Un deportista es aquel que sabe que el triunfo del otro es también una recompensa: la de haber encontrado alguien mejor

Sangre, sudor y lágrimas

Tenía que ser una final británica para que cobraran todo su sentido las espléndidas palabras de Churchill cuando asumió en plena guerra la presidencia del gobierno. Era -ha sido- la final de la Liga de campeones (dicho así, en español, para disimular ausencias) y sólo había un objetivo, la victoria, para dos soberbios equipos. Hubo sangre: la de Paul Scholes y la de Nani, que por algo la sangre es roja. Hubo sudor: bajo el diluvio moscovita los jugadores dieron una lección de entrega y la mitad de ellos acabaron con los gemelos en el cuello.

Y hubo lágrimas. Las de Cristiano Ronaldo, fulgurante en el primer tiempo, con un primer cuarto de hora en el que parecía un cruce entre Romario y Van Basten; desparecido en combate más tarde, cuando los azules empezaron a asfixiarle con una vigilancia por parejas y con las subidas de Essien, que lo dejaron exhausto; una arrancada suya, pese a todo, demostró lo que significa mantener un jugador de verdadera jerarquía en el campo, porque sembró el terror en la defensa londinense. Las lágrimas del portugués tuvieron que ver con el fallo de «su» penalty.

Porque el partido acabó a uno y la prórroga no sirvió de nada. Bueno, sí: para demostrar que hasta los más afamados árbitros son muy malos.

Para llegar a la prórroga tuvimos que disfrutar de noventa minutos maravillosos. ¡Qué partido! El Manchester de la primera mitad hizo un fútbol de lujo mientras los jugadores del Chelsea intentaban ajustar las lonas para detener aquel vendaval. Marcó Ronaldo, de perfecto cabezazo, en el que Essien dio muestras de valer muy poco por alto. Y Tévez, que aprovechó perfectamente el sacrificio de Rooney, siempre fuera de su zona, llegó dos veces. En una de ellas Cech paró un cabezazo raso que llevaba cianuro y, en el rechace, Carrick disparó al muñeco; en la otra el balón rozó los tacos de su bota cuando estaba solo ante la puerta vacía. Estaban perdonando, evidentemente; y eso se suele pagar.

La primera acción del Chelsea en ataque demostró las carencias de Lubos Michel ignorando una peligrosísima falta al borde del área. Los londinenses sólo oponían fe y trabajo a la lucidez del equipo de Manchester: pero no es poco en un equipo cuajado de estrellas. Y tuvieron una recompensa por encima de sus merecimientos empatando en el típico gol de churro, con un disparo lejano que tocó en un defensor para que la bola cayera franca ante Lampard. Gol psicológico: estaba acabando el primer tiempo.

Se notó en el segundo tiempo el doble efecto de ese gol, que supuso el empate y, además, la resurreción de Lampard. Y, con él, de todo su equipo. Salvo el maniatado Drogba, que tenía como pareja de baile a un muro infranqueable llamado Rio Ferdinand (pese a lo cual hizo lo mejor de la noche: un disparo seco e inesperado que se estrelló en el poste de Van der Sar), los azules empezaron a carburar con enorme calidad, manteniendo además el terrible ritmo del primer tiempo. Suyas fueron las mejores ocasiones: del Manchester tuvimos noticia en ataque gracias a una arrancada impresionante del prodigioso Evra, con centro de la muerte incluido que se solventó con otro tiro al muñeco, Tery esta vez. Los azules hicieron todo lo demás, con otro disparo al poste, esta vez de Lampard, que añadir al haber.

Estaba claro que la suerte no estaba con ellos. Y eso es más grave que perdonar: parece que hay veces en las que el cielo decide por ti y San Jorge, desde luego, podía haber mostrado cierta neutralidad.

También Lubos Michel, que se ensañó contra el Chelsea, seguramente con la mejor de las intenciones, no faltaba más.

