Juan Carlos Escudier

Archivo de abril, 2008

La economía pinta en bastos y Zapatero saca el as de oros

Acaba de decir Zapatero que la economía pintará en bastos durante “la primera fase de esta nueva legislatura” y esto es una novedad porque, hasta la fecha, aquí no había crisis sino desaceleración y lo demás era una artimaña del PP para afearle las estadísticas. De buenas a primeras nos afecta la marcha de Estados Unidos, la crisis de liquidez de los bancos, la escalada del precio del crudo y de las materias primas, además de nuestras dificultades propias en el sector de la construcción, en inflación y en déficit por cuenta corriente. Con todo ello tendríamos que echarnos a temblar, pero Zapatero es tan optimista que predice que todo será un paréntesis, un kit-kat jodido tras el que retornaremos al crecimiento y el empleo. Habrá más parados ahora, sí, pero sólo por un tiempo.

Así ha comenzado el discurso de investidura del candidato a la presidencia, una intervención en la que hemos conocido en más de hora y media la idea de España de Zapatero, con la que es difícil no coincidir, sobre todo en sus aspectos más líricos: “Un país próspero, que genera la riqueza duradera que es la que brota de la inteligencia y no de la explotación de la naturaleza ni de la mano de obra barata y descalificada”. Bonito, ¿verdad?

Pero como no todo podía ser poesía, y lo de la economía es un tema muy serio –al menos ahora que ya han pasado las elecciones-, Zapatero ha anunciado un plan de choque con carácter inmediato, en el que junto al cumplimiento de la promesa de devolver 400 euros en el IRPF a pensionistas, asalariados y autónomos, se adelantarán las devoluciones del IVA a las empresas y se arbitrarán medidas para favorecer al sector de las construcción: bajarán los impuestos a rehabilitación de viviendas, el Estado acelerará la obra pública, se ampliará el aval público para que a los promotores de VPO los bancos les den financiación y se pondrá en marcha un plan para recolocar a albañiles y asimilados.

A tenor de la pasada campaña y de la orgía de promesas electorales vivida entonces, se podía pensar que tras dar a la crisis carta de naturaleza iba a llegar ZP con las rebajas. Pero no. Lo prometido será deuda y dos huevos duros. “Mi idea de España –ha dicho- es la de un país que supera unido las dificultades, una sociedad que no abandona a nadie ene l infortunio. No, señorías, no habrá recortes en derechos sociales: al contrario, seguiremos ampliando derechos y políticas sociales”.

El discurso ha ofrecido pocas novedades respecto de lo conocido. Eso sí, ha mencionado el tema del aborto para decir lo obvio: que la ley establece lo que los médicos y las mujeres no pueden hacer, pero también lo que sí pueden. Respecto a la inmigración y ante el predecible aumento del paro, Zapatero ha prometido expulsar más y mejor, además de implantar fórmulas que faciliten el retorno de estos trabajadores: capitalizando la prestación por desempleo de los inmigrantes y concediéndoles microcréditos.

Para los problemas acuciantes como el del agua en Cataluña, el candidato socialista ha augurado lluvias, porque sólo asi se puede entenderse su promesa de que no faltará agua para el consumo humando ni habrá restricciones sin mencionar ninguna medida adicional.

Se esperaba con expectación el capítulo de pactos, donde se ha dirigido nominalmente a Mariano Rajoy para contar con él. Ha esbozado varios: uno contra el terrorismo, donde lo planea con todos los partidos y no sólo con el PP; otro para la presidencia española de la UE en 2010; un tercero sobre la Justicia, que sigue siendo un cachondeo, que diría Pedro Pacheco, y siguen sin renovarse el Constitucional y el CGPJ; un acuerdo de financiación autonómica, otro de igualdad de trato, para la que se anuncia una ley que tendrá que hacer cumplir lo que ya dice la Constitución, esto es, que no hay discriminación salarial ni sexual; y uno último para que la Expo de Zaragoza y la Copa América de Valencia salgan divinamente.

¡El señor No ha muerto! ¡Viva míster Pacto!

Además de la elección de Zapatero, la segunda gran cuestión que se ventilaba hoy en el Congreso era si Rajoy era capaz de superar su propio debate de investidura como líder de la oposición, un examen que le exigían los suyos y los aliados mediáticos que un día fueron suyos y ahora lo son de Esperanza Aguirre. Rajoy aprobó con nota, en evidente demostración de que se puede debatir y poner los puntos sobre las íes dejando las menciones al Apocalipsis en el guardarropa.

