La historia de un embarazo o cómo la espera de un bebé pone a prueba una relación de pareja

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Parir en la calle

Vas a revisión al médico y te dice “esto empieza a estar madurito” y por una combinación de temores, tu organización del calendario y vete tú a saber qué más exclamas: ¡¿Ya?!” y se te acelera el corazón. Aparece una nueva angustia que traslado a Q.

Le digo que esté pendiente del móvil, que si me pongo de parto quiero localizarle rápido, que no se olvide de los papeles, que es mejor no entrar en el hospital con la canastilla bajo el brazo. La dejaremos en el coche, no vaya a ser que nos envíen de nuevo a casa y así nos ahorramos la vergüenza de los primerizos.

Q. asiente. No es mi intención, pero consigo que también se le dispare el corazón. De golpe, recuerdo un hecho acontecido en una ciudad próxima a la mía.

Una mujer rompió aguas estando en casa y sólo cruzar el portal empezó con las contracciones de parto. Se estiró en la acera, su marido pidió ayuda pero, mientras llegaba y no llegaba la ambulancia, el bebé sacó la cabeza y nació en plena calle rodeado de los vecinos de la escalera.

Cuenta el padre que se hizo un silencio sepulcral hasta que el recién nacido se puso a llorar, y todos los presentes soltaron la respiración. Cuando llegaron los servicios médicos se encontraron con un bebé precioso y con el cordón umbilical presionado con una aguja de tender ropa.

Nacer es nuestra primera tarea en este mundo. Si pudiéramos escoger ¿cómo creéis que nos gustaría más empezar nuestra aventura?

Viernes Santo

Viernes santo. Comida familiar. Escena entre las dos abuelas.

Futura abuela 1: ¡Qué ilusión me hace tener un nieto!

-Futura abuela 2: Y a mi también.

-FA1: Tenemos que estar preparadas para cuando llegue el momento del parto y nos avisen para ir al hospital.

La FA2 no dice nada, pero asiente.

Veo que es el momento de intervenir y aclarar algunos aspectos antes de que sea demasiado tarde. Carraspeo y digo:

Por cierto, Q. y yo tenemos claro que queremos estar solos en el parto. Por lo tanto, no os preocupéis que ya os avisaremos. Tendréis tiempo suficiente para ver al niño todos los días. Las primeras horas de vida queremos estar solos los tres.

No les gusta nuestra decisión pero la acatan a regañadientes. Rememoran sus partos. Parieron en casa con la comadrona, las abuelas, las madres, las tías y hasta incluso una vecina que pasaba por allí y no quería perderse el espectáculo.

Reconocen que no se plantearon en ningún momento si querían estar solas o en compañía, ni tampoco de quién.

Brindo por la libertad de escoger. La mejor decisión siempre es la que uno desea.

¡Feliz Semana Santa a todos!