Un deportista es aquel que sabe que el triunfo del otro es también una recompensa: la de haber encontrado alguien mejor

Pasillo y fango

Se ha acrecentado una polémica tan absurda como estúpida: la del pasillo al campeón. A veces da vergüenza pertenecer a esta profesión y ver cómo el medio de mayor difusión de España se regodea con una contraportada para mayor felicidad de los necios.

Aquí no pasa nada. El fútbol es un viejo deporte y parte de su éxito está que se cumplen milimétricamente los rituales. Pese a tantos esfuerzos de quienes confunden informar con deformar, empeñados en volver a la selva. Lo siento: es un invento inglés, un asunto de caballeros, por fortuna. Y cualquier sportman sabe que determinadas cosas están por encima de los deseos, de las filias y las fobias personales. Al terminar un partido de tenis los jugadores se dan la mano en público, aunque no se hablen: y eso por encima de todas las cosas. Alguien encontrará hipócrita el gesto y acaso no le falte razón: le debemos mucho a la hipocresía, que es el homenaje que el vicio rinde a la virtud. Nadie está obligado a llevarse bien con nadie, pero todo el mundo está obligado a defender y amparar los cimientos del juego, uno de los cuales es la cortesía.

La cortesía obliga a hacer un pasillo al campeón de la Liga. Le ha tocado al Fútbol Club Barcelona, que tiene la obligación de ser un club señor y que muchas veces lo es. Para sus aficionados y para sus jugadores la cosa tiene un punto menos de gracia que para los de cualquier otro equipo, si exceptuamos a los del Atlético de Madrid. Estamos hablando de equipos acostumbrados a recibir pasillos. Como el Real Madrid, que es quien va a recibirlo este año.

Pues nada, se le forma un pasillo, se aplaude al campeón y se da una lección de civismo que, convenientemente traducida, pueden absorber los más jóvenes, los más necesitados de ejemplos. Los que tienen que aprender aquella vieja milonga de Yupanqui:

El que me quiera igualar/ hay tener buen parejero;/ yo me quitaré el sombrero/ porque así me han enseñau/ y me doy por bien pagau/ d´entrando atrás del primero

Lo demás no es deporte, ya lo siento: es confundir la bota de Guti o de Xavi con el Gran Bertha. Lo verdaderamente duro sería que el pasillo se lo hicieran al campeón el Murcia o el Levante, que ya han descendido. ¡Pero el Barça, que ha hecho una excelente campaña europea…!

La grandeza de la Liga

Había empezado la jornada con dos partidos sorprendentes: un Atlético-Recreativo en el que volvió a destacar la debilidad defensiva de los onubenses, que les puede costar la categoría, y un Zaragoza-Deportivo de leyenda, con los maños empeñados en fallar todo el fútbol generado por el gran Sergio García (hace muchos meses que aquí hemos pedido su ingreso en la selección, por cierto), de manera que tuvo que ser Foberto Fabián Ayala quien marcara en el descuento. Justicia en ambos casos: y, como en el poema de Bécquer, se veía el contraste entre un jugador en el final de su carrera y alguien que caba de nacer y que se llama Ignacio Camacho.

Luego, el domingo, casi todo el mundo había hecho su tarea. El Betis para salvarse y el Almería para alejarse de la ventana del ático, que produce vértigo; el Villarreal para consolidar un segundo puesto que sabe a campeonato, el Rácing para seguir soñando, el Murcia para acomodarse con la máxima dignidad a su nueva casa, el Sevilla para ocupar la plaza que por plantilla le corresponde, el Mallorca para regalarle a Güiza un Pichichi más que merecido… Falló el Espanyol en la que acaso era su última oportunidad. Porque Valladolid y Getafe tenían demasiado toro qye lidiar. Y quedaba el Valencia, en la misma delicada situación: esperando una limosna de la desesperación del Barça.

Seis goles: La mejor respuesta de un club grande al que esta semana pasada no le faltó grandeza, sino fortuna.

Así que andando sobre tizones ardientes, como si fuera San Juan en tierras de Soria, salió el Osasuna a jugar su partido ante el Madrid. Tres puntos le supondrían un balón de oxígeno: uno, al menos, le sacaba de los puestos de descenso.

