Juan Carlos Escudier

Archivo de abril, 2008

El ‘conseguidor’ ataca de nuevo: Iberdrola para Florentino; Fenosa para los franceses

Al conseguidor, o sea, Florentino Pérez, se le ha metido en la cabeza zamparse a Iberdrola, que es esa eléctrica que parece que produce energía machacando hierba, de lo verde y ecológica que se nos presenta en la tele. Y quienes conocen a Pérez saben de su constancia y de sus dotes de persuasión. La operación tiene su complejidad pero eso jamás fue un impedimento para el de ACS. ¿Acaso no era imposible levantar en la zona verde de la Ciudad Deportiva del Real Madrid cuatro torres de 250 metros de altura, ingresar 86.000 millones de pesetas y que, además, IU votara a favor? Pues eso.

Es fácil imaginar el preámbulo de la historia en esas cumbres previas a los consejos de administración de la constructora en las que participan los March y los Albertos (ricos, riquísimos, los verdaderos dueños de la empresa) junto a Florentino (el empleado de lujo y tercer accionista); cómo se decidió primero que Unión Fenosa (ACS) se hiciera con el 10% de Iberdrola, y cómo luego, tras constatar lo imposible del abordaje, se llamó a las puertas de Électricité de France (EdF), la compañía pública francesa, para consumar una compra de billar a tres bandas, siempre y cuando se salven los dos grandes obstáculos: el carácter estatal de EdF y los reguladores españoles.

Obsérvese la jugada. No se trata de que ACS y EdF rompan sus huchas de cerdito y se lancen al cuello de Iberdrola, OPA mediante. No. Lo previsto es que los franceses formulen oferte pública sobre Unión Fenosa, que es de ACS, y que Florentino y los suyos hagan lo mismo por Iberdrola de manera simultánea. Los franceses lograrían de esta forma su propósito de entrar en el mercado español, aunque sea en la tercera compañía del ránking; y Florentino obtendría fondos para el asalto a Iberdrola, a la que después trocearía para poner en venta dos de las joyas de su corona: la británica ScottishPower y su división de Renovables. En resumen, que Iberdrola dejaría el verde, que es un color que no se lleva este año, y Pedro López Giménez, el soberbio chico de los recados que Pérez colocó en Fenosa, se pondría violeta.

De los obstáculos, claro, se ocupa Florentino, el allanador más extraordinario al este del río Pecos. Miguel Sebastián, que ya ha hecho varios viajes a Francia, antes incluso de ser nombrado oficialmente ministro de Industria, ha empezado a conocer el acoso de Pérez por tierra, mar y aire. Visitas, llamadas telefónicas, comidas en el Señorío de Alcocer –el restaurante donde Pérez tiene su reservado-, todo lo necesario para convencer al Gobierno socialista de que la primera empresa constructora necesita esta deglución para no entrar en crisis. Al fin y al cabo, que ACS se quede con Iberdrola encaja esa definición de los “campeones energéticos nacionales” que Zapatero se inventó en los inicios del culebrón Endesa.

La timba del PP

La querencia del PP a los juegos de mesa es una constante histórica. Aznar, que sigue sin abrir la boca respecto a la crisis de su partido, inauguraba los cursos políticos echando un dominó en Quintanilla de Onésimo, donde por intercesión del abad de Silos el seis doble ponía fin al verano como si fuera un solsticio. En esta nueva etapa se han impuesto los naipes. Esperanza Aguirre le da al póquer y al mus, y la portavoz Soraya Sáenz de Santamaría tampoco oculta sus simpatías por Heraclio Fournier. Así, entre faroles, envites, órdagos y descartes, el PP vive una insólita timba ambientada por el humo blanco y espeso de los habanos de Rajoy.

A estas alturas de la partida pueden extraerse varias conclusiones. La primera es que jamás hay que confiar en ganar por incomparecencia del adversario, sobre todo si es gallego y, como es habitual, no se sabe si sube o si baja las escaleras de Génova; la segunda es que ir de farol resulta altamente peligroso, especialmente cuando se juega con las cartas marcadas; y en tercer lugar, conviene prevenirse de los mirones, porque ya no son de piedra como en el pasado sino que tienen importantes intereses económicos depositados en la victoria de uno de los contendientes y utilizan sus radios y sus periódicos para inclinar la balanza a su favor.

