El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

Archivo de junio, 2013

¿Nos van a impedir saber qué comemos o qué compramos?

Censura_ imagerymajestic

El actual Proyecto de Ley de medidas para mejorar el funcionamiento de la cadena alimentaria ha desatado la polémica gracias a la posible inclusión de una enmienda en la futura ley que, según algunos, coartará los derechos de los consumidores a estar debidamente informados. Para comentar la denominada como “ley mordaza” y su alcance a la hora de dificultar y/o impedir en la práctica los conocidos como análisis y comparativas de producto me gustaría hacer una serie de reflexiones comenzando desde el principio.

El panorama

Cuando uno pretende comprarse un coche y entra en un concesionario para informarse, lo último que espera es que el vendedor de turno le diga que sus coches son una castaña y que haría mejor yendo a otro concesionario o, incluso, que nos hiciera desistir de la necesidad que tenemos de comprarnos cualquier coche.

Y con los alimentos sucede parecido. En su publicidad, en el punto de venta, en su envase (última línea de ataque publicitaria para convencerte de que compres ese producto y no otro), etcétera el fabricante del alimento en cuestión va a poner toda su pericia al servicio de que tú lo elijas a él. Esto es algo normal, habitual, razonable y esperable. Que levante la mano el que no la haría de esta forma. Dicho de forma clara y directa, el fabricante y vendedor de un producto te lo va a poner todo de color de rosa, todo bonito, y si hay algo “feo”, no lo mencionará, lo ocultará o incluso podrá llegar a mentir sobre esa característica en concreto; lo cual, llegado el caso, podría ser constitutivo de un fraude.

Compartir pizza_ stockimagesEl qué comemos es una cuestión que nos preocupa bastante, y es algo lógico. De entrada porque tenemos que hacerlo todos los días y el articular nuestra alimentación con unos u otros alimentos sabemos que va a tener diversas consecuencias; desde el que nos proporcionen más o menos placer (algo muy tenido en cuenta por los consumidores en el momento de realizar sus elecciones) hasta por supuesto, el que se condicione nuestro nivel de salud, influyendo en el riesgo de padecer diversas enfermedades metabólicas. Y todo ello sin llegar a mencionar la cuestión estética, que esa es otra. Por tanto, el comer de una forma más o menos saludable, el comer lo que el fabricante dice que comeremos si adquirimos su producto y el comer de una forma más o menos segura son cuestiones presentes en nuestro día a día.

Desde hace años, además, hemos sido testigos de diversas noticias que ponían en el ojo del huracán la seguridad y calidad alimentaria. Con no poca frecuencia se ha abierto la caja de los truenos y han saltado a la palestra cuestiones vinculadas de forma muy estrecha con la industria alimentaria poniendo de relieve en no pocos de esos casos que: Algunos fabricantes de alimentos no son todo lo honestos que les gustaría a los consumidores que estos fueran y, que los consumidores lo tenemos francamente difícil para reconocer y destapar muchas de esas irregularidades, fundamentalmente en lo que se refiere a la calidad de esos alimentos.

Quizá por estas razones surgieron en su día las distintas asociaciones y confederaciones de consumidores que hoy conocemos, entre las de mayor impacto están, OCU, FACUA, CEACCU, etc., que tratan, en líneas generales, de hacer valer los derechos e intereses de los consumidores. Centrándome en lo referente a los alimentos, entre esos derechos e intereses están sin lugar a dudas el que los consumidores puedan obtener una información veraz acerca de qué están comprando y comiendo cuando adquieren un determinado producto, visto que no siempre es oro todo lo que reluce.

Pero claro, en los conocidos como «estudios de producto” que con frecuencia llevan a cabo las citadas asociaciones muchos fabricantes no salen muy bien parados, es más, es habitual que casi siempre se termine por sacar los colores a alguien. Y ojo, no hay nada que objetar por mi parte cuando es algo merecido, de hecho me gusta que así sea. Señalar con el dedo al sinvergüenza me parece a estas alturas del cuento algo imprescindible e incluso necesario.

Las circunstancias

Pues bien, después de tan largo y necesario proemio, el caso es que tal y como comentaba al principio, en la actualidad el Gobierno de España está trabajando en un Proyecto de Ley de medidas para mejorar el funcionamiento de la cadena alimentaria. Esta futura ley, según expone, tiene como finalidad genérica:

mejorar el funcionamiento y la vertebración de la cadena alimentaria de manera que aumente la eficacia y competitividad del sector agroalimentario español y se reduzca el desequilibrio en las relaciones comerciales entre los diferentes operadores de la cadena de valor, en el marco de una competencia justa que redunde en beneficio no sólo del sector, sino también de los consumidores.

Si quieres concretar más, se pueden consultar el objeto y los fines de forma detallada en los artículos 1 y 3 respectivamente.

El caso es que la polémica ha venido servida en el momento que se han hecho públicas las enmiendas al proyecto de ley, incluyendo o proponiendo incluir (desconozco el estado de esta cuestión) una que regule la forma y manera en la que poder realizar esos estudios de producto tan habituales (y necesarios) por parte de las asociaciones de consumidores. La posible inclusión de esta enmienda ha hecho que algunas de estas asociaciones hayan terminado por denominar a esta ley como una “ley mordaza

La polémica

En resumen, en esta enmienda (que puedes consultar aquí en la página 108) se sientan las bases de cómo realizar y los requisitos para publicar estudios producto del estilo de aquellos que ya conocemos, por ejemplo sobre las hamburguesas, la leche, el aceite de oliva, etc. Con ella se pretende que esos estudios y análisis se hagan en base a unas condiciones estandarizadas, homologadas y que además, antes de publicar los resultados, se pongan estos en conocimiento de la empresa productora con el fin de que si quiere pueda hacer sus contranálisis, siempre también en condiciones estandarizadas. En el caso que los resultados del estudio por parte de la asociación de consumidores y de la empresa no coincidan, se podrá hacer un análisis dirimente.