Y salieron los navarros con lo que tienen. Y lo hicieron muy bien: obligaron a los campeones a jugar el juego que menos les convenía. Fue un partido físico en el que los señoritos de blanco no se arrugaron nunca: si había que jugar un partido de barrio, se jugaba.

Uno pensaba que el empate, al final, no era malo para ninguno. Pero no fue así. Los dos se fueron a la guerra como si del mismísimo Mambrú se tratara. Y fue un partido épico, salpicado por los desaciertos y los aciertos de Medina Cantalejo. A cinco minutos del final, un penalty que debió suponer la expulsión de Heinze, que no se produjo acaso para compensar la injusta tarjeta roja a Cannavaro, dio a Patxi Puñal la oportunidad soñada. Y el chaval no la desaprovechó.

Entonces, cuando un Madrid que no había merecido perder estaba deshauciado, apareció esa sobredosis de casta que ha llevado al equipo merengue a ganar su segunda Liga consecutiva. Marcó Roben de cabeza, que algo tiene de delito, y marcó el impagableHiguaín, el rey de los finales de liga y de partido.

Fue una respuesta llena de grandeza: la que tiene la Liga, la competición por excelencia, la que ganan los equipos serios, como ya hemos dicho otras veces.

A uno le cuesta creer que el equipo pamplonica corra el riesgo de descender tras haber visto el partido que hizo ante el campeón. Quedan tres jornadas, nueve puntos en disputa y una plaza en el tren que viaja hacia el infierno. Hay cinco equipos implicados, por lo menos: aunque creo que entre Osasuna, Recre, Valencia, Valladolid y Getafe están dadas todas las papeletas. Ya no a mí: a Europa entera, con Beckenbauer a la cabeza, le costará creer que el Getafe sea uno de los candidatos. Del Valencia ni hablamos: ¿cómo es posible?

Es la grandeza de una competición ejemplar. En el día de hoy sólo queda decir lo obvio: ¡Hala, Madrid!

Con D (nación)

Casi nunca pasan tantas cosas a la vez: condenado domingo, en el que los gritos de triunfo, siempre los mismos, siempre igual de vacíos, siempre ¡oé, oé, oé…!, no dejan escuchar el rumor, a veces el calro sonido, de otros deportes y otros deportistas. De oro.

Aunque esta vez se escriben con D varios que son de plata. Nobilísimo metal: en deporte, como en la vida, premia al que llega hasta la última raya y encuentra, desolado, alguien mejor en el camino. A veces ni siquiera es la plata: con D nado domingo para el deporte alavés, viendo al TAU a cuatro puntos de la gran final y obligado a pelear con desgana un tercer puesto que se fue para Italia. Era mucho CSKA, como todos sabíamos.

La D más clara, la más nuestra, la que más sentimos, fue la de David Ferrer. El alicantino se enfrentaba al mejor Nadal que se recuerda y, al menos, arañó un set al monstruo de Manacor, como ya estuvo a punto de hacer en el principado de Mónaco. Grande David: al rebufo de otras dos Des, Djokovic y Davidenko, para ocupar el lugar más alto tras los siderales Federer y Rafa.

Que sea noticia una victoria de Valentino Rossi explica cómo ha cambiado el cuento en Moto G.P.: el Dottore Lupo empieza a encontrarse unas Caperucitas que enseñan mucha pierna. La gesta la hizo sin duda Jorge Lorenzo. Y la barbaridad: no sé a qué esperan en esa federación para regular un poco las cosas, con corredores que se saltan la baja laboral más obvia. Pero el mallorquín es una locura y va en serio a por el campeonato, así que con un tobillo hecho puré se montó en su missil japonés, anduvo buscabndo su ritmo durante unas vueltas y luego, cuando lo encontró, se fue en busca de la altísima clase media de la categoría y sólo cedió ante Rossi y Pedrosa, que parecían tener soldados los carenados, y el campeón del año pasado, Stoner.

Tiró al principio Dani, la D de plata en esta ocasión. Acaso le faltó convicción, porque el espejismo duró dos vueltas: Rossi fue a por él, consciente de que si le dejaba un par de segundos de ventaja la carrera era del de Castellar del Vallés. Bailaron juntos muchas vueltas: luego, décima a décima, el excepcional campeón italiano se fue marchando de nuestro Dani. Sin remedio. Pedrosa, que es inteligente, lo vio y levantó el pie: él también busca el campeonato del mundo, que no siempre coincide con el Gran Premio de China.