La mano disputada ya ha arrojado una clara perdedora, la presidenta madrileña, que es de las que no se resignan y pide revancha. La lideresa, azuzada por sus aduladores meditáticos, ha exhibido una candorosa ingenuidad, no ya por esperar que Rajoy se rindiera sin más –Viri, su señora, tira más que dos carretas- sino por confiar en que los barones del partido la rindieran pleitesía gratis et amore. Su error ha sido creer que ella y el presidente del PP eran los únicos interesados en quedarse con la banca, cuando la realidad es que había más jugadores pugnando por el bote. Como reacción se ha inventado una enmienda en la que exige primarias para elegir en 2012 al candidato, una buena manera de dar utilidad a las papeleras y hacer feliz a su enemigo Ruiz-Gallardón.

Según fuentes solventes, uno de los que han pedido cartas es el propio Rodrigo Rato, al que se suponía alejado de la política e inmerso en operaciones empresariales de altura, a mayor gloria de su cuenta corriente. “Rodrigo ha instado a los suyos a que se mantengan en sus escaños”, aseguran estos interlocutores. Ella sería la razón por la que Juan Costa no ha tomado las de Villadiego o explicaría por qué Manuel Pizarro sigue sin hacer mutis por el foro después de escuchar a Rajoy tras la derrota: “Bueno, Manolo, ¿y ahora qué vas a hacer?”.

En semejante tesitura a la de Rato se encontraría el propio Aznar, quien al parecer, silente y todo, no ha renunciado a que su esposa Ana Botella esgrima el bastón de mando de la alcaldía de Madrid. Lo tiene difícil porque para que ello ocurriera Esperanza Aguirre tendría que haber plantado cara a Rajoy en el congreso de junio, única circunstancia que empujaría al gallego a elevar a Ruiz-Gallardón a la secretaría general del PP.

En idéntica circunstancia a la de Rato se encontraría Francisco Camps, quien considera que acumula tantos méritos como Esperanza Aguirre para liderar el PP. A Camps le adorna la virtud de la paciencia y es de los que esperan agazapados sus oportunidades. Zaplana, que está decidido a aguantar como diputado raso y tomarse la venganza en plato frío, puede dar fe de las habilidades de Camps para mimetizarse con el paisaje antes de ocupar el primer plano y sacar al resto del encuadre.

El cuento ha cambiado de tal manera que de Rajoy, al que antes tomaban por un flojo muy simpático pero más vago que la chaqueta de un guardia, pasa ahora por ser un demonio, “una mala persona”, a juicio de sus contrincantes. El presidente del PP tiene ganada esta baza pero la partida es larga. ¿Será el candidato? Se admiten apuestas.

Esperanza Aguirre saca a escondidas la bandera blanca

Entre los que intuían que Esperanza Aguirre siempre ha ido de farol en esta partida de naipes que está resultando ser la crisis del PP no ha causado sorpresa que la lideresa se haya declarado esta tarde jugadora de póquer y de mus, en presencia de un Francisco Camps, que si juega a algo es a caballo ganador. Para los no iniciados, ir de farol consiste esencialmente en atemorizar al contrario fingiendo disponer de lo que no se tiene para forzar su retirada. El problema surge cuando el oponente lleva cartas y, además de aceptar el envite, lanza un órdago mientras silba la banda sonora de El Padrino. En esas se encuentra Aguirre, sobre la que se cierne una desgracia adicional: ha atraído hacia sí el calor de tantos focos que el maquillaje se le agrieta sin remedio. En definitiva, le han pillado de farol y, para colmo, no puede ni poner siquiera una cara de póquer que resulte convincente.

Lo de Aguirre es un pequeño drama porque en el algún momento creyó que iba a tomar el fuerte sin pegar un solo tiro y hete aquí que el señor de la fortaleza, al que incluso los suyos tomaban por un flojo, lejos de rendirse, ha sacado a pasear la artillería con notable desparpajo. La invitación que le envió este pasado fin de semana para que hiciera las maletas y refundara el Partido Liberal es de las que hacen daño a la altura del bazo. “No me creo que el presidente de mi partido quiera echarme a mí del PP”, ha dicho con fingida afectación. “Pero como todos los medios lo han interpretado así, sería muy bueno que lo aclarará”.