Todo esto, que quedará muy bonito sobre la futura ley, habrá de ser regulado mediante la publicación del correspondiente Reglamento que…

[…] establecerá el procedimiento al que tendrán que ajustarse los estudios, informes o análisis, en relación con la ficha técnica, el procedimiento de compra de los productos a analizar, los requisitos aplicables a la toma de muestras, el procedimiento de comunicación de resultados a los afectados.

Las asociaciones de consumidores alertan con cierta razón de que esta enmienda coartará su libertad de expresión, limitará el derecho a la información, etc. en especial cuando haya que poner en conocimiento del fabricante los resultados obtenidos de forma obligatoria. Por su parte la industria puede alegar que cualquier análisis sin rigor y cuyos resultados no estén obtenidos con unas mínimas garantías (selección y conservación de muestras, análisis dudosos, etc.) puede perjudicarles de forma importante una vez que el estudio se hace “noticia” por mucho que luego “se reme para atrás” o se demuestre una baja calidad metodológica en el estudio.

Mi opinión es que es necesaria esta ley. Pero es necesario también que se haga bien y que ese Reglamento garantice al consumidor que la información contenida en los informes que se lleguen a hacer públicos es veraz y, en cierto sentido, independiente. Por lo tanto, creo que el revuelo generado con este tema podría haberse minimizado si el discurso de las asociaciones de consumidores hubiera puesto el acento en expresiones como: esta enmienda podría coartar la libertad de expresión, podría limitar el derecho a la información, etc.

Micropipetas_ Photokanok

Y podrá hacerlo si el Reglamento que establecerá el procedimiento con el que realizar esos análisis e informes se demora en el tiempo de su publicación o si simplemente termina por ser una chapuza. Si la ley prospera incluyendo esta enmienda, ese futuro Reglamento habrá de hacer constar plazos concretos y razonables para los intereses de ambas partes, habrá de establecer de forma muy concreta la toma de muestras y su posterior conservación para los posibles contranálisis, tendrá que tener en cuenta y dejar bien claro las obligaciones económicas de ambas partes suponiendo que el nuevo protocolo termine por ser más gravoso (cosa que así supongo), etcétera.

En resumen

Esta ley me parece una sana medida que redundará en un mayor control de la información al respecto de su fiabilidad y verosimilitud con el beneficio que ello supone de cara al consumidor final en relación a su derecho a estar informado.

Todo ello si las cosas se hacen bien, de otro modo esta cuestión se terminará por convertir en una gran cagada con la que presumiblemente se beneficiará a una industria, la aliamentaria, para la que no soplan últimamente buenos vientos. Y muchas veces no me extraña.

Desde mi punto de vista, como consumidor, me gustaría que se hicieran más análisis de los que actualmente se hacen y que además las condiciones de esos análisis estuvieran mejor controladas que lo que actualmente lo están.

Si te ha gustado esta entrada y quieres profundizar más sobre este tema te recomiendo encarecidamente que leas esta entrada de @gominolasdpetro en su muy recomendable blog “Gominolas de petróleo”.

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Imágenes:  imagerymajesticstockimages, Photokanok vía freedigitalphotos.net

 

¿Qué pedirías como última cena si estuvieras condenado a muerte?

Prisionero_ sakhorn38Siento lo escabroso del tema de hoy pero últimamente ha suscitado mi interés esta cuestión tan poco cotidiana… afortunadamente.

Dejar la composición de una última cena o una última comida a la elección de los condenados a muerte es una vieja tradición que en la actualidad es seguida a medias por los “correccionales” (tiene narices la palabreja hablando de pena de muerte) que en Estados Unidos llevan a cabo la ejecución de este tipo de condenas.

En principio, el origen de esta última cena (o comida) se sospecha que tiene un carácter más simbólico que otra cosa. En principio la aceptación de esta oferta “gratuita” pretende simbolizar de algún modo un acto de hacer las paces con el anfitrión (el carcelero y/o ejecutor). Ya ves tú.

En general la composición de esta última cena se deja a elección del sentenciado a muerte aunque se suelen establecer algunas limitaciones. No obstante el estado de Texas ha abolido esta práctica después de que en 2011 el prisionero Lawrence Russell Brewer solicitara una “última cena” pantagruélica y desproporcionada para luego no probar bocado aduciendo que no tenía hambre. La “última cena” que se quedó sin probar consistió, más o menos en dos filetes de pollo frito, una hamburguesa triple con queso y tocino, una tortilla de queso, un tazón de quimbombó frito, una pizza de carne y embutido, tres fajitas, un helado, una libra de carne a la parrilla, pan blanco y varias cervezas (sin alcohol). Después de este “desplante” el estado de Texas decidió que los presos, fuera cual fuera su condición y situación recibirían la misma comida que el resto del penal sin excepciones.

