Un deportista es aquel que sabe que el triunfo del otro es también una recompensa: la de haber encontrado alguien mejor

Archivo de marzo, 2008

El corto adiós

El Real Madrid se ha despedido de Europa, una vez más, demasiado pronto. Difícil será consolarse pensando que antes lo ha hecho el Sevilla: se trata de una doble pena, simplemente.

La noticia, obviamente, es la clasificación del Fútbol Club Barcelona. No por esperada menos meritoria: también se esperaba más de los otros dos equipos españoles. En octavos de final caulquier equipo te da un susto: acaso la excepción haya sido este encogido equipo escocés. Jugar durante ochenta y cuatro minutos contra un equipo que tiene la obligación de atacar y que se dedica a merodear tiene que ser un placer. Bien: el Barça ya está en cuartos: es él único equipo español que lo ha merecido y, visto lo visto, el único con solvencia suficiente para dar algún paso más. Por mucho frío que haga allá afuera, por mucho respeto que haya que tener a los ocho equipos, este Barça da miedo: por la calidad de sus hombres, por la profundidad del banquillo, por la versatilidad que ofrece a los de arriba, tan sumamente buenos, el estado de gracia goleador de Xavi, porque juegan con los ojos cerrados y porque está delante de su gran desafío histórico: una competición que sólo le ha sonreído dos veces. Pocas para el potencial del gran equipo blaugrana. la pésima noticia, la lesión de Messi. Pero hay gente y, además, la Pulga volverá. ¡Anem, nois…!

También el Sevilla, presente en una de las primeras ediciones, se encontraba delante de su propia historia: nunca ha tenido un equipo tan completo como el de ahora. Siento cargar sobre Manolo Jiménez otra vez: pero fue una cadena de desaciertos las sustituciones. Con 3-1 cabe la posibilidad de encajar otro, y parece más razonable buscar el cuarto que reservar a Luis Fabiano. Sucedió lo contrario: la estrella brasileña se fue, el equipo encajó un gol aparentemente tonto (pero los balones en esa zona llevan soempre veneno) y luego no hubo modo de romper la defensa turca, con un portero que empezó de locutor de tómbola y terminó crecidísimo. Tanto que pudo con tres lanzameintos desde el punto de penalty. Será difícil que haya otra oportunidad como ésta: no seimpre habrá un Demirel regalando un par de goles. Quizá todo el mundo, ahora, se lamente de los excesos de confianza: yo el primero.

No está el Madrid confeccionado para soportar demasiadas bajas. Sin Ramos, con Pepe siendo una sombra de sí mismo, sin Van Nistelrooy, sin Snejder… Demasiado para un equipo que tiene algunos puestos claves sin doblar. Y más frente a un equipo italiano que debió perder la eliminatoria en el Olímpico y que la ganó sobradamente en Chamartín. Una expulsión, la de Pepe, absolutamente justa, y dos goles en los momentos claves, con esa sabia administración del tiempo de los equipos trasalpinos. Por si alguien lo olvida, hubo también dos trallazos al palo.

Enfrente, poca cosa. La bici de Robinho estaba sin engrasar y el Madrid suele hacer los recados en ese vehículo. Raúl volvió a marcar en fuera de juego, o al menos eso me pareció. Mucha lucha y poca claridad. Y otra vez a casa. esta vez había mucho temor, y la Roma justificó plenamente ese sentimiento. Lo del miedo escénico y todas esas jaimitados volvió a no funcionar, una vez más: es fútbol, once contra once: y ellos fieron mejores. Lo demás sobra.

Hombre rico, hombre pobre

Echar un vistazo a la clasificación de nuestra primera división enseña muchas cosas. Hoy quiero fijarme en una: la extraodinaria rentabilidad de los escasos goles que Rácing y Almería han marcado.

Destacan, en efecto, en una tabla que por la zona aristocrática presenta clubes con muchos goles, las presencias de dos equipos de ciudades pequeñas con menos de treinta goles. Uno es un recién ascendido, el Almería, y su máximo goleador es un chico de escaso relieve en la cantera blanca, Álvaro Negredo. El otro, el Rácing de Santander, sufrió una sangría que parecía secar los pozos tras la buena campaña anterior. se llevaron a Zigic, el gigante serbio, que pasa sus horas con más pena que gloria al sol levantino. Pues ahí está, a la Tcihté callando…

En fútbol lo verdaderamente caro son los delanteros. Hay perlas defensivas y perlas creadoras: pero ahí, en esa zona, te puedes apañar con lo que les sobra a los ricos, con la cantera y con lo que otros no ven. Te puedes apañar si eres listo, si sabes entrenar (entrenar es sacar el máximo rendinmiento de lo que tienes: como enseñar) y tienes paciencia. La que tuvieron en Santander con Portugal al principio de la temporada pasada, por ejemplo…

Los fichajes a golpe de talonario de Benítez y Juande Ramos por dos equipos ingleses ponen de manifiesto algo que ya sabíamos: que la función del entrenador es decisiva y que en este país los hay muy buenos. Víctor Fernández es un ejemplo de ello: y de los resultados negativos de la falta de paciencia (y de diseñar el vestuario mal, a base de euros, descompensando el trabajo del técnico) En esta Liga se están confirmando dos estrellas: un vasco, Emery, que ascendió al Almería y lo está llevando impecablemente, y un asturiano, Marcelino García, que deslumbró en Huelva y lo sigue haciendo en el Sardinero.

