El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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¿Cuánta deficiencia hay de vitamina B12 entre los vegetarianos?

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El asunto del vegetarianismo, siempre ha sido relativamente controvertido tanto entre los que lo practican como entre los que no.

Dejando a un lado las diversas motivaciones que pueden llevar a cada uno a seguir este tipo de pauta dietética, que también son variadas y motivo de polémica, la cuestión de la adecuación nutricional suele terminar por ser el centro del debate. Incluso entre los propios vegetarianos ya sean de un tipo o de otro. Muy en resumen hay dos grandes grupos: los vegetarianos estrictos, también llamados veganos; y los ovo y lácteo vegetarianos, es decir los que solo comen vegetales y además lácteos y/o huevo.

En realidad, las dietas vegetarianas bien planificadas son seguras y adecuadas para una gran mayoría de la población. Sin embargo, hay una serie de nutrientes “clave” que siempre planean por encima de la cabeza de este colectivo cual si de espada de Damocles se tratara. A modo de síntesis, los nutrientes “calientes” y origen de debate con respecto al vegetarianismo por su posible deficiencia son, dentro de los minerales, el calcio, el hierro, y el cinc y, dentro de las vitaminas la B12 y la D.

Digan lo que digan, en realidad el nutriente verdaderamente limitante en este tipo de planteamientos es la vitamina B12 . La razón es que esta vitamina solo se encuentra en cantidades apreciables en los productos de origen animal. Del resto, aunque hay que asegurar su aporte, no hay un mayor riesgo de incurrir en una deficiencia siempre que se haga una adecuada planificación dietética.

Aun y todo, siempre ha habido debate acerca de cuánta deficiencia hay (prevalencia) en el colectivo de vegetarianos de esta vitamina. Con mucha frecuencia se ha sostenido que los veganos tienen un mayor riesgo de déficit frente a los vegetarianos que además incorporan lácteos y/o huevo. Sin embargo, un reciente estudio publicado en la revista Nutrition Reviews titulado como esta misma entrada How prevalent is vitamin B(12) deficiency among vegetarians? (¿Qué prevalencia hay de vitamina B12 entre los vegetarianos?) no deja nada claro que haya que ser más indulgente con la deficiencia de B12 en los vegetarianos no estrictos. Para ello se ha abordado esta cuestión realizando una revisión de la literatura a este respecto.

El principal hallazgo obtenido en este estudio fue que los vegetarianos, con independencia de su estilo de vegetarianismo, todos ellos, pueden presentar pérdidas o deficiencias de vitamina B12 independientemente de las características demográficas, de su lugar de residencia y de la edad.

En cuanto a los datos obtenidos de esta deficiencia en B12 por grupo de edad y población, se encontró que:

  • Entre los niños: entre el 25 y el 86% presentaban deficiencia.
  • Entre la población de adolescentes: entre el 21 y 41%
  • Entre las personas de edad avanzada: entre el 11 y el 90%
  • En la población de mujeres embarazadas: cerca del 62%
  • También es cierto que se encontraron mayores tasas de deficiencia entre los vegetarianos estrictos que entre los que consumían además huevo y/o lácteos.
  • Fueron mayores también las cifras de deficiencia entre aquellos que eran vegetarianos desde muy temprana edad, prácticamente desde el nacimiento, que entre aquellos que se hacían vegetarianos en edades más avanzadas.

El aspecto más interesante de este estudio a mi modo de ver es que las medidas preventivas deberían adoptarse por igual con independencia del tipo de vegetarianismo que se siga. Por tanto, recomiendan los autores de este estudio, los vegetarianos (todos) deberían tomar medidas preventivas para asegurar la ingesta adecuada de B12 incluyendo, si es el caso, el uso regular de suplementos que la contengan.

¿Pero es que el huevo y/o la leche no contienen suficiente vitamina B12 como para que quienes los consumen se olviden de su posible deficiencia?

Pues en principio parece que sí… siempre que esos vegetarianos tomen una suficiente cantidad, que no es desorbitada. Sin embargo, la realidad de este tipo de vegetarianos nos dice que con mucha frecuencia se comienza siendo vegetariano mixto (con leche y/o huevos) pero que en la trayectoria de estos vegetarianos mixtos cada vez se va prescindiendo más de estos productos. No es que se terminen por ignorar, haciéndose finalmente veganos (o sí) sino más bien que se terminan por incorporar en menor cantidad.

Así que ya sabes, si has decidido practicar el vegetarianismo controla las cantidades de esos nutrientes “clave” y, muy en especial, asegúrate de obtener regularmente una buena fuente de vitamina B12. Sin lugar a dudas yo le pediría opinión y consejo a un dietista-nutricionista.

Antes que se os disparen los dedos en los comentarios, no me quiero despedir sin citar las conclusiones de este reciente metaanálisis (Mortalidad por enfermedad cardiovascular e incidencia del cáncer entre los vegetarianos: Metaanálisis y revisión sistemática) que dicen textualmente:

Nuestros resultados apuntan hacia el hecho de que los vegetarianos tienen, frente a los no vegetarianos, una mortalidad significativamente menor (29% menos) por enfermedad isquémica del corazón y también una menor incidencia de cáncer en general (18% menos)

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Esta entrada participa en la III Edición del Carnaval de la Nutrición, organizado por el blog Scientia

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Foto: freddy

 

Principio de año ¡y yo sin mis suplementos!

VitaminasNo, no se me ha ido la olla, sigo siendo yo. El título de hoy, lo reconozco, es una licencia poco sutil para llamar tu atención.

Porque en verdad lo que vengo a contar hoy viene a colación de las frecuentes, ciclotímicas diría yo, ocasiones en las que se suele presentar la ocasión para recomendar con especial -y absurda- insistencia la necesidad de tomar suplementos vitamínico-minerales para… para… para lo que sea: que si ahora hace frío y los constipados, que si ahora hago dieta y por “si me falta algo”, que si estoy de exámenes y necesito más, que madre mía que sobrecarga de entrenamiento, etcétera. Si quieres ahorrarte la entrada te hago un resumen antes de meterme en materia: los suplementos vitamínicos-minerales no son necesarios, salvo, en contadísimas ocasiones y que desde luego no dependen de que hagas dieta, estés de exámenes o haga frío. Vamos allá.

Desde la Harvard School of Public Health lo dejan  bastante claro: En el mejor de los casos, y en la mayor parte de las ocasiones, la incorporación de este tipo de suplementos solo te producirán un menoscabo (mayor o menor) en tu economía, y en el peor, incluso puede perjudicar tu salud.