Entre las limitaciones más frecuentes suele estar el precio de esa “última cena”, el presupuesto suele variar de estado a estado, y oscila entre los 15 y los 40 dólares USA. De todas formas el término “última cena” se ha remplazado en la mayor parte de los casos por el eufemismo “comida especial” y además, tampoco suele consistir verdaderamente en la última ingesta ya que esta “comida especial” se suele aportar dos o incluso tres días antes de la fatídica fecha. Entre otras de las limitaciones que se suelen encontrar en estos casos con el fin de evitar las extravagancias, está la posibilidad de que el menú en cuestión se pueda confeccionar en las instalaciones penitenciarias, o que se pueda elaborar con productos que se puedan adquirir fácilmente en las cercanías y que puedan servirse con el menaje propio de la cárcel (hay excepciones), es decir, en esas glamurosas bandejas.

Pero para extravagancias las de los propios presos, que quedan en evidencia cuando se comprueba cuáles son sus elecciones para esta “comida especial”. En general el tabaco y el alcohol están vetados del menú (hay excepciones) y lo cierto es que me gustaría saber la razón… y no creo que sea que el tabaco mata, o sí, vete a saber. Veamos cuáles han sido algunas de estas tradicionales o rocambolescas peticiones:

  • James Hudson pidió una galleta cracker y seis coca colas.
  • Stephen Anderson, pidió dos sandwiches de queso a la plancha, queso cottage con rábano y maíz, pastel y un helado con pepitas de chocolate.
  • Jackie Barron Wilson, solicitó una cebolla cruda, 2 coca colas y un paquete de chicles.
  • Ronnie Lee Gardner, tomó cola de langosta, filete, pastel de manzana y helado de vainilla.
  • Ricky Ray Rector comió un filete, pollo frito, zumo de cereza y de postre pastel de nueces. Al parecer, se dejó el pastel de nueces y le comunicó al celador que se lo reservaba para más tarde.
  • Timothy McVeigh solicitó para su comida especial un kilo de helado de menta con trocitos de chocolate.
  • Etcétera.

Más mediáticas en su tiempo por la relevancia de los ejecutados fueron otras “comidas especiales”:

  • El nazi y oficial alemán de la II Guerra Mundial Adolf Eichmann rechazó la “comida especial” y solicitó una botella de Carmel, un vino tinto israelí (tiene narices la cosa) de la que se bebió la mitad.
  • El denominado vampiro de Dusseldorf, Peter Kürten, solicitó en 1931 patatas fritas y una botella de vino blanco. Tras acabar su menú pidió repetir y se le concedió.
  • Sobre la “comida especial” que recibió Sadam Hussein las fuentes no se aclaran, unos dicen que rechazó el ofrecimiento del menú en forma de pollo frito y sin embargo otras fuentes comentan que aceptó y solicitó diversos menús.

En fin, un truculento tema que me da pie a preguntaros si seríais tan amables de decirme cuál os gustaría que fuera vuestra última comida si supierais que no ibais a tener otra. Si queréis empiezo yo:

Aperitivo de tortilla de patata, entrante de sopas de ajo, de segundo cogote de merluza al horno con chalotas y de postre una ensalada de frutas de temporada… ah, y mucho pan (del de verdad) para untar.

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Imagen: sakhorn38 vía freedigitalphotos

Los productos milagro son abundantes y los ciudadanos no denunciamos

Milagros_ Stuart MilesUna reciente noticia de ámbito local, aunque tranquilamente trasladable al panorama nacional e internacional ha llamado mi atención: en los últimos cuatro años el Departamento de Salud del Gobierno de Navarra ha detectado la presencia de 94 “productos milagro” en los comercios de esta Comunidad Autónoma. Con sinceridad, son muchos y al mismo tiempo me parece una escasa «detección» para los que se podrían detectar. De todos ellos, el uso de 16 se encontró que estaba asociado a “reacciones adversas” y 21 carecían de evidencia científica que justificara su uso. La mayor parte de ellos, según la nota, estaban relacionados con la pérdida de peso, y cuatro de cada cinco se comercializaban bajo la denominación de “complemento alimenticio”. Puedes acceder a la noticia al completo en este enlace

En este texto se asume una definición de producto milagro bastante acertada a mi juicio, como…

…aquellos [productos] que se comercializan como poseedores de propiedades para el tratamiento o prevención de enfermedades, para modificar el estado físico o psicológicos, o para restaurar, corregir o modificar funciones fisiológicas, sin estar respaldadas por suficientes pruebas técnicas o científicas acreditadas, expresamente reconocidas por la administración sanitaria

En cualquier caso, no solo se trataba de productos milagro como tal sujetos a esta definición sino que también cayeron en este saco aquellos productos que declaraban propiedades saludables no autorizadas por la UE, o bien productos que no respetaban la legislación en materia de publicidad o incluso aquellos que se auto atribuían propiedades preventivas o terapéuticas para tratar enfermedades o que pretendían sustituir la utilidad de los medicamentos legalmente reconocidos. Varios de ellos reunían más de una de estas irregularidades.