Para la prórroga quedaba poca gasolina y llovía con ganas en Moscú. Una tangana se saldó con la justa (reglamento en mano) expulsión de Drogba y la injusta permanencia de su agresor, creo que Vidic, sobre el césped. Se ve que el hombre no tenía su día: tengo ganas de verlo en un día bueno, que es que yo soy muy desconfiado.

Y llegaron los penaltys. Y las lágrimas de Cristiano Ronaldo, tras tirar horriblemente el suyo. Alguna lagrimita se le escaparía a Giggs al batir el record de Bobby Charlton (que algo tiene de blasfemia para los que vimos juagra al divino calvo), pero no le perturbó a la hora de tirar el suyo. Realmente nadie fallaba: de manera que el último lanzamiento, con empate a cuatro, le correspondió al capitán, John Terry. Y ese lanzamiento era la Copa de Europa: la que nunca ha ganado el equipo de Londres. Lo comenté con mis hijos: «es un acierto. Ahora que dispare fuerte, por el centro, a romperla…» Pues no: colocadita y a la derecha. Engañó completamente al portero holandés. Pero, ¡ay! resbaló… Pelota fuera: esto no ha acabado, señores.

Sí había acabado: ningún equipo puede remontar tanta mala suerte, tanta enemistad del destino. Así que el séptimo lanzamiento, el que servía para seguir vivos, le vino grande al pequeño Nicolás. Falló Anelka. El United, capeón de Europa.

¿Justo? ¿Y qué es justo en fútbol? El Manchester no fue superior al Barcelona y pasó la semifinal; no ha sido en absoluto mejior que el Chelsea y ha ganado la final. Campeón de Europa, campeón de la Premier… Se diría que sir Alex Ferguson ha hecho un pacto con el diablo. O con San Jorge, quién sabe… Pues nada: congratulations.

El pájaro (de) Pinto busca un traje rosa

Ya se ha dejado ver el gran Alberto Contador en una prueba tan vedada para los ciclistas españoles como el Giro de Italia: sólo Miguel Induráin en dos ocasiones (hubo una tercera en la que perdió con un ruso de diseño, Berzin, que desapareció del mapa: una probable farmacia dando pedales). En el Giro se han estrellado todos: Pérez Francés, Fuente, Galdos, Olano…

Veremos qué pasa este año. Las sensaciones, desde luego, son muy buenas: iba Alberto camino de Urbino, con un tramo final muy parecido a la subida a Ávila, a ritmo de vencedor de la etapa pero una llovizna tardía dejó el pavimento como para andar con cuidado, y se dejó una veintena de segundos en la segunda parte de la crono. Ha dado, desde luego, un golpe de autoridad. Y, lo que es mejor, lo ha dado su equipo. Quien quiera atacar al equipo de Kazakistán tiene que ocuparse de dos ruedas, a cual más peligrosa: la del español y la del alemán Andreas Kloden. Una situación parecida a la de la primera vuelta de Perico: había que vigilar a Peio Ruiz Cabestany y el segoviano suelto (y reciamente acompañado) hacía mucho daño. Esperemos que suceda algo parecido: en cualquier caso, que este Giro sea para el Astana.

He visto la indignación de algunos comentaristas ante la inhibición de TVE para retransmitir este evento. Ni entro ni salgo. Lo que me ha producido un enorme cabreo es que en el Telediario de la noche ni siquiera lo hayan comentado. María Escario ha preferido contarnos una historia de beisbol, ya ven…

Tiene el ciclismo español tres auténticos ases: Freire, Valverde y un chaval de Pinto que puede ser un campeón de época. Digo yo que habrá que tratarlo con el respeto que merece un ganador del Tour al que no le han dejado competir en los despachos, que está lesionado con una microrrotura de escafoides y que ha tenido cuatro días para mentalizarse y preparar la gran vuelta italiana. En cuanto ha tenido terreno favorable ha demostrado quién manda entre los grandes del pelotón y, si no desfallece, nos dará el alegrón del mes de mayo: un jersey rosa sobre su enteco torso de escalador, de pájaro con tubos de aluminio en los huesos y muelles de acero cromado en las piernas. Que, además, es bueno contra reloj. Y muy joven.