Debe de ser que Rajoy galopa desbocado hacia el centrismo porque su metamorfosis fue evidente, no sólo en el fondo sino también en la forma. El ‘señor No’ ha muerto y en su lugar se alza ‘míster Pacto’, un superhéroe del consenso que recoge el guante de los acuerdos a la velocidad del rayo. “Estoy dispuesto a hablar en serio. Y si me llama –ZP le propuso un encuentro inmediato- iré”.

El líder del PP fue recibido con una estruendosa ovación por parte de sus diputados, que quizás le han perdido afición pero tratan de no mostrarlo en público. En su discurso inicial realizó un diagnóstico tan serio de la situación económica como comedido en los epítetos. Habló de precios desbocados, de encarecimiento de los productos de primera necesidad, pérdida de cuota de mercado internacional, aumento de los tipos, fuerte crecimiento del paro y gran endeudamiento de las familias y de las empresas. “Somos más vulnerables”, afirmó el gallego antes de pedir a Zapatero el realismo necesario para reconocer que estamos ante una crisis de tomo y también de lomo. “Hágalo porque yo no le llamaré antipatriota”, añadió.

Tras repasar las grandes cuestiones, llegó el momento de los pactos. Y aquí la mariposa salió del capullo, la crisálida enseñó las alas en singular revoloteo. Rajoy está dispuesto a acordar casi todo, aunque primero se encargó de instruir al candidato socialista sobre lo que era un pacto de Estado, un lugar de reunión en temas donde no son buenas las discrepancias entre Gobierno y oposición, donde “nada se opone a que se sumen otras fuerzas pero sin sustituir a sus protagonistas imprescindibles”, esto es, PSOE y PP.

De este requisito quiso sacar tajada Zapatero en su réplica, cuando recordó lo sucedido en 1996 y el acuerdo que el PP alcanzó con CiU sobre la financiación autonómica sin contar con el PSOE. “Cuando ustedes necesitan a los nacionalistas para gobernar lo que hacen es integrar; y cuando somos nosotros los que llegamos a acuerdos, es que hemos cedido no se sabe bien qué”.

El candidato replicó en tono agresivo, como si quisiera que Rajoy se empleara de la misma forma. Pero en lugar de eso se encontró con la retranca gallega del líder del PP y varias expresiones del estilo “no quiero que me malinterprete” o “le pido que no se moleste”, pasando por el “le agradecería que no se alterase” cuando se refería al “esperpento” del agua en Cataluña “que no tiene nombre”, o al “desastre” de la política de inmigración.

Alguien había sumergido a Rajoy en un barril de tila con traje y todo y le había dado a ZP un café muy cargado. El popular no entró a ningún trapo, ni cuando el socialista se encaró con Arias-Cañete, que le hacía el gesto de que tenía más cara que espalda, y sentenció que había muchos diputados del PP a los que hubiera gustado sustituir a Rajoy en ese debate.

Y se volvió a los pactos. Zapatero quiere acuerdos sobre financiación autonómica, justicia, política exterior y terrorismo y Rajoy dijo que le tomaba la palabra. Para que no hubiera dudas, lo aclaró definitivamente: “Creo en los pactos de Estado (…) He dicho que quiero que estén todos pero que no pueden hacerse sin PSOE o PP”. Había advertido previamente que iba a ser fácil encontrarse con él. En Moncloa ya saben que si un desconocido con barba llama a la puerta es Rajoy en busca de un acuerdo.

La maestra Aguirre toma la lección a Rajoy

A Esperanza Aguirre le ha invitado el diario ABC a tomar en el Casino de Madrid timbal de verduras con langostinos y corvina con patatas para ver si se desmelenaba y hacía saltar la liebre de su candidatura al Congreso del PP, pero la lideresa, que tiene muchos tiros pegados, se ha limitado a mantener la incertidumbre y, de paso, le ha dado a Rajoy un repaso y algunos recaditos. Todo ello se producía ante la atenta mirada del presidente del PP, quien recibía desde la primera fila una lección de lo que es el liberalismo en estado puro: apoyar la cadena perpetua y poner dinero de los contribuyentes para que la empresa que gestiona las Ventas traiga a torear a José Tomás a precios ‘populares’.

Además de Rajoy escuchaban a la presidenta un ‘todo Madrid’ cada vez más reducido que se daba un aire al viejo palco del Bernabéu, en el que subsisten el constructor Florentino Pérez, gran admirador de Gallardón y de sus obras (públicas), el naviero Fefé Fernández Tapias y el inmobiliario Fernando Martín (Martinsa), además del presidente de El Corte Inglés, Isidoro Álvarez, al que la idea de Aguirre de dejar que los grandes centros comerciales abran cuando les plazca le parece grandiosa.

