Una vez más Lunar Discos nos ofrece un apetitoso proyecto de punk pop generacional que hará las delicias de las nuevas olas de amantes de las guitarras y las armonías vocales.
La apertura con “Matrícula azul” un sonido juvenil, desarrapado y hambriento, con un análisis social funcional y brillante, con juegos vocales que recuerdan a los primeros, Lori Meyers, cuando querían ser más Brincos que los Brincos. Al final todo es pop, todo es vida. Seguimos con “Carrera de obstáculos” un centro de 27 segundos directo a la cabeza, tuiteros, Larios y un buen colocón. Hoy se sale, pero son las redes las que convocan: nunca más te sentirás solo en la ciudad. Coches para jugarse una vida corta con percusión y guitarras. Todavía son bellos, todavía tienen sed. Casas de padres, veinte euros en diesel, tienes que tomar una decisión, yo ya he tomado la mida. Como la vuelta a los orígenes de Carolina Durante, como unos Nikis domesticados por dos décadas de cambios que nos han dejado igual. Me gusta un disco que tenga una canción que se llame “Costa brava”. Pienso en toda la capacidad pop que tenían Sergio y Fran, Fran y Sergio. Bajamos en un medio tiempo romántico, algo de calor carioca y un subidón ochentero, como si volvieran a juntarse los Mamá. Te espera el Metro, te espera la vida, todo sigue igual, con teclados bellos y secciones rítmicas bien tocadas. Estrellas que nos roban las novias. Así que solo nos queda convertirnos en supernovas.
Hay un amago de oscuridad en “Socialdemocracia”, con un millón de años de distancia se huele en el ozono del aire breves retazos de Poch y Alejo Alberdi, en la guía y en el listín, con esos sintes y esa batería cavernaria. Para volver a la brillantez entre la Habitación Roja y los Nacha Pop con “Plateado”, guitarras cristalinas y el perfil actualizado, si nombras Noruega yo nombro a Jorge, eso es plan, eso es un trato. “Niños tristes” es un salto hacia la caja de ritmos que queda muy pintón, gusta apartarnos de lo orgánico que manda en el disco aunque sea un breve instante. Sustancias tóxicas y coros y una voz femenina, una voz que es angelical y trae azufre. Eso me gusta, porque al igual que “Apuñala la rata” la variedad de esta simplicidad aparente en lo lírico me regala un recitado que hace remontar el disco en su parte final: vuelvo a destacar las guitarras y el trabajo de la percusión. Sin ser experimental no parece copiado ni escuchado hasta la extenuación. Original.
Cerramos el disco con “Rey de Castillo”, un montaje de manual, una nueva generación de LinkedIn, que hace que las metáforas sean generacionales, MVP y Real Madrid, juegos de voces, primera división para terminar con unas preciosas guitarras acústicas de despedida, bajos pulsados con rabia en la despedida, una nana antes de dormir, una noche que se enciende, un día que se apaga, el piano, la voz desconsolada, se nota que la banda sabe cómo ordenar un disco, vienen estudiados. Es el final, es “Un regalo”.