Lo dicho, señores: un respeto.

¿En tierra de nadie?

Dani Pedrosa anunciaba hasta hace poco bocadillos de Nocilla. ¡Pero si es un niño!, decía la mamá: y tenía razón. Pero un niño con dos campeonatos mundiales de 250 c.c., el único por entonces de atentar contra el trono de Valentino Rossi. Él lo sabe mejor que yo: es el fin de la infancia.

Parece Dani un piloto disñeado para la felicidad: cuando todo sale a pedir de boca, cuando no hay contratiempos, es capaz de imponer un ritmo que nadie puede seguir: como el mismísimo Rossi, por otra parte. El deporte de las dos ruedas se dio ayer un homenaje en la mítica pista de Le Mans, la carrera que había ganado Jean Louis Trintignan en Un homme et une femme: ya ha llovido. Il Dottore había igualado a Nieto, y Ángel le rindió la preciosa pleitesía de llevarlo hasta el podium: ya sólo queda Agostini, el de la MV Augusta. Pero ahí está la trinidad del deporte de las motos, los tres grandes. Todos los demás están por debajo.

¿Todos? Queda mucha vida deportiva en las muñecas de aquel niño que anunciaba la Nocilla. Y una sombra. Alguien, más joven que él, no parece necesitar el día sin arrugas para alcanzar la gloria. Yo pedía que Jorge Lorenzo fuera detenido por los médicos, pero al parecer es imposible. Con los tobillos hechos cisco salió, se fue acoplando a la moto y al circuito y, de repente, empezó a volar. Como explicando que el auténtico heredero de Valentino es él y que los demás van a quedarse en tierra de nadie.

Caían unas chispas en el circuito cuando Dani desistió de dar caza al campeón: un segundo puesto era bueno. La célebre calculadora de Pedrosa, tan alabada. Quedó cuarto. Quizá se amedrentó ante la posibilidad de una caída: el caso es que el niño de Mallorca lo pasó como una bala, como una exhalación y tomó distancias, las justas para`ptotegerse de un posible contraataque.

No lo hubo. Al parecer el tercer puesto era bueno.

Quedó cuarto.

¿Se va a quedar en tierra de nadie Dani Pedrosa? ¿Podemos esperar algo del nuevo motor Honda? Algo está muy claro: es muy grande, muy grande Jorge Lorenzo. Ahora hace falta ques e cuide un poco.

Va de gallos

«Esta es la historia de un sábado…» cantaba Billy Joel. Han sucedido en este sábado exacto de mayo muchas cosas, cada una con su carga de tiempo: historias cruzadas llenas de ayer, de mañana y, a veces, de nunca.

Estaba llena de ayer una historia cantada: Raúl González no cabe en un corral en el que son bien visibles los enormes espolones de Luis. Es su selección: punto. Probablemente nunca conoceremos la verdad del todo y, además, no vale la pena. Tampoco sabremos todo lo que hay alrededor de la llamada fallida de Bojan y, además, no hace falta. En su defecto el seleccionador, que al menos sí que sabe de fútbol, ha convocado a dos chicos con excelente futuro, Santi Cazorla y Rubén de la Red, y a alguien para quien reclamábamos la elástica roja en estas mismas páginas hace varios meses, Sergio García. Todo muy razonable, pero… Habrá tiempo para hablar del asunto.

Lo que está claro es que dos gallos no pueden convivir en el mismo corral sin gresca. Que se lo pregunten a nuestros dos jóvenes maestros de moto GP. Se adivina muy largo el duelo entre el catalán y el mallorquín. A veces me pregunto si los médicos pintan algo en el circo de las motos, a la vista de las barbaridades que está haciendo un campeón joven que tiene mucha prisa. Demasiada.

