Desde hace algunos meses tengo la sensación de vivir secuestrado por los políticos.
El diccionario de la RAE define el verbo secuestrar como «Retener indebidamente a una persona para exigir dinero por su rescate, o para otros fines«. Es esta la sensación que tengo actualmente.
Desde que la crisis económica se recrudeció siento como si los políticos me impidieran hacer vida normal y, en paralelo, me exigieran vivir con menos salario, más impuestos, menos prestaciones sociales y más temor al futuro para conseguir mi libertad, es decir mi vuelta a la normalidad.
La reducción del deficit público es el leit motiv del Gobierno y la única posible solución a todos los problemas que padecemos. Quizás. No lo sé. Lo que si tengo claro es que cuanto más nos acercamos a su eliminación más nos alejamos también de la posibilidad de vivir en un mundo mejor, que ya no podrá ser igual a aquel en el que vivíamos antes.
¿Cómo absorberemos tanto paro? ¿Cómo incrementaremos la demanda interna? ¿Cómo lograremos ser más competitivos? ¿Cómo educaremos a nuestros hijos?
Al mismo tiempo me doy cuenta de que, tras 5 años y pico de dura crisis, la normalidad a la que aspiro quizá no volverá y que existe una nueva normalidad, que es la que nos toca vivir ahora.
¡Y, aun así, sigo siendo optimista!