Causa extrañeza encontrar un equipo que juegue mejor que el Balonmano Ciudad Real. Pero existe: viene de allá, de Kiel. Con D se escribe Dushejvaev, el timonel del barco manchego: apostó por un tanque ligero, al estilo de su oponente, dejando a Rolando fuera de la convocatoria (acaso estaba lesionado) y una defensa cinco-uno, con david Davis adelantado. Estaba bien pensado: pero todo saltó hecho astillas ante la fortaleza de los alemanes desde los nueve metros. Y, en el segundo tiempo, coincidió un nublado de Joseja Hombrados, rápidamente sustituido, con una explosión de clase y de fortuna del portero francés del Kiel. 27 a 29.

Por cierto, se puede levantar. Ahora hay que proporcionar (por tercera vez consecutiva) la misma oportunidad al público alemán: que puedan comprobar, con extrañeza, cómo hay un equipo que juega mejor que el suyo. Lo veremos. ¿Lo veremos? Desde luego allí estaremos, de todo corazón.

Edurne, Talant y el Asia Central

La semana va a venir apretada: puede haber campeón de liga, hay motos en Shangai, el TAU aspira de nuevo a la corona europea y se está jugando el Nadal, digo el Godó. No sería justo que dejáramos de lado dos noticias: y las dos tienen que ver con Asia central.

De allí, del Uzbekistán cuya perla es Samarkanda, vino a Cantabria un jugador irrepetible, único, asombroso: Talant Dujshebaev. He seguido el balonmano español desde los tiempos del Atleti, cuando jugaban Velilla, Harguindey o De Miguel. Tierra de grandes porteros, como Parramón, como Lorenzo Rico, como Barrufet…; de extremos rápidos, hábiles e incisivos, de Urdiales a Julián Ruiz, de Cabanas a Juanín; de poderosos bombarderos a dos manos, como Garralda, como Urdangarín, como Cecilio… Con gente muy interesante en los demás puestos, siempre un pelín por debajo del estrellato, como el querido Jaume Puig. Y con la posibilidad de llegar a lo más alto desde ciudades pequeñas y pueblos con arrojo: a los más alto llegaron Alicante o Granollers, Santander o Irún: y ahora mismo Pamplona (el viejo Anaita…), León (el no menos viejo y entrañable Ademar…) y Valladolid se las tienen tiesas con el gran Barcelona, al que Valero Ribera llevó tan alto…

Pero el rey está en La Mancha. Un empeño en que tiene que ver Cecilio, y que pilota como nadie el más grande jugador que yo he visto jamás, nuestro uzbeko cañí, el pasmo que vino del Este. Han ganado la liga ASOBAL esta semana, después de ganar la Copa. Y esto no ha terminado. Felicidades al Ciudad Real.

Otra de mis debilidades es esa niña de Tolosa, con su ingeniería a cuestas y que podría dedicarse a vivir espléndidamente de su talento. Pero tiene un sueño, como todo aquel que ha probado la montaña. La montaña es un dulce veneno: sabes que te puede matar, pero te engancha. Su adición no es química: tiene que ver con el alma, con haber vislumbrado algo que los demás no vemos, esa forma de claridad que el poeta Claudio Rodríguez afirma venir del cielo.

Edurne Pasabán, para quien urge todo el apoyo nacional que necesite si se anima con los cuatro que le faltan (el Annapurna, entre ellos: nada menos…), ha conquistado su décima cota por encima de 8000 metros: el Dhaulagiri. Es alguien que ha perdido dos dedos en la empresa, que ha visto caer esos amigos entrañables que sólo se conocen en condicones extremas, que ha tenido que superar una inmensa depresión engógena, de las que vienen de la propia historia: es una heroina. Una vez más, sin química: hablamos de su temple indomable, de su ambición, de un permanente desafío con ella misma que gana día a día: era su tercer intento a la cumbre nepalí, y ese tesón, ese coraje a mí me pone los pelos como escarpias. Eres maravillosa, Edurne. ¡Me recuerdas tanto aquellos versos de Herberto Padilla, uno de mis poetas de guardia! Que de algún modo sepan/ que no todo fue inútil:/ que tuvieron sentido mi impaciencia,/ mi canto…

No es que tengan sentido tus hazañas, guapa, guapísima: es que nos devuelven el sentido a los que te miramos ascender, metro a metro, hasta las nieves altas de tu nombre… Y, si uno fuera andaluz, te diría que nos haces perder el sentido. ¡Qué grande eres, tolosana!

