportar en el marco de una alimentación equilibrada surta el efecto de utilizar más ácidos grasos para obtener energía, es decir, que sirva para quemar más grasa.

Raspberry_ketonePero el caso de la cetona de frambuesa es diferente. Esta sustancia, una cetona aromática de naturaleza fenólica y que responde a la fórmula química 4-(4-hidroxifenil) butan-2-ona, jamás ha demostrado de forma convincente el participar o mejorar el proceso obtención de energía a partir de los ácidos grasos y mucho menos ser necesaria.

Creo que merece la pena hacer constar que su obtención a partir de la fuente natural resulta bastante costosa, sin embargo su síntesis en laboratorio es francamente barata, lo que además, sirve para poner el grito en el cielo con respecto al precio de venta que tiene este producto en el mercado de la suplementación y el adelgazamiento.

La evidencia científica sobre los beneficios de este producto es en la actualidad escasa

Por un lado tenemos la opinión científica de la EFSA de 2011 al respecto del valor del extracto de frambuesa (nótese que no es cetona, sino extracto, todo hay que decirlo) en la que se concluye que las alegaciones de que el extracto de frambuesa, ayude a mejorar la termogénesis, elemento que a su vez ayude a controlar el peso; ayude a controlar la apetito de forma natural; facilite la sensación de saciedad tras una comida; ayude a gestionar el hambre y el apetito; ayude, contribuya o facilite la pérdida de peso; o contribuya a controlar el peso corporal; no están avalados por suficientes estudios en humanos (páginas 21 y 29).

Por el otro en pubmed, la inclusión en la barra de búsqueda de raspberry ketone (cetona de frambuesa) arroja 39 resultados, de los cuales en solo 5 se relaciona esta sustancia con el peso (al menos originalmente) y de los cuales solo hay uno realizado en humanos, muy reciente, el cual comentaré a continuación.

Con el subyugante título de Eight weeks of supplementation with a multi-ingredient weight loss product enhances body composition, reduces hip and waist girth, and increases energy levels in overweight men and women (Ocho semanas de suplementación con un producto de la pérdida de peso de varios ingredientes mejora la composición corporal, reduce la cadera y circunferencia de la cintura, y aumenta los niveles de energía en hombres y mujeres con sobrepeso) en este estudio los autores concluyen que aquellos que utilizaron un preparado comercial a base de “sustancias naturales” que contenía entre otras cetona de frambuesa, cafeína, capsaicina, ajo, jengibre y Citrus aurantium (naranjo amargo) además de seguro, es más eficaz frente al placebo en la pérdida de peso, la mejora de la composición corporal y la reducción de los perímetros de cintura y cadera. Todo ello evaluado en un periodo de 8 semanas que incluía un programa dietético y de ejercicio para personas obesas sanas y activas de ambos sexos.

El estudio, bastante impactante en sus resultados, tiene algunas pegas no pequeñas. La primera de ellas la duración, 8 tristes semanas periodo que, aunque lo afirmen los autores no es suficiente, ni de lejos, para validar su seguridad. La segunda, la escasez de la muestra, a pesar de que se empezó con 70 voluntarios los datos son relativos solo a 45 de ellos ya que el resto abandonó el estudio por diversos motivos relacionados con el programa de dieta, suplementación y ejercicios. De los 45, los datos pertenecen: 27 al grupo de intervención (que tomaban las cápsulas naturales) y 18 al de placebo. La tercera, suponiendo que las diferencias puedan ser atribuibles a las cápsulas con “productos naturales” y sin tratar de hacer de menos la rigurosidad en cuanto al correcto “cegado” de los grupos… ¿cuál o cuáles de los elementos de este cóctel fitoterápico fue el responsable? Y la cuarta, resulta que los dos autores principales del estudio recibieron financiación para la investigación y/o han actuado como asesores de los proveedores de materias primas, productos nutracéuticos y compañías de suplementos dietéticos. No creo que haga falta decir nada más. Ahí lo dejo.

El principio de la cetona de frambuesa

El origen de esta mediática paparruchada, al parecer, se encuentra, una vez más, en los Estados Unidos. El año pasado en el espacio televisivo “The Dr. Oz Show” este señor con su nombre tan mágico y evocador promocionó la cetona de frambuesa como el “número uno de los milagros (sic) embotellados para perder tu grasa”. Tal y como estarás suponiendo a estas alturas, hay una línea de productos «Dr. Oz» que comercializa él mismo. Entre su variopinto catálogo de productos se incluye, evidentemente, la conocida cetona de frambuesa. Pero a día de hoy ya hay en el mercado muchas otras marcas que la comercializan. Una vuelta por internert nos ofrece múltiples ejemplos.

