Camellos son la esencia pura de la calle, de la pandemia que abusa del más débil, atrapados en la memoria de un septiembre que nunca llegará, cantan con Josele Santigo en el tema que abre el LP, el magnífico «Cambios de humor«, autos de choque con monedas de cinco duros, antes lo evitaba, ahora lo busco. Me estoy adelantando. Pero hay problemas que uno no puede tener, si llega «La hora llorar«; mejor que te pillen las plataformas que se dejaron los Stukas la última vez que se pasaron por el piso de Cuatro Caminos, un libro de Haro-Ibars en la Cuesta de Moyano y un joint con las hojas del Monográfico.
«¿Has llamado ya a tu mamá? Porque mi padre era uno de los Temptations, ¿y el tuyo? «Compañero de piso», ¿Dónde guardas el perico, fray? Problemas del primer mundo en una urbe que se devora a sí misma. Empezando por los pies y antes de quedarse calva».
Entre el Lou Reed de 1974 y el fantasma de Pepe Risi fraseando contra una pared de La Elipa llega «Suena bien«. Nunca olvidemos que las guitarras de los Rolling Stones las tocaba mejor La banda trapera del río desde los años ochenta. Ven aquí y te lo demuestro. Voz, guitarras y sección rítmica, un parque, un mechero, las sustancias que elijas. Venimos de «Adicciones», donde ya nos han prometido que a los cuarenta lo dejo. Yo tengo 44 y solo tomo lo que viene con receta. Aunque a veces quede en los rincones algo de polvo que pide una aspiradora a gritos. Pero eso es otra historia, muchachos. En el paquete de Camel sale un dromedario, España nos roba. Pues cómprate un arma más grande. Edita, claro, Limbostarr.