ChelSI LiverNOol

Pues tampoco pudo ser. Ya que no iban a estar en la final Víctor Valdés, Carles Puyol, Xabi Hernández, Andrés Iniesta o Bojan Krikic, nos conformábamos con ver a Pepe Reina, Álvaro Arbeloa, Xabi Alonso o Fernando Torres. Pero no pudo ser. ganó, con toda justicia, el equipo que no queríamos que ganase.

Es decir: ganó el mejor. Ya lo había anunciado Michael Ballack: Somos el equipo más en forma de Europa. Tenía razón. Bajo la lluvia londinense el Liverpool ofreció el rostro de cualquier equipo de Benítez: lineas bien engarzadas, algo menos esta vez dado el partido particularmente gris de Gerrard y un enorme ritmo. Pero si el Chelsea va a perder un partido no será por el ritmo del contrario: a ellos les sobra. Cuando el equipo rojo atacaba Rafa Benítez debía recordar una canción de su infancia: tengo una muralla vestida de azul. El canesú lo ponía la enorme velocidad con la que se despliegan sus delanteros y el infinito talento de ese tapado que este año no aparece en las quinielas y que se llama Drogba. Drogba dura fue para el bueno Pepe Reina su eimpecable remate en el primer gol: un latigazo seco y raso al primer palo. Por cierto: ayer Van der Sar volvió a explicar, en un balón comprometido, el oficio de portero: el balón se despeja hacia un lado. Pepe (como Casillas tantas veces) lo despejó hacia el campo. Alguien dirá que hacia donde pudo: pero eso, que es cierto, no es válido para un gran portero. Y Reina lo es.

Durante sesenta minutos el Liverpool estuvo por debajo del Chelsea, que defendía con mucha ventaja las nada lúcidas aproximaciones de los reds y contraatacaba con tremendo peligro. Pero desde la época de Gordon Pirie conozco una frase que no sólo es válida para el cross: no se puede decir que un inglés ha perdido una carrera hasta que no haya muerto. Ésa era nuestra esperanza (la mía, perdón) y se cumplió: un balón decente (¡por fin!) de Benayum al Niño y llegó el empate.

Y la prórroga. Pero ahí empezó a funcionar la frase del jugador alemán: un Liverpool fundido se volvió mantequilla en la media hora de prolongación, con dos nuevos goles, de Drogba (¡cómo no!) y Lampard. El postrero gol de Babel sirvió para demostrar que cualquier portero se equivoca y para maquillar el resultado.

También para hacer justicia al indomable espíritu del equipo de la ciudad de los Beatles, que ofreció un partido a la altura de su historia. Simplemente el otro equipo era mejor: that´s all…

Reflexiones a balón parado

1: Hay final inglesa. Pero si gana el Manchester United que nadie diga que ha ganado el fútbol inglés.

2: El Manchester administra el espacio, el talento y el músculo como si fuese un equipo italiano, eficaz y aburrido. Y empieza a dominar las triquiñuelas, un virus desconocido en las islas.

3: ¿Cuándo acabará la infinita chorrada -de fortuna, eso sí- que dice que el Barça es más que un club? La carga simbólica le sobra: y dota de razones a los demás para ser , también, más que un club. Pretensión absurda: harto difícil es gestionar un club como para usarlo, mal dirigido además, como bandera. El Barça, que duda cabe, es más que un club: es un sentimiento. También el Espanyol es un club y un sentimiento, y en ambos cabe la catalanidad. Son, acaso, dos maneras de entender Catalunya; y en ambos casos sería un error. Como dicen los buenos árbitros, «jueguen, jueguen…»

4: Que de eso se trata.

5: Conviene que todo el mundo se haga cuentas cuando dice que va a ganar el triplete y cosas de esas. No existe un equipo que merezca ese nombre que no haya tenido una alineación titular. Puede haber quince titulares, no veintidós. Y nadie resiste cerca de sesenta partidos al año en las condiciones idóneas. Ahora mismo están todos al borde de sus fuerzas: también en Stanforf Bridge y en Anfield Road. Los «ingleses» de la final.