Malgastar dinero

¿Qué ocurre, qué no sabes si tu alimentación te aporta las recomendaciones diarias de vitaminas o minerales? Bueno, no es mayor problema, tienes dos soluciones posibles: Puedes ponerte en manos de un dietista-nutricionista que evalúe tu estilo de alimentación o, más sencillo todavía, confiar en llevar un patrón de alimentación, llamémosle “mediterránea” (con todos los riesgos que ello conlleva), es decir, que incorpore una adecuada variedad de frutas, verduras, hortalizas, legumbres, cereales integrales, frutos secos, lácteos desnatados, pescado y carnes magras. Así, cuando tengas que elegir qué comer céntrate en todos aquellos alimentos que tengan una elevada concentración de nutrientes, que contengan muchas vitaminas y minerales y pocas calorías.

Aunque no lo creas yo soy más de esta segunda opción, que es la de fijarse en los trazos gruesos que caracterizan tu alimentación y no preocuparse tanto por los detalles, por ejemplo de si tu dieta aportará la suficiente cantidad de selenio o de vitamina K. Si haces las cosas bien, es poco probable que tengas que preocuparte por detalles como estos.

Entonces, ¿una alimentación correcta es suficiente para garantizar el aporte de todas las vitaminas y minerales? No lo dudes, incluso cuando se sigue una alimentación relativamente hipocalórica con el fin de adelgazar, siempre y cuando esté bien planificada y/o no coincida un problema patológico concreto y particular, claro.

¿Y si hago mucho deporte? Pues igual. Si haces mucho deporte la primera necesidad aumentada que tienes es la energía, es decir, gastas más y por lo tanto necesitas ingresar más. Supongamos que necesitas el doble de calorías que un varón medio que necesita 2.500 kcal/día. Si como hemos dicho con una dieta equilibrada se llega muy fácil a cubrir los requerimientos de vitaminas y minerales, al necesitar ingresar 5.000 kcal/día, si comes de lo mismo pero el doble, llegarás a cubrir tus necesidades energéticas y también habrás doblado los aportes de micronutrientes. Así de sencillo. Y para que lo tengas presente, de ningún micronutriente se doblan sus requerimientos por el hecho de hacer deporte. Así que estate tranquilo, que si haces una actividad física requirente y comes bien, las vitaminas y minerales que necesitas vendrán cogiditas de la mano en los alimentos que incorporas… sin necesidad de multivitamínicos y demás historias. Aunque la publicidad (recuerda, la publicidad) te diga lo contrario.

Vitamina CYa, puedes pensar, pero como con esto de las vitaminas y minerales se trata de cosas “buenas”… si como más, será mejor ¿no? Pues no. El tema de que cuanto más no es mejor ya lo abordé en esta entrada (Cuando más no es mejor: El agua, la L-carnitina y El Quijote como ejemplo) que te sugiero repases ya que viene muy al pelo de este post. Pongamos por ejemplo el tema –recurrente como pocos- de la vitamina C. Esta vitamina se popularizó a mediados de la década de los años 70 del S.XX como efectiva en la prevención y tratamiento del resfriado. Sin embargo, a pesar de que este supuesto beneficio está completamente desmentido por la ciencia (puedes consultar este metanálisis al respecto: Vitamin C for preventing and treating the common cold) se siguen recomendando megadósis de esta vitamina con este fin (o con otros) sin tomar en consideración que estas dosis masivas pueden ser contraproducentes como pone de relieve este otro estudio (Vitamin C supplements and the risk of age-related cataract: a population-based prospective cohort study in women).

Sea todo esto dicho a modo de ejemplo, ya que no olvidemos que la casi totalidad de vitaminas y minerales tienen sus dosis máximas recomendadas que, una vez superadas, tienen efectos negativos… y ya que estamos, si tomas un suplemento (de lo que sea) sabes qué estás tomando porque lo pone en la caja, pero ¿sabes qué cantidad ingresas además de estos micronutrienetes con tu dieta? lo más seguro es que no. Por tanto ¿Te has parado a pensar que es bastante probable que con el suplemento en cuestión más tu alimentación estés superando el límite máximo de alguno de estos elementos?

Pues eso, tranquilidad y buenos alimentos.

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Foto 1: shannonkringen

Foto 2: Images_of_Money

Foto 3: NotoriousJEN

Sucedió en una farmacia…

La entrada de hoy es la transcripción del relato que Madre reciente (cada vez menos) me hizo el otro día de unos hechos de los que el otro día fue testigo y que le llevaron a preguntarse qué es lo que a mí me sugerirían. Aunque creo que sabe bien que eso es algo muy similar a lo que ella misma piensa. Pero tiene su jugo, aquí os lo traigo.

El caso es que la semana pasada estaba ella haciendo cola en una farmacia esperando a que le atendieran. Delante, también como clienta, una mujer de mediana edad, estatura aproximada 1,60m y relativamente entrada en carnes, nada espacialmente llamativo, pero sí “rellenita” como se suele en ocasiones dulcificar, digamos que con unos 70kg a ojo de Madre reciente.

El caso es que cuando le tocó su turno, la mujer iba a tiro hecho:

Quiero Finslim 4.3.2.1 Forte, para adelgazar” pidió, así sin más (el nombre del producto es ficticio, pero en ningún caso ha de imaginarse que se trata de un fármaco como tal).

La farmacéutica, solícita, se metió unos segundos en la rebotica y volvió con una caja de Finslim 4.3.2.1 Forte y sin decir nada más se la entregó.

Acto seguido, la mujer confesó a la farmacéutica que además tenía un hijo de 5 años que pesaba 25kg (de la estatura no dijo nada, así que nos imaginamos que era la “normal” y tendré en cuenta que falta el dato, aunque sería interesante contar con él) Resulta que este año la mamá, es decir ella, había apuntado a su querubín de 5 años y 25kg a fútbol como actividad extraescolar y que… ¡fíjese usté! el chaval había perdido 3kg y además no comía igual que antes ni en cantidad ni en variedad… recetas que antes le gustaban ahora no y todas esas cosas que a muchas mamás les preocupan (con razón, pero muchas veces tambiénte sin ella) y que están tan bien tratadas en el libro del pediatra Carlos González “Mi niño no me come”. Por estas razones, y para sorpresa de… de cualquiera que tenga un poco de conocimiento sobre el tema la madre pidió en la farmacia algo, unas vitaminas, unos minerales, lo que fuera, algo, para que su niño siguiera comiendo como antes, recuperara su peso anterior y no le faltara de nada. Y va y la farmacéutica vuelve de la rebotica sin mediar tampoco palabra con una caja de gominolas vitaminadas y fortificadas especiales para niños. Ojiplática, Madre reciente se quedó ojiplática. Y con razón.

