Tiene Ibarretxe una constancia encomiable. Nada desanima a este hombre, que una vez tuvo un plan y ahora tiene otro, y no es de pensiones, precisamente. La novedad de su última ocurrencia es que pone, por fin, fecha a la autodeterminación de Euskadi, que si el tiempo o la autoridad gubernativa no lo impide, tendría que producirse en el segundo semestre de 2010. Utilizando su lenguaje, Ibarretxe nos va a solucionar el contencioso con un referéndum resolutivo –si Zapatero traga- o habilitador –ni no lo hace- mediante el cual la sociedad vasca ordenará al Gobierno español que vuelva a negociar con ETA y a los partidos vascos que decidan si el País Vasco es un Estado libre asociado, un cantón helvético o una marisma confederada, tras lo cual otro referéndum resolutivo inaugurará un nuevo tiempo de paz, prosperidad y libre albedrío. Uno echa en falta un tercer referéndum para decidir en qué caserío se levantará por suscripción popular una txapela en mármol blanco de dimensiones ciclópeas que engrandezca su memoria.
Lo del lehendakari es ciertamente de traca. Llevaba razón Rosa Díez cuando afirmaba en una entrevista publicada por este diario que el nacionalismo vasco se radicaliza cuando ETA está débil y se modera cuando sus pistoleros matan a destajo. Lo que nos ha quedado claro es que su intención es realizar una primera consulta el 25 de octubre de 2008, e inmediatamente después convocar las elecciones, lo que, cuando menos, le permitirá asegurarse el puesto de candidato. Si la retirada de Imaz era un paso atrás para tomar impulso, ya se puede ir olvidando de hacerse fotos junto al árbol de Guernica.
La pretensión inicial del libertador vasco es alcanzar un acuerdo con Zapatero en una charla de café con pastas para que el presidente del Gobierno cambie el ordenamiento jurídico y acepte reconocer el famoso derecho a decidir de los vascos. Como presumiblemente, bien porque las elecciones son en marzo, bien porque su salud mental se mantenga intacta, Zapatero le mandará a hacer gárgaras, el lehendakari celebrará su referéndum habilitador, para que la voluntad popular le diga si tiene que estar a setas o a rólex. Y seguro que sale setas.
Políticamente, la propuesta de Ibarretxe da alas al PP, que nuevamente podrá recuperar en esta larga precampaña sus temas preferidos, entre ellos la negociación con ETA, la ruptura de España y hasta la rendición de Navarra si hay excusa. Los socialistas están obligados a ser inflexibles porque no está el horno para bollos ni las elecciones para exhibiciones de talante. “Constitución, Constitución, Constitución”, ha dicho con mucho énfasis la vicepresidenta Fernández de la Vega. Pues eso.