Aguirre ha explicado a la concurrencia que, “a fecha de hoy”, no entra en sus planes competir con Rajoy por el sillón de la séptima planta de Génova, aunque no lo descarta, algo que le viene muy bien para contentar a Ramírez y Losantos -los dos consejeros áulicos que creen que bajo su batuta manaría la leche y la miel para que ellos beban a morro- además de conjurar las tentaciones que pudiera tener el gallego de ningunearla en la renovación o –lo que es peor- promover al alcalde Madrid en su detrimento.

En esto consiste básicamente su estrategia porque, como ha dicho de pasada, cualquier militante pueda presentar una candidatura alternativa, pero para eso hace falta la firma de 600 compromisarios “y si la dirección nacional no está por la labor pues lo tiene un poco difícil, esa es la verdad”. Madrid representa poco más de 200 delegados de los más de 3.000 que participarán en el cónclave de junio.

La presidenta madrileña se ha ensañado elegantemente con Rajoy al tiempo que criticaba al PSOE, y así ha puesto ejemplos de cómo los socialistas se la han metido doblada al PP para hacerle pasar por un partido antipático – “antipathetic party” en palabras de la políglota Aguirre- o, lo que es lo mismo, de cómo Rajoy se ha dejado engañar eludiendo el debate ideológico, aun a sabiendas de que los elevados principios que defienden los populares le hubieran dado la victoria

En concreto ha citado la ley del matrimonio homosexual y la superioridad moral que tendría que haber exhibido el PP, un partido sin ribetes homófobos, que no ha tenido a ningún Largo Caballero que hablara de “invertidos” ni tenía que ocultar actitudes como la del PSUC y su negativa a afiliar a Javier Gil de Biedma –familiar suyo- por su condición de homosexual. Su segundo ejemplo ha sido la ley de la Memoria, en la que el PP, “que no es heredero de ningún partido de la II República ni tiene concomitancias con el franquismo”, no ha sido capaz de transmitir que, con su alegato de mirar hacia el futuro, no trataba de justificar la dictadura.

Aguirre no se resigna a que se presente al PP como un partido retrógrado, ni a que la etiqueten de conservadora “cuando ser liberal es justamente lo contrario”, ni a que la llamen antinacionalista, ni a que para que partido gane las elecciones la izquierda tenga que presentarse dividida o haber una baja participación, ni a que haya que parecerse al PSOE para ser centrista.

“No rechazo la cadena perpetua”, ha afirmado Aguirre mientras pedía un gran debate sobre la Justicia a raíz del ‘caso Mari Luz’ y expresaba su escepticismo sobre la voluntad de los socialistas de no volver a negociar con ETA. “No me lo creo”, ha sentenciado.

La Clínica Isadora, contra la Inquisición

Los dos médicos y la psiquiatra de Clínica Isadora imputados en la posible comisión de delitos de abortos ilegales acudirán mañana a declarar ante el juez José Sierra Fernández, títular del juzgado de Instrucción 47 de Madrid, sin conocer en qué casos o historias médicas se han hallado indicios de irregularidad penal. Los imputados entienden que son objeto de una “instrucción inquisitorial” que se prolonga ya por espacio de un año y solicitaron hoy al juzgado la suspensión de estas declaraciones.

El recurso de reforma presentado por las defensas de Javier Hidalgo, Salim Zakaria y Sara Moreno es especialmente duro con la instrucción judicial, sobre la que, según se afirma, se extienden serios indicios de estar instrumentalizada. “Es la misma estrategia que la Consejería de Sanidad impulsó ante el juzgado de instrucción nº 7 de Leganés en la incriminación de otro médico inocente”, reza el escrito.

Los imputados denuncian que, simultáneamente, la Guardia Civil ha seguido llamando a declarar bajo juramento y sin posibilidad de defensa a mujeres que abortaron. Una de ellas ha sido citada mañana por agentes del Cuerpo. En el recurso se pide al juez que acuerde la suspensión de su comparecencia “al no haber sido convocados ni participar los letrados de las partes”.

El escrito de defensa recuerda que la Guardia Civil ocultó que cuatro días antes de dirigirse al Juzgado para investigar la edad gestacional de unos fetos hallados en envases provinientes presuntamente de Isadora habían pedido idéntico permiso al juez de guardia, y que éste se lo había negado. Asimismo, considera inquietantes algunas diligencias acordadas, como la de analizar si los fetos tenían aire en los pulmones. “No parece que tenga sentido en una investigación de un delito de aborto, sino que parece estar buscando indicios de otro delito mucho más grave, pero nos confirma que estamos en presencia de una instrucción de objeto poco claro”, se subraya.