Igual de largo va a ser el duelo entre otro balear, Rafa Nadal, y el serbio Djokovic. Desde su trono imperial Roger Federer debe estar meditando la que se le viene encima con dos tiburones como estos siguiendo su estela. Quizá pueda tomar ejemplo de la gran Justine, que dice adiós en la cumbre y con veinticinco años.

Por cierto: por cuestión de estilo no vamos a opinar sobre el comportamiento del presidente de la Federación española de tenis. Está claro que es un fenómeno: haber concitado el desdén de todos los tenistas de élite españoles, que son unos cuantos, está al alcance de muy poca gente. Que lo canonicen, hombre…

Por lo demás el Madrid de baloncesto ha caído exhausto ante un gran rival. Siempre sufre en el primer cruce: ya lo hizo el año pasado ante el Pamesa. Esta vez no ha podido superar el buen juego de Unicaja: ni, por supuesto, sus propias carencias. Por lo que vimos este sábado de mayo, me quedan dos pregunta antes del adiós de los blancos: ¿qué diferencia de precio hay entre Boniface Dong y Lázaros Papadopoulos? Sería interesante conocer la respuesta. Tampoco me importaría saber quién coño decidió el fichaje de Pelekanos.

Ahora van a ser cuatro gallos los que disputen tres puestos en la Liga de Campeones: el cuarto se lo ha llevado el campeón de la liga regular. Una decisión evidentemente horrible: a lo mejor la eliminación del equipo blanco tiene que ver con la idea de haber cumplido el objetivo. No sé quién fue declarado mejor entrenador el año pasado, que fue el año de Plaza. Éste, desde luego, no ha sido el suyo: se va con un diploma de más.

Cuatro van a ser también los gallos al otro lado del charco, en la NBA. Uno de ellos es un icono sagrado del basket, el equipo angelino de los Lakers. Y en él juega (y deslumbra) el mejor baloncestista español de todos los tiempos. ¡Ánimo, Pau!

Telón sobre el agua de los ríos

Se consumó la tragedia zaragozana. El agua del Ebro, que no viajará, por lo visto, a buscar al Turia o al Segura, contempla desde hay la misma tristeza. El resto de lo que ha sucedido no tiene demasiada importancia, si exceptuamos que el dedo de la justica ha señalado El Sardinero como estadio europeo: eran demasiadas jornadas acumulando méritos y ha tenido que ser el niño Iván Bolado el culpable del éxtasis cántabro. Hasta la raya ha llegado el Mallorca de Manzano, que ha hecho una campaña admirable: como el Rácing, ha sido un equipo consistente en la Liga y ambicioso en la Copa, y no creo que se pueda pedir más.

Tragedia: ese drama en el que intervienen los dioses para castigar la hybris, la autocomplacencia excesiva, el triunfalismo desmesurado de los seres humanos. Pero los hombres no aprendemos. El año pasado el Barcelona iba a ganar siete competiciones, todas aquellas en los que iba a competir: y ahí está, para el desguace. El año pasado, también, el Zaragoza, de la mano de un sabio como Víctor Fernández, realizaba una campaña ejemplar que, al parecer, supo a poco.

Este año soñaban: y soñábamos los enamorados del fútbol con la consolidación del proyecto del entrenador maño, tan adicto al fútbol de seda. Pero los sueños, ¡ay!, sueños son. Se empezaron a exigir resultados a una plantilla descompensada, en la que habían llegado refuerzos a la zona rica y se habían dejado lagunas de las que cuesta mucho secar. Cuando Víctor anunció su marcha por no haber sabido responder a las expectativas despertadas tuve la seguridad de que el Zaragoza tendría problemas. Los entrenadores que se buscaron duraron lo que un papel de fumar en el infierno, y ha tenido que ser Manolo Vilanova, un hombre de la casa, quien asumiera la responsabilidad de acompañar a unos chavales desconcertados a su destino menos natural, que era la segunda división. ¡En una plantilla trufada de internacionales, qué barbaridad! ¡Con César, Zapater, Ayala, Sergio García, Celades, Diego Milito, Oliveira…!

