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"Padres comerciantes, hijos caballeros, nietos pordioseros"

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«Yo lo llamé, él me dijo que no, de ahí a otro motivo no lo sé, yo no lo tengo.»

Esta frase tan rebuscada como original, que dijo Maradona -hace un par de días- a propósito de la renuncia del jugador Riquelme de acudir al Mundial de fútbol con la «albiceleste», representa muy bien lo que esta ocurriendo en España con nuestros dos principales partidos políticos.

El PSOE convoca al PP, este acude, dice que no, y no entendemos muy bien por qué. O a lo sumo dicen que si a medias y declaran luego en público que no, dando a entender que es si.

Anteayer en este blog, sosteníamos que lo que se cae es el Euro (y sigue cayendo), y no España. Y lo mantenemos. Lo cual no significa que la clase política no se derrumbe y encima se ría, como muy bien describe JAMS en su blog, mientras algún otro busca el milagro con el Apóstol.

Hace unos días la Sra. de Cospedal bloqueaba el Estatuto de Castilla-La-Mancha por el tema del agua. ¡NO!. Hoy le da carpetazo al Pacto Educativo. ¡NO! Mientras tanto, Rajoy se va a hacer amigos con Montilla hablando del Constitucional. ¡NO!

El bloqueo institucional parece la vía elegida por el PP para que se produzcan elecciones generales, despues de promover una moción de censura que ya anuncia el Sr. Montoro: «Desde el PP procuraremos todos los medios posibles de la Constitución para que se produzca un cambio de Gobierno«.

¿No sería mejor para todos negociar y, además, ofrecer desde la oposición propuestas realistas o, al menos, alternativas al ¡NO!? Un partido que no sabe negociar, tampoco sabrá gobernar adecuadamente y lo hará a golpe de Decretos, lo mismo que Zapatero. Así que más de lo mismo, pero con el enorme coste de unas elecciones, tanto en euros como, sobre todo, en tiempo.




¿Índice de confianza o mediano de crispación?

A pesar de que existen ya algunos indicios de mejora en nuestra maltrecha economía, la actitud general es de hastío, aunque no de desesperanza. Los políticos no están a la altura de las circunstancias. Se requiere grandeza y determinación.

El PP, sin embargo, no tiene determinación ni logra ser contundente. Tampoco le deseo a nadie que Rajoy y Cospedal utilicen semejante arte de tortura, pues ser contundente es dar un golpe sin dejar herida exterior, y si algo necesita su partido es dejar que sangre la herida y se expurguen así todos sus males.

El PSOE, por su parte, vive en la grandeza solo o, más bien, en la «grandeur». Mira hacia arriba y observa hacia abajo pero no lo hace de frente ni con auténtica determinación, es decir con valor y osadía. Ha de enfrentarse a la crítica por lo que haga y no por lo que dice que va a hacer, porque cuando lo hace ya ha sido reprobado, y pasa desapercibido.

Si Fernando Abril Martorell levantará la cabeza, estaríamos ante el mandato de cierre o fusión de varias Cajas, y un plan de austeridad en el gasto público, de «aquí te espero Baldomero».

La grandeza y la determinación no son posibles mientras vivamos en un clima de crispación, del que dio buena muestra Aznar tan escabrosamente. No pretendía ofender a los jóvenes que le increpaban, sino mostrar al Ejecutivo su disposición, y la de su Fundación o partido, a negociar las medidas de Zurbano u otras cualesquiera por el bien de España.

No lo hace mejor el Sr. Zapatero, que nos riñe a todos con el índice o simplemente lo mueve para acompañar al verbo para hacerlo más creíble, verbigracia, pero sin confianza. Toma medidas, las explica mal (aunque sean correctas) y nos deja con la incertidumbre de si son totalmente necesarias o completamente arbitrarias.

¡Pero así no saldremos de la crisis! Y no me refiero a la económica sino a la de convivencia democrática; de la otra saldremos entre todos y «malgré nous». Necesitamos que los líderes políticos nos muestren signos de inteligencia y de responsabilidad. Que actúen con altitud de miras, con generosidad, sin medir el alcance electoral de una frase oportunista y, normalmente, vacía o estúpida. Necesitamos, en definitiva, que se pongan a trabajar todos juntos y unidos para y por España, y recuperemos así todos la confianza suficiente para volver a dársela al resto del mundo.

Y después levantaremos simultáneamente el índice y el mediano para mostrar satisfacción por la victoria, mientras nos fumamos un puro.