Sea como fuere otros de los datos a resaltar es que en 40 se incluía en su composición sustancias directamente prohibidas, o que si estaban permitidas rebasaban la dosis permitida. Tristemente esta situación no es nada novedosa cuando se observan este tipo de productos bajo la lupa. Sin ir más lejos en 2009 la FDA norteamericana advertía a los consumidores que se habían detectado bastantes productos para adelgazar, de venta libre, es decir, que no eran fármacos, la mayor parte de ellos comercializados como “complementos dietéticos”, que contenían ingredientes farmacológicos no declarados en su composición. Estos ingredientes se pueden encontrar en la mayor parte de los casos dentro de algunos fármacos y su inclusión en productos con alegaciones como “natural”, “a base de plantas”, supone en primer lugar un peligro para los consumidores y en segundo, un fraude. Un peligro porque, muchas de las sustancias encontradas en estos productos de EE.UU. no tienen ni tan siquiera la autorización para comercializarse como fármacos en el tratamiento de la obesidad por sus importantes riesgos, o si la habían tenido, les fue retirada en su día.

Independientemente de la dificultad de que un consumidor pueda detectar este tipo de peligros, resulta bastante llamativo también el escaso número de denuncias por parte de los usuarios. Volviendo al caso de la Sección de Inspección Farmacéutica de Navarra, desde el año 2009 tan solo se han recogido tres denuncias procedentes de los ciudadanos sobre estos productos.

No quiero terminar sin destacar las recomendaciones que hace el Departamento de Salud navarro cuando afirma que una dieta equilibrada junto a un estilo de vida saludable es el mejor método para obtener todos los nutrientes necesarios, haciendo innecesario tomar complementos para obtenerlos. Algo que tantas veces he comentado en este espacio.

Así pues, déjate de tonterías y con tu salud no te la juegues. Los cantos de sirena siempre han existido (y supongo que existirán) para quienes quieran escucharlos. Pero por muy “bonitos”, seductores y atractivos que sean, no dejarán de ser eso, un canto de sirena que, como en el caso de la mitología, además, pueden ser peligrosos.

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Foto: Stuart Miles vía freedigitalphotos

Mi fruta preferida es la de temporada y ahora tocan ¡drupas!

Cerezas_ sixninepixelsPocas cuestiones me resultan tan difíciles de responder como cuando me preguntan acerca de cuál es mi plato preferido o mi fruta preferida. Lo siento, pero yo no tengo respuesta. Porque claro, a la persona que me pregunta no le suele valer con un “todos si está bien hecho” o un “cualquiera si es de temporada”. Pero en resumen es la realidad. Lo mismo me pasa con la música o con el cine. Me resultaría más fácil responder qué es lo que no me gusta que lo que sí, acabaría antes. Si todas estas cosas son buenas con independencia de su origen o naturaleza, me suelen gustar todas (aunque, claro, quizá la dificultad resida en definir esa bondad que en ocasiones es bastante subjetiva)

En fin, centrándome en el tema. La fruta que me gusta es la que, reuniendo una mínima calidad, es de temporada: si son naranjas, naranjas; si manzanas, manzanas, si mandarinas, mandarinas, si uva, uva, si chirimoyas, chirimoyas; etcétera. Me da igual, toda la disfruto como un enano cuando es su momento.

Y la que ahora toca de veras es la de una familia de frutos muy particular que no suele encontrarse el resto del año: los frutos denominados drupas.

Unos duran poquito como las cerezas y las picotas y otras se alargan un poco más a lo largo de los meses primaverales y estivales dependiendo de su variedad: ciruelas, pavías, albaricoques, paraguayos, melocotones.

Todas estas frutas de temporada (de la de ahora o próxima) como decía tienen un denominador común, son los denominados frutos de hueso. Con un hueso (endocarpio) leñoso único que encierra una única semilla en su interior (frutos monospermos). Suelen ser frutas jugosas y carnosas que suelen presentar pocas trabas para la población general, es decir, gustan a casi todo el mundo.

En este momento las cerezas están en pleno apogeo, las habrá más tempranas o más tardanas, dependiendo de la zona; a continuación vendrán las picotas (una variedad de estas). Al mismo tiempo están empezando los paraguayos, los albaricoques, algunas ciruelas y las pavías. Y un poco más tarde vendrán los melocotones. Sobre los melocotones, lo siento, he de admitirlo, los mejores del mundo para mí son los de la DO Melocotón de Calanda y para esos aun queda bastante (mediados de septiembre más a o menos). Ya hablaré de ellos cuando llegue.

Albaricoques_ suwatpo

Así pues, no te empeñes en encontrar ahora manzanas o naranjas (típicas frutas por defecto). Las encontrarás, pero no serán ni la mitad de buenas que eran hace unos meses, y mira que gozamos en casa este año con las naranjas. Y disfruta de lo que toca ahora, las drupas. Pronto llegarán también otras más típicas de los meses más calurosos como la sandía y el melón (aunque no hayan desaparecido del súper en todo el año).

Antes de despedirme me gustaría romper una lanza en favor de una fruta que hasta hace poco no gozaba de mucha simpatía por mi parte, se trata de los paraguayos. Antes los recordaba “patatudos”, bastante insípidos, y con un hueso enorme… pero desde hace más o menos tres años, al menos aquí en Zaragoza tengo la oportunidad de comprar unos paraguayos completamente distintos, turgentes, de intenso sabor perfumado y con un hueso en su interior poco mayor que el de una aceituna, toda una delicia. Aquí algunos los llaman “Zaraguayos”. No quiero ningunear al resto de sus primas, pero lo cierto es que las cerezas, las ciruelas y demás, creo que no precisan de una mayor promoción al menos por mi parte (cuando son buenas, claro). Por cierto, no me importaría saber porqué se llama «paraguayos» a los paraguayos… creo que tendré que preguntar a mi vecino «ya está el listo que todo lo sabe»

Cuando la fruta es buena de verdad serán tus hijos los que te pidan comer más, como el otro día cuando Carolina de cuatro años me pidió si por favor podía comer más cerezas.

