Reconozco que en mi casa siempre ha habido hábitos alimenticios bastante sanos. Puede que, en los últimos años, hayamos caído en algunos pequeños «vicios» de los que son fáciles de encontrar en los supermercados o en las tiendas del barrio, pero lo que es la pirámide alimenticia, la seguimos bastante bien.
El otro día, charlando sobre nutrición con una amiga, me reconocía que todas las mañanas desayuna, junto a un café y un zumo de naranja, «un bollito con chocolate».
Mi desayuno favorito de los fines de semana, que siempre me lo preparaba mi padre, eran unas deliciosas tostadas de pan, con tomate, aceite y sal (a veces con jamón serrano y otras con un poco de ajo restregado). Y ya se podía poner delante la mejor napolitana de chocolate, que yo me apuntaba al «pan tumaca» (pa amb tomaquet, que nos corrige Elia) .
Y eso que el chocolate es una de mis perdiciones, y reconozco que cuando paso al lado de una pastelería, son muchas las veces que entraría a comprarme uno de esos postres… Pero sé que no es bueno abusar de ese tipo de alimentos, por lo que suelo dejarlos para darme lo que yo llamo «un homenaje» de vez en cuando.
Y no es porque engorde, porque yo me canso de desayunar siempre lo mismo y ahora suelo variar entre cereales, pan con tahín y rúcula o albahaca, aguacate untado con un poco de pimienta negra….
Pocos días después, leí que el madrileño Hospital de La Paz ofrece a los pacientes ingresados, con dieta basal, un desayuno cardiosaludable, allí llamado ‘desayuno mediterráneo’.
Éste desayuno consta de leche, café o equivalente, un panecillo, aceite de oliva virgen y una tarrina individual de tomate natural, en contraste con el llamado ‘desayuno tradicional’, que consta de galletas o pan, mantequilla y mermelada.
Aseguran fuentes del hospital que, desde que se instauró el pasado verano desayuno mediterráneo, ha sido todo un éxito.
Cuando te levantas, ¿eres más de dulce o de salado? ¿Cuál es tu desayuno habitual? ¿Y el favorito? ¿Consideras que abusas de los dulces?