Esto de la Prensa cada día está peor. Todos los medios habían interpretado también que la presidenta madrileña había pedido días atrás abrir el debate ideológico en el PP pero, por lo visto, erraron porque, según ha explicado, lo que ella quiso decir era que había que dar la batalla ideológica contra el PSOE pero no dentro del PP, que es “la casa de todos”, el lugar donde “sentirme más cómoda es imposible”, un sitio capaz de representar a liberales, conservadores, democristianos y socialdemócratas, el centro del universo, en resumidas cuentas. “¿Se siente usted liberal?”, se le ha preguntado a Camps, a renglón seguido. “Me siento del PP”, ha afirmado el valenciano, un hombre que para no mojarse sólo habla del agua y de Zapatero.

Para la presidenta de Madrid se impone forzosamente un cambio de estrategia., toda vez que está escrito en las estrellas que Rajoy ganará el Congreso de junio sin despeinarse y ella lo perderá sin presentarse. Así las cosas, sus únicas bazas están en las próximas citas electorales. Este año se celebrarán elecciones en el País Vasco y al siguiente habrá europeas en toda España y autonómicas en Galicia. Unos malos resultados reabrirían el debate sobre el liderazgo del partido, si es que sus siempre agradecidos aliados mediáticos, El Mundo y la Cope, lo cierran alguna vez.

“Nunca he tenido intención de presentar una candidatura alternativa al presidente de mi partido”, ha sostenido Aguirre mientras volvía a reclamar una reflexión sobre lo ocurrido. Incluso, ha citado a Álvarez Cascos: “Hay que llamar victorias a las victorias y derrotas a las derrotas”. Por lo visto, Aguirre ha empezado a aplicarse el cuento. Algo similar a una bandera blanca ondea desde hoy en la Puerta del Sol de Madrid.

Bibiana Aído: «Estoy dentro de un telediario»

Corría manzanilla y de la buena en el bar El Patio, en la madrileña calle del Arlabán. Diputados andaluces del PSOE se reunían en torno a Bibiana Aído, la nueva titular de Igualdad y una de las fulgurantes estrellas de esta novena legislatura que ayer declaró abierta el Rey. Escoltada por Carmeli Hermosín, la joven ministra no da abasto con sus dos móviles. “¿Que cómo he visto el acto de hoy? Estoy dentro de un telediario”.

Aído se sabe en el centro de todas las miradas pero tiene desparpajo y conoce el percal. Cuando una senadora socialista le llama la atención sobre los curiosos lazos que luce en sus pantalones a la altura del tobillo, la gaditana se transforma en Hermes, el mensajero de Zeus: “Tengo alas para volar pero tengo los pies en el suelo”. Falta le hará el contacto con la tierra firme.

La ministra tiene todo por hacer. En el propio Ministerio, que se ubicará en la antigua sede de la Comisión Nacional del Mercado de las Telecomunicaciones, siguen acarreando mesas de un lado para otro. Por el momento, ha avanzado en la estructura del Departamento, que tendrá dos secretarias de Estado y tres secretarias generales. Su primer nombramiento se producirá este viernes, una secretaria de Estado sacada de la órbita de María Teresa Fernández de la Vega cuya misión será combatir los malos tratos a mujeres. El suyo será un Ministerio “transversal” que necesitará del concurso de otras órbitas de la Administración: “Tengo todo el apoyo de Alfredo Pérez Rubalcaba y de la vicepresidenta”, dice. Son palabras mayores.

Al cónclave andaluz se incorpora una malagueña, la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, una mujer incombustible inmunizada contra los socavones. “Llevan 14 años echándome”, afirma, mientras rememora sus primeros pasos en el Ejecutivo de Chaves, su primera reprobación “a los 20 días de nombrarme”, de cómo ella, que vivía en Madrid y aceptó ir a Andalucía para nueve meses, terminó quedándose 10 años y hasta de cuándo supo que continuaría en Fomento: “Dijo Zapatero en Málaga dos meses antes de las elecciones que yo inauguraría el AVE hasta Cádiz, pero se ve que cuando se trata de mi no le creen”.