¿Aprenderán los exquisitos la lección? ¿La lección que cada año da Ángel Torres al frente del Getafe? Lo dudo, lo siento…

Siento también que cuando dieran la repetición del gol de Raúl estuviera hablando por teléfono. No lo vi, no podía afirmar de visu si era o no fuera de juego y los blogueros me han puesto a caldo. No sé si con razón: informé de mi ausencia de datos. Lo vi ayer: era fuera de juego. Pero ésa es otra historia.

Fiebre del sábado noche

La jornada nocturna del uno de marzo, día del Ángel, ha restaurado muchas cosas. Para empezar ha servido para enderezar el rumbo de dos equipos que habían hecho una primera vuelta modélica y se habían dedicado después a dar tumbos: el Atlético de Madrid y el Espanyol de Barcelona. Cuando las ligas arrancan, en agosto, está previsto que haya un bache de juego, de intensidad físicay psíquica, en alguna zona del tiempo por venir. Parece que colchoneros y periquitos lo han superado. Porque se enfrentaron a dos miuras, Barça y Valencia, con intenciones muy distintas. Los blaugranas quieren ganarlo todo, y es legítimo; los valencianistas cifran toda su temporada en ganar la Copa del Rey.

Uno se preguntaba cuándo iba a explotar una delantera en la que juegan Agüero y Forlán, con dos servidores en las bandas de la categoría de Simao y Maxi. Al parecer esperaban al Barcelona de los tres mosqueteros, que también aquí son cuatro. El control del partido lo llevaron los catalanes de un modo casi agobiante en el primer tiempo. Curiosamente, y pese a que el balón no tenía más que un dueño porque los del Manzanares estaban perdidos en el centro del campo, hubo más ocasiones de los de Aguirre que de los de Rjkaard. Y de repente todo empezó a dibujarse según las pautas de un guión soñado por los indios. Había marcado un golazo Ronaldinho, de los que acreditan a un crack, de los que acaso le sirvan para dejar las urgencias en el banquillo y dejar de mandar golpes francos a la barrera o a la luna. Una apertura sobre el Kun, un regate lleno de fuerza y otro de calidad, de esos que no se aprenden, que se llevan en los genes, y un disparo que pegó en la bota de Puyol y despistó a Víctor. Era el empate y era algo más que un presagio; nadie iba a poder con el ratón atómico argentino. Unos minutos después y por la misma banda derecha dejó un balón primoroso a Maxi, que resolvió con calidad de un tiro cruzado.

Esta pepla tan española de juntar partidos a la misma hora me hizo cambiar el canal para irme a Huelva en el segundo tiempo. Así que tuve que esperar a los resúmenes para terminar de ver el festival del yerno de Maradona: un penalty cometido sobre su escasa y poderosa persona y otro gol de la marca de la casa, arrancando desde la izquierda, con recorte y tiro cruzado al hierro de Víctor, que hacía tiempo no recibía semejante paliza. El postrero gol de Eto´o se quedó en nada. Porque el Atlético de ayer presentó sus credenciales a casi todo. Las presentó de nuevo: ahora hace falta que sea verdad la salida del túnel y estemos ante un equipo cercano a su rendimiento óptimo. Que, con semejante material, es muy alto.

Así que me perdí la primera mitad del partido del Colombino. Un partido muy de Iturralde: y que conste que lo digo sin ironía, porque acertó en muchas ocasiones. Le pierde el temperamento, y más llevando de auxiliar al más guerrero de los arcángeles. Empezó marcando el Recre y empató Raúl, al parecer levemente adelantado: no puedo dar fe de ello. El segundo tiempo me pareció un ekercicio de paciencia del equipo blanco esperando la salida de Robinho. Pero entretanto hubo una expulsión, perfectamente justificada, de Beto. La fatiga de Ramos le mandó a la ducha a continuación: un salto con los brazos arriba que terminó en una carga con el codo totalmente innecesaria. Segunda amarilla, correcta, y a descansar un poc, que buena falta le hace. El siguiente en irse antes de tiempo fue Quique Álvárez, al que acaso su pasado culé le hizo extralimitarse en una entrada absurda y durísima en el centro del campo. A Robben, por cierto. Diez contra nueve: y el decano del fútbol español creando mucho peligro, y Casillas sacando balones muy comprometidos y el público razonablemente cabreado. ¿A qué eseraban los blancos?

