La última casa de apuestas de Marcelo Criminal (2023)

Veintidós canciones. No tengas miedo. Yo fui de la quinta que escuchó Honestidad Brutal y sobrevivió a Cajas de música difíciles de parar sin inmutarme. Pero Marcelo nos ofrece los dos patitos en cuarenta y dos minutos. No es un maratón. Es una revisión de la vida. Y nos la ofrecen desde Sonido Muchacho.

Abrimos con una pandereta y una voz doblada, una mezcla de placer culpable y contradicción, entre coleccionar y luchar contra el capitalismo. El vinilo no es parte del liberalismo, es la lucha negra, el alquitrán bien usado, te lo dice el diamante y la aguja del artista. Eso es “Como negociar en Quatar”. El punk acelerado en “Miedo a salir de noche”, casi como un karaoke de fondo como entre Los Ramones y los Nikis. Hablas de Karl Marx y sigues adelante, como si hubiera una sociedad que esperara algo más de ti. Guitarras acústicas limpias, cantautor de broma, tallas pequeñas, house del fino en las franquicias de ropa en “Nueva sinceridad”. Respeto al que se atreve a saltar y caer de mala manera. Lo fácil es ser un gimnasta. Asumo que tú sabes que España se ha mantenido unidas gracias a la jerarquía sexual de El Corte Inglés. Y llego a la caja de música de “Renovarse o morir”, un órgano de ambiente crepuscular, una batería mínima: nicotina en la cara de la sociedad, como si todavía hubiera gente que no sabe que siempre está prohibido fumar. Es una historia, la de la vida de Marcelo, en la que puedes dibujar diagramas de Venn con la tuya y disfrutar tanto los conjuntos de intersección como las regiones desconocidas. Yo necesité el “Café de máquina” para superar la Universidad. Eso y las cintas de los Planetas, los periódicos culturales gratuitos y el katovit. Así que esa tonada me suena. Igual soy muy mayor y ha mejorado la lavativa que ofrecen en la universidad, pero lo dudo. Por lo menos el recitado y la voz femenina me hacen volver a atender. Un poco de electrónica naif, de tecladillo bajado de internet o de una juguetería a punto de cerrar, para contar una muerte en “Himno de la avenida de Juan Carlos”. En la estatua de Fofó hay más misterio que en la mayor parte de los programas antiguos de Iker Jiménez. Si la sustancia viene en receta, si se lo has robado a tu suegra, ya lo dijo Calamaro, malo no puede ser, así que canta conmigo: “Bromazepan”. Algún día todo esto acabará y pensarás que la programación de la caja de ritmos ha quedado estupenda, volvemos a empezar, porque cuando algo acaba se despierta otra cosa para empezar. Cuanto infinitivo para hablar simplemente de la vida. Dale al play en “Música relajante para estudiar”. Ahora nos ponemos intensos, lágrimas que son como un gin-tonic aguado, de ese que te tomas a tres euros después de una cubeta de pipas, salado sin parar, sin mesura, una guitarra, un poco de batería y te queda “Canción para llorar”.

Pop ochentero, una canción terminada según los canones, el grimorio particular, eucaliptos para los koalas, bajos y batería, guitarra y voz, “Loterías y apuestas del estado”. No apuestes contra la estadística estatal. Siempre ganarán. Mira, unos pequeños arreglos para darle color al estribillo. El compositor denuncia las casas de apuestas. Es parte de la socialdemocracia bajo el radar. Llegamos a la mitad del disco, “El día que murió Pedro Sánchez”, con un fraseo dylaniano. Con perdón. De Marcelo y de Bob. Disparos contra Pedro, el presidente matemático, un fraseo con los coros de Nacho Vegas de fondo. No encaja el puente pero sí el estribillo. Es un sencillo de adelanto. Oswald y el que mató a Lennon. Claro, Michi, Nachete no te olvida. Seguro que Javier escucha a Federico. O lo escuchó una vez y se le quedó rebotando en los empastes mal hechos. No lo cubre la salud pública. Y en la canción 12 no hay música. Pero sí una melodía de voz. Pastillas y gimnasio. Tramadol y bicicleta estática. Comparando medicaciones en “Mi propio infierno”. Magnífico el encuentro lounge, tropicalismo en la percusión, con “Qué hacemos luego”, esa aceleración de sintonía de televisión, comer techo junto a Santisteban, antes de que se derritan los hielos de la vida.