Claro hija, claro… como no vas a poder comer más cerezas si eso es lo que quieres. Disfruta de la fruta.

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Foto: sixninepixels, suwatpo vía freedigitalphotos.net

El peso de los españoles en el panorama mundial: preocupante

Obesidad_ Michelle MeiklejohnMás de la mitad de la población española tiene un peso que está por encima de las recomendaciones en base a su Índice de Masa Corporal (IMC). Eso ya lo sabíamos tal y como reflejé en esta entrada en la que hacía destacar que, además, más allá del dato considerado de forma individual, lo peor de todo es observar la tendencia alcista de esta variable en los últimos años. A pesar de ser un dato conocido no deja de ser llamativo, en especial cuando se considera lo orgullosos que estamos de nuestra dieta mediterránea y demás… ¿de verdad tenemos motivos para estar contentos? Yo creo que no.

El caso es que acabo de encontrarme con esta útil página de la Organización Mundial de la Salud en la que se recopilan, almacenan y muestran los datos referidos a enfermedades crónicas y sus factores de riesgo para todos los estados miembros de esta institución (en la actualidad cerca de 192 países). Se pueden consultar estadísticas por países referidos al consumo de alcohol, la colesterolemia, el tabaquismo, actividad física, salud buco dental, etcétera (puedes empezar aquí) y por supuesto a la obesidad.

No me digas que nunca te has preguntado si los españoles o las españolas pesamos más o menos que nuestros homólogos franceses, por ejemplo… o que los chinos o que los finlandeses. O cuánto alejados estamos en estas cuestiones de los Estados Unidos, por poner otro ejemplo. También podrás contrastar cuál es el país con mayor IMC medio, consultarlo por sexos, etcétera. No está nada mal, pero la verdad es que al mismo tiempo me hubiera gustado que se pudieran consultar todos estos datos incluyendo más variables. Resulta curioso que se pueda consultar por sexos el ranking de IMC de los distintos países, pero que no se pueda consultar por población total incluyendo ambos sexos. Bueno, veamos cómo anda España en esta clasificación.

Situación de los españoles y las españolas en el panorama mundial con respecto a su IMC

Peso del mundo

En España la prevalencia de la población con un IMC superior a 25 (indicativo de sobrepeso u obesidad) entre los varones de 30 o más años ocupa el puesto número 32 entre los 192 países considerados. Si se consideran solo los países de la región europea, su puesto es el nº 12 de entre 52 países. Algo bastante llamativo.

Aunque el panorama no es nada alentador en este terreno, las mujeres salen bastante mejor paradas en la comparación con los hombres. La prevalencia de la población con un IMC superior a 25 entre aquellas de 30 o más años ocupa el puesto nº 100 en el panorama mundial (sobre 192) y el nº 32 en el europeo (sobre 52). Todo apunta a que en España el género femenino se preocupa, y con éxito, más de su peso que el masculino.

Visión global

Si lo que quieres saber es cuáles son los países con más prevalencia de sobrepeso y obesidad en el mundo habrás de saber que en ambos sexos el líder indiscutible es Nauru con un IMC medio de 35,7 para los varones y de 37,8 para las mujeres (ambos para la población de más de 30 o más años)… ahí es nada. Esta, no sé si te habrás dado cuenta es la tercera vez que sale Nauru en este blog. La primera vez que hice mención a la particular circunstancia de este colectivo fue a raíz de la “cocacolonización”, y la segunda en referencia al precio de los billetes de avión “por kilos”.

IMC mundo

Dejando de lado los primeros países en este ranking, casi todos pertenecientes a la zona de Oceanía, el primero que encontramos “occidental” es Estados Unidos en ambos sexos. El IMC medio de los varones norteamericanos en este grupo de edad es de 30,0 y el de las mujeres 30,8, ocupando respectivamente los puestos nº 6 y nº 14 en el panorama mundial. Por nuestra parte, los españoles ocupamos el puesto nº 37 (con un IMC medio de 27,3) y las españolas el nº 96 (IMC medio 26,7). Unas distancias grandes en cuanto al número de puestos si lo comparamos con EEUU, pero no tanto, aunque también, si se observa el dato en sí mismo.

Por último y a título de curiosidad, te sugiero que si quieres poner tu IMC particular en relación con el del resto del mundo consultes esta otra entrada: “¿Conoces el valor de tu peso dentro del panorama mundial?

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Foto 1: Michelle Meiklejohn vía freedigitalphotos.net

Foto 2: Ganymedes Costagravas vía flickr.com

Cuando el tamaño sí que importa (a más pequeña, la fruta, a veces mejor)

Ofrecer manzanaEl otro día me fijé que una compañera de la universidad tenía encima de su escritorio una especie de llavero con forma de manzana… muy real, parecía de verdad. Acercándome un poco más caí en la cuenta que era de verdad, una manzana del tipo Granny Smith o algo así, del tamaño de un albaricoque. Entonces no pude por menos que preguntarle que dónde y si acaso porqué compraba las manzanas tan pequeñas. El dónde fue lo de menos, al final era en una “frutería normal” cerca de su casa.