¿Os acordáis de la entrada de este lunes relativa a la publicidad de productos con una pretendida finalidad sanitaria y que sólo se venden en farmacias o herboristerías (ya sé que no son lo mismo)? Bueno pues aquí tenemos un ejemplo de cómo proliferan y de quienes le dan pábulo. Por un lado, gracias a aquella población general con pocos recursos críticos con respecto a estas cosas y que demanda milagros. Y por el otro, que es lo peor, gracias a unos profesionales sanitarios que, sin quitarse el disfraz, es decir, la bata, ejercen de comerciales sin el menor respeto a sus conocimientos. O a los conocimientos que debieran tener y a su obligación de velar más por la salud pública que por la caja de su negocio.

Los errores en esta intervención son a mi juicio dos:

El primero con la cuestión adelgazante de la señora. Estaba claro que farmacéutica y clienta no se conocían y sin embargo, en vez de aprovechar la primera para hacer un poco de educación para la salud y de comentarle algunos aspectos relacionados con la ganancia y la pérdida de peso, le larga sin mayores explicaciones el producto en cuestión.

Y el segundo, clamoroso, el de dar crédito a las mal entendidas necesidades ponderales de su hijo y largarle igualmente un producto con vitaminas y demás para abrirle el apetito. ¿pero no se dio cuenta que un niño de 5 años y 25kg está fuera de todas las tablas de percentiles de peso para la edad? No sé que qué respuesta le podría dejar a la farmacéutica en mejor situación. Si es que sí, es que es una sinvergüenza, y si es que no es que es tonta de capirote y no se merece desempeñar la labor que ejerce y que lleva asociada una importante repercusión en la salud de sus congéneres.

No hace falta recurrir a las tablas para darse cuenta que 25 kilos para 5 años son muchos, pero por si lo queréis comprobar aquí van las tablas de peso para la edad en varones de edad pediátrica del National Center for Health Statistics in collaboration with the National Center for Chronic Disease Prevention and Health Promotion (CDC) en las que se aprecia que esta situación deja al chaval por encima del percentil 95, el último señalado, es decir, es un niño que pesa más que el 95% de la población de su misma edad (selecciona para aumentar)

También podemos consultar las tablas de la OMS, y en ellas resulta que con estos datos la situación del crío está por encima del percentil 97%. Es más, en ordenadas, y para esta tabla de edades entre 2 y 5 años el peso máximo contemplado es de 24,75kg… ¡ni tan siquiera contemplan la posibilidad de los 25kg!

 

Otros ejemplos a seguir

Continuando con el título de la entrada, sucedió en una farmacia… pero me temo que podía haber sucedido en muchas de ellas. No en cualquiera, eso sí. Afortunadamente hay algunos de estos establecimientos que se desmarcan del tristemente frecuente voraz mercantilismo. Por ejemplo esta de aquí, la farmacia Rialto en Madrid. El de la homeopatía no es el mismo tema del peso y demás, pero si es el mismo tema cuando se trata de dar un servicio sanitario coherente. Como digo la Farmacia Rialto no recomienda el uso de productos homeopáticos (y otros como las flores de Bach, oligoterápicos, etc.) por que considera (y considera bien) que su uso no tiene una evidencia científica suficiente para hacerlo y así lo hace saber a sus clientes con esta nota pública. ¡Ojalá muchas tomaran ejemplo!

 

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Foto 1: AnnaAniston

 

 

 

Cuando más no es mejor: El agua, la L-carnitina y El Quijote como ejemplo

Más por menos. Más de lo bueno. Más. Más. Más… Vivimos en un tiempo en el que se ha magnificado el “más”, siempre nos parece mejor obtener más de algo a cambio de lo mismo y no tiene por qué ser así, ni tan siquiera de lo que es inicialmente tomado por “bueno”.

 

Introducción

Nuestro organismo necesita de muchas y diversas sustancias y elementos para poder mantener sus funciones vitales dentro de los márgenes de lo que consideramos la normalidad o incluso la excelencia en materia de salud. Así, si algo es necesario para sentirse o “estar bien”, más de ese algo aparenta que será también más beneficioso. Así parece. Pero no. O al menos no siempre.

Al igual que sucede con la cualidad de aquello que se considera venenoso, la cualidad de lo beneficioso está también en relación con su cantidad y tiempo de exposición, o lo que es lo mismo, de la dosis. Una de las máximas más conocidas relativas a la toxicología hace alusión a que la dosis hace el veneno… y no tanto la sustancia en sí o su naturaleza. Si bien es cierto que aquellas sustancias que en pequeñas dosis son susceptibles de ocasionar un gran daño se dice de ellas que son venenosas, sin hacer en principio referencia explícita a su dosis.

 El agua como ejemplo

El paradigma de este concepto lo encontramos en el caso de tomar como ejemplo una sustancia que es considerada intrínsecamente beneficiosa. El agua. Pero, ¿podría ser el agua considerada mala para la salud, o si lo prefieren, un veneno? No lo duden, al igual que con cualquier otra sustancia, la ingesta de agua puede tornarse nociva si superamos una cierta exposición (cantidad y tiempo) en un lapso temporal determinado. Veamos, si consideramos que el agua es “buena” o eso se dice, entonces parecería que cuanto más agua mejor, ¿no? Pues sí y no. Sí hasta un cierto límite, superado el cual, los efectos negativos podrían superar los beneficios.

¿Se puede uno morir uno a base de beber mucha, demasiada, agua? Pues sí, y además aquí tienen un ejemplo que saltó no hace mucho a los titulares: Mujer que se presenta a un concurso para ganar una consola de juegos. Concurso que consiste en ver quién puede beber más agua en el espacio de tiempo de una hora sin pasar por el baño a desahogarse. Mujer que se bebe más de 7,5 litros (en “poco tiempo”), gana la consola, se va a su casa y mujer que se muere probablemente a causa de un fallo sistémico generalizado (riñones, función cardiaca…) motivado por una importante alteración electrolítica (aquí tienen más casos famosos de sobrehidratación).

Que una sustancia sea imprescindible para el sostenimiento ya no de la salud si no de la propia vida no quiere decir que aportarla más allá de las recomendaciones sea mejor. En ocasiones, y además es lo más probable, es que sea peor.