La ministra asegura que ya ha acelerado la licitación de obra pública, una de las medidas con las que el Gobierno pretende combatir la crisis económica y la del sector de la construcción. Y cuenta un secreto: jamás come con constructores, no fuera a ser que Dionisos le juegue una mala pasada.

La sesión inaugural de la novena legislatura ha dado para todo. Ha habido socialistas que han explicado por qué Caldera, el gran damnificado de Zapatero, está tan feliz con la misión de hacer la FAES del PSOE. “Es lógico pensar que en un par de años Blanco pasará al Gobierno y él tomará las riendas del partido”, sostienen.

Cristóbal Montoro, resucitado para la causa del PP como portavoz de Economía, prometía con ironía “profundizar en la unidad” que augura al tándem Solbes-Sebastián. Esperanza Aguirre se dejó ver, eso sí, sin dirigir la palabra a Gallardón. Y Rajoy huyó de las cámaras como alma que lleva el diablo.

Todos escucharon a Bono citar a Argüelles, a André Gide, a Pessoa y a Kavafis para resaltar el valor de la palabra, y al Rey hablar de la legislatura de la concordia y del consenso y de llegar a los mismos pactos de Estado que propone Zapatero. El escribiente de la Casa Real está pluriempleado. Las Cortes echan de nuevo a andar.

Se puede ser feminista y del PP

Hay que reconocerle a Zapatero una innegable capacidad estratégica, una habilidad para situar al PP ante algunas de sus contradicciones y explotarlas sin desmayo. En la pasada legislatura esta función la cumplieron dos iniciativas, el matrimonio entre personas del mismo sexo y la ley de la Memoria, a las la que la propia Esperanza Aguirre se refirió días atrás para ejemplificar cómo los populares habían caído en la trampa ideológica tendida por los socialistas. En el nuevo periodo que se abre tras la investidura presidencial la batalla de la propaganda se librará en el terreno de la igualdad.

El truco de usar la defensa de los derechos civiles como manera de orillar hacia la derecha al principal partido de la oposición ha funcionado por la torpeza de los populares, y ahora Zapatero se propone repetir la jugada. Si con el matrimonio gay logró que el PP caminara en manifestación del brazo de los obispos y si con la Ley de la Memoria consiguió que el franquismo reverdeciera entre los conservadores como un campo en barbecho, la sinfonía de igualdad que ha comenzado a interpretar trata de obtener el audible desafino de Rajoy en forma de machismo recalcitrante.

El canto zapateril ha comenzado en do mayor, con un Gabinete dominado por mujeres, ha proseguido con un Ministerio dedicado a la causa y ha alcanzado la sublimación con el nombramiento de una mujer embarazada como titular de Defensa, que pasa con mucho garbo revista a las tropas pero a la que aún le falta acomodar su voz a los imperativos militares. ¿Qué hará el PP para contrarrestar las oleadas de simbólica igualdad que rompen contra sus farallones?

Preguntada por este diario acerca del nuevo Ministerio de Igualdad, Soraya Sáenz de Santamaría salió elegantemente por la tangente con una respuesta desconcertante. Según la portavoz del PP, lo que le gustaría a su partido es que se cumpliera ese lema rajoniano de una nación de ciudadanos libres e iguales, en la que, por ejemplo, el asunto del agua no discriminara a unos respecto a otros.

Urgida a referirse al Ministerio en los términos expresados por Zapatero, esto es, un Departamento que tendrá que ocuparse de la violencia de género y de impedir que las mujeres ganen menos, sin competencias conocidas en ambas parcelas, la dirigente del PP eludió pronunciarse antes de saber cuál será el poder real de la nueva y joven ministra. Tanta prudencia puede indicar que el PP ha empezado a tentarse la ropa antes de lanzarse a la piscina, porque la experiencia les dicta que está llena de cocodrilos y que suele haber un desaprensivo que les levanta los vaqueros cuando están nadando a braza.

Para el PP sería bueno tomar nota de algunos principios básicos: se puede ser gay, de derechas y querer casarse; nada impide que un militante del PP persiga que se desentierre de una cuneta el cadáver de su abuelo republicano; se puede ser republicano y del PP; es posible ser de mujer y de derechas, incluso feminista; y se puede ser del PP y defender la igualdad radical entre hombres y mujeres en la gestión de los asuntos públicos.