Por último y para quien no conoce al Dr. Oz, mencionar que esta persona ha sido a menudo criticada por sus habituales propuestas, o mejor dicho, salidas de pata de banco pseudocientíficas. Tal es así que ha recibido en dos ocasiones el poco apetecible premio (digo yo) Pigasus, siendo hasta el momento la única persona en conseguirlo dos veces. Los premios Pigasus, promocionados por el conocido escéptico James Randi, tienen por objeto el poner de relieve los fraudes más flagrantes en materia de “ciencia”, parapsicología y demás. En 2010 el Dr. Oz fue premiado en el apartado reservado a los medios de comunicación por su inagotable promoción de la charlatanería médica, y en 2012 en la categoría de “dar la espalda a la realidad” por los mismos motivos además de por promocionar las creencias paranormales y la pseudociencia.

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Imágenes:   Stuart Miles vía freedigitalphotos.net y Edgar181 vía wikimedia Commns

Los productos milagro son abundantes y los ciudadanos no denunciamos

Milagros_ Stuart MilesUna reciente noticia de ámbito local, aunque tranquilamente trasladable al panorama nacional e internacional ha llamado mi atención: en los últimos cuatro años el Departamento de Salud del Gobierno de Navarra ha detectado la presencia de 94 “productos milagro” en los comercios de esta Comunidad Autónoma. Con sinceridad, son muchos y al mismo tiempo me parece una escasa «detección» para los que se podrían detectar. De todos ellos, el uso de 16 se encontró que estaba asociado a “reacciones adversas” y 21 carecían de evidencia científica que justificara su uso. La mayor parte de ellos, según la nota, estaban relacionados con la pérdida de peso, y cuatro de cada cinco se comercializaban bajo la denominación de “complemento alimenticio”. Puedes acceder a la noticia al completo en este enlace

En este texto se asume una definición de producto milagro bastante acertada a mi juicio, como…

…aquellos [productos] que se comercializan como poseedores de propiedades para el tratamiento o prevención de enfermedades, para modificar el estado físico o psicológicos, o para restaurar, corregir o modificar funciones fisiológicas, sin estar respaldadas por suficientes pruebas técnicas o científicas acreditadas, expresamente reconocidas por la administración sanitaria

En cualquier caso, no solo se trataba de productos milagro como tal sujetos a esta definición sino que también cayeron en este saco aquellos productos que declaraban propiedades saludables no autorizadas por la UE, o bien productos que no respetaban la legislación en materia de publicidad o incluso aquellos que se auto atribuían propiedades preventivas o terapéuticas para tratar enfermedades o que pretendían sustituir la utilidad de los medicamentos legalmente reconocidos. Varios de ellos reunían más de una de estas irregularidades.

Sea como fuere otros de los datos a resaltar es que en 40 se incluía en su composición sustancias directamente prohibidas, o que si estaban permitidas rebasaban la dosis permitida. Tristemente esta situación no es nada novedosa cuando se observan este tipo de productos bajo la lupa. Sin ir más lejos en 2009 la FDA norteamericana advertía a los consumidores que se habían detectado bastantes productos para adelgazar, de venta libre, es decir, que no eran fármacos, la mayor parte de ellos comercializados como “complementos dietéticos”, que contenían ingredientes farmacológicos no declarados en su composición. Estos ingredientes se pueden encontrar en la mayor parte de los casos dentro de algunos fármacos y su inclusión en productos con alegaciones como “natural”, “a base de plantas”, supone en primer lugar un peligro para los consumidores y en segundo, un fraude. Un peligro porque, muchas de las sustancias encontradas en estos productos de EE.UU. no tienen ni tan siquiera la autorización para comercializarse como fármacos en el tratamiento de la obesidad por sus importantes riesgos, o si la habían tenido, les fue retirada en su día.

Independientemente de la dificultad de que un consumidor pueda detectar este tipo de peligros, resulta bastante llamativo también el escaso número de denuncias por parte de los usuarios. Volviendo al caso de la Sección de Inspección Farmacéutica de Navarra, desde el año 2009 tan solo se han recogido tres denuncias procedentes de los ciudadanos sobre estos productos.

No quiero terminar sin destacar las recomendaciones que hace el Departamento de Salud navarro cuando afirma que una dieta equilibrada junto a un estilo de vida saludable es el mejor método para obtener todos los nutrientes necesarios, haciendo innecesario tomar complementos para obtenerlos. Algo que tantas veces he comentado en este espacio.

Así pues, déjate de tonterías y con tu salud no te la juegues. Los cantos de sirena siempre han existido (y supongo que existirán) para quienes quieran escucharlos. Pero por muy “bonitos”, seductores y atractivos que sean, no dejarán de ser eso, un canto de sirena que, como en el caso de la mitología, además, pueden ser peligrosos.

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Foto: Stuart Miles vía freedigitalphotos