"Hasta la victoria, a veces". Roberto Fontanarrosa

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Y una noche volvieron las cacerolas

En casi cualquier país del mundo, una cacerola es un recipiente metálico que se utiliza para cocinar. En Argentina, además, es símbolo de malos augurios.

Las caceroladas (o «cacerolazos», en Argentina), representan el agotamiento de la clase media con los políticos. Tuvieron su apogeo durante la crisis de 2001, tras el tristemente célebre corralito que congeló los depósitos bancarios. En aquel entonces el país se encontraba, sin exagerar, al borde del abismo.

Esta semana, siete años más tarde de la tormenta, las cacerolas han vuelto a sonar. La protesta esta vez fue por un aumento de impuestos que el gobierno les impuso a los productores rurales.

Muy básicamente: el estado empezará a cobrar impuestos extraordinarios a la exportación de algunas materias primas. El racional es: cuánto más suba el precio internacional de productos como la soja, más impuestos se pagan.

Gracias a esto el gobierno está recaudando una montaña de dólares en impuestos. Los productores rurales pusieron el grito en el cielo y aseguran que de cada dos camiones que salen de sus campos para exportar, uno se lo queda el gobierno en concepto de impuestos.

Como protesta, los productores del campo han decretado una huelga que incluye el corte de rutas y dejar de ofrecer productos en el mercado interno.

Como sucede siempre, en esta puja entre el gobierno y un sector de la economía, el único perjudicado es el ciudadano de a pie que no para de ver cómo aumenta el precio de la carne y de los cereales en el mejor de los casos; en el peor de los escenarios, hay comercios que ya ni ofrecen este tipo de mercadería.

El gobierno dice que no negociará hasta que los productores levanten las medidas de fuerza y los productores que no levantarán las medidas de fuerza hasta que el gobierno dé marcha atrás con las medidas. La huelga lleva trece días.

Ayer las protestas llegaron desde las rutas del interior del país a la Casa Rosada, el palacio de gobierno ubicado en la Ciudad de Buenos Aires. Por la noche, la presidenta Cristina Fernández dio un discurso por TV en el que aseguró que tras el repunte económica de la Argentina en los últimos años, ahora “hay piquetes de la abundancia” y que permitirá que la extorsionen.

A los pocos minutos de finalizado el discurso, la gente salió a la calle a protestar. A las horas de que estallara la protesta, un grupo de piqueteros (no de los originarios, sino de los afines al gobierno), irrumpió en los lugares para “defender al gobierno”. La cosa terminó en una violenta reyerta.

Una lástima, porque todo parece indicar que esto recién empieza.