En vez de echar balones fuera, los de Rajoy harían bien en vigilar la proporción entre hombres y mujeres que deparará los nombramientos en las secretarías de Estado y las direcciones generales porque en estos segundos escalones el Gobierno y la Administración Central del Estado practican el feminismo de boquilla. Defender la causa de las mujeres no es patrimonio de la izquierda, salvo que el PP sea contumaz en sus errores.

Por lo que respecta a un servidor, le parece estupendo que haya tantos políticos como políticas ya que, a fin de cuentas, la ineptitud no es patrimonio de ninguno de los dos sexos. Y reconociendo la discriminación real que siguen sufriendo las españolas sigue sin entender qué podrá hacer la ministra de Igualdad para combatir la violencia de género si los policías los tiene Rubalcaba, ni alcanza a comprender la necesidad de crear una estructura ministerial, con los gastos que ello comporta, exclusivamente para desarrollar la Ley de Igualdad. ¿Para cuando un Ministerio de la Felicidad?

El ángel caído y el cielo de Zapatero

Poner a prueba a los amigos, dejarlos caer por el precipicio y recogerlos en el último suspiro a un centímetro del suelo –el que tiene fe en mi se salvará- se ha convertido en el deporte favorito de Zapatero. En el nuevo Gobierno del presidente el gran caído es Jesús Caldera, su mano derecha, el hombre que bien pudo liderar aquella Nueva Vía que hizo secretario general del PSOE a Zapatero y no a él.

Hacia algún tiempo que a Caldera le llegaba la cara al suelo porque nadie llamaba desde Moncloa y porque las especulaciones sobre el que durante cuatro años fue su Ministerio daban por seguro –como ha ocurrido- que se desgajaría perdiendo competencias. Caldera quería seguir en el Gobierno porque si no eres ministro no eres nadie, pero el sádico de la sonrisa perpetua le ha empujado por el acantilado. Para que duela menos el golpe contra las rocas le reserva un puesto en el partido y le ha encargado la misión de crear la FAES del PSOE, un laboratorio de ideas que, según ha dicho, estará listo en año y medio. Algo parecido hizo Aznar pensado en su retirada. ¿Se repetirá la historia?

Más allá de los nombres y las cinco caras nuevas, la nueva estructura del Gobierno plantea varios interrogantes y la constatación de que es posible aprender de los errores pero también no hacerlo. Un ejemplo de esto último es el mantenimiento del Ministerio de la Vivienda, un departamento sin competencias que podría subsumirse en una dirección general cuyo nacimiento tuvo más que ver con la propaganda que con su eficacia.

Igual podría decirse del recién creado Ministerio de Igualdad, al que Zapatero confía el desarrollo de un par de leyes, el fomento de empleo para mujeres y todo lo relativo a la violencia de género. ¿Va a poder destinar la joven Bibiana Aído más policías a la protección de las amenazadas? ¿Va a negociar la recomendada de Cháves con las patronales de empresarios al margen del titular de Trabajo?

Dos de las reordenaciones ministeriales son enigmáticas. La primera es la desaparición de Agricultura en Medio Ambiente o al revés, en un nuevo formato llamado Medio Ambiente, Medio Rural y Marino. Las contradicciones no tardarán en aflorar porque los intereses de los agricultores murcianos son radicalmente distintos a los ecologistas de esa misma región, por explicarlo gráficamente.

La segunda es la agrupación de Educación y Asuntos Sociales en Educación, Política Social y Deporte. Parafraseando a Ana Botella, una manzana más un pera es un buen inicio para una frutería pero no asegura un Ministerio integrado. Su titular Mercedes Cabrera tendrá que pensar en mejorar la formación de los niños en Geografía y en facilitar un cuidador a un dependiente. Con el debido respeto se puede afirmar que hay algo que no cuadra.

El resto del Gabinete no ofrece grandes novedades, salvo la recuperación de Miguel Sebastián –otro ejemplo de quien confía en mí se salvará-, que ve así cumplido su sueño de sentarse en el Consejo y, de paso, provocar cierto sarpullido al vicepresidente Solbes, que no le traga. Sebastián exhibe además su influencia en el presidente, ya que la nueva ministra de Vivienda, Beatriz Corredor, es una recomendada suya.