 

La L-carnitina como ejemplo

Otro caso similar lo tenemos por ejemplo en el caso de las sustancias a las que se les ha atribuido la característica –bastante poco afortunada- de “quema-grasa”. Una de ellas es la L-carnitina. No voy a entrar en cuestiones descriptivas definiendo la L-carnitina desde el punto de vista químico, baste con citar para los fines que persigo que esta sustancia se ha revelado de forma bastante convincente que es necesaria para la incorporación de ácidos grasos en la mitocondria celular con el fin de desdoblarlos (romperlos) y obtener energía en forma de ATP (de ahí supongo su denominación de “quema-grasa”).

Entonces, ¿si tomo más L-carnitina “quemaré” más grasa? Pues lo más probable es que no. Los procesos metabólicos tienen su ritmo y dependen de múltiples factores más allá de la sobre-incorporación de una sustancia aunque sea indispensable para llevarlos a cabo. Veamos un ejemplo fácilmente entendible.

 

El Quijote como ejemplo

Supongamos que a ustedes les dicen que tienen que copiar, es decir que tienen que transcribir a mano, El Quijote. Sí, esa obra cumbre de la literatura española. Y antes de empezar les preguntan: ¿Qué necesitas para copiar El Quijote entero? Es previsible que ustedes contesten que papel, bolígrafo, un lugar en el que sentarse y otro en el que apoyarse y, claro está, “mucho” tiempo. O al menos, un cierto tiempo. Entonces, aquel que nos hace el encargo de transcripción nos pregunta: ¿En cuanto tiempo podrás tenerlo terminado? Y nosotros siendo generosos, a la par que sensatos, le decimos que “full-time” en una semana estará trascrito.

Pero imaginemos que nuestro cliente quiere que lo acabemos antes y conocedor de nuestras necesidades antedichas decide aportarnos 1.500 bolígrafos, 2.000 cajas de papel, 200 sillas y 500 mesas… ¿acabaremos antes el trabajo? La respuesta es no… lo que se necesitarían son más manos para ocupar otros tantos “bolis”, mesas y sillas y poder escribir en tanto papel.

 

¿Por qué no funciona la suplementación con L-carnitina para quemar más grasa y así adelgazar? (y este ejemplo se puede aplicar a decenas de tonto-sustancias que nos dicen que son imprescindibles o efectivas o necesarias para adelgazar)

Por varios motivos, pero en esencia por dos:

Porque la L-carnitina, además, no es una sustancia esencial, es decir, si la necesitamos la fabricamos a partir de otros elementos (más en concreto de dos aminoácidos, uno de ellos sí es esencial, algunas vitaminas hidrosolubles y hierro). Y por si esto no fuera suficiente, porque se incorpora en bastante y suficiente cantidad en un patrón de alimentación omnívoro equilibrado (los vegetarianos estrictos, es cierto, lo tendrían más complicado para incluirla en su dieta). Es decir, siguiendo con el ejemplo de El Quijote, ya contamos con “bolis”, no hace falta que nos los aporte aquel que nos hace el encargo de copia. Y suponiendo que inicialmente no los tuviéramos, somos capaces de fabricarlos sin tener que traerlos de fuera.

 2º Porque más L-carnitina no va a hacer que la maquinaria funcione mejor o más rápido. No necesitamos más “bolis”, necesitamos más manos… Y en el caso de la “quema” de grasa, no necesitamos más L-carnitina (al menos no al principio) lo que necesitaríamos llegado el caso sería más mitocondrias (“bolis”=L-carnitina; manos=mitocondrias)

 

Si lo prefieren pueden ver el ejemplo con coches y gasolina. ¿Qué necesita su coche para ir de Madrid a Barcelona… gasolina… cuanta? Pongamos, por decir algo, que no hay multas ni otros usuarios y que precisa, en un circuito cerrado y seguro (tipo pista de carreras) 80 litros llevando a tope su coche (pedal-to-the-metal que dicen los ingleses) ¿si le doy 500 litros de gasolina llegará antes? Pues no. Es más, llegará seguro más tarde ya que su coche tendrá que cargar con más peso a costa de la gasolina de más que arrastra y que no puede consumir. Y con las milagrosas sustancias “quema-grasa” sucede o puede suceder igual con mucha probabilidad.

La deficiencia de L-carnitina es rara, infrecuente y normalmente asociada a trastornos metabólicos genéticos (o a situaciones de vegetarianismo extremo y mal entendido, especialmente en lactantes), y cuando se presenta la solución es una correcta alimentación y no las megadosis que adulteran la realidad fisiológica y alimentan fraudulentamente las expectativas de conseguir un determinado beneficio sobre la salud, en este caso el del adelgazamiento y, no poco frecuentemente también el de la conversión en un Homo croassanis de gimnasio.

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Foto 1: Michael Holden

Foto 2: Jari Schroderus

Foto 3: OCReactive

Foto 4: Cultura Banco de la República

Foto 5: nooccar

Foto 6: Rev. Voodoo

 

¿Este año no hay síndrome postvacacional? Por si acaso hay energía “natural”

No me malinterpreten, no es que eche de menos la fiebre del «síndrome postvacacional», más bien al contrario. Cuando nos lo han metido por las orejas año tras año, me rechinaban los dientes viendo algunos de los despropósitos que se pueden llegar a decir para paliar este síndrome: que si es mejor comer esto y lo otro, que merece la pena tomar un determinado suplemento de chorradinas vitaminas con minerales, etc. No me extrañaría que con la que está cayendo es probable que la conmoción sea más habitual en el momento que uno se va de vacaciones y se pregunte si su puesto estará ahí, esperándole, a la vuelta; más que todo lo contrario. En fin.

No sé si coincidirán conmigo pero este año se le ha dado mucha menos caña al tema posvacacional, o yo al menos no lo he percibido tanto. Supongo que todo ello habrá sido a pesar de todos esos laboratorios que, preocupados sin desánimo en nuestra salud, nos suelen poner al alcance de la mano todo tipo de soluciones a base de comple y suplementos.

La verdad es que no me había dado cuenta del tema hasta que esta semana llegó a mi correo uno de esos mensajes a los que una vez te suscribes, sin saber muy bien dónde te metes. El correo en este caso era de una conocida empresa de complementos y suplementos (muy naturales) y me recordaba la existencia del mencionado síndrome. Y qué mejor que ayudar a pasarlo con “energía natural”. Caramba.

 

La pregunta obvia que vino a mi mente fue, ¿y que demonios será “energía natural”? En mis tiempos de universidad me hablaron de energía potencial, cinética, nuclear, química (esta la descarté inmediatamente de la lista de candidatas para ser “naturales”), térmica, eléctrica, radiante, etc. pero jamás “natural”. Luego sabes que algunas son más “peligrosas” que otras, más o menos contaminantes… ¿pero “natural”? Así qué, espoleado por la curiosidad, no pude por menos que pinchar en el enlace para ver a qué se refería, en vez de mandar directamente el correo a la papelera (donde más tarde terminó, eso sí).