La «chapuza» del Grupo Mixto

Las cábalas para aligerar el grupo Mixto del Congreso, de manera que los siete partidos que lo integran pudieran constituir algún otro grupo parlamentario y acceder así a las subvenciones y al protagonismo en tiempo y presencia pública que lleva asociado, han concluido esta tarde con una reflexión expresada por el principal sacrificado en la solución final: “Es una chapuza” ha reconocido el diputado Francisco Jorquera (BNG) en la reunión que ha oficializado el apaño.

La opción adoptada permitirá a Esquerra, IU e Iniciativa formar grupo gracias al apoyo de los nacionalistas gallegos, ya que su 0,82% en votos se sumará al 4,97% de sus ahora aliados para cumplir de esta forma el requisito del 5% de votos a nivel nacional que exige el Reglamento del Congreso. Una vez conformado el nuevo grupo, los dos diputados del Bloque lo abandonarán lo más rapidamente que puedan para reintegrarse en el Mixto.

La última alternativa casi surrealista que se pretendía era la formación de un grupo integrado por el BNG y Coalición Canaria más el añadido tenporal del diputado del PNV Emilio Olabarría. Planteada a las instancias oportunas, esto es a los partidos mayoritarios que conforman la Mesa del Congreso, la idea fue rechazada de plano.

Lo que quedó claro en la reunión a siete de hoy es que el PSOE hubiera aceptado cualquier solución menos que el Grupo Mixto alumbrase a su vez dos nuevos grupos, porque ello hubiera dejado en soledad en el cajón de sastre del Congreso a las diputadas de Nafarro Bai, Uxue Barkos, y de UPyD, Rosa Díez, lo que hubiera conferido a ambas parlamentarias un protagonismo que se quería evitar a toda costa. La diputada canaria Ana Oramas ha reconocido este hecho a lo largo del cónclave.

A cambio de su sacrificio, el BNG ha pedido que el resto de afectados mostrasen públicamente su reconocimiento para facilitarles el retorno al Mixto antes de los dos meses preceptivos. Ha sido en este punto cuando Rosa Díez ha afirmado que no estaba dispuesta a avalar una “chapuza”. La ha contestado Llamazares, al que ha venido Dios a ver, afirmando que no se trataba de una chapuza sino de contrarrestar la rigidez del Reglamento. Sus palabras se han visto secundadas por las de Joan Ridao (Esquerra), otro de los favorecidos. Finalmente ha tenido que ser Joquera (BNG) el que reconociera la evidente. “Es una chapuza en efecto”.

La crisis del PNV le estalla a Zapatero

Hace demasiado tiempo que la crisis del nacionalismo vasco dejó de ser una novedad para convertirse en una constante. La batalla entre soberanistas y moderados no conoce tregua y da lo mismo que se inmole José Jon Imaz o que el retroceso electoral aconseje al lehendakari relajarse y despedir su plan de autodeterminación con música de txistu. Nadie parece querer entender lo evidente: una división tan profunda y con fuerzas tan parejas se remienda mal si las dos partes se entregan a la sogatira. Por el momento, los traumas del pasado y el poderoso pegamento del poder han impedido que el desenlace vuelva a ser la escisión, pero todo se andará.

Jugando con este fuego se ha calcinado el PSOE, que llevaba días negociando con el PNV un acuerdo estable que trascendiera la propia investidura de Zapatero. Los socialistas se proponían alcanzar un pacto de gran calado, que convirtiera a los nacionalistas vascos en aliados estratégicos en Madrid para ofrecer después al PSE como socio en el País Vasco tras las elecciones. En resumen, volver a la coalición que gobernó Euskadi antes de que el Tripartito fuera concebido.

La solución convencía al ala más templada del PNV, integrada por esos dirigentes que se muerden la lengua cada vez que hablan de Ibarretxe y la tienen ya en carne viva. Son los mismos que, finalmente, han descubierto que con el lehendakari han creado un pequeño frankenstein con autonomía total, al que le trae sin cuidado lo que se le diga si esto le aparta se su sueño ‘libertador’. Y que de seguir así las cosas –las pasadas elecciones han sido un aviso a navegantes- pudiera darse el caso de que en vez de conseguir la autodeterminación se cosechase una humillante derrota en las autonómicas de este año.