La otra noticia es el mantenimiento en Fomento de Magdalena Álvarez, cuyo relevo hubiera provocado brindis con cava no ya en la oposición sino en la Generalitat de Cataluña y en el PSC. Lo peor de la ministra no han sido los socavones sino su soberbia, que debe ser similar a la de Zapatero para no dar su brazo a torcer. A los socialistas catalanes se les contenta con el nombramiento de Celestino Corbacho, un dirigente histórico del grupo de los alcaldes –lo era de Hospitalet-, de la total confianza de José Montilla. La novedad aquí es que su puesto no sea el de Industria –que parecía reservado a alguien nacido al norte del Ebro- sino el de Trabajo.

Desde hacía tiempo se especulaba con el nombramiento de una mujer como ministra de Defensa, un puesto que se asignaba a Elena Salgado, que se mantiene en Administraciones Públicas. La designada es Carme Chacón, en parte cuota del PSC pero, sobre todo, una apuesta personal del presidente desde que ya en la oposición ejerciera de portavoz electoral de los socialistas. Su embarazo es una anécdota, aunque suficientemente ilustrativa. Chacón es la primera ministra embarazada, la primera ministra de Defensa y, posiblemente y por mucho tiempo, será la primera ministra de Defensa embarazada.

Finalmente, Zapatero ha optado por resucitar el Ministerio de Ciencia y Tecnología, un Departamento que ya creó Aznar para sustituir al de Industria pero con competencias específicas. Su resurrección responde a la obsesión presidencial por esta parcela. Lo sorprendente es que haya esperado cuatro años para ponerlo en marcha.

En conjunto, el Gabinete tendrá más mujeres que hombres, un detalle con el que Zapatero dice que quiere dar ejemplo. Su manera de entender el Gobierno es muy similar al de un Consejo de Administración ocupado por gestores, en el que el principal peso político lo tendrá él y, cada vez menos, el titular de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, que aspiraba a más y se queda con lo que tenía. Si algo ha demostrado la experiencia de estos años es que el presidente lo remodelará las veces que crea necesarias sin grandes concesiones a la liturgia.

Habemus presidente

Por segunda vez en tres décadas un candidato a la presidencia ha requerido dos votaciones para ser investido. Además de la tranquilidad que daba saber que las probabilidades de que entrara un guardia civil pegando tiros y poniendo zancadillas eran insignificantes y de que Zapatero se ríe más que el hierático Calvo Sotelo, las diferencias entre aquel episodio y el que acabamos de vivir confluyen en un país al que, parafraseando a Alfonso Guerra -ilustre decano de la Cámara- ya no reconoce ni la madre que lo parió.

La sesión fue un calco de la vivida entre martes y miércoles, pero en archivo comprimido, lo cual se agradece. Zapatero fue proclamado presidente con los 169 votos de su grupo, el rechazo del PP, Esquerra y Rosa Díez, y la abstención del resto. Mañana el elegido jurará su cargo ante el Rey, al que comunicará los miembros de su Gobierno.

En su intervención de diez minutos, Zapatero ha reiterado las líneas maestras de su discurso. El líder socialista ha dicho que tomará el toro de la crisis por los cuernos y convocará de inmediato a empresarios y trabajadores, que atenderá a los más necesitados, que hará reinar la igualdad, que adecuará la inmigración a las condiciones del mercado de trabajo, que reformará la Administración y la Justicia y que el nombre de España bruñirá como referente de paz, legalidad, internacional y de la lucha contra la misería en el mundo.

Hambriento de diálogo, a tenor de su discurso, lo habrá para todo: social con patronal y sindicatos; institucional, con las autonomías; y político, con el principal partido de la oposición, que también quiere acuerdos de Estado porque, según dijo Rajoy, “es una necesidad nacional”. Hemos de prepararnos, en definitiva, para un diálogo permanente a diestro y siniestro, sobre todo a diestro si es que CiU y PNV terminan siendo los báculos del Ejecutivo.