Pues sí. El fútbol es como la vida y siempre se paga la falta de humildad, que es la verdad, en el decir de Teresa de Jesús. Queda el consuelo del inevitable regreso, una vez que alguien haga la necesaria limpia de un vestuario carísimo y magullado. Al año que viene, cuando la plaza del Pilar se llene de jotas, recordaremos que los dioses traman y cumplen el destino de los hombres para que los venideros tengamos algo que cantar.

Y que nadie se queje: los directivos han dejado, una vez más, un espléndido espejo en el que pueden mirarse los demás. Pero muchos no lo harán: seguirán mirándose a sí mismos en el espejo falso de la adulación y de la autoborrachera. Y es que en cuanto ganan un puñado de euros se creen algo, caray…

Tiburones en el Báltico

La noticia es, naturalmente, la victoria del Zenit de San Petersburgo en la Copa de la UEFA. Antes de ver el partido ya eran favoritos: habían eliminado a dos equipos alemanes, lo cual no es mucho decir, tras ver la exhibición del Getafe ante el Bayern Munich, y también, y esto son palabras mayores, al Villarreal.

Eran favoritos antes de verlos jugar. Después mucho más. El Glasgow Rangers dio una pálida noticia de su fútbol en un par de arreones en el segundo tiempo, cuando los tiburones del Bático hacían la siesta después de perseguir salmones durante una hora sin demasiado fruto. Pero ahí acabó la presencia de un equipo que seguramente juega al fútbol: sencillamente, no le dejaron.

Dispone Advocaat de los jugadores ideales para practicar aquel invento de su paisano Marinus Mitchells que fue el fútbol total. Son incansables estos jugadores rudos: siempre lo han sido. Muy rápidos, con mucha intuición para adelantarse en los cortes y una inteligente presión sobre el más torpe, al que sistemáticamente roban el balón. Luego, con la pelota en los pies, son sinfónicos: practican un fútbol muy armonioso, de constantes apoyos, que siempre termina por dar su fruto. Sea a distancia, porque disponen de una artillería de lujo, sea entrando por abajo entre centrales muy altos. Así fue el primer gol, el de Denisov: balón robado en una banda, el jugador que ha robado deja la bola cerca de una bota inteligente y lanza un desmarque vertical sencillamente insuperable.

Tuvo su oportunidad Álvaro Novo en el descuento: uno de esos melones que caen del cielo, tan del fútbol británico. Pero el gallego no es Drogba, como bien saben en el Manzanares; falló y, de algún modo, contribuyó con ello a la justicia: el fútbol de los rusos no merecía una prórroga porque habían sido muy superiores. Lo certificaron un minutos después: un chico coreano que había salido de refresco reeditó la fábula de Aquiles y la tortuga ante un lateral agotado y dejó el balón en la puntera de un compañero, cualquiera: todos tienen llegada desde atrás. Dos a cero: un resultado razonable.

Estamos hablando de nuestros rivales en la Eurocopa: hasta seis jugadores del campeón están en la selección de la Casa Rusia. Y no van a venir con amor, precisamente. Por su potencial Rusia es, como España, un equipo con un historial por debajo de sus méritos. Esta vez me temo que pueden construir un equipo muy serio. Nos conviene aprender la lección: no nos van a dejar jugar. Y cualquier equipo de jugones sin balón es muy poca cosa. España, sin ir más lejos.

Estos, además, ya han probado el sabor de la sangre y quieren más: cuidado con los tiburones del Báltico.

