Cuando uno quiere pantano, quiere alma, quiere metales bien tocados y que, además suene cercano, lúbrico, latino, español… no tiene muchas opciones. Podemos contarlas con los dedos de una mano. Igual nos sobran dedos. Igual nos faltan manos para agarrar cinturas. Pero siempre está la opción de Tito Ramírez, el que nos devuelve la fe en el bugalú, en Stevie Wonder pasado por la Fania, en El Vez volviendo a casa por Navidad.
Escucho Alma psicodélica, con esos tambores que parecen sacados del sueño húmedo de Poison Ivy, añadidos a unos buenos arreglos de Les coups con el espíritu de Johnny Hallyday echando fuego en 1966. Pasamos a “Poder de amor”, tú lo dices, power of love, y otra vez, percusión de Héctor Lavoe enfarlopado, en el Harlem español, todos queremos ser parte de la enésima encarnación de Cannibal & the Headhunters. Antes de que Teddy Bautista se perdiera en un laberinto de jueces y testigos, “Culpable” podría haberle servido de aviso con Los Canarios ponían de rodillas al mundo, desde las islas hasta el Perú. Punk de los Teen Tops, “Do dont” es como Elvis saliendo, en camiseta de tirantes, por la ventana del segundo piso de una calle de Nueva Orleans, contestando a la vendedora de cangrejos de río.
Criollo, bien criollo, para la niña “Evelyn” que daba fuego a todo lo que se ponía por delante, o por detrás, por encima o debajo, coros clásicos, de los que no se deberían haber perdido nunca, con ese piano cubierto de maquillaje y brillantina de uno de los hijos bastardos de Little Richards. Dame unos dedos, de esos de antes, los hago chasquear, y me pongo botines de gamuza, azul o negra, no importa, soy un diablo, amigo de Dean Martin, el que le robó el bisoñé al viejo ojos azules. Ey Frank, llama a Nancy y le enseñaré la cola de este “Diablo”. Joe Bataan le dijo a los Fulanos que le quedaba un tubito de fentanilo para alcanzar la nobleza, que había que pedir bongos a la asociación de Bebeto´s del mundo, y así Tito Ramírez, sin más, arreglo setenta y tres segundos de “El prince”.
“Cholos y cholas” venid, que los dispensadores de agua se han reventado y todos podemos refrescarnos, en este verano de esquinas y asesinos, un paquete de seis y el jugo del jaguar, vente, primo “Pal barrio”, tengo mescalina en píldoras. Serás como el hijo que siempre quise tener, Tito, tú y las tarántulas que suben por las venas hasta mi corazón, “Have to see ma babe” totalmente sobrado de voz, como un rey del soul latino, como Donald cantando tiritando mientras todos los rumberos se pelean con los chicos del mambo, como rockers vs mods, solo quiero hielo y algo de ron, un faso, el fuego, si no tienes con qué pagar puedes vender los vinilos de The Coasters que tu mamá te dejó en herencia y así “Get your money”. Me gusta pensar que hubo un tiempo en el que la vida era un parque de atracciones y yo, cargado de vinilos sin galleta, bajaba hasta la casa magnética y le daba fuerte al tropicalismo, a Pérez Prado, a la macumba, ojalá haber sido parte de la secta de afines al “El predicador” y su misa mambo tikitiki.
Qué felicidad, un ácido en la lengua, Le responsable de Jacques Dutronc, cuando Fernando Arbex tomó el control de los Brincos y convocó a Barrabás para un safari, estar allí cuando se grabó Yadda-Haddabadoo, mi Xanadú en 2023. Y el cierre, alabado sea Ray Barretto y Miqui Puig, para una lluvia púrpura, como Charly García mezclando los violines con las piedras… vuelve y vuelve, escucha, es Silvio, es Luzbel, es La Virgen del Pantano.