El líder del PP es como una agencia de malas noticias económica. Nada más llegar a la tribuna le ha recordado a Zapatero que el dato de inflación que se acababa de conocer era para echarse a temblar y que el FMI ha rebajado el crecimiento de España en 2008 al 1,8%. Rajoy ha insistido en otra crisis, la del agua en Cataluña, una “injusticia” y hasta una “broma” que se sufre en Barcelona. Ha estado muy metido en su nuevo papel, del que ha desterrado las profecías sobre plagas bíblicas y los castigos divinos del Viejo Testamento.

La legislatura va a ser divertida, sobre todo para quienes conserven el trabajo después del paso de la crisis, que va cogiendo fuerza como los huracanes del Golfo de México. A Zapatero se le nota más empaque. El único riesgo es que se torne en un estadista. Entonces, podremos echarnos a temblar.

Diputados del PSOE hacen ministro a Miguel Sebastián

Diputados socialistas de Madrid dan por seguro que Miguel Sebastián, la apuesta personal de Zapatero para la conquista del Ayuntamiento de la capital y protagonista de unos los fracasos electorales más estrepitosos de la historia, será rescatado por su mentor y ocupara un sillón en el Consejo de Ministros que se dará a conocer este sábado.

Las citadas fuentes aseguran que Sebastián ocupará una cartera de nueva creación centrada en la Investigación y el Desarrollo, una de las obsesiones del líder socialista. En su discurso de investidura del pasado martes y en lo referido a este capítulo, el candidato prometió que en los próximos cuatro años se doblarían los recursos destinados a la ciencia y a la innovación “situándonos por primera vez en toda nuestra historia por encima de la media europea”.

Junto a esta promesa, Zapatero, el primer presidente electo que espera a una segunda votación para ser investido –Calvo Sotelo lo fue también en segundas aunque sin pasar antes por las urnas, algo que ayer por error no se mencionaba- anunció la aprobación del Estatuto del personal investigador público y la incorporación de 50.000 personas al sistema de ciencia y tecnología, la mitad de ellas, al menos, en el sector empresarial. De estos proyectos y de la futura Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación tendría que ocuparse Sebastián si las predicciones mencionadas se confirman.

Tras la debacle electoral de las municipales en Madrid, Sebastián, que había dejado la Oficina Presupuestaria de la Presidencia para dar el salto definitivo a la política, renunció al acta de concejal y se refugió en la actividad docente en la Facultad de Económicas de la Universidad Complutense. Ello no le impidió prestar asesoramiento a Zapatero en algunas de las promesas electorales del partido y en los debates que mantuvo con Mariano Rajoy.

Con su nombramiento cumpliría un sueño: el que tuvo en 2004 cuando quiso ser ministro de Economía y Zapatero, aconsejado por el núcleo duro del partido, optó por Solbes, con quien mantiene una cordial frialdad y a quien como vicepresidente tendría que rendir cuentas.

Rosa Díez saca de quicio a Zapatero

Si hay una persona que puede poner de los nervios a Zapatero a lo largo de esta legislatura esa es Rosa Díez. Será porque no hay peor cuña que la de la misma madera, será porque muchas de las cosas que dice la diputada de Unión Progreso y Democracia podrían ser suscritas por un socialista con alergia al nacionalismo, el todavía presidente en funciones estuvo al borde de la urticaria. Más de tres cuartos de hora empleó Zapatero en replicar a Díaz, quien le agradeció el despliegue verbal con descarado sarcasmo.

Rosa Díez tiene que tener cuidado porque entre la tropa periodística del Congreso no cae bien. El comentario más generalizado acerca de su debut en la tribuna no tenía que ver con su exigencia de una nueva ley electoral o con la acusación de que el PSOE manipuló a la Justicia “para permitir la vuelta a la impunidad del brazo político del terrorismo” sino con su vestuario. Los estilistas de la pluma opinaban que era de muy mal gusto que la diputada, que según dicen va de estrella glamurosa, hubiera repetido el mismo vestido de Devota & Lomba en su audiencia con el Rey y en el debate de investidura.