El rey en su ciudad

Ciudad Real no ha querido ser menos que Vila.Real y ha hecho honor a su nombre: el rey de Europa en handball habita allí. Sigo sin entender por qué el balonmano no es un deporte de culto en España, después de tantos años de éxito y siendo, como es, un deporte bello de verdad. Por esta vez le haremos, como merece, un hueco en portada: ¡ahí es nada, remontar dos goles en contra ante el temible Kiel alemán, maniatar a Karabatic y ganar la Copa de Europa!

Ha sido una hombrada: de todos. De Skrebic hasta el gran Olafur Stefanson: contando con las bajas de Rutenka y Mledicic, con Rolando Uríos entre algodones… Tremendo. Aquí ya lo habíamos dicho, porque era difícil que el Ciudad Real jugara dos partidos seguidos con errores en defensa tan claros. Es mucho equipo: y ayer tuvo la virtud de atascar el juego de otro grande, maniatarlo y hacer un puñado de goles más que él.

Que los manchegos enmarquen esta temporada con el lazo morado de Castilla, porque las cosas nio suelen repetirse. Se han llevado todos los títulos. Y se puede decir con orgullo que la liga ASOBAL o la Copa de España equivalen a medio título europeo. El otro medio aye, en el Sparkasse de Kiel. Fantástico, chicos…

A la orillica del Ebro

Estuve comiendo con un periodista deportivo de Valladolid. Bueno, hoy os aburriréis, ¿no? «¿Y eso?» Empate a cero, por supuesto: os vale a los dos. «No creas: no me fío del Madrid». ¿Entonces te fías del Almería? «Déjalo.»

Lo dejamos. El Real Madrid resultó fiable: fundamentalmente por el estado de nervios del equipo maño. Fallan los delanteros, los defensas permiten que Robinho, con las botas torcidas, emta un gol y deje en bandeja otro… En fin, Pilarín: a ver qué pasa. Hombre a hombre tienen mejor plantilla que el Mallorca, pero los bermellones componen un gran equipo, sabiamente derigido, y están oliendo a Europa tras hacerle un roto más al harapiento traje blaugrana. Lo normal es que baje el Zaragoza, el de mejor historial entre los cuatro candidatos. ¡Y con esa pléyade de jugones!

Pero hay cuatro. Osasuna hizo los deberes con más pena que gloria, el Recre se aprovechó de la bonanza primaveral que sopla en Almería y el Valladolid, que no quería guerra con el Getafe, anda puntito a puntito, a ver si les vale. Desde luego que sí: pero el puntito del próximo domingo puede no resultar tan barato como el de esta semana, dependiendo de las noticias que lleguen.

Que un equipo de fútbol es un estado de ánimo (que hay que trabajar durante muchos meses, por supuesto) lo pusieron de manifiesto los maños y los dos equipos de Barcelona. ¡Qué ruina de segunda vuelta!

El gran Edu Casado, que tanto sabe del pasado, habrá respirado por fin: el Atleti vuelve a la Liga de campeones, que siempre debe ser la suya. A todos nos escuece todavía aquel penalty fallado por Juan Eduardo Esnáider, ¿verdad, Edu? Ahora hay que esperar grandes cosas de un equipo al que le está costando fraguar, pero que tiene mimbres de oro para hacer un cesto importante.

Entre el Villarreal y el Atleti han dejado sin sitio al Sevilla, que vuelve a «su» torneo. Hay un hueco: para el Rácing de Marcelino o para el Mallorca de Manzano. Por cierto: dos de los cuatro grandes entrenadores de esta Liga. Los otros, por supuesto, son Schuster y Pellegrini. Un peldaño por debajo deben andar Emery o Lotina. Y, sin duda de ningún tipo, Michael Laudrup. Y convienen no olvidar la estupenda faena de Chaparro. Y el crédito ganado por algunos de los que se han ido: Quique. Y Víctor Fernández.