Bien, la empresa en cuestión propone hacer frente al síndrome postvacacional con energía “natural” a base de consumir un producto ad-hoc (por cierto he de decir, no es broma, que mi ordenador se bloquea motu proprio cuando trata de abrir determinadas páginas… y una era esta):

La gama de [XXXXXXXX] te carga de energía y vitalidad y te ayuda a vencer el síndrome postvacacional…

Es el primer suplemento energético 100%  NATURAL que potencia la vitalidad del organismo en estados de requerimiento físico e intelectual.

reza textualmente su publicidad.

Y bien ¿qué elementos adornan a este producto para lograr este prodigio?

Bueno pues depende de la variedad por la que se decanten. Está la fórmula Classic, la Junior, la Plus y la Sport (ya saben dicho todo en inglés parece que suena como más serio), todas con su matiz particular. Suponiendo que tengamos un síndrome descomunal, yo me decantaría por usar la versión Plus que es de sabor mandarina para más señas. Por cierto, ¿no resulta extraño, incluso chocante que entre tanta “naturalidad” este producto no tenga nada de mandarina entre sus ingredientes, (y ya que estamos ni de fresa que es el sabor del Junior; ni de frutas del bosque, sabor del Classic; ni de plátano, sabor del Sport)

En la página web de la versión Plus se informa que tiene Ginseng, fosfato bicálcico, metionina, pantotenato cálcico, glucosa, fructosa y jalea real fresca (fresca sí, a mí también me ha llamado la atención).

Veamos ahora qué dice la EFSA a cerca de los posibles beneficios sobre la salud de estos ingredientes en su documento REGLAMENTO (UE) Nº 432/2012 por el que se establece una lista de declaraciones autorizadas de propiedades saludables de los alimentos distintas de las relativas a la reducción del riesgo de enfermedad y al desarrollo y la salud de los niños, del que ya hablé en esta entrada

  • Ginseng: No aparece mencionado.
  • Fosfato bicálcico: No aparece, pero también es cierto que esta sal es una forma de vehiculizar el calcio, mineral que sí tiene declaraciones atribuidas y más en concreto relativas a su contribución en el metabolismo energético, al normal funcionamiento de los músculos y de la neurotransmisión (entre otras que vienen menos al caso). Pero seamos sensatos, un único vaso de leche, un yogur, un puñado de almendras aportan, de largo, más calcio que un chute de este producto y probablemente en una forma mucho más biodisponible.
  • Metionina: No aparece. Se trata en este caso de un aminoácido esencial azufrado que puede obtenerse con facilidad en una normal y diversificada alimentación.
  • Pantotenato cálcico: No aparece, pero al igual que con el calcio se trata de una forma de vehiculizar frecuente el ácido pantoténico o vitamina B5. Esta vitamina sí que tiene declaraciones atribuibles en el mencionado documento, en concreto a la hora de contribuir al metabolismo energético normal, ayuda a disminuir el cansancio y la fatiga y contribuye al rendimiento intelectual normal (y otras). Pero ¿saben de dónde le viene el nombre a esta vitamina? Del griego “pantos” que significa en todas partes. Es decir, es una vitamina que está en mayor o menor medida presente en todos los alimentos y su deficiencia es prácticamente desconocida y en cualquier caso ligada a la desnutrición (situación que no creo que sea el caso de aquel sujeto aquejado de síndrome postvacacional)
  • Jalea Real: No aparece.

En resumen:

Si tienen o creen tener síndrome postvacacional les voy a dar un consejo mejor que la toma de suplementos de vitaminas y demás: coraje… y buenos alimentos. Les saldrá más a cuenta, se ahorrarán un pastizal y espero que después de leer esta entrada, además, ganen en tranquilidad espiritual.

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Foto 1: red.entropy

La hiperproteica era alimentaria y adelgazante (2)

Decía en el capítulo anterior de esta entrada que el bombardeo proteínico en la publicidad de alimentos, remedios adelgazantes, suplementos y sustitutos de comidas es importante, y en muchos casos poco acertada. De esta forma se corre el importante riesgo de que el consumidor medio termine por tener un concepto equivocado de este nutriente.

Desgranemos uno a uno los elementos que pueden inducir a error en base a una inadecuada publicidad o a la falta de mayores explicaciones en los anuncios.

Las proteínas como elemento indispensable en nuestra dieta

No cabe ninguna duda al atribuir a las proteínas un papel crucial en nuestra salud. Son necesarias y no aportarlas en su justa medida puede ocasionar graves problemas. No voy a enumerar las funciones de las proteínas, espero que baste con coincidir en que su aporte es esencial. Pero tal y como ocurre con el resto de nutrientes hay que aportarlas en una determinada proporción, ni por defecto (se sufrirían enfermedades carenciales) ni por exceso (se correría el riesgo de toxicidad y/o de alterar el delicado y adecuado equilibrio fisiológico). Esto ocurre, sin ir más lejos y por poner un ejemplo paradigmático, con el agua: poca, malo; y demasiada, también malo. Y así con todos los nutrientes. Entonces la pregunta del millón es…

 

¿Qué cantidades de proteínas son necesarias?

La necesidad media de proteínas está recientemente revisada y cuantificada por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) en 0,66g de proteína al día por cada kilogramo de peso corporal en el caso de los adultos sanos de ambos sexos. Es decir, si usted es un adulto sano de 65kg sus necesidades diarias medias de proteínas serán de unos 43g.

 

¿Qué cantidad de proteínas se recomienda aportar cada día?

Las recomendaciones son ligeramente superiores a las necesidades anteriormente mencionadas, ya que las recomendaciones se estiman al alza con el fin de ofrecer un margen de seguridad (evitando diferencias individuales en la eficiencia de la utilización de este nutriente) y abarcar a toda la población. De esta forma la EFSA establece las recomendaciones en cuanto al consumo de proteína diaria en 0,83g/kg de peso corporal. Así, en el ejemplo anterior, la EFSA le recomendaría hacer un consumo de unos 54g de proteína al día (para sus 65kg). Tenga en cuenta que esta cifra se le daría como recomendada con un margen de seguridad y que en la mayor parte de los casos (estadísticamente en el 97,5% de los casos) estará por encima de sus necesidades.

 

¿Qué cantidad de proteína comemos los españoles cada día?

