La historia de un embarazo o cómo la espera de un bebé pone a prueba una relación de pareja

Archivo de junio, 2008

¡Me voy al hospital!

Tengo la canastilla a punto y la maleta con mis camisas de dormir preparada para salir por la puerta hacia el hospital. El momento de la verdad está a punto de llegar. Muy pronto veré la cara de esa personita que se menea en mi interior entre codazos y culazos.

Deseo enormemente conocerla y, a la vez, disfruto de la espera, de este instante irrepetible sin marcha atrás.¡Qué rápido pasa el tiempo! Parece que fue ayer cuando supe que estaba embarazada y, ahora, puedo parir de un momento a otro.

Repaso las clases de preparto. La memoria me hace una mala pasada. ¡Incluso ensayando mentalmente no realizo correctamente las respiraciones! ¡Qué horror! Por un momento me siento como esos alumnos que se quedan en blanco ante la hoja del examen. No, Anna, no. No te agobies. Me dejaré llevar y pasará lo que tenga que pasar. Eso está mejor, me digo a mi misma.

Creo que Q. está más inquieto de lo que aparenta. Dice que está preparado. Asegura que estará a la altura y me confiesa que se llevará su inseparable cámara LOMO en el bolsillo por si acaso.

De hecho, últimamente está algo extraño. Él, que no es un hombre hábil con el bricolaje, está obsesionado por reparar todas aquellas cosillas que siempre están pendientes en casa: colgar aquel cuadro, poner una luz en el techo… No para.

Por un momento se me pasó por la cabeza llevarme el portátil al hospital pero ahora tengo claro que sería un error. Ha sido un placer compartir esta experiencia vital a través de este blog. Espero en breve poder explicaros el final de esta historia, tan personal e íntima para mí y tan universal a la vez ¡Hasta pronto!.

Parir en la calle

Vas a revisión al médico y te dice “esto empieza a estar madurito” y por una combinación de temores, tu organización del calendario y vete tú a saber qué más exclamas: ¡¿Ya?!” y se te acelera el corazón. Aparece una nueva angustia que traslado a Q.

Le digo que esté pendiente del móvil, que si me pongo de parto quiero localizarle rápido, que no se olvide de los papeles, que es mejor no entrar en el hospital con la canastilla bajo el brazo. La dejaremos en el coche, no vaya a ser que nos envíen de nuevo a casa y así nos ahorramos la vergüenza de los primerizos.

Q. asiente. No es mi intención, pero consigo que también se le dispare el corazón. De golpe, recuerdo un hecho acontecido en una ciudad próxima a la mía.

Una mujer rompió aguas estando en casa y sólo cruzar el portal empezó con las contracciones de parto. Se estiró en la acera, su marido pidió ayuda pero, mientras llegaba y no llegaba la ambulancia, el bebé sacó la cabeza y nació en plena calle rodeado de los vecinos de la escalera.

Cuenta el padre que se hizo un silencio sepulcral hasta que el recién nacido se puso a llorar, y todos los presentes soltaron la respiración. Cuando llegaron los servicios médicos se encontraron con un bebé precioso y con el cordón umbilical presionado con una aguja de tender ropa.

Nacer es nuestra primera tarea en este mundo. Si pudiéramos escoger ¿cómo creéis que nos gustaría más empezar nuestra aventura?

Grabar el parto

Cada vez es más habitual inmortalizar para la posteridad los momentos especiales de nuestras vidas y, sin duda, el nacimiento de un hijo es uno de esos episodios. Un padre primerizo me cuenta que grabó en vídeo la llegada al mundo de su hija.

Entró en la sala de partos cargado con la cámara de fotos y la cámara de vídeo pero, rápidamente, se percató de que no tenía suficientes manos para todo. Asegura que fue espectacular y que volvería a repetir la experiencia. Está convencido de que cuando su hijita tenga uso de razón le encantará ver el documento histórico (un poco como la ecografía 4D, sobre la que escribía el otro día).

Personalmente, no lo tengo muy claro. Me imagino en posición, apretando, con el personal médico a mi alrededor y con la cabeza de Q. asomando por encima de mis piernas pero sin mirarme a los ojos. Tal vez, más preocupado porque la luz de la sala sea la adecuada y no le tiemble el pulso cuando pulse la tecla REC.

Lo cierto es que preferiría tener a Q. a mi lado, agarrado a mi mano en lugar de a una cámara, y viviendo el presente con más intensidad que la película de los hechos que podremos repasar cualquier día en el sofá de casa. Q. aún no ha decidido qué quiere hacer. ¿Cómo lo veis? ¿Sois partidarios y partidarias de grabar el parto?

Qué haría si no estuviera embarazada

Estar embarazada tiene privaciones, algunas que se asumen sin rechistar y otras que se asumen, y punto. No sé si ha sido la llegada de los primeros calores o el hecho de que sólo falte un mes para salir de cuentas, que he estado jugando a imaginar que haría ahora, un primero de junio de otro año cualquiera, si no estuviera embarazada.

Anoche, me habría bebido un buen vaso de vino tinto para acompañar el queso curado, buenísimo, que compró Q. y, el último mes, no me habría perdido muchos de los estrenos cinematográficos. El sueño y el dolorcillo de espalda que me acompañan desde hacer un par de semanas han cambiado mis preferencias: sofá de casa por butaca de cine.

Es muy probable que, en estos momentos, en lugar de estar escribiendo sobre mis privaciones, estaría buscando información sobre el destino de las vacaciones de este verano. Y estoy segura de que ya me habría comprado uno de los muchos bikinis que me asaltan por los escaparates de mi ciudad.

Por el mismo motivo, el armario continúa con una extraña combinación de ropa de entretiempo y de embarazada, porque quién sabe si el botón de la cintura de los pantalones blancos, comprados a precio de ganga en las rebajas del verano pasado, volverá a abrocharse.

Os podría decir que a causa de mi embarazo, tampoco voy en bicicleta, ni fumo, ni salgo con hombres desconocidos, ni como demasiadas grasas ni monto a caballo. Pero lo bueno del caso es que al pensar en todo lo que no puedo hacer al estar embarazada, me he dado cuenta de todo lo que podría haber hecho hasta el día de hoy y que ha quedado en el tintero. ¡Qué gran motivación para continuar adelante!