Por fin he visto la película de Sexo en Nueva York.
He tardado bastante porque con mis amigas nos queríamos esperar a que la dieran en el tradicional cine de verano en la playa de nuestro pueblo.
Fuimos hace un par de días. Y, a pesar de las críticas negativas y de las voces que me habían dicho que era ñoña, me ha gustado.
Sí, es cierto, es muy previsible. ¿Y? ¿Acaso muchos de los capítulos, e incluso el final de la serie no lo eran?
Hay escenas que me parecieron divertidísimas, como la del sushi, la boda de Carrie y su vestido de novia o los problemas gástricos de Charlotte. Pero, sin duda, lo mejor son los modelazos.
Por lo demás, fue como una maratón de la serie original. Como si, de golpe y porrazo, te zamparas cinco capítulos.
Además, ¿quién es capaz de irse a dormir con un laaaaaaaaargo collar de perlas? ¿Quién tiene las santas narices de ir por su casa con unas zapatillas que tienen un tacón de 20 centímetros? ¿Quién puede presentarse el día de su boda con un pavo real en la cabeza?
Carrie Bradshaw. Sólo ella.
Por cierto, el danés me ha llamado. Pero eso, es otra historia…