Zapatero estuvo incómodo porque algunas de las cosas que escuchó se las pudo haber oído a Rajoy, como el ya clásico “España se rompe” o las críticas sobre el uso de las lenguas cooficiales en Euskadi, Cataluña y Galicia, con la diferencia que Rosa Díez no es Rajoy y que éste no le hubiera pedido avanzar en la laicidad del Estado, ni se manifestaría a favor de una Educación por la Ciudadanía surgida de un gran pacto escolar, ni está hoy por la labor de reclamar la devolución al Estado de algunas competencias autonómicas como la Educación y la Sanidad.

La diputada que viste de marca habla alto y claro. “Hacemos política pensando en las próximas generaciones, no en las próximas elecciones”, dijo. Al darle tanta importancia y dedicarle tanto tiempo, Zapatero cayó en la trampa. Como es muy educado y tiene mucho talante trató de buscar la manera de planchar con elegancia a quien años atrás compitiera con él por la secretaría general del PSOE. Deslizó que su discurso era pura retórica y una sucesión de tópicos. Hasta sugirió el trastorno mental transitorio: “Nadie en su sano juicio apostaría por una política lingüística de comunidades separadas”, sentenció. Su final fue de película de abogados con alegato incluido: “¿Sabe dónde aprendí a respetar a partidos como el suyo? –preguntó en voz alta al jurado de la Cámara-. En el PSOE”.

Un presidente en segundas

Tal y como marcaba el guión, Zapatero no obtuvo los votos necesarios y tendrá que esperar al viernes para ser investido presidente del Gobierno. El candidato socialista obtuvo únicamente el respaldo de 168 de sus diputados, toda vez que a una representante canaria, Mercedes Coello, no debió de parecerle muy interesante el debate de investidura de su jefe, y argumentó problemas con el avión. ¿Dónde estuvo ayer esta mujer? ¿Acaso se volvió para cenar?

A Zapatero no le votó el PP, ni Esquerra ni Rosa Díez, pero en cambio cosechó las significativas abstenciones del resto, en especial las de CiU y PNV, con los que está llamado a entenderse en el futuro inmediato. Si es verdad que la estrategia del presidente en funciones era mostrar que no adquiría hipotecas con nadie, el éxito coronó sus esfuerzos. Y eso que a Durán (CiU) le dieron ganas de votarle, sobre todo después de escuchar su promesa de que en dos meses se publicarán las balanzas fiscales y se verá que Cataluña paga más de lo que recibe –lo cual es obvio- y que se estudiará, aunque sea por curiosidad intelectual, el trasvase del Ródano.

Tras la insaculación de esta mañana –definición made in Bono de la fórmula de escoger una bolita de un saco para iniciar la votación-, Zapatero tiene definidos sus tiempos. A mediodía del viernes comenzará el pleno en el que será proclamado presidente en segundas; al día siguiente por la mañana comunicará al Rey quiénes integrarán su Gobierno y después dará a conocer la lista al común de los mortales. El líder socialista ha pronosticado alguna sorpresa, pero, de momento, nos tiene en ascuas.

Lo único que se da por seguro es que la cartera de Defensa será ocupada por una mujer y en las quinielas la ganadora es la actual titular de Administraciones Públicas, Elena Salgado. Pocos creen que Jesús Caldera permanezca en Trabajo, más aún si el nuevo organigrama escinde de sus competencias Asuntos Sociales, y no sería descartable que el salmantino sustituyera Magdalena Álvarez en Fomento. Todas son, por supuesto, especulaciones que habrían de ser sometidas a la criba del famoso cuaderno presidencial, que ya no es azul como el de Aznar.

La confirmación de que Zapatero será el único presidente en la reciente historia democrática que no ha alcanzado la mayoría absoluta en el primer intento llevó a Rajoy a plantear algunas valoraciones y a insistir en su predisposición a los pactos, ya sean de Estado o de comunidad de vecinos.

Su elocuencia fue menor cuando se le preguntó por Esperanza Aguirre y por el ruido interno que llega de Génova amplificado desde la Puerta del Sol. “Tengo una buena costumbre. Mis conversaciones privadas no las cuento ni lo haré nunca –dijo en clara referencia a la costumbre de la presidenta de airear sus charlas en Zalacaín-. Llevo algunos años en política. Soy serio. He anunciado que me presento y se lo he contado a mi partido. Lo hago porque creo que podemos ganar las próximas elecciones y porque me avala haber mejorado nuestros resultados”. Bastante dijo.