A él. El niño del chupete salió, se encontró un balón en el borde del área y la puso en el hierro de Sorrentino. Y el Madrid empezó a jugar a lo campeón de nuevo. Hubo una conexión Gago – Robinho de las de limpiabotas, de las que firmaría Guti. Conviene decir que la definición la hubiera firmado Romario. Un tercer gol que cancelaba muchos temores. Por si acaso, y para hacer justicia al excelente trabajo dele equipo onubense, Martin sacó una falta al borde del área como apra estudiarla: un segundo gol de antología. Pero ya no quedaba tiempo para más.

Extraño oficio el de pronosticador. Se había comentado mucho que el Barcelona podría acostarse como líder y está a cinco puntos. Y esto seguirá dando vueltas, señores…

Parece que el Sevilla recula, una vez más, cuando se acerca a las alturas. Marcó pronto en Riazor, con Kanouté adelantado a la defensa, y acaso supuso que ya estaba todo hecho. Nunca es verdad si arbitra Muñiz, que acaso se equivocó concediendo el gol y que se equivocó de medio a medio dando un penalty al Deportivo. Tras el empate apareció uno de esos jugadores que uno nunca se ha explicado cómo no han triunfado: Lafita. Marcó el 2-1 y volvió loca a la defensa hispalense. Un balón de oxígeno que bien merecen Lotina y sus chicos.

Y volvió a aparecer ese fútbol bien armado atrás y con chavales listos como el hambre arriba que caracteriza al Espanyol. La mala noticia es que se lesionó Iván de la Peña: la buena, que a pesar del rifirrafe entre Valverde y Luis García el entrenador le concedió la titularidad al asturiano. No hay mejor modo de agradecerlo que marcar dos goles. El primero llegó demasiado pronto para las posibilades anímicas de un Valencia que venía de hacer los deberes con nota en el Camp Nou. Con el segundo se acabó el partido. Uno espera que también se hayan acabado los fantasmas del vestuario: con una plantilla tan corta están haciedo una campaña para enmarcar. Sobre todo si siguen volviendo los capos: se notó el retorno de Zabaleta y se espera al excelentísimo señor don Raúl Tamudo pronto. Que lo de Iván sea corto, please…

Aquel Cerezo blanco…

Se ha montado un pollo muy curioso a cuenta del reportaje de algo tan razonable como una cena entre gentes del fútbol. Por esta vez no voy a decir que no entiendo nada. Sencillamente, me cabreo.

Entiendo que hay que llenar muchas páginas, muchas horas de televisión y que no hay noticias para que podamos comer tanta gente. De manera que la noticia se fabrica: a veces de modo simpático, llevando al jugador amiguete a un circo o a una discoteca. Para el lector, para el espectador, una desgracia como otra cualquiera: se nos va llenando la casa de nada, el alma de nada, nos vamos, poco a poco, deshabitando… Entiendo que esté en el mercado un modo tóxico de entender la pasión por los propios colores, que consiste en negar al adversario, odiarlo por encima de todas las cosas, como el primer mandamiento de un decálogo de la vileza…

Pero alguna responsabilidad tendrán -tendremos- los medios de comunicación, incluído este modesto bloguero. El fútbol es una guerra incruenta, como el teatro clásico para Melina Mercuri, aquella fulana inolvidable que nunca lo hacía en domingo. Era el día reservado para ir a ver la venganza de Electra o el sacrificio de Ifigenia: cuando se lo contaba a un cliente, emocionada por tanta tragedia, tanta muerte, tanto luto, añadía: pero luego saludaban todos juntos y se iban a merendar a la playa.. Ésa es mi idea del deporte: a muerte con los míos durante el partido y luego, todos juntos, nos vamos a tomar unas cañas y hasta la próxima. Admiro a las culturas que animan a los suyos hasta la extenuación, haciendo que sienta que no caminan solos. Detesto a las culturas que burrean al adversario como único talento y a quienes animan (o se animan) gritando a por ellos: cada vez detesto más ser español.

En la canción del título el cerezo era rosa: ese color entre blanco y rojo, que son los colores de Cerezo. Y de Villar, con distinto pantalón. Que se haya preferido, en las alturas, aceptar los regalos y apostar por la cortesía me parece un hallazgo: la cortesía era la virtud favorita del maravilloso García Lorca. Se trata de expulsar lo más lejos que se pueda el valor simbólico del odio. Algo que siempre ha sobrado en esta veja piel de toro. Que Cerezo acepte una camiseta de color blanco con su nombre indica que está bien educado, lo cual es muy sano. Espero que si prepara una rojiblanca para Calderón el palentino le devuelva la fineza al segoviano (ya lo ha hecho, como puede verse).

Y que Villar, que ha sido jugador de fútbol se ponga la camiseta del Real Madrid es lo más normal del mundo: buena parte de los exjugadores internacionales del mundo harían lo mismo. O la del Milán, el Ajax, el Liverpool, el United, el Inter o el Barça…: sería más raro que soñaran con la camiseta del Almería, que anda como una moto este año. O de mi Burgos del alma…

Pues eso: que la foto es una muestra de concordia, de buena educación, de buen rollo, de todo lo que hace falta. A ver si aprendemos…