Al conseguidor, o sea, Florentino Pérez, se le ha metido en la cabeza zamparse a Iberdrola, que es esa eléctrica que parece que produce energía machacando hierba, de lo verde y ecológica que se nos presenta en la tele. Y quienes conocen a Pérez saben de su constancia y de sus dotes de persuasión. La operación tiene su complejidad pero eso jamás fue un impedimento para el de ACS. ¿Acaso no era imposible levantar en la zona verde de la Ciudad Deportiva del Real Madrid cuatro torres de 250 metros de altura, ingresar 86.000 millones de pesetas y que, además, IU votara a favor? Pues eso.
Es fácil imaginar el preámbulo de la historia en esas cumbres previas a los consejos de administración de la constructora en las que participan los March y los Albertos (ricos, riquísimos, los verdaderos dueños de la empresa) junto a Florentino (el empleado de lujo y tercer accionista); cómo se decidió primero que Unión Fenosa (ACS) se hiciera con el 10% de Iberdrola, y cómo luego, tras constatar lo imposible del abordaje, se llamó a las puertas de Électricité de France (EdF), la compañía pública francesa, para consumar una compra de billar a tres bandas, siempre y cuando se salven los dos grandes obstáculos: el carácter estatal de EdF y los reguladores españoles.
Obsérvese la jugada. No se trata de que ACS y EdF rompan sus huchas de cerdito y se lancen al cuello de Iberdrola, OPA mediante. No. Lo previsto es que los franceses formulen oferte pública sobre Unión Fenosa, que es de ACS, y que Florentino y los suyos hagan lo mismo por Iberdrola de manera simultánea. Los franceses lograrían de esta forma su propósito de entrar en el mercado español, aunque sea en la tercera compañía del ránking; y Florentino obtendría fondos para el asalto a Iberdrola, a la que después trocearía para poner en venta dos de las joyas de su corona: la británica ScottishPower y su división de Renovables. En resumen, que Iberdrola dejaría el verde, que es un color que no se lleva este año, y Pedro López Giménez, el soberbio chico de los recados que Pérez colocó en Fenosa, se pondría violeta.
De los obstáculos, claro, se ocupa Florentino, el allanador más extraordinario al este del río Pecos. Miguel Sebastián, que ya ha hecho varios viajes a Francia, antes incluso de ser nombrado oficialmente ministro de Industria, ha empezado a conocer el acoso de Pérez por tierra, mar y aire. Visitas, llamadas telefónicas, comidas en el Señorío de Alcocer –el restaurante donde Pérez tiene su reservado-, todo lo necesario para convencer al Gobierno socialista de que la primera empresa constructora necesita esta deglución para no entrar en crisis. Al fin y al cabo, que ACS se quede con Iberdrola encaja esa definición de los “campeones energéticos nacionales” que Zapatero se inventó en los inicios del culebrón Endesa.