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"Padres comerciantes, hijos caballeros, nietos pordioseros"

Archivo de diciembre, 2013

¡Esto de la ‘luz’ es de locos!

El gobierno, a través de la CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia) que controla, insinua que ha habido manipulación en la última subasta de energía eléctrica ante «la concurrencia de circunstancias atípicas en el desarrollo de la misma» y de hecho ha anulado la subasta. Debido a la gran cantidad de participantes en esa subasta, 30 agentes de los cuales 50% son entidades finacieras, 40% eléctricas extranjeras,  y solo 10% eléctricas españolas, más bien parece que lo que han hecho estos es descontar en el precio futuro de la energía los efectos de la forma de refinanciación del deficit eléctrico impuesta por el gobierno o, mejor dicho, por los hermanos Nadal que son los que mandan en este país en materia económica y fiscal, y mucho más que ningún otro incluido el presidente del Gobierno.

 

Soria insiste en que hay "sospechas de manipulación"

 

Alberto Nadal es Secretario de Estado de Energía y su hermano, Álvaro, es Director de la Oficina Económica del Gobierno. Estos hermanos son lapidarios en general y prefieren la imposición -por via del BOE- a la negociación. En el caso eléctrico esta claro que no ha habido negociación alguna respecto de la financiación de los famosos €3.600 millones, puesto que si la hubiera habido no hubieramos acabado con el «hipertarifazo» y su ineludible renegociación.

Ahora de nuevo impondrán un mecanismo de fijación de precios, sin consultar, y todos los contribuyentes deberemos pagar la factura de las reclamaciones de los agentes que participaron en la última subasta y que fue anulada por inconveniente.

No nos equivoquemos, en cualquier caso seremos todos los que pagaremos el desaguisado eléctrico generado con Aznar/Rato continuado por Solbes/Salgado/Zapatero y ahora con Nadal/Nadal/Soriano/Rajoy.

Nada más español que el ‘simposi’

Más allá de que sea o no un disparate academicista, un dislate cultural y una respetable idiotez, el ‘simposi’ sobre «Espanya contra Catalunya: una mirada histórica (1714-2014)» es, sobre todo, un acto muy español por mucho que sus organizadores crean que es todo lo contrario. Pero, no nos equivoquemos, tan o más español si cabe es la amenaza del PP catalán y de otros de organizar su propio «contra-simposio» o llevar el tema a la fiscalía por «incitar al odio».

Dos características muy españolas -les guste o no- afloran en estas iniciativas: la primera es la soberbia y la segunda el aldeanismo.

El diccionario de RAE, en sus dos primeras acepciones, define la soberbia como «altivez y apetito desordenado de ser preferido a otros» y como «satisfacción y envanecimiento por la contemplación de las propias prendas con menosprecio de los demás». Ortega decía que «La soberbía es nuestra pasión nacional, nuestro pecado capital. El hombre español no es avariento como el francés, ni borracho y lerdo como el anglosajón, ni sensual e histriónico como el italiano. Es soberbio, infinitamente soberbio» (Viajes y países, Revista de Occidente, Col. El Arquero, Madrid 1957). El ‘simposi’ no parece querer debatir nada, sino justificar una conclusión para alimentar el afán de un independentismo en clave de odio de la España de la que forman parte hacia la Cataluña que quieren separar, en plena concordancia con la segunda acepción y al modo de la primera.

Pero más español si cabe es el aldeanismo de los organizadores de este ‘simposi’ y del posible ‘contra-simposio’, ese carácter rústico de pertenencia a la aldea que constituyen en patria, sea Cataluña o España, tanto da. Este patriotismo de aldea, cavernícola como sus promotores, se construye en nombre del pasado, distorsionándolo, si es necesario, echando la culpa de todo a otros de fuera y adaptándolo para que resulten más creibles sus posiciones.

¿No sería más productivo debatir para construir juntos una España mejor, donde quepan todas las esencias del ser español respetando las distintas identidades, sensibilidades y culturas? Mucho hemos caminado desde la Constitución del 78 para que algunos, desde distintos ámbitos políticos, pretendan ahora desandar el camino sin darnos la posibilidad a todos los españoles, sean catalanes, castellanomanchegos, castellanoleoneses o vascos, riojanos, navarros, valencianos, extremeños, o gallegos, melillenses, asturianos, cántabros, o baleares, aragoneses, canarios, murcianos, o andaluces, madrileños o ceutíes, de abrir un debate serio sobre nuestro futuro.

¡No lo permitamos!

La Constitución del 78

Han pasado 35 años desde que todos los españoles nos dimos una Constitución después de largos años de dictadura. El hartazgo era tan grande que esa Constitución resultó la mejor que podíamos imaginar, no solamente por deseada sino porque fue fruto del consenso de todas las fuerzas politicas que protagonizaron la Transición a la democracia. Y se dice ahora que: «¡Una reforma con consenso es muy díficil!» Más dificil de lo que eran aquellos tiempos es imposible.

Hoy se barajan desde distintos ámbitos la necesidad de reformar la constitución de 1978. Yo no discuto que sea necesario o no, lo que me produce escalofríos es que no se sepa bien por qué hay que reformarla y que se diga con bastante frivolidad que no existe el consenso necesario para hacerlo.

 

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Lo primero es cuestión de estudiarlo seriamente y lo segundo es cuestión de voluntad. Para ello tenemos instrumentos democráticos, pero no los usamos porque nuestros políticos prefieren dedicarse hoy solo a la disputa y no a la construcción de un Estado más habitable para todos.

En cuanto a la voluntad de negociación, es triste que casi todos los políticos en activo la nieguen cuando la acción política consiste precisamente en conjugar las ideas con la negociación para llegar a acuerdos que redunden en beneficio de los ciudadanos.

Si no lo quieren hacer estos, ¡habrá que quitarlos!