6: No lo harán, porque están dirigidos por necios. Pero si los clubes de fuste, los que pagan dinero a espuertas, se conjuran para no contratar jugadores africanos mientras no cambie de sitio la Copa de África, la Copa de África se juega en julio aunque sea de noche. No lo duden. Y lo notarían todos los equipos, ya lo creo… Después de una competición copera de la máxima exigencia los jugadores ya no son los mismos: están vacíos para mucho tiempo.

7: Lo más triste de todo es que no podemos decir que el Barça mereciera ganar: sólo podemos decir que el Manchester tampoco lo mereció.

Un bolero en Old Trafford

Dos de los grandes equipos europeos (y mundiales) se han enfrentado en la primera semifinal de la Champion´s League. Uno de ellos ha sido capaz de marcar un gol en 180 minutos: el otro, ni eso. Ya está dicho todo.

Cayó el F. C. Barcelona: adeu. A Europa y a una temporada nefasta: será, me temo, una despedida con consecuencias.

Te queda un regusto agridulce después de este segundo partido, el de vuelta en Old Trafford (¿a qué deleznable poeta se la habrá ocurrido esa soplapollez de «el teatro de los sueños»?). Ganó el que más suerte tuvo: es decir, el que no tuvo en sus filas a Gianlucca Zambrotta. Un pase suyo a Schools, cuando tenía a media plantilla propia alrededor, supuso el único gol del partido.

Llegó en el momento más inoportuno: cuando el Barça, a base de un desgaste que luego se pagó, estaba encerrando al United en su área. Era, probablemente, el escenario deseado por Ferguson, de nuevo más listo que su rizado oponente en el banquillo. El Barça salió con todo. El tremendo marcaje sobre Xavi dejó las manos libres a Deco, y el portugués lo aprovechó estupendamente, con dos tiros que rozaron las maderas del arco defendido por Van der Sar. También fue interesante la posición de Iniesta, haciendo de Ronaldinho por la izquierda y generando alguna llegada del mayor interés.

Pero Samuel es una sombra. Y Messi, el explosivo Messi, tiene carrte hasta el borde del área. Cuando un equipo no está en forma se hace imposible ese diamante del fútbol que es el último pase. No lo tuvo el Barça y fue incapaz de marcar.

Del segundo tiempo ni hablamos. Con decir que la única ocasión fue un cabezazo de Henry a las manos del portero del Manchester está dicho todo.

Se ha caído. Con la cabeza bien alta, desde luego. Yo creo que esta plantilla (y este club) requiere una mente más oxigenada al frente. Pero eso ya no es cosa mía. Queda, decía, un cierto regusto, como de bolero: ahora, después del partido, nos toca arrepentirnos de lo que pudo haber sido y no fue. Que sea pronto…

El gran Rafa

Parece justo empezar por él, dado que su tristeza caníbal nos conmovió en el artículo anterior. En efecto, Davydenko y Federer han pagado los platos rotos de la ira del balear, que tuvo que dejar a dos compañeros malheridos en el camino. ¡Cómo está Rafael Nadal! No creo que nadie le haya levantado un 4-0 a Roger Federer desde juveniles.

Eso sí: dado el enorme desgaste físico asociado a su modo de entender el juego me sigue pareciendo un gasto inútil jugar los dobles, aunque se ganen, como esta vez, también en excelente compañía. Le conviene administrarse: si lo entrega todo en este viaje de primavera que acaba en París (Barcelona, Roma, Hamburgo…) se va a quedar sin gas para la temporada de hierba. Y uno que está en condiciones de ser el más grande tiene que aprobar algunas asignaturas: y el primer examen a fondo (para matrícula de honor, por supuesto: es lo malo de ser Rafa Nadal) lo va a tener en Wimbledon.

¿Será este año? Si sigue jugando partidos de dobles, lo dudo.

Pero han pasado más cosas. Porque hay vida más allá del fútbol. Carlos Saínz sí ganó el rallye de Centroeuropa, cultivando de manera exquisita su absolutamente admirable carrera. Fortuna (que otras veces le ha faltado) frente a infortunio: Nani Roma se salió de pista. También ha ganado la fase regular de liga ACB el Real Madrid. Y, además, Alejandro Valverde ha ganado de nuevo la Lieja-Bastogne-Lieja. Y Chema Martínez, con su aire de fakir, ha ganado la marstaón de Madrid: africaneando, que se dice. Un día completo.