Según las distintas encuestas de consumo de alimentos la EFSA considera que la población europea alcanza de sobra las recomendaciones mencionadas (0,83g de proteína/kg de peso corporal) y en muchos casos lo supera con creces, habiendo obtenido unos resultados de consumo de proteínas que varían en el caso de los hombres entre los 67g y 114g/día; y de entre 59 y 102g/día en el caso de las mujeres.

En España, según el documento “Valoración de la dieta española de acuerdo con el panel de consumo alimentario” (2008) elaborado por el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino en colaboración con la Fundación Española de la Nutrición, la ingesta de proteína en España cubre el 173% de las recomendaciones en varones de 20 a 39 años, y el 228% en mujeres de la misma edad.

Datos más recientes derivados de la encuesta ENIDE (Encuesta Nacional de Ingesta Dietética ENIDE 2012) revela con datos que dejan poco margen a la duda, que la primera fuente energética de la  dieta de los españoles son la carne y sus derivados y que la ingesta media de proteína en los hombres es de 109,36g/día y en mujeres de 88 g/d. Si estas cifras hubiera que hacerlas coincidir con las recomendaciones (recuerden al alza sobre las necesidades) el peso medio de los varones habría de ser 131, 7kg y el de las mujeres 106kg. Es decir, vamos bastante bien cumpliditos en cuanto al consumo de proteínas.

 

Las proteínas como elemento que favorece el comer menos

No son pocas las alusiones bien directas o bien solapadas que atribuyen a las proteínas un especial efecto sobre la saciedad. Si esta premisa fuera cierta (las proteínas ayudan a sentirse saciado antes) se favorecería la justificación “científica” de dos líneas de intervención. Por un lado la de las dietas y regímenes adelgazantes que a modo de resumen dicen que comiendo más proteínas se siente uno más saciado y por que tanto se termina por comer menos, que es de lo que se trata (aunque también se les atribuyen otros efectos adelgazantes). Por otro lado también promueve la aparición de alimentos que no siendo “para una dieta” te van a ayudar a controlar mejor el hambre. No se dice tal cual, pero ante spots como este poco más hace falta explicar. Por tanto:

 

¿Ayudan las proteínas a sentirse saciado antes?

Pues lo cierto es que algunos estudios han sugerido que un mayor consumo de proteínas podría incrementar la saciedad a corto plazo y por lo tanto disminuir, teóricamente, la ingesta energética (pueden consultarse algunos de los más representativos de ellos aquí y aquí). Sin embargo, numerosas pruebas científicas que aportan una importante evidencia científica concluyen que no. Entre ellas esta de aquí que pone de relieve que para igualdad de calorías las variaciones de macronutrientes en la dieta no afecta a la saciedad. O esta otra que constata que aumentar el contenido de proteínas en la dieta diaria no afecta ni a la cantidad de energía consumida a lo largo del día ni a la saciedad.

En este metaanálisis de ensayos clínicos controlados y aleatorizados (esa clase de estudios que aportan un elevado nivel de evidencia) se concluye que las dietas bajas en hidratos de carbono sin restricción calórica no son más efectivas en la reducción del peso a lo largo de un año que aquellas dietas que se plantean desde la restricción calórica o bajas en grasas.

No obstante si de evidencias de trata, podemos tomar como definitiva en esta cuestión la postura de la EFSA que sostiene literalmente que “No se ha establecido una relación causa-efecto entre la ingesta dietética de proteína y un incremento sostenido en la saciedad que conduzca a una reducción en la ingesta energética”. Es preciso considerar que para llegar a esta conclusión el panel de expertos de la EFSA ha tenido en cuenta toda la bibliografía científica a este respecto, le ha otorgado a cada una un nivel de evidencia y que, por tanto, esta postura es la más acertada o cercana a la realidad. En resumen, por muchos estudios que haya a este respecto, no se puede concluir fehacientemente que el consumir más proteínas ayude a comer menos a largo plazo (que es de lo que se trata).

 

¿Ayudan las proteínas a preservar la masa magra (muscular)?

En este sentido no cabe otra respuesta que la afirmativa, pero es preciso hacer una serie de matizaciones:

  1. El contribuir a la formación de masa magra o músculo es una de entre las muchas funciones primordiales de las proteínas.
  2. Nuestro patrón de consumo actual ya aporta, como se ha visto, no sólo las recomendaciones para este nutriente, si no que las supera con creces.
  3. En el caso de una dieta de adelgazamiento hipocalórica se recomienda un aporte de proteínas cifrado en unos 1,05g/kg de peso corporal, un valor que alcanzan de sobra la práctica totalidad de las dietas hipocalóricas estándar.
  4. Pese a lo mucho que les gustaría a algunos es ridículo tomar un exceso de proteínas para «fabricar músculo» y que se produzca el siempre idealizado «efecto popeye«. Tomar un exceso de proteínas (más allá de los 1,6 a 1,8g de proteína por kg de peso corporal y en el caso de los» machacas» más exigentes) no solamente no tiene mayor beneficio si que además puede tener efectos indeseados bien contrastados como puede observarse en el artículo, «Necesidades proteicas de los deportistas y pautas diétetico-nutricionales para la ganancia de masa muscular.
  5. Además, y tal y como se señala en el artículo mencionado: «Estas cantidades [1,6-1,8g/kg/día] se pueden obtener mediante una dieta bien planificada y equilibrada[…]», es decir:
    • Menos suplementos (y tonterías); y
    • Mejor (y más barato) una adecuada alimentación.

La opinión de las autoridades sanitarias sobre proteínas y dietas

No quiero despedirme sin traerles a colación cuatro citas a mi juicio bastante clarificadoras por su importancia:

  1. A diferencia del papel mesiánico atribuido a las proteínas por la población general, por no pocos profesionales sanitarios y por la publicidad de alimentos y suplementos, la OMS señala que «las dietas ricas en carbohidratos desempeñan un papel central en el control del sobrepeso y de la obesidad» (The challenge of obesity in the WHO European Region and the strategies for response, 2007)
  2. Por su parte las más recientes guías dietéticas de Estados Unidos, que por cierto contaron con la asistencia de la colaboración Cochrane, afirman que  hay evidencias sólidas y consistentes que una vez que se controla la cantidad de calorías la proporción de macronutrientes (en este caso más o menos proteínas) no está relacionada con la pérdida de peso.
  3. Volver a traer a colación el documento que tantas veces he mencionado cuando de hablar de Dukan y su método se trataba: el consenso FESNAD-SEEDOsobre recomendaciones nutricionales en el tratamiento y prevención del sobrepeso y de la obesidad:
    • Con el máximo grado de recomendación se dice que en el tratamiento de la obesidad no se recomienda inducir cambios en la proporción de proteínas de la dieta (grado de recomendación A), y
    • En una postura muy parecida a la de la OMS, que son las dietas con mayor contenido de hidratos de carbono complejos (≥ 50% del aporte energético total, aproximadamente) las que se asocian con índices de masa corporal más bajos en adultos sanos (con un nivel de evidencia 2+).
  4. Por último no quiero dejar de citar uno de los últimos trabajos de un maravilloso equipo de trabajo formado por  Julio Basulto, María Manera y Eduard Baladía y que se ha publicado recientemente (agosto 2012) en la revista Formación Médica Continuada en Atención Primaria, titulado «Dietas hiperproteicas o proteinadas para adelgazar: innecesarias y arriesgadas. Dieta Dukan y método PronoKal ® como ejemplo» que me ha servido de inspiración (y solución) para gran parte de esta entrada. Les recomiendo que si están interesados en el tema se hagan con el texto completo.

