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"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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¿Qué pedirías como última cena si estuvieras condenado a muerte?

Prisionero_ sakhorn38Siento lo escabroso del tema de hoy pero últimamente ha suscitado mi interés esta cuestión tan poco cotidiana… afortunadamente.

Dejar la composición de una última cena o una última comida a la elección de los condenados a muerte es una vieja tradición que en la actualidad es seguida a medias por los “correccionales” (tiene narices la palabreja hablando de pena de muerte) que en Estados Unidos llevan a cabo la ejecución de este tipo de condenas.

En principio, el origen de esta última cena (o comida) se sospecha que tiene un carácter más simbólico que otra cosa. En principio la aceptación de esta oferta “gratuita” pretende simbolizar de algún modo un acto de hacer las paces con el anfitrión (el carcelero y/o ejecutor). Ya ves tú.

En general la composición de esta última cena se deja a elección del sentenciado a muerte aunque se suelen establecer algunas limitaciones. No obstante el estado de Texas ha abolido esta práctica después de que en 2011 el prisionero Lawrence Russell Brewer solicitara una “última cena” pantagruélica y desproporcionada para luego no probar bocado aduciendo que no tenía hambre. La “última cena” que se quedó sin probar consistió, más o menos en dos filetes de pollo frito, una hamburguesa triple con queso y tocino, una tortilla de queso, un tazón de quimbombó frito, una pizza de carne y embutido, tres fajitas, un helado, una libra de carne a la parrilla, pan blanco y varias cervezas (sin alcohol). Después de este “desplante” el estado de Texas decidió que los presos, fuera cual fuera su condición y situación recibirían la misma comida que el resto del penal sin excepciones.

Entre las limitaciones más frecuentes suele estar el precio de esa “última cena”, el presupuesto suele variar de estado a estado, y oscila entre los 15 y los 40 dólares USA. De todas formas el término “última cena” se ha remplazado en la mayor parte de los casos por el eufemismo “comida especial” y además, tampoco suele consistir verdaderamente en la última ingesta ya que esta “comida especial” se suele aportar dos o incluso tres días antes de la fatídica fecha. Entre otras de las limitaciones que se suelen encontrar en estos casos con el fin de evitar las extravagancias, está la posibilidad de que el menú en cuestión se pueda confeccionar en las instalaciones penitenciarias, o que se pueda elaborar con productos que se puedan adquirir fácilmente en las cercanías y que puedan servirse con el menaje propio de la cárcel (hay excepciones), es decir, en esas glamurosas bandejas.

Pero para extravagancias las de los propios presos, que quedan en evidencia cuando se comprueba cuáles son sus elecciones para esta “comida especial”. En general el tabaco y el alcohol están vetados del menú (hay excepciones) y lo cierto es que me gustaría saber la razón… y no creo que sea que el tabaco mata, o sí, vete a saber. Veamos cuáles han sido algunas de estas tradicionales o rocambolescas peticiones:

  • James Hudson pidió una galleta cracker y seis coca colas.
  • Stephen Anderson, pidió dos sandwiches de queso a la plancha, queso cottage con rábano y maíz, pastel y un helado con pepitas de chocolate.
  • Jackie Barron Wilson, solicitó una cebolla cruda, 2 coca colas y un paquete de chicles.
  • Ronnie Lee Gardner, tomó cola de langosta, filete, pastel de manzana y helado de vainilla.
  • Ricky Ray Rector comió un filete, pollo frito, zumo de cereza y de postre pastel de nueces. Al parecer, se dejó el pastel de nueces y le comunicó al celador que se lo reservaba para más tarde.
  • Timothy McVeigh solicitó para su comida especial un kilo de helado de menta con trocitos de chocolate.
  • Etcétera.

Más mediáticas en su tiempo por la relevancia de los ejecutados fueron otras “comidas especiales”:

  • El nazi y oficial alemán de la II Guerra Mundial Adolf Eichmann rechazó la “comida especial” y solicitó una botella de Carmel, un vino tinto israelí (tiene narices la cosa) de la que se bebió la mitad.
  • El denominado vampiro de Dusseldorf, Peter Kürten, solicitó en 1931 patatas fritas y una botella de vino blanco. Tras acabar su menú pidió repetir y se le concedió.
  • Sobre la “comida especial” que recibió Sadam Hussein las fuentes no se aclaran, unos dicen que rechazó el ofrecimiento del menú en forma de pollo frito y sin embargo otras fuentes comentan que aceptó y solicitó diversos menús.

En fin, un truculento tema que me da pie a preguntaros si seríais tan amables de decirme cuál os gustaría que fuera vuestra última comida si supierais que no ibais a tener otra. Si queréis empiezo yo:

Aperitivo de tortilla de patata, entrante de sopas de ajo, de segundo cogote de merluza al horno con chalotas y de postre una ensalada de frutas de temporada… ah, y mucho pan (del de verdad) para untar.

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Imagen: sakhorn38 vía freedigitalphotos

La “Última Cena” reinterpretada por David Muñoz y Miguel A. Almodóvar

David-Muñoz

 

Qué mejor ocasión que la del Viernes Santo (si acaso su víspera) para traeros un suculento menú basado en una reinterpretación de la Última Cena relatada en la Biblia. Se trata de un menú de cinco platos del vanguardista cocinero David Muñoz (dos estrellas Michelin) inspirada en las sagradas escrituras (no solo en la Última Cena) gracias a la investigación histórica de la mano del periodista Miguel Ángel Almodóvar. Todo ello ha cuajado además en una serie documental impulsada por Canal Historia.

No deja de llamarme la atención la habilidad que tenemos para establecer relaciones de cualquier cosa que suceda a nuestro alrededor y vincularlas a la cuestión gastronómica. En este caso a aquellas de índole religioso, lo que no deja de ser curiosos cuando se desarrollan en el seno de una sociedad cada vez más laica. Al final, lo que se pone en alza es la curiosidad, la novedad por unos asuntos que probablemente no entiendan y/o compartan una buena parte de los posibles usuarios.

Se trata de un menú compuesto por cinco pases: un falso entrante, dos entrantes, un plato principal y un postre que necesitan de una amplia explicación para comprender tanto los ingredientes utilizados, su preparación y la recreación en su presentación de imágenes propias de aquellos hechos que se relatan en la Biblia entorno a los últimos días de Jesucristo.

Ya sea por la utilización de determinados ingredientes, poco usuales en nuestras recetas en el día a día, sus sabores, o por el uso crematístico de unas creencias que algunos fieles puedan tildar de irreverentes o improcedentes, el caso es que este menú es poco probable que deje indiferentes a muchos.

Sea como fuere, el menú es el siguiente:

Falso entrante (otros lo llamarías aperitivo): Anguila y angulas a la mantequilla negra. Naranja sanguina y palo cortado. Dumpling de sus pieles.

Primer entrante: Erizos con ketchup de tamarillo y tabasco. Alga nori y caviar de montaña.

Segundo entrante: Ensalada de flores y hierbas anisadas, amargas y agridulces. Zanahorias y leche de cabra. Trucha y crestas de gallo.

Plato principal: Cordero lechal al carbón. Kimchie de fresitas silvestres y coco. Lenguas de pato.

Postre: Pan y vino con nueces y miel. Chiles ahumados.

Qué, ¿te atreves? Yo sí, más en concreto, me encantaría probar el entrante de los erizos, #slurpslurp