Aunque éste era el día de los segundos. Pasada la decepción de perder una final, en Murcia tienen que valorar el subcampeonato de Europa de fútbol sala como lo que es: una hazaña. Segundo salía en el Gran Premio de Montmeló Fernando Alonso, algo simplemente impnesable en Barhein. Luego la carrera manda: aún falta un trecho para llegar a Ferrari y, por si fuera poco, el monoplaza se rompió a media carrera, cuando el enigma consistía en saber a qué distancia del podio podía llegar el fantástico piloto asturiano: mientras soñábamos con distancia nula vimos salir el humo blanco del coche. Por lo menos vimos la final de Montecarlo sin zapear. Segundo quedó también Dani Sordo en Jordania. Para el piloto cántabro esa posición empezará a parecerle poco enseguida: todavía le quedan cosas por aprender. Pero las prenderá, sin duda.

Y segundo es el Villarreal, a cuatro puntos del tercero. Es decir, del todopoderoso Barcelona. ¡Ya tiene mérito lo del equipo de Manuel Pellegrini! Los dos primeros de la competición hicieron sus deberes: el líder, además, repescando gente para el año próximo, como Javier Saviola, que tanta falta ha hecho en muchos partidos este año. Listo, con rodaje en el fútbol de alta competición, fresco y sabiendo estar en el sitio: me alegré por él, que es un chico que siempre ha cumplido y nunca ha dicho esta boca es mía. El segundo ganando en el Ruiz de Lopera, con un gol de Marcos de los que ponen los pelos de punta: a todos menos a él. Hay que estar muy sobrado para atreverse a lanzar ese missil. Lo está: y la Eurocopa a la vuelta de la esquina.

De los perseguidores mejor ni hablamos: como una escopeta de feria. Ya saben, Atlético, Rácing, Sevilla, Espanyol

Cuatro puntos deberían ser suficientes. Es, también, lo que piensan en Getafe, Valencia y Valladolid cuando mirarn hacia abajo y ven a un Zaragoza en puestos de descenso. Haciendo la goma, el Recre, que firmó el certificado de defunción del Levante, y el Osasuna, al que le siguen pitando cosas increíbles. Los errores no suelen tener tendencia, pero el caso de los navarros hace pensar que algo falla… Y encima recibne al Madrid, al que el Reyno de Navarra no se le da bien y que está a dos empates de la corona. La pena es que quieren que el Barcelona les haga pasillo…

El pobre Rafa

Algo muy especial está sucediendo en este fin de semana: algunas de nuestras grandes estrellas deportivas están en plena competición y no será malo hablar un poco de ellas.

Fernando Alonso corre en casa. No existe este año ese run run nacional que ha acompañado a los grandes premios los años anteriores: el chico parece estar sin coche. Sin ironías: ha sido dos veces campeón del mundo de Fórmula 1 y sólo la ausencia de cerebro de su anterior director deportivo le privó del tercero consecutivo. Es, evidentemente, un gigante del deporte español. Esta semana comentaban desde Ferrari que no entra en sus cálculos el fichaje del asturiano por la escudería del cavallino. Lógico: a nadie en su sano juicio se le ocurriría tener a dos campeones del mundo con el mismo volante. De manera que no es noticia.

La verdadera noticia es que el Renault anda un poco mejor. La marca ya ha sido bicampeona del mundo con Fernando: coches algo menos rápidos y mucho más fiables, en aquellos dos años inolvidables. Así que se conocen el rumbo: éste debe ser un año de pocos éxitos, pero de ninguna manera un año perdido. Aunque ya so suene el run run de otrora…

Tampoco está mal lo que están haciendo el otro rey de nuestro automovilismo, Carlos Sáinz, en el Dakar suplente que se corre por Centroeuropa. Es segundo, a 22 segundos de Peterhansel. Por si fuera poco, el gran Nani Roma es tercero. Ahí sí que se ve el recambio: Dani Sordo encabeza por ahora el Rallye de Jordania.