Lo que sí me llamó la atención poderosamente fueron sus razones para comprarlas así, ya que las prefería a las grandes.

Mira –me dijo- la fruta me gusta mucho y, a veces la dejo de comer por pereza. Si las piezas son demasiado grandes entra de lo posible que sucedan dos cosas. Por un lado que me de pereza tanta manzana (o melocotón o naranja…) y que por tanto termine por no comer nada, por no empezarla; o que por otro lado si la empiezo que me canse y al final se desaproveche ya que no queda igual si te la dejas de un rato para el otro, se queda fea, la tienes que tapar, etc. Así que si se trata de comer fruta, por piezas y de forma más o menos informal (en el trabajo, ente horas…) prefiero mil veces las piezas pequeñas de fruta. De esta forma termino comiendo más fruta que si las piezas son grandes. Además, estas, como suelen ser menos apreciadas en la tienda son más baratas que las grandes.

Sencillos, simples, claros, contundentes y sobre todo prácticos me parecieron y parecen sus razonamientos. Bravo. Vivimos en la sociedad del más bonito, más grande y más lutroso… cuanto más mejor, ande no ande caballo grande, es lo que dicen. Algo que también se suele aplicar a las frutas.

Es cierto, una de las excusas más frecuentes para dejar de comer fruta es la pereza que nos suele dar el comerla, así que si perseguimos este tipo de estrategias facilitadoras tanto más probable es que terminemos comiéndola.

El caso es que mientras escribo estas líneas me estoy dando cuenta que estoy abordando el tema de consumo de fruta como si se tratara de un alimento intomable o desagradable, y no debiera ser así… Por lo menos a mí no me pasa, me gusta la fruta y cuando la como, que suele ser entre dos a tres veces al día, la disfruto como un enano. Si bien te digo que no suelo ser mucho de fruta a media mañana o media tarde, me gusta de postre (siempre) y en el desayuno bastante a menudo.

El consumo de fruta, de vegetales frescos en general, es uno de los pilares de la alimentación saludable reconocido en las principales instituciones sanitarias internacionales. Así que sean cuales sean tus preferencias déjame que te dé una serie de consejos que a mi juicio podrían ser bastante interesantes para incluir con más frecuencia de la que lo haces las frutas en tu dieta:

  • No seas tacaño/a a la hora de comprar fruta (esto es aplicable al conjunto de la alimentación en general). La fruta barata, normalmente de menor calidad, suele resultar carísima. Es fácil de entender, al final es tan poco agradable, que las probabilidades de que acabe en la basura suelen ser bastante altas, y claro, eso es carísimo. Mucho más caro que comprar fruta de precio más elevado y comértela.
  • Consume fruta de temporada. Es mas rica, está en su mejor punto de sazón y es más barata. Además, hacerlo así es más respetuoso con el medio ambiente. ¿Tanto te cuesta esperar a la temporada autóctona de la cereza como para tener que comprarla en enero a 18€/kg traída desde Argentina (por ejemplo)?

¿Te acuerdas de la canción de Danza Invisible “Sabor de amor”? hacia el minuto dos se dice que “besarte es como comer naranjas en agosto y uvas en abril” en clara referencia a la extravagancia, exotismo, que podría tener el comer tales frutas en esos meses a los que no pertenece su temporada. Hoy ya da igual, las naranjas y las uvas (y el melón y las sandías y las manzanas…) están permanentemente en nuestro súper de al lado de nuestra casa todo el año. Luego, no deja de ser gracioso que nos quejemos cuando a a mediados de abril digamos… ¡pero que malo está el melón últimamente!

  • Busca estrategias que se adecuen a tus gustos, posibilidades y apetencias. Una de esas opciones, para mi amiga, la de las micro-manzanas, consiste en eso, en adquirir piezas más pequeñas. Si a ti te va de postre, pero te suele dar pereza ponerte a pelar la fruta tras el segundo plato, te sugiero que, por ejemplo, la peles y la prepares antes de sentarte a comer (vamos, lo mismo que haces con los primeros y segundos, que los preparas antes de sentarte a comer)

Por otro lado, muchas veces en la variedad está el gusto. Comernos una manzana nos da pereza pero sin embargo comer una “ensalada” a base de distintas frutas se nos hace más atractivo.

Te guste más de una u otra forma, unas variedades u otras, anímate a consumir más fruta, un alimento siempre de un escaso valor calórico, con un relativamente alto poder saciante gracias a la presencia de fibra dietética y fuente de vitaminas, minerales y otras sustancias, denominadas fitonutrientes, que normalmente resultan de un elevado interés biológico.

Cuando me preguntan por mis alimentos funcionales preferidos… yo siempre respondo que los vegetales en general y las frutas en concreto. Cualquiera que este en su punto.

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Foto: imagerymajestic vía freedigitalphotos

Comer medusas para hacer frente a sus plagas

MedusasMe consta que todavía hay quien anda con el estómago revuelto recordando la invitación del FAO para que introduzcamos los insectos como un recurso alimenticio más. Pues bien, apenas una semana más tarde de aquel poco suculento informe la FAO nos sorprende con otro en el que se aborda la preocupación de esta institución, creo que con bastante razón, por la proliferación de medusas en nuestros mares, en especial el Mediterráneo. Y en él, de forma más anecdótica que otra cosa, se nos sugiere que si tenemos tantas medusas, igual una solución es comérselas.