Volvemos a “El corte inglés”. Hace tanto que no entro en uno. En mi pueblo no pasamos de dos mil habitantes. Podrías hablar con Loquillo. Con los intocables y sus vaqueros del espacio. Puedes encontrar novia entre las dependientas. “CAFD” qué será, será. Educación física es la manera elegante de llamar a la gimnasia. Suspendiste mientras pensabas en poemas y en canciones de La Costa Brava, en 2010 Sergio Algora ya llevaba dos años muerto. Lo digo porque la siguiente canción se llama “Fran Fernández Fan de Flash Master” con un sonido de ocho bits y una percusión preciosa. Será un homenaje a Queen y a Ming, a Fuxedo DeVito, no sé… la batería y las guitarras noventeras de “Examen de conciencia” verbalizan el primero de bachiller. Yo soy, hoy, profesor de primero de bachiller. Estoy al otro lado de todo. Menos de las guitarras y el abuso de sustancias. Un guiño, dos guiños. Tu vida y la de los demás siempre tendrán algo en común.

Me costaba 50 euros cada consulta y los ansiolíticos no eran baratos. Ahora miro películas de serie B que transcurren en habitación de hotel, sufro ansiedad anticipatoria y me enorgullezco de pasar la tarde de un domingo escuchando “Me quedé encerrado”. Han subido diez pavos la sesión. Se acerca el final y yo sigo en el rumor de las olas, sudokus y números, “Pudo ser campeón del mundo”. Yo vi fallar el penalty a Eloy en el 86 y perdí la fe. Más allá de la parte confesional, escucho temas como “Otra noche más”, así, sin más, formato estándar, letra chula, un pasillo, algo más, voces y coros, danzas de resaca, funciona en todas las direcciones. Hay un monstruo en el pasillo, lo verás cuando vuelvas borracho a casa. Programaciones a lo The Postal Service (qué antiguo te ha quedado esto, Octavio) y una manera elegante de buscarle las cosquillas al dream pop colocando las letras como si ellas tuvieran la culpa de tener tantas sílabas. Pero es que esto es así, la vida es atreverse, es lavarse los dientes al menos tres veces por día. Es “Labiodental”. Y, al final, canción 22. “Los últimos días”, palmas sintéticas, una bicicleta, ET, yo qué sé, 2002, los duros de franco, sintes y programaciones. Me escuchas, Marcelo. Yo escribí una vez sobre ti. Esta es la segunda. No sé qué te parecerá.

Tú dirás, ¿tantas canciones son necesarias? Yo digo sí. Yo digo que hay que escucharlo en orden, o en desorden, porque la cabeza de Marcelo no es la tuya. Yo, vuelvo a decir, soy de la generación de El Salmón y todos nos pasábamos cedés grabados con nuestra propia selección de veinte temas. Usa un número primo. Son los más incómodos, como el disco de Marcelo. Incómodo para el que escucha, pero pasional, como una telenovela bien escrita, como un narrador de la calle que no se cree Lou Reed. Y eso, hoy, es lo mejor que puedo decir de casi nadie.

Escribe aquí tu comentario





    Normas para comentar en 20minutos.es

    • Antes de enviar su comentario lee atentamente las normas para comentar en 20minutos.es.
    • Esta es la opinión de los internautas, no la de 20minutos.es.
    • No está permitido verter comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
    • Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
    • Por favor, céntrate en el tema.
    • Algunos blogs tienen moderación previa, ten paciencia si no ves tu comentario.

    Información sobre el tratamiento de sus datos personales

    En cumplimiento de lo dispuesto en el Reglamento (UE) 2016/679 del Parlamento Europeo y del Consejo de 27 de abril de 2016 relativo a la protección de las personas físicas en lo que respecta al tratamiento de datos personales y a la libre circulación de estos datos, y Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales le informamos que los datos de carácter personal que nos facilite en este formulario de contacto serán tratados de forma confidencial y quedarán incorporados a la correspondiente actividad de tratamiento titularidad de 20 MINUTOS EDITORA, S.L, con la única finalidad de gestionar los comentarios aportados al blog por Ud. Asimismo, de prestar su consentimiento le enviaremos comunicaciones comerciales electrónicas de productos y servicios propios o de terceros.

    No está permitido escribir comentarios por menores de 14 años. Si detectamos el envío de comentario de un usuario menor de esta edad será suprimido, así como sus datos personales.

    Algunos datos personales pueden ser objeto de tratamiento a través de la instalación de cookies y de tecnologías de tracking, así como a través de su acceso a esta web desde sus canales en redes sociales. Le rogamos consulte para una más detallada información nuestra Política de Privacidad y nuestra Política de Cookies.

    Los datos personales se conservarán indefinidamente hasta que solicite su supresión.

    Puede ejercer sus derechos de acceso, rectificación, supresión y portabilidad de sus datos, de limitación y oposición a su tratamiento, así como a no ser objeto de decisiones basadas únicamente en el tratamiento automatizado de sus datos, cuando procedan, ante el responsable citado en la dirección dpo@henneo.com

    Le informamos igualmente que puede presentar una reclamación ante la Agencia Española de Protección de Datos, si no está satisfecho con en el ejercicio de sus derechos.