(ACTUALIZADO)
Al final hubo elecciones y Venezuela no desapareció. Sigue ahí. Decirlo ahora parece una tontería, pero al leer las noticias la semana pasada todo indicaba que en Venezuela podría suceder cualquier cosa.
Ahora, tanto el gobierno como la oposición coinciden en que el resultado de la elección será ajustado. Y ambos muestran una cautela de la que no supieron hacer gala hasta ahora.
Con el triunfo del “sí” Venezuela tendría una constitución más socialista y muchísimo más presidencialista. Esto sucede en una región en la que basta seguir la historia para ver que la concentración de poder de los mandatarios nunca se tradujo en buenas noticias para sus ciudadanos.
Según las primeras comunicaciones, el presidente venezolano ha salido para admitir su derrota porque, según sus palabras, «Venezuela no se merece tanta tensión».
Si se tiene en cuenta que Chávez goza con un 60 por ciento de aprobación de la gestión según Latinobarómetro, el triunfo del “No”, daría da lugar a una nueva figura de votante: el chavista que ya no otorga apoyo incondicional a su presidente.
Aún así, la discusión sobre el futuro de Venezuela está llena de lugares comunes, que no ayudan a entender realmente el momento histórico que vive ese país.
Es curioso que una de las cosas que más se le criticó a la propuesta de reforma sea la de darle al presidente la posibilidad de reelección indefinida.
Estas críticas se hacen en España, un país moderno y pujante que no puede ni cambiar, ni ratificar ni remover al Jefe del estado y que permite, -siempre mediante el voto popular-, reelegir indefinidamente a sus políticos. Esto les permitió a varios presidentes de autonomías gobernar por décadas.
¿Acaso algunas comunidades autónomas pueden reelegir en las urnas a sus mandatarios indefinidamente porque son “listos” y los venezolanos no deben, porque son otra cosa? Esta idea -aunque no dicha de este modo-, subyace en la mayoría de los comentarios que se escucharon en los medios los últimos días. Lamentable.
Otra hipérbole repetida estos días era el uso del tristemente célebre «porque no te callas» que le espetó el Rey a Chávez. Varios medios repitieron con descaro que ese era el lema que había adoptado la oposición durante la campaña.
Aunque tanto oposición como gobierno (que llegó a amenazar con la nacionalización de los bancos españoles si el Rey no pedía perdón), intentaron sacar provecho del incidente, lo cierto es que la campaña no pareció pivotar sobre la relación que mantienen Caracas y Madrid.
Si se habla de política exterior, a los venezolanos les preocupa mucho más, como es lógico, la relación con la vecina Colombia y con los EE.UU.
Es la décima elección que se lleva a cabo desde la llegada de Chávez al poder. Como resaltan varios medios locales, lo más importante de las elecciones que se realizaron en Venezuela era la posibilidad de hacerlas y de que no se esté seguro acerca del resultado. Aunque ése no es el único criterio para garantizar la buena salud de la democracia, es uno de los principales.