Terapeutas con perros, perros terapeutas

Las ventajas de compartir la vida con un perro han sido muy estudiadas en diferentes colectivos: ancianos, niños con problemas de diferente tipo, presidios…

Nuestros perros
nos obligan a llevar una vida más activa, elevan nuestra autoestima, bajan nuestra presión arterial, nos brindan las ventajas de sentirnos necesarios y amados.

Un paso más allá de las ventajas que nos da cualquier perro con el que compartimos nuestra existencia son los perros de terapia. Perros que en sesiones controladas y en la mano de un terapeuta trabajan aspectos concretos.

Y otro paso más serían los absolutamente sorprendentes perros de asistencia. Son perros entrenados para facilitar la vida de modo práctico a personas con diferentes tipos de discapacidad.

Siempre he pensado que si tuviera tiempo me gustaría formarme más en profundidad al respecto. Y en Madrid lo haría de la mano de la Fundación Bocalán, que oferta continuamente cursos de diferente tipo, calado y duración.

Y recuerdo todo ésto porque he dado con un teletipo de EFE relacionado con todo este asunto que quería traer aquí y compartir con vosotros:

Los catedráticos del único máster de terapia asistida por perros que hay en España aspiran a dejar de ser «los de los perritos» y a tener un mayor reconocimiento de sus posibilidades científicas entre los pacientes que atienden, sobre todo ancianos, menores y enfermos mentales.

Alfonso Blanco Picabia, catedrático de Psiquiatría en la Universidad de Sevilla y uno de los directores del máster, ha explicado a Efe que cuando exponía a las distintas instituciones que querían impartir esta terapia les miraban «con una risa de conmiseración», y ahora, tras comprobar su éxito, «hacen cola» para recibirla.

Sin embargo, lamenta que no pueden extender la terapia a nuevos «clientes» porque con la crisis carecen de financiación, ha indicado el catedrático, que desarrolla el trabajo con ancianos, menores de un colegio de educación especial y personas con daño cerebral sobrevenido.

Esta terapia, que en España es algo «incipiente» pero que en Europa o Estados Unidos se aplica desde hace más de veinte años, según el catedrático, permite elevar la autoestima de los pacientes y evitar depresiones, entre otras enfermedades.

El catedrático aspira a que esta terapia se considere como algo «riguroso y tan científico» como las actividades que se hacen «en un laboratorio o en una sala de fisioterapia», y para ello insiste en la necesidad de que se use a los perros «de manera científica» y tras un programa bien diseñado, con objetivos y metodología.

Los terapeutas con perros carecen de un censo de profesionales o de una asociación, lo que está promoviendo el catedrático y director del máster ante los numerosos «aficionados» que usan los animales con supuestos beneficios entre los humanos pero sin el más mínimo rigor científico.

Blanco Picabea asegura que los perros mejoran la calidad de vida de menores con problemas mentales o de ancianos, y de hecho subraya que el gobierno sueco cede un perro a los mayores de 65 años que viven solos porque les retrasa su ingreso en un centro unos cinco años, lo que supone un ahorro para el país.

Luis Rodríguez Franco, otro director del máster y del grupo de investigación Psicología Clínica y de la Salud de la Universidad de Sevilla, afirma que los perros «ayudan a motivar y a mover emociones», y agrega que «la motivación y las emociones son fruto de muchos cuadros psicopatológicos, como la ansiedad o la depresión».

En una de las terapias aplicadas a cinco ancianos de la Fundación Gerón en Sevilla, la perra «Ojú», de la raza pastor alemán, atiende pacientemente las instrucciones que recibe, como dar la pata, coger una pelota de goma o situarse junto a ellos para que le aten un lazo alrededor del cuello.

Con algunos de esos ejercicios se logra, por ejemplo, que una mujer con hemiplejia se esfuerce en mover el brazo que tiene afectado para acariciar al animal o para lanzarle la pelota de goma.

Tras media hora de sesión, la perra necesita descanso, aunque en ocasiones puede estar «trabajando» en la terapia 45 minutos como máximo.

Juan Félix Martínez, especialista en el comportamiento de perros, ha explicado que para el primer año del máster sacan a perros de perreras o de refugios de animales, y una vez que demuestran capacidades, se les entrena varios meses para su trabajo específico, aunque precisa que lo más importante es que sea «afable» y que se relacione con los humanos con facilidad.

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