Antes de continuar he de decir que me ha llamado poderosamente la atención la lectura un tanto sensacionalista que del informe en cuestión han hecho algunos medios de comunicación en nuestro entorno (aquí tienes algunos ejemplos: [1], [2], [3]). En realidad este informe sobre las medusas y el de los insectos no tienen nada que ver. Si bien el de los insectos, sí que está volcado en proponer este recurso como una fuente alimentaria o incluso de negocio; en el caso del de las medusas no. En realidad este reciente informe aborda el problema del masivo florecimiento de este tipo de organismos en nuestros mares. Como todo el mundo sabe, el aumento de la población de medusas en los últimos años ha sido muy importante y es precisamente este sobrecrecimiento el que ha originado algunos problemas en relación con la obtención de otros alimentos de entre los recursos marinos. El verdadero problema, para que nos entendamos y la razón por la que la FAO toma cartas en el asunto es que tanta medusa interfiere en el ciclo vital de numerosas especies de interés alimentario. Así, una superpoblación de medusas afecta tanto en la obtención de pesca salvaje como en la explotación de empresas de acuicultura, e incluso puede perjudicar gravemente la actividad industrial cuando las medusas atascan la maquinaria de aquellas empresas que utilizan el agua de mar como refrigerante.

FAO medusas

Analizar los problemas que tiene el exceso de medusas en nuestros mares y más en concreto su efecto sobre la obtención de otros recursos marinos, es precisamente y no otro el fin de este informe. Es más, en sus 67 páginas apenas dedica seis líneas para referirse a las medusas como un recurso alimentario. Y lo hace en dos ocasiones; en la primera para decir que en otras culturas como la china o japonesa las medusas forman parte de su recursos gastronómicos de forma habitual (es decir que se pueden comer) y; la segunda para sugerir que si en nuestro medio tenemos tantas, quizá una forma de ayudar a hacer frente a las plagas de medusas sería comérselas. Pero a diferencia de lo sucedido con el informe de los insectos en este no hay un análisis pormenorizado de su valor nutricional, ni de sus posibilidades culinarias, etcétera. Es más, el informe presta más atención a su utilización como recurso en la investigación de nuevos fármacos, por ejemplo, que a sus posibilidades culinarias. Pero ya que estamos…

¿Cuál es el valor nutricional de las medusas?

No es especialmente fácil el encontrar una tabla de composición de alimentos que teniendo una cierta credibilidad incluya los datos de la medusa como alimento. No obstante las tablas de nutrientes del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos recogen los valores nutricionales de la medusa desecada (supongo que parcialmente) y salada (importante tener en cuenta este dato). Por 100 gramos de este producto, medusa desecada y salada encontramos:

  • 36 kcal
  • 5,5 gramos de proteína
  • 1,4 gramos de lípidos (grasas) de los cuales:
    • 0,273 g son ácidos grasos saturados
    • 0,202 g son monoinsaturados y,
    • 0,475 g son poliinsaturados
  • 5 mg Colesterol
  • 0,0 gramos de hidratos de carbono y fibra

Sobre su contenido en vitaminas y minerales es francamente escaso. De los minerales cabría si acaso destacar cierto aporte de hierro (2,3mg) y no voy a incidir en el tema del sodio ya que se tratándose estos valores de un producto salado es de esperar que su cantidad sea alta, en concreto 9.690mg de sodio (que es una cantidad bastante elevada).

En resumen, poco de casi todo por no decir de todo.

Mi opinión sobre el consumo de medusas como recurso alimentario

Está más que claro que las medusas no son un plato típico por estas regiones, así que veo difícil tal y como expuse en su día en la entrada de los insectos que esta propuesta termine cuajando. Que algo sea bueno para comer no tiene por qué determinar que se termine comiendo.

Además, para poner las cosas más difíciles, hay que contar con que la UE prohíbe su comercialización en fresco.

Pez payaso anémonaSin embargo, y en sentido contrario al de los insectos, a mí no me costaría nada comer medusas, bien preparaditas eso sí. Al menos en nuestro entorno sí que se comen otros animales que están muy emparentados en la escala filogenética con las medusas, me refiero a las anémonas. Para que me entiendas, las anémonas son esa especie de algas (en realidad no lo son, porque son animales) en torno a las cuales los peces-payaso suelen establecer su hábitat (ver Buscando a Nemo de Disney)

Las anémonas como recurso alimentario se denominan “ortiguillas”. Yo las he probado y es algo así como comerse una ola de mar, maravillosas. Son de intenso sabor marino, agradable y equilibrado. Para mí, antes que las ostras, representan una de las formas más netas del “sabor a mar” sabores marinos, salados, yodados y similares. Una de las formas más típicas de consumo de las “ortiguillas” es en fritura a modo de aperitivo. Puedes ver algunas de las propuestas gastronómicas de las “ortiguillas” en este enlace. Toda una delicatesen.