Quizá el hombre más recordado ayer, a la orillica del Ebro…

Más allá del reglamento

No había visto hasta hoy una noticia verdaderamente deportiva que se produzco en la jornada del miércoles. De las que me hacen feliz. Se produjo en Riazor y todos la conocéis, pero vale la pena relatarla de nuevo. Pitido inicial: saca el Depor. Los jugadores del Levante han acordado unos segundos de huelga para protestar por su infame situación. Algo que nos subleva a todos. También al árbitro, supongo, y a los jugadores del equipo gallego.

Y, sin embargo, todos cumplen su papel. Los huelguistas haciendo huelga, parados en el centro del campo; el árbitro, señalando el comienzo del partido y dejando correr la pelota. Y los blanquiazules, atónitos, le dan la pelota a Sergio. Un internacional. Sergio mira y ve al árbitro correr a su lado. Avanza solo hacia la puerta vacía. Y, ahí, en el borde del área, se para y decide. Porque en estos asuntos, diga lo que diga Manzano, PUEDEN decidir los jugadores: más tarde el entrenador puede dar la cara por un tramposo que hace falta, deja a un rival tendido en el suelo y aprovecha la continuación de la jugada para hacer gol. Para las estadístticas, gran temporada del Mallorca. ¿A ese precio?

Sergio hizo lo que haría cualquier deportista que se precie: echó el balón fuera. Gracias a los jugadores del Depor por dejar en las botas del sabio y decente canterano periquito, del veterano internacional deportivista, la decisión. Y olé tus cojones, Sergio…

La Victoria de Samotracia

La estatuaria clásica ha representado el tormento, el esfuerzo o la victoria. Con alas, por cierto. Pero nunca la derrota, para la que sólo quedan las palabras de Brenno, aquel bárbaro que invadió Roma: ¡Vae victis!

Ay de los vencidos, sí… El Fútbol Club Barcelona naufragó ayer ante un rival que, ebrio de victoria, tenía alas. Atrás quedaron las dudas, que nunca pusieron de manifiesto: ningún equipo puede cerrar una liga con 38 exhibiciones y tampoco lo ha hecho el equipo de Schuster, abonado en muchos partidos al esfuerzo sin brillo y a la suerte. Ayer, completamente cosido, con cada jugador pisando el terreno que conoce y el subidón de adrenalina propio de los campeones, arrasó un Real Madrid excepcional. Hizo cuatro goles, que pudieron ser más, y encajó uno por una especie de justicia poética: el pase de Lionel Messi era la culminación de un segundo tiempo del crack argentino que merecía mejor recompensa que un helado 4-0. El toque de Henry hizo el resto, y fue impecable, como corresponde a un gran jugador, al que no termino de ver en declive.

Ahora hay que pensar. Todos los equipos tienen que pensar. En Chamartín pueden recordar que la estatua del Louvre no tiene cabeza y sería muy útil que ellos la conserven. En la Masía no pueden dejarse engañar por la derrota: apostaron por dos torneos coperos y han sido apeados de ellos muy cerca del final. Hay mucho material aprovechable: y lo que sobra, fuera… Cuanto antes: tipos como Ronaldinho deberían ceder todos sus ingresos a una ONG.

El Sevilla, que tiene mucho mejor plantilla que el Rácing, se dedicó a demostrarlo, y ya está ahí. Sería curioso que la debilidad mental del Atlético en los grandes momentos le sirviera al Espanyol para resucitar tan a destiempo. Hoy se verá.

Valencia y Betis ya se han salvado, y el Valladolid está muy cerca de hacerlo. Queda entre el mártir de esta Liga, Osasuna (ahí sí que hace falta pensar mucho y llorar poco en estos días), el Zaragoza y el Recreativo de Huelva la plaza que lleva a segunda división. No merecen el descenso ni la directiva de Osasuna ni la plantilla del Zaragoza ni nadie en Huelva: pero uno de los tres debe acompañar a Murcia y Levante. Habrá once jugadores llorando dentro de dos domingos, y otros veintidós bañados en champán. Es el rito de todos los años, y es bueno, aunque duela en algún sitio. Ya saben: Vae victis…