También estamos agitados grandes y chicos a cuenta de la fase final de la NBA, con la presencia de Jose Calderón (y la ausencia de Jorge Garbajosa, que nadie lo olvide) en el equipo de Toronto. De momento, 2 a 1, y el base extremeño decisivo. Aunque, no nos engañemos, el foco no está en Canadá: está en Los Ángeles, donde los Lakers han acabado en cabeza de su conferencia y llevan pecisamente de cabeza (2 a 0, por ahora) a los Nuggets de la capital de Colorado. Allí, levemente a la sombra de un genio llamado Kobe Bryant, juega otro genio, éste de Sant Boi del LLobregat: Pau Gasol. Que, por cierto, está que se sale. Nadie ignora la inmensa calidad del base de los Raptors: pero parwece lógico depositar más confianza en el equipo angelino. Y, además, pau es algo más que un jugador de baloncesto extraordinario: es un icono.

Puestos a hablar de éxitos, ahí están los murcianos de El Pozo jugando la final de la Copa de Europa de fútbol sala frente al equipo de Yekaterinburgo, la ciudad en la que fueron asesinados todos (supongo) los miembros de la familia Romanov. Con esos antecedentes yo ctreo que la Copa debe venir a Murcia, caray…

Por eso decía lo del pobre Rafa. Está el chaval de Manacor intratable, como todas las primaveras: aquel spring boy de hace tres años es ya un spring man. La pena es que para llegar a semifinales, donde tiene una cuenta pendiente con Nikolai Davydenko, ha tenido que pasar sobre la infinita clase de Juan Carlos Ferrero, el de la mandíbula de cristal, y sobre el rocoso carácter de David Ferrer, que sólo sabe morir matando. Con los dos ha compartido muchas cosas, y son amigos (nunca en la cancha, claro…): así que ha tenido que sufrir dejando en la cuneta a dos jugadores soberbios y a dos chavales majísimos. Pero aver quién puede con Rafa en primavera, cuando va lanzado a por su cuarto Montecarlo

Que tengáis mucha suerte, chavales…

Reflexiones de alguien no demasiado culé

Lo importante, después de empatar en casa con el Manchester United, no es saber que se pudo ganar el partido: también se pudo perder. Lo importante es saber que se puede ganar la eiminatoria en Old Trafford.

Siento no haber escrito una previa del partido: a veces hay que arriesgarse. En el fondo habría dicho en buena medida lo que digo ahora:

a) No son invencibles. de hecho son muy sensibles al delirio combinativo azulgrana, a esas paredes eléctricas por abajo, con Messi, Andrés o Xavi tocando de primera y Samuel recibiendo con ventaja: la única manera de sacarle ventaja a Río Ferdinand. O a Evrá, por citar otro de mis vicios… Ahí se les hace mucho daño. A Eto´o le hicieron un penalty en una de esas llegadas que él mismo anuló, como si fuera británico: siguió de pie, aunque perdió toda la ventaja.

b) Son buenísimos: espero que Iniesta no vuelva a regalarle un balón a Cristiano Ronaldo en la frontal del área (ya le darán el de oro, hombre…). También al portugués le hicieron penalty: menos mal que el árbitro estaba por la no intervención.

c) Parece mentira que no se puedan regar los jardines en Barcelona y que esté la pólvora tan mojada. ¡A ver si han puesto en marcha ya la tubería esa del no-trasvase del Ebro (¡hay que joderse, hombre…!) y no nos hemos enterado! A Samuel se le nota que no es todavía él mismo: mira abajo antes de rematar. Y eso no es así: Samuel siempre ha mirado entre los tres palos. Para ponerla enre ellos.

d) Sostengo, sobre todo, que aunque hemos visto un buen Barcelona NO hemos visto al MEJOR Barcelona. Espero y deseo que lo veamos dentro de unos días en la ciudad inglesa. No hacen falta retoques: este equipo está bien. Hace falta que cada uno de los nuestros esté al noventa por ciento. Y, si es preciso, al ciento diez.

e) Me reafirmo en algo que vengo observando hace tiempo: es difícil ganar a los equipos ingleses, pero no porque juegen mejor al fútbol. Como diría el gran Javier Krahe, habrá que atribuirlo a una cuarta dimensión. De hecho el que mejor juega no es de esta partida. Y al noventa por ciento el que mejor juega viste de azul y grana.

¡Venga, chicos! O anem, nois. En mayo Moscú está muy bonito y os queremos ver allí. Un golito en Manchester y luego hablamos: aunque sea de aquellos que metía Deco cuando jugaba al billar a tres bandas.

¡Molta sort!