"Hasta la victoria, a veces". Roberto Fontanarrosa

Archivo de marzo, 2008

Y una noche volvieron las cacerolas

En casi cualquier país del mundo, una cacerola es un recipiente metálico que se utiliza para cocinar. En Argentina, además, es símbolo de malos augurios.

Las caceroladas (o «cacerolazos», en Argentina), representan el agotamiento de la clase media con los políticos. Tuvieron su apogeo durante la crisis de 2001, tras el tristemente célebre corralito que congeló los depósitos bancarios. En aquel entonces el país se encontraba, sin exagerar, al borde del abismo.

Esta semana, siete años más tarde de la tormenta, las cacerolas han vuelto a sonar. La protesta esta vez fue por un aumento de impuestos que el gobierno les impuso a los productores rurales.

Muy básicamente: el estado empezará a cobrar impuestos extraordinarios a la exportación de algunas materias primas. El racional es: cuánto más suba el precio internacional de productos como la soja, más impuestos se pagan.

Gracias a esto el gobierno está recaudando una montaña de dólares en impuestos. Los productores rurales pusieron el grito en el cielo y aseguran que de cada dos camiones que salen de sus campos para exportar, uno se lo queda el gobierno en concepto de impuestos.

Como protesta, los productores del campo han decretado una huelga que incluye el corte de rutas y dejar de ofrecer productos en el mercado interno.

Como sucede siempre, en esta puja entre el gobierno y un sector de la economía, el único perjudicado es el ciudadano de a pie que no para de ver cómo aumenta el precio de la carne y de los cereales en el mejor de los casos; en el peor de los escenarios, hay comercios que ya ni ofrecen este tipo de mercadería.

El gobierno dice que no negociará hasta que los productores levanten las medidas de fuerza y los productores que no levantarán las medidas de fuerza hasta que el gobierno dé marcha atrás con las medidas. La huelga lleva trece días.

Ayer las protestas llegaron desde las rutas del interior del país a la Casa Rosada, el palacio de gobierno ubicado en la Ciudad de Buenos Aires. Por la noche, la presidenta Cristina Fernández dio un discurso por TV en el que aseguró que tras el repunte económica de la Argentina en los últimos años, ahora “hay piquetes de la abundancia” y que permitirá que la extorsionen.

A los pocos minutos de finalizado el discurso, la gente salió a la calle a protestar. A las horas de que estallara la protesta, un grupo de piqueteros (no de los originarios, sino de los afines al gobierno), irrumpió en los lugares para “defender al gobierno”. La cosa terminó en una violenta reyerta.

Una lástima, porque todo parece indicar que esto recién empieza.

Y el artículo más racista del año es…

La ONG Survival International se dedica a velar por los derechos de los indígenas y lleva adelante una campaña conocida como «Plántale cara al racismo«. En ese marco ha decidido entregar el premio al artículo periodistico más racista. El dudoso honor este año se lo lleva el diario paraguayo La Nación, en cuyo «premiado» artículo dice cosas como esta:

Según lo dicho la intendenta de Asunción, los indígenas han decidido quedarse donde están, pese a quien pese. Han salido de las catacumbas de la historia, impulsados por las ONG más irresponsables de un país infectado de ONGs irresponsables, para torturar la paciencia de los ciudadanos asuncenos que pagan religiosamente sus impuestos y no quieren vivir como ellos viven, de ninguna manera, aunque haya algunos sacerdotes católicos que consiguen dinero externo precisamente para crear estos focos de absurda presencia, con el cuento de la ayuda.

Una toldería indígena neolítica en el centro de la ciudad es inconcebible y, sin embargo, allí está, como un cáncer expuesto, esparciendo malos olores, destrucción y contaminación ambiental. La ciudad está recibiendo un castigo inmerecido y no tiene por qué financiarlo. Los indígenas tienen que avenirse a vivir como gente, o mandarse a mudar al monte.

(…)

Los indígenas tienen que civilizarse, convertirse en paraguayos, terminar con esa estupidez de preservar una cultura retrasada y marchita y vivir como gente pagando sus impuestos, o relegarse a lo profundo del monte a seguir conviviendo con los animales. No hay alternativas y los paraguayos no tenemos por qué pagar impuestos para mantener una civilización caduca, que fue incapaz de mantenerse a sí misma.

(Las negritas son mías.)

Uf. Yo no sé si el más racista del año, pero motivos para pelear el primer premio no le faltan. El artículo entero, aquí.

El texto -que, obviamente, no refleja el sentir de la mayoría de los paraguayos-, recurre a una serie de tópicos que desde mucho años dificultan la convivencia entre los habitantes originarios de un lugar y las nuevas culturas. A saber:

  • «El otro» (en este caso los índigenas), representan una cultura «atrasada» e incluso «maloliente».
  • «Yo» tengo derecho a ocupar los espacios públicos porque pago impuestos.
  • En ningún momento se busca conseguir un mínimo de empatía con «el otro». No se aclara ¿Por qué están allí?, ¿Es justo lo que piden?, ¿Alguien debería hacer algo o la única opción es darle patadas en el culo?
  • Y por supuesto, sembrar el miedo: si no demostramos firmeza con las actitudes de «el otro» terminará pasándonos por encima.

Siempre los mismos tristes e insostenibles argumentos. Una lástima.

(Foto de la Plaza Uruguaya, obtenida de aquí.)

La muerte de Raúl Reyes, una «gran pérdida»

Raúl Reyes, número dos de las FARC, no se murió, lo asesinaron. No es un matiz menor viendo algunos titulares de periódicos, que hablan de “baja” o “desaparición”.

Reyes era un guerrillero nefasto, temerario y responsable de atormentar al pueblo colombiano. Desde hace un tiempo estaba encargado de negociar el canje humanitario de secuestrados por presos de la guerrilla.

Para colmo, Luis Edgar Devia (ese era su verdadero nombre) y otros 16 guerrilleros, fueron masacrados durante una incursión militar colombiana en Ecuador. (Se imaginan a las tropas alemanas entrando en Francia para un operativo que termine con 17 muertos). Rafael Correa, presidente de Ecuador, habló de “ultraje”, y puso en “alerta máxima” a su ejército.

Por su parte, el presidente de Venezuela, con sus diatribas verbales a las que nos tiene acostumbrado, ordenó movilizar tropas a la frontera. Chávez habló, incluso, de guerra.

Algo anda muy mal cuando tres presidentes democráticamente electos deciden sacar a los militares de sus cuarteles. Lo único que estuvo ausente en este fin de semana fue la cordura.

Hace unos días, Reyes había ordenado la liberación de forma unilateral de cuatro ex congresistas. Al presidente de Colombia, Álvaro Uribe, cada vez le costará más convencer al mundo de que verdad cree en una salida negociada al conflicto

En este sentido (y no en otro, para los listos de los comentarios), el asesinato del vocero de la guerrilla colombiana es un claro retroceso en el proceso de paz: sólo sirvió –al menos hasta el momento- para elevar el espiral de violencia. No es un error pensar que esto no sólo perjudica a las FARC, sino también al gobierno colombiano, a las víctimas, a las familias de las víctimas y a toda la región. Una lástima.