Un deportista es aquel que sabe que el triunfo del otro es también una recompensa: la de haber encontrado alguien mejor

Duro de pelar

Señores: ha empezado el silencio. Para los que adoramos el fútbol este mes de junio ha sido especial: por el extraordinario fútbol que hemos disfrutado y por la victoria de la selección española. Hemos sido los mejores de una interminable lista de naciones que tenían los mismos puntos y las mismas esperanzas en el punto de partida. Jamás una competición, que yo recuerde, ha podido empezar peor: media España era un clamor contra la obstinación de Luis Aragonés, contra su deseo de perpetuarse tras el fiasco del Mundial. Me incluyo: acaso ahora entendamos todos mejor nuestras reacciones y la suya.

Sentí el Mundial de Alemania como un fracaso especialmente doloroso porque allí estaba ya esté equipo, al que se le privó de identidad eliminando el centrocampista defensivo que diera solidez a tanta burbuja. ése era el sentido de mi primer post en este benemérito blog, y estaba dedicado a David Albelda. Por razones de todos conocidas no ha sido David, sino Marcos Senna, quien se ha ocupado de la tarea. A la perfección, por cierto.

Hace algún tiempo me di cuenta de que el seleccionador sabía eso mucho mejor que yo: de primera mano. Conocía el potencial futbolístico de la generación que le ha tocado manejar y el valor anímico de «sus» chavales, los que han confiado en él cuando el país era un vendaval de críticas acerbas. El partido contra Dinamarca fue un punto de inflexión: además del resultado había un label, una marca España, un modo de jugar reconocible y propio, con un manejo lento y seguro del balón y un aumento repentino del ritmo que planteaba problemas insolubles a los rivales. Ellos conocían el valor de ese estilo: hay lo conoce y lo aplaude el mundo entero.

Adiós a la España de Luis y adiós a Luis. Campeona de Europa, con el máximo goleador del torneo (en cuatro partidos y medio) y el portero menos goleado (¿le darán el Balón de Oro a Casillas de una puñetera vez?). Ha puesto el listón muy alto al que viene, y sólo el temple de Vicente del Bosque me hace confiar en que sabrá administrar el desafío. España lleva la etiqueta de campeona de Europa al empezar el camino que lleva a Sudáfrica. No quiero ni pensar en lo que sucedería si se produce en estos dos años el efecto Inglaterra. Espero que de ninguna manera. Vicente es, como Luis, un fanático del equilibrio, y sabe lo que es triunfar en competiciones internacionales al más alto nivel: sabe que recibe unos mimbres portentosos y a él le toca fabricar otro cesto.

Quizá sea bueno recordar que en cada partido se ha salido más de un jugador pero que el auténtico jefe de este grupo es el invisible y maravilloso Xavi Hernández: a cada uno lo suyo.

Que sea tan bueno como éste. Tenemos dos años para verlo. para sufrir y para disfrutarlo: no se gana sin sufrimiento, y hasta la rona selección germana de anoche nos ponía un nudo en la garganta cada vez que se sacaba una falta a la olla.

Se va Luis como debe irse un triunfador: por la puerta grande. Suerte, entrenador: y muchas gracias. De todo corazón.

Bienvenido, seleccionador. Suerte también: la que merece. Su suerte es la nuestra, don Vicente. ¡A por ellos!

1 comentario

  1. Dice ser paulina

    ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo.

    20 junio 2009 | 3:18

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