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Foto 1: papaija2008  y boulemonademoon vía freedigitalphotos

Monsieur Mangetout (El Señor Comelotodo) y los records Guinness de glotonería

Diploma record GuinnessConfieso que hasta hace relativamente poco tenía una gran afición y esta no era otra que coleccionar, y por supuesto leer, el Libro Guinness de los Records. Este gusto por las historias rocambolescas, a veces inverosímiles, los prodigios de la naturaleza y sus innumerables demostraciones de fortaleza y determinación se me despertó muy pronto cuando con 8 años cayó en mis manos una edición francesa de 1979 del famoso libro. Entre el poco francés que dominaba por aquel entonces y el asombro que, uno a uno, despertaban los records traducidos, fueron innumerables las horas de jubilosa lectura. Tal fue así que mis padres no tardaron en darse cuenta y en poco tiempo tuve sobre mis rodillas una nueva versión, la de 1983, esta vez en castellano. Es posible que aun sin saberlo, el primer atisbo de lo que finalmente iba a ser mi profesión pudiera ser reconocido por aquel entonces, ya que los denominados records de glotonería, sección inmutable en todas las ediciones que se precien, era una de mis preferidas. Me gustaría ilustrar esta fascinación con algunos ejemplos de las ediciones antiguas:

Steve Meltzer, en 1974, se zampó 96 salchichas con un peso medio de 28,3g/u en 6 minutos redondos, lo que suponen unos 2,7 kg. de salchichas.

Peter Dowdeswell, en 1978, se endiñó entre pecho y espalda 22 empanadillas de carne de 156g/u en 18 minutos y 13 segundos. El total, 3,4 kg. de empanadilla.

Bennet D´Angelo en 1977 se refrescó el cuerpo con 1,530 kg de helado e invirtió en ello 90 segundos. El helado, puntualiza el libro, no debe estar derretido para la homologación del record en cuestión (sic).

No obstante, ya en las primeras ediciones que leí, se podían advertir mensajes de la editorial en los que se decía que no se publicarían, desde esa edición en adelante, records de consumiciones potencialmente nocivas, como por ejemplo más de dos litros de cerveza, huevos con cáscara u hormigas vivas. Lo gracioso del tema, y lo bueno de aquellas ediciones, es que junto a estas advertencias, encontrábamos records como los siguientes:

Jay Gwaltney en 1980 se lió la manta a la cabeza y le dio por comerse un abedul (de 3,35 m. de altura y un tronco de 12 cm. de diámetro) en 89 horas…

Cosa que no veo especialmente saludable. Y para más inri, lo siguiente:

Michel Lotito, apodado “Monsieur Mangetout”, se comió una bicicleta entera con neumáticos incluidos entre el 17 de marzo al 2 de abril de 1977. Su estómago iba sobre ruedas…

Sobre este último record, el libro, tras haber hecho la aclaración anterior acerca de la no publicación de records insanos, afirmaba que la inclusión del de la bici se publicaba ya que siendo el no va más de la estupidez (sic), era improbable que atrajese la competición.

Cessna 150

… Y se equivocaban, o cambiaron de parecer, por que si bien lo del tema de la bici era publicado en la edición de 1983, en la de 1988 encontrábamos, de nuevo con sus advertencias y demás precauciones, que el mismo señor de la bici se había comido una avioneta Cessna 150 (como la de la foto) en el nada desdeñable plazo de 2 meses, ruedas incluidas (nunca entendí, y posiblemente de ahí parte de la gracia, lo de llamar la atención sobre los neumáticos y las ruedas cuando de comerse bicis y aviones se trata).

De esta forma, los reyes magos y los cumpleaños fueron una inagotable fuente de risas e inspiración para mi adolescente imaginación… hasta que llegó el desastre y lo políticamente correcto transformó al Libro Guinness de los Records en una retahíla de ñoñerías sin tan siquiera un interés anecdótico y sin la menor gracia. Así, en la versión de 1996, no se podía encontrar ninguna ingesta imposible, ninguna payasada que le hiciera a uno desternillarse, dejar caer el libro y rodar por el suelo muerto de la risa. ¿Por qué? Pues me imagino que por el propio cambio de los tiempos y su consustancial paternalismo consistente en hacer de nuestras vidas una almibarada existencia. Un Mundo feliz, en el que lo que no se cuenta no existe, o más bien, parece no existir.

Volviendo al Guinness, aporto a continuación algunos ejemplos que ilustran en qué se han convertido, en las ediciones más recientes, aquellos records de glotonería. De entrada la categoría ha sido tristemente finiquitada, y ni tan siquiera aparece como tal. En su lugar encontramos un nueva, alimentos y bebidas, en la que se recoge entre otras y hasta la fecha, la pizza más grande del mundo, la mayor pella, el banquete más caro, el mayor consumo per cápita de café, queso, miel, etc. y cosas tan interesantes como dónde se ha celebrado la comida de gala a mayor altitud jamás realizada; que para que nadie se quede con la duda, os diré que fue a 6.789 m cuando en 1989 una expedición australiana escaló el monte Huascarán (Perú) llevando consigo una mesa Luis XIV, sillas, un candelabro y vino para una comida de tres platos. Cuestiones estas que, comparadas con comerse una avioneta, un abedul ó 28 pollos de una sentada (Edwuad Abraham “Bozo” Miller en San Francisco, 1963. Peso medio de los pollos, 906 g.) qué quieres que te diga… pues como que no tienen nada que ver.

En fin, tal están las cosas que en el año 2002 dejé de coleccionar nuevas ediciones del famoso libro y no creo que las cosas cambien tanto como para retomar aquel hábito otrora tan dichoso, y mucho menos con la actual tendencia. Me tendré que consolar con releer los viejos records o, mejor aún leérselos a mis hijas y disfrutar tanto o más que ellas cuando a estas se les pongan los ojos como platos y se partan de risa. Que tampoco es mala cosa.

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Fotos: EvaK, Arpingstone vía Wikimedia Commons