La historia de un embarazo o cómo la espera de un bebé pone a prueba una relación de pareja

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Segunda lección

¿Qué pinta el padre si decides dar el pecho? Cuando se habla de lo bonita que es la lactancia, del vínculo que se establece entre madre e hijo, del grado de conexión e intimidad, se habla muy poco de la función del padre.

En un libro sobre el tema, un padre explica que él es muy consciente que, al principio, el bebé a quién necesita sobretodo es a su madre. Cuenta que el padre puede cuidarle y mimarle pero que la biología manda y que la misión del hombre es garantizar que madre e hijo estén bien y tranquilos.

La lucha por la corresponsabilidad en la pareja tiene aquí un límite: el que establece la madre naturaleza.

Está claro que tenemos roles distintos y que nuestros papeles no son intercambiables pero, a pesar de ello, ¿por qué me parece que hay madres que aprovechan esta diferencia natural con algún otro objetivo? ¿Por qué veo a padres primerizos –tan primerizos como las mismas madres- sometidos a un tercer grado por sus parejas cuando cambian los pañales a sus hijos?

Comparto esta reflexión con Q. y me pregunta:

-¿Tú no me harás esto, verdad?

-Le beso y le digo: No tengo ni la más remota idea, pero sí te digo que me esforzaré por evitarlo. Y Por cierto, ¿tu tampoco me dejarás sola ante el peligro, verdad?

(Foto: es una cría de lechuza).

Primera lección

Una de las decisiones que has de tomar cuando estás embarazada es si haces clases de preparto y dónde. Para simplificar, he descubierto que tienes dos posibilidades: ir a tu ambulatorio y apuntarte a los cursos gratuitos que imparten o ir a un centro privado especializado en esta tarea.

La verdad es que se elija la que se elija cabe escuchar para acabar haciendo lo que te plazca.

Mi primera clase de preparto ha sido desconcertante. Me pasaron un video realizado en los países nórdicos protagonizado por unas mamás que nada tienen a ver conmigo ni con el resto de mujeres que había en la sala.

Se veía una mama rubia y sonrosada esquiando por la ladera de una montaña nevada. Llegaba a una casa de madera donde le esperaba un niño -como ella pero en pequeño- y sin perder la sonrisa se levantaba su grueso jersey y le daba el pecho. Hablaban de lo bonito que es amantar a sus hijos a demanda hasta edad avanzada y de las ventajas sociales que tenían como madre.

Vi en las caras de mis compañeras el desasosiego y que, claramente, la clase se dividía en dos grandes grupos. Las que están convencidas de dar el pecho hasta que el niño les pida dinero para irse de fiesta y las que se incomodan pensando en cómo se las arreglarán para ser una buena madre y volver al trabajo.

Y es que, amigos y amigas, estoy convencida de que aquí radica parte de las depresiones pre y post. Resumen de la primera lección: a partir de ahora viviré siempre con la psicosis de la duda de si las decisiones que tome sobre mi bebé serán las correctas. ¡Gloriosa y temida libertad!