En resumen:

  1. Las proteínas son un macronutriente necesario al igual que muchos otros nutrientes.
  2. Nuestro patrón de consumo habitual incluye la incorporación de muchas más proteínas que las que necesitamos.
  3. Resulta absurdo promover el consumo de más proteínas teniendo en cuenta que la mayor parte de las alegaciones que sobre ellas se hacen carecen de un sustento científico suficiente.

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Foto 1: Imagen facilitada por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente

Foto 2: Katja!

Foto 3: stefanpinto

La hiperproteica era alimentaria y adelgazante (1)

Si superratón estuviera hoy en el candelero en vez de decir aquello de “… y no olviden supervitaminarse y mineralizarseeeee!” diría algo así como “… y no olviden proteinizarse y superhiperproteinizarse”. Que sí, que me he repetido con lo de las proteínas, que ya lo sé, pero es que el bombardeo mediático-proteínico es hoy en día para ciscarse (si la proteína tuviera fibra, que es que no, pero bueno).

Comprueben que no les engaño, tenemos métodos adelgazantes, también fórmulas para niños «malcomedores» (o padres influenciables), alimentos funcionales, complementos para la tercera edad… y todo ello por no hablar de los productos made-in-gimnasio para fabricar mis poco venerados «Homo croassanis«; y siempre a día de hoy, indefectiblemente, el acento gordo en la promoción de muchos de estos productos o estrategias se pone en la misma palabra: proteínas y más proteínas, de calidad, imprescindibles, necesarias, esenciales, etc.

 

Las proteínas como elemento adelgazante

Vayamos por partes y comencemos con el tema del adelgazamiento. Si hoy en día alguien quiere lanzar un método adelgazante está obligado a promocionarlo como hiperproteico, proteinizado, proteinado o cualquier otra expresión que incluya la partícula “proteína” en su interior. Si no es así, ese alguien no se comerá un colín con su “nuevo” método, dieta o régimen. ¿Quieren ejemplos; de verdad creen que hace falta ponerlos? Bueno, si así lo quieren… Les podría poner decenas de ejemplos. Algunos de ellos sólo «juegan» con los alimentos, otros con los sustitutivos de comidas, otros con los suplementos, otros con la combinación de todos estos elementos… pero todos, absolutamente todos incluyen la palabra mágica “proteína” que actualmente cuenta con un poder de invocación-convicción inaudito. Con las proteínas, o mejor dicho, haciendo tu dieta hiperproteica o enriqueciéndola con proteínas tienes -según ellos- el adelgazante éxito asegurado.

Hagamos un poco de memoria: el método Dukan, el sistema Pronokal, los productos de BiMananPro, el sistema de la Dieta Kot, la Siken Diet, la dieta Smart, la DietaFlash (que viene ser lo mismo que ¡menudo flash de dieta!), etcétera ¿es necesario que siga? Creo que no, acérquense a su farmacia más próxima (o al super, porque para el caso) y verán como una muy buena parte de lo que se vende para adelgazar tiene este proteico carácter adelgazante. Pero ¿se puede adelgazar con las proteínas; son estas el elemento clave; usted ha engordado por poner pocas proteínas en su dieta; es la panacea poner más de ellas, cómo funcionan -supuestamente- etcétera? Si me lo permiten dejeré estas cuestiones para el capítulo 2 de esta entrada y continuemos con la constatación de la proteínica y mediática realidad de la que les hablo.

 

Las proteínas como suplemento benéfico-inevitable en la dieta

Como les decía hay más, no hace falta pretender adelgazar. Por ejemplo, si lo que usted quiere es investir a su yogur con un aura de excelencia sobre todos los demás, pues dice que tiene proteínas de alto valor biológico o que tiene el doble de proteínas, como por ejemplo el producto que se puede ver en este vídeo.
http://youtu.be/Yz6Kj77jmTU
Pero, peeeeero si lo que quiere es cuidar más aun la salud tiene, de la misma marca, otro alimento cuyo principal elemento destacable son (según el spot) las proteínas vegetales confrontadas a las grasas animales.

También puede ocurrir que usted ya tenga una cierta edad y no pertenezca a la generación de los yogures y por tanto podría estar incurriendo en un déficit de este tipo de nutrientes, y derivado de todo ello sentirse cansado, sin “ganas de nada”, etc. para usted existen múltiples suplementos, como por ejemplo el que se puede ver en el siguiente anuncio dando a entender que por tener más años vas a comer mal y que con dicho suplemento (con sus proteínas en especial y demás nutrientes en general) tienes el problema zanjado. Les sugiero encarecidamente que para ahondar un poco más en esta publicidad visiten esta entrada: “Meritene y la satisfacción de las necesidades creadas” en el siempre muy recomendable blog “Mi dieta cojea”.

Por el contrario o coincidente con las anteriores situaciones, también puede suceder que usted sea un papá o una mamá preocupadísimos con la alimentación de su hijo y que antes de que se muera de hambre (recuerde, en España no se mueren los niños por esta causa a día de hoy, ninguno) decida darle un empujoncito para que «el nene» tenga de todo, incluidas las proteínas (mejor que se le salgan por las orejas antes que verlo convertido en un canijo de 1,80m). Para usted (para su hijo, más bien) existen multitud de productos, entre ellos el del siguiente anuncio comercial, producto del que también se puede encontrar un fenomenal análisis en el blog antes comentado (Análisis publicitario de un suplemento nutricional [Pediasure]) y en el que no faltan las proteínas.

Antes de que me veten, quiero aclarar que no tengo nada en contra de estas marcas en concreto. Estas, y muchas otras, son la punta de lanza, la parte más visible de un conjunto de productos con similares características. No dudo que todos estos productos (en especial me refiero a los dos últimos y su familia, y no tanto a los yogurcitos) tengan una utilidad en colectivos desnutridos concretos, pero:

  1. En sus anuncios no es lo que dan a entender precisamente. Más bien parece que son beneficiosos (o incluso necesarios) para todo el mundo en tales circunstancias, y
  2. Los modelos, los actores, que utilizan tienen pinta de todo menos de desnutridos o de necesitados.

Como decía, con esta entrada no pretendo dañar la imagen de cualquiera de los fabricantes aquí aparecidos. Desde un estricto punto de vista nutricional estoy convencido de las bondades de algunos de ellos en situaciones concretas. Al contrario, con lo que sí que estoy en desacuerdo es con la publicidad que de muchos de ellos se hace, ya que da a entender conceptos, situaciones, «soluciones» y realidades que no son, desde mi punto de vista las más idóneas para el consumidor medio. Por tanto, con la entrada de hoy lo único que he pretendido es poner de relieve el especial impacto que las proteínas tienen actualmente en todo el universo alimentario y de la salud. Un papel que, en base a su publicidad, es desproporcionado y termina por generar un conocimiento popular irreal dotando a las proteínas de un poder casi mágico.

Sobre si las proteínas son tan buenas, tan necesarias y tan adelgazantes hablaré en el próximo capítulo de esta entrada. También sobre el actual perfil de consumo de proteínas en nuestro medio. Pero eso será el viernes que viene.

 

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Foto 1: niniramz22

Nutricosmética: otra filfa con la nutrición como epicentro

Sé que no es una novedad pero de vez en cuando merece la pena pararse a observar los centenares de productos que nos rodean en forma de pastillas, comprimidos, viales, infusiones, etc. y que tienen la mejora de nuestro aspecto físico como principal reclamo a través de un componente determinado de tales productos. Todo ello como digo para hacernos más guapos: un pelo más lustroso, una piel más tersa, firme y luminosa, retrasar los signos de envejecimiento, eliminar la celulitis y así un largo etcétera, son sus habituales argumentos de venta.

¿Pero para estas cosas no había ya cremitas, mascarillas, lociones de masaje y champús? Pues sí, pero además, de un tiempo a esta parte también contamos con elementos que no “se aplican” sino que se consumen en forma normalmente de suplementos, es decir, se ingieren y su supuesto beneficio lo aportan desde dentro, son los denominados nurtricosméticos. En ambos casos, ya sea en forma de cremas o afines, o se trate de suplementos nutricionales la polémica es la misma:

 

¿Son verdaderamente eficaces o se trata más bien de productos nacidos a la sombra de la doctrina de la conveniencia?

 

Las distintas respuestas a esta pregunta variarán de forma importante dependiendo de a quién se pregunte. Un ejemplo reciente de esta dualidad la tenemos en el minireportaje que ayer nos ofreció Antena 3 dentro de las noticias de este canal con el siguiente título: La nutricosmética gana adeptos aunque la comunidad médica se mantiene escéptica

 

En él se recogían los testimonios de dos personas, ambas circunscritas en principio al entorno de la ciencia, pero con dos posicionamientos muy diferentes y de ahí precisamente sus diferentes aportaciones: Por un lado, una farmacéutica, Rosario Mateo afirmaba (en el marco de lo que tenía toda la pinta de ser una farmacia) que según ella este tipo de productos, los nutricosméticos, funcionaban ya que había muchos consumidores satisfechos.

Por otra parte, el especialista en Dermatología, Ricardo Ruíz (médico, supongo) sostenía que las pruebas tangibles en cuanto a la eficacia de este tipo de “soluciones” son escasas, por no decir inexistentes. Pero hubo algo que me gustó especialmente de las declaraciones de este médico, hizo hincapié en algo que no suele ser muy habitual: Ya no es sólo no haya pruebas sobre su eficacia sino que además no hay una garantía cierta sobre sus posibles efectos deletéreos. En pocas palabras, no hay evidencia científica suficiente que avale sus beneficios ni tampoco para garantizar su seguridad.

 

Esta “noticia” me ha traído a la memoria las encuestas que a pie de calle se celebran de vez en cuando en relación a las más variopintas temáticas (a fin de cuentas la farmacéutica sostenía su opinión en base a su particular encuesta a pie de farmacia) y sobre las que hay una serie de elementos que podrían confluir y que merece la pena destacar:

  • El encuestado no es un especialista en la materia y/o
  • Tiene un especial interés en que la opinión popular vaya en un sentido concreto y no en otro y
  • Que en ocasiones la respuesta a la cuestión no va a ser más o menos cierta por que un mayor o menor número de personas opine de una determinada manera.

 

El caso más claro que se me ocurre es el de por ejemplo las encuestas de Iker Jiménez y su equipo en los distintos programas de radio o televisión (ya creo que lo he confesado alguna vez: los sigo y me entretienen, lo reconozco). Veamos, ¿de verdad cree alguien que la realidad va a ser una u otra porque muchas (o pocas) personas respondan de una determinada forma a preguntas como: ¿Existen los extraterrestres; es posible la comunicación con el más allá; existe la reencarnación, y los vampiros…?

 

Una abundancia de respuestas en cualquier sentido, sin una argumentación racional, no va a hacer que la respuesta mayoritaria sea más o menos cierta… Pues con los nutricosméticos igual; con la mayor parte de ellos es el “amimefuncionismo” el que hace el trabajo para que día tras día, año tras año, se vendan productos que ni hacen lo bueno que dicen hacer ni sobre los que sabemos, en sentido contrario, si pueden resultar más perjudiciales que beneficiosos.

 

La distinta postura en el reportaje de la farmacéutica y del médico (supongo) se podría explicar fácilmente a partir del interés crematístico de la primera en la venta de los nutricosméticos que a buen seguro tendrá en su farmacia (hice una alusión al tema de las farmacias, sus productos y la publicidad de los mismos que se puede consultar aquí) y por tanto me quedo con el genial broche del médico que afirma que probablemente un vaso de gazpacho sea más útil para estos fines. Dentro de un estilo de vida propicio, se entiende.

 

En sentido contrario a lo que se dice en la última frase del mencionado reportaje, yo sí que considero que se trata de productos milagro. Parafraseando a José María Iñigo en Twitter (@josemariainigo) opino que “ahora que todo el mundo se ocupa de su aspecto físico para el verano, sepan todos que se mejora mucho poniendo en el rostro una buena sonrisa”.

 

 

Foto 1: gwenchiu

Foto 2: Darwin Bell

Foto 3: I Believe I Can Fry