Para salvar la cara a los nacionalistas, Zapatero estaba dispuesto a negociar un nuevo estatuto dentro de los límites constitucionales, en el que, a la manera catalana, se dijera sin decir que Euskadi es una nación, y se enalteciera, si fuera menester, las virtudes de la gallina vasca como raza autóctona. Todo ello pasaba lógicamente por meter en un cajón el famoso plan Ibarretxe y después tirar la llave al mar, preferiblemente en la fosa de las Marianas o en lugar de profundidad semejante. Hasta los terroristas de ETA, que son asesinos pero no tontos, habían visto tan clara la jugada que mencionan este asunto en su último comunicado y atribuyen al PNV la búsqueda de “un nuevo pacto que suponga la reforma del Estatuto de la Moncloa».

No hace falta ser Einstein para entender que, de consumarse esta operación, el sector moderado, al que se adscribe el nuevo presidente y sustituto de Imaz, Iñigo Urkullu, sería declarado oficialmente vencedor de la disputa que le enfrenta con los soberanistas, y que el lehendakari se vería obligado a transigir o a cambiar Ajuria Enea por un caserío con vistas.

Urkullu se había trasladado discretamente a Madrid para conducir las negociaciones con los socialistas, que en prueba de buena voluntad habían otorgado al PNV una de las secretarías de la Mesa del Congreso y un par de presidencias de comisión, además de comprometerse a ceder varios de sus senadores para posibilitar a los vascos la formación de un grupo propio en la Cámara Alta. Por supuesto, gratis et amore, ya que ni siquiera se exigía a cambio su voto a favor en la elección de Bono como presidente del Congreso.

Como la tostada se olía distancia, Joseba Egibar, el líder del sector más radical del partido, actuó en consecuencia. Aprovechando el control omnímodo que ejerce sobre la organización guipuzcoana, ordenó a los suyos oponerse a la moción de censura contra la alcaldesa de ANV en Mondragón, Inodencia Galparsoro, por negarse a condenar el asesinato a manos de ETA del ex concejal socialista Isaías Carrasco. Para que no cupiera duda alguna acerca de sus motivaciones, Egibar afirmó que el PNV no permitiría que el plan del lehendakari dependiera de ETA o del Gobierno central.

Para Zapatero se trata de un grave contratiempo porque la bofetada de los nacionalistas, ejecutada por el musculoso brazo de Egibar, ha sonado desde Elgoibar a Lepe y le obliga a replantearse sus apoyos para la legislatura. Ayer, el nuevo portavoz parlamentario del PSOE, José Antonio Alonso, advertía que la actitud del PNV tendría “consecuencias serias”. No es para menos.

La pelota está en el tejado de Urkullu, que no es Imaz, y al que todavía no se le ha visto dar un puñetazo en la mesa para imponer su criterio. Entre tanto, CiU se frota las manos ante la perspectiva de convertirse en el socio imprescindible del PSOE. Y como dijo Pujol, esta vez piensa cobrarse la factura por adelantado.

El delicioso veneno de Bono

A José Bono –él explicará por qué- se le supone una maldad intrínseca, luciferina. Por eso, de su discurso tras ser elegido en segundas nupcias presidente del Congreso se recordará su delicada mención a Alfonso Guerra, tan envenenada como la mordedura del áspid que se llevó consigo el último aliento de Cleopatra.

Estaba el de Albacete en el turno de elogios. Mencionó los esfuerzos de su antecesor, Manuel Marín; recordó “con afecto” a Landelino Lavilla, en cuyo mandato fue secretario de la Cámara; citó entre aplausos al difunto Gabriel Cisneros, “ejemplo como parlamentario y como persona”; y, por último, se refirió a Guerra, el único diputado en activo desde 1977 “que tanto contribuyó al alumbramiento de la Constitución”.

El odio que Bono y Guerra se profesan es cualquier cosa menos cordial hasta el punto de que, náufragos en una isla desierta, no se dirigirían la palabra. El lunes mismo, preguntado por la elección de su enemigo, el ex vicepresidente del Gobierno afirmó que él hubiera propuesto para el cargo a cualquiera, incluido él mismo, antes que a Bono. Ayer, al escuchar el deletreado elogio que se le dedicaba, Guerra sonrió. A la salida del hemiciclo manifestó con retranca que suponía que la referencia encerraba “toda la amabilidad del mundo”, además de ser una verdad incuestionable.

Bono sobrelleva el pecado de la soberbia con resignación cristiana. En su alocución habló de humildad, pidió ayuda e indulgencia en el ejercicio de sus responsabilidades y dirigió a las minorías su primer mandamiento: nadie es más que nadie, cada uno tiene el mismo valor que su vecino o su adversario. Sonó bien, aunque a juzgar por el apoyo recabado –sólo un voto ajeno al PSOE en la segunda vuelta- es improbable que tocara el corazón de sus señorías. Hasta el flautista de Hamelin